Del mindfulness y la nueva era al Santo Rosario: la conversión de una embarazada sola y alejada de Dios



Lauren de Witt se define como una católica conversa, hoy madre de 3 hijos, que vive en Baton Rouge, Louisiana, y es formadora en su parroquia. Ha contado su testimonio en sendos vídeos en The Mission on the Mountain y en Insights de CHNetwork. También habla de su fe en su blog, The Contemplative Homemaker.

De origen protestante, alejada de Dios y hundida en ansiedad, empezó el rezo del rosario como una experiencia extraña, y eso sanó su vida y la acercó más a Cristo.

Una infancia protestante, devota y feliz

«Crecí como baptista del sur, mi padre era un ministro baptista del sur», explica. Es la mayor iglesia bautista, con más de 13 millones de fieles y más de 47.000 comunidades, de estilo y doctrina más bien conservadores, no carismáticos, que anima a un fuerte conocimiento de la Biblia.

Su padre la bautizó con 6 años en un domingo de Pascua. Ella, de niña, siempre pensó que Dios era bueno, amoroso y digno de confianza. Iban a la iglesia cada domingo, miércoles y lunes. Dedicaba todos sus veranos a excursiones misioneras de jóvenes. «Toda mi vida era la iglesia», explica.

Adolescencia y universidad: mala vida lejos de Dios

Durante la adolescencia, estudiando en secundaria, desarrolló anorexia, ansiedad y otros desórdenes.

En vez de apoyarse en la fe, rechazó a Dios. Como muchos otros jóvenes, quería «buscarse a sí misma» lejos de su tradición, de sus padres y de su fe.

Quería ser muy «original», sin darse cuenta de que, simplemente, compraba la misma mundanidad de consumo que el mundo vende a todos.

Dejó de rezar e ir a la iglesia, empezó a ir de fiestas, experimentar con las drogas, acostarse con hombres…

«¿Conoces la serie ‘Sex and the City‘? [en España era ‘Sexo en Nueva York’] Ese era mi modelo a seguir», detalla. «¡Hoy me suena tan estúpido! Pero parecían mujeres exitosas, amadas, populares, glamurosas… y yo quería eso, quería desesperadamente encajar ahí», recuerda. «Pero cuanto más me metía en esa vida, peor me sentía».

En su segundo año de universidad, su ansiedad había crecido y tenía ya pensamientos suicidas. Le iba bien en clase, ya tenía ofertas laborales. Pero espiritual y emocionalmente estaba hundida.

Embarazada, oró con el test positivo en la mano

Entonces descubrió que estaba embarazada. Ella se consideraba favorable al aborto en esa época, pero en ese momento concreto, con el test de embarazo positivo en la mano, rezó por primera vez en años: «Dios, ayúdame, no sé ni por dónde empezar».

Su familia y muchos amigos querían apoyarla en su embarazo. Pero había personas que le criticaban la idea de tener el bebé. «¿Sabes cuando te metes en un proyecto, 99 personas te felicitan y apoyan, sólo una lo critica, y tú sólo piensas en esa persona precisamente y lo que dice?»

Se mudó con sus padres a otra ciudad, perdiendo contactos laborales y sintiéndose exiliada. Sus padres la apoyaban, pero descubrió que su padre tenía problemas de alcoholismo, con los que mantenía su propia lucha. Ella se culpaba: «si yo hubiera sido buena chica, si no estuviera embarazada, quizá papá no habría llegado a esto…»

Pero se dio cuenta de algunas cosas. Para empezar, que «el mundo», la mundanidad, no iba a ayudarla de ninguna manera. También vio que el relativismo, el individualismo y la ideología pro-aborto no le habían ayudado, sólo le habían llevado a dañarse a sí misma y a dañar a seres queridos. Y ahora venía un bebé que cuidar.

«Los únicos que criticaron que optara por tener el bebé eran todos pro-choice», recuerda. En contraste, las personas que le felicitaban por sus estudios, le buscaban un empleo, confiaban en ella, le presentaban amigos y ayuda… ¡eran todos gente de fe! Era gente de iglesia que ni conocía pero estaban ahí dispuestos a ayudar.

¿Mindfulness? Mejor el rosario católico…

En la serie de vídeos Insights, de Coming Home Network, Lauren dio más datos de esta época que le enlazaron con la Virgen María.

Como se sentía hundida y culpable, acudió a una terapeuta mundana. «Y ahora el gran tema en la terapia mundana es el mindfulness, así que me recomendó cosas del tipo ‘mantras’, simplemente para detener las voces de mi cabeza, para pararme, centrarme en el presente. Y me daba unas cuentas ‘mala’ [rosario budista, tibetano]».

Ella se hacía preguntas sobre la fe católica, y sabía que los católicos tenían el rosario, que era un collar de cuentas. «En realidad, pensé que los católicos ya no usaban eso, que era una cosa arcana que dejaron en la Edad Media. Por suerte, tenía una amiga que era una católica muy fiel, y la llamé y le dije: oye, estoy buscando una forma de meditar y controlar mis pensamientos, mi ansiedad, he oído de esa cosa que llaman el rosario... ¿Los católicos hacéis eso?»

Su amiga le enseñó lo básico del rosario. Lauren tenía miedo de ir a una tienda católica a comprar uno «porque temía que vieran que yo era una especie de hereje que no tenía que estar allí», así que usó uno que le prestó esta amiga.

«Recuerdo mirarlo y pensar ‘esto es muy complicado, cuánta cuentas, hay un montón, hay que recordar muchas cosas, qué es eso de los misterios…’ Recuerdo que la primera vez tenía allí el rosario, mi laptop con una web que explica como rezar, y folios, y mi Biblia abierta, como una superproducción…»

Lauren rezó al Señor: «Dios, si esto te puede ofender, si está mal o es idolatría, dímelo, porque estoy desesperada y necesito ayuda».

El rosario: hablar con una amiga, rezar con la Palabra

Se dio cuenta, a medida que rezaba, de que reconocía los textos bíblicos de los misterios y del saludo del ángel, textos que conocía de su adolescencia baptista. «Y me di cuenta que la Escritura no es tinta en un papel, vi que, como dicen los baptistas, la Escritura es Palabra Viva de Dios, tiene un elemento sacramental -aunque no conocía esa palabra entonces-, y usas la Palabra de Dios mismo para hablar a Dios mismo, y eso es hermoso».

También se planteó otra pregunta común entre muchos protestantes: ¿es lícito hablarle a María? Ella creía, incluso desde su formación protestante, que «las personas en el Cielo están más vivos incluso que nosotros los de la tierra, así que ¿por qué no pedir a los de allí que recen por mí?» María era como otra amiga, una muy buena, a la que pedir «reza por mí, por favor».

«En cuanto me di cuenta de que era Escritura y era como pedir a alguien que ore por mí, me deshice de muchas cargas», explica. «Era muy distinto al mindfulness y las técnicas orientales. No me sacaba de mí misma para alcanzar algún tipo de estado mental vacío, ni para desconectar mi mente. Era una relación, hablaba a Jesús, con su Palabra, y eso lo cambió todo», dice.

Lauren empezó a leer los evangelios, por primera vez en su vida adulta. Y descubrió a Jesús: «era absolutamente cautivador, me enamoré de Él».

«Volví a ir a la iglesia, a estudios bíblicos, y Dios envió gente maravillosa a mi vida«, recuerda. «Eran personas con problemas también, pero tenían paz, gozo verdadero, puro, imbatible». Ella les hacía preguntas sobre la fe y ellos estaban encantados de responder.

Ella tiene claro que rezar, desarrollar la relación con Jesucristo, cambió su vida. Entendió que veía a Dios en la Palabra y en la gente amable que la acompañaba en el día a día.

Así fue su conversión y por eso anima a la gente con fe a mostrar «cuánto disfrutáis bailando con Dios», mostrar a todos «el gozo» de la vida con Dios, para transformar el mundo cambiando corazones.

Hoy Lauren mantiene un blog donde habla de cosas espirituales y de su fe católica: The Contemplative Homemaker.

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