¿Moda? ¿Ideología? Psiquiatra dice que cada vez más y más niños se declaran "trans" sin serlo.

 


«En nuestra unidad de hospitalización, si habitualmente teníamos uno o dos adolescentes que decían ser trans al año, ahora lo manifiesta el 15%, o 20% de los ingresados. Obviamente no es una cifra normal, no responde a la realidad», dice un especialista.

Celso Arango, uno de los psiquiatras más reconocidos de España, asegura en declaraciones al diario El Mundo que en los últimos años se ha multiplicado la cifra de jóvenes que creen que son trans, sin serlo, debido a la moda.

«Esto es una locura, va a hacer daño a mucha gente, muchos jóvenes que tienen trastornos creen que los van a arreglar convirtiéndose en trans cuando no lo son. La Ley de Transexualidad no puede salir adelante así», afirmó durante la presentación de Amanda, una asociación de personas afectadas por este problema.

El jefe del departamento de psiquiatría pediátrica y juvenil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid se confiesa alarmado con la aprobación en el Congreso de los Diputados de una Ley Trans que excluye la supervisión de los profesionales de la salud mental sobre adolescentes, afirmando que, en realidad, «no son trans, sino que tienen otros trastornos y creen que siendo trans los van a superar. Como la Organización Mundial de la Salud ha despatologizado la transexualidad, ni nos han pedido opinión. Pero es una barbaridad lo que quieren hacer, y los vulnerables, los de siempre, podrían sufrir mucho».

Una Ley alejada de la realidad

Para Celso Arango la Ley trans está alejada de la realidad, y reconoce que en el Gregorio Marañón están asistiendo a un boom, a un incremento importante de adolescentes que dicen ser trans, muchos por moda, y no lo son: «en nuestra unidad de hospitalización, si habitualmente teníamos uno o dos adolescentes que decían ser trans al año, ahora lo manifiesta el 15%, o 20% de los ingresados. Obviamente no es una cifra normal, no responde a la realidad». «Los legisladores deben escuchar a quienes atendemos a estas personas, y yo soy el primero a favor de la Organización Mundial de la Salud cuando dice que la disforia de género no es un trastorno mental, aunque también es verdad, ojo, que la gente con disforia de género sí tiene muchos trastornos mentales derivados de eso». Para componer la Ley Trans, Arango sigue apostillando que «con las sociedades científicas no han contactado. El criterio imagino que ha sido ideológico».

Una complicada marcha atrás

Arango sigue afirmando que «lo que me preocupa es que la mayor parte de los adolescentes que estoy viendo, al estudiarlos longitudinalmente, dicen ser trans y no lo son. Y el problema es que, si esto les abocara a una situación de esperar y ver, o de empezar con una psicoterapia, bueno. Pero si hablamos de que alguien que dice ser trans desde hace tres semanas va a un centro privado y le dan hormonas… pues es una barbaridad. Hacemos algo que tiene complicada marcha atrás, cuando no es irreversible. Y a nosotros como profesionales sanitarios nos han enseñado que nuestra primera obligación es cuidar de la salud de nuestros pacientes. En dos visitas no conoces a un paciente, imagínese a los que se reclaman trans».

En línea con los países de nuestro entorno

Países en su día pioneros en la implantación de procesos de transición de género en adolescentes, como Suecia, Finlandia, Francia, Estados Unidos o Australia, han rectificado sus protocolos ante la evidencia de que pudieran estar dañando a las personas con disforia de género, por aplicarse masivamente, sin la necesaria exploración y diagnóstico previo y de forma prematura, acumulándose las evidencias que indican que los efectos secundarios asociados a estos procedimientos son graves e irreversibles en muchos casos, agravando la salud de los afectados en lugar de contribuir a mejorarla.

En España, donde se promulgan leyes que desoyen estas evidencias, la extensión del daño asociado a los procesos de transición de género puede arrojar resultados catastróficos en el futuro.

Se hace necesario que se formulen análisis rigurosos de las evidencias relacionadas disponles que permitan elaborar protocolos actualizados que contribuyan a mejorar la salud de los afectados y no a comprometerla. La opinión y experiencia clínica de los especialistas implicados, como es el caso del Dr. Arango, debe ser tenida en cuenta por aquellos que legislan en este campo.

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