Lula lanza "Carta a los Evangélicos", se dice contrario al aborto y promete respetar libertad de culto para todos los creyentes.



«Mi Gobierno no adoptará ninguna actitud que hiera la libertad de culto y plegaria, o cree obstáculos al libre funcionamiento de los templos», escribe Lula en un intento por acercarse a los protestantes evangélicos.

Las elecciones por la presidencia en Brasil se han convertido en un zoco de compraventa de valores electorales sensibles a creencias y religiosidades como nichos de mercado para espiritistas, líderes religiosos carismáticos, cismáticos, católicos y arrobados en oraciones destinadas a llenar las urnas con cada una de las prescripciones que los candidatos creen haber escuchado a Dios.

Si Jair Bolsonaro no tiene empacho en acercarse a chamanes afro, masones y evangélicos de las mil ramas que abundan en el país, mientras su mujer dirige las oraciones, los ayunos y el dedo hacia su marido como un «cordero de Dios» redivivo, el otro candidato, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, después de su cruzada católica en Nuestra Señora de Aparecida, acaba de publicar la Carta a los evangélicos, en un intento de aplacar la aversión que la «torcida bolsonara» le profesa.

"Sé cuánto sufren las personas serias para enfrentar a los mentirosos, tanto en la iglesia evangélica como en la católica", dijo Lula da Silva

Libertad religiosa

El líder del Partido de los Trabajadores (PT), aspirante a su tercer mandato, se «ha comprometido con los evangélicos a mantener la libertad de culto y religión, a reforzar el papel de la familia y a no interferir políticamente en el uso de la fe», aunque esta afirmación pueda parecer algo peregrina, después de echar una mirada a la campaña electoral en la que se ha hablado más de Dios que de los problemas de sus criaturas.

«Les puedo asegurar que mi Gobierno no adoptará cualquier actitud que hiera la libertad de culto y plegaria o cree obstáculos al libre funcionamiento de los templos», ha asegurado Lula en la misiva, dando por supuesto, como todo político, que puede llegar a tener el poder de privar a los corazones humanos de esa característica constitutiva.

A modo de misiva o correspondencia paulina a los corintios, el expresidente brasileño escribe: «Sé cuánto sufren las personas serias para enfrentar a los mentirosos, tanto en la iglesia evangélica como en la católica», en un intento por cambiar la opinión de los votantes de Bolsonaro y su perorata apocalíptica con la que acusan a Lula de diablo rojo.

Sin citar directamente a su oponente, el viejo sindicalista ha denunciado en la carta «el uso político de la fe» con «fines electorales y ha subrayado que su Gobierno «jamás usará símbolos de su fe para fines político-partidarios».

De educación católica, Luiz Ignacio Lula da Silva ha mostrado su «respeto y admiración» por la fe de los evangélicos y ha insistido en los estribillos recurrentes de la importancia de la familia, una de las banderas de su adversario, autoproclamado como férreo defensor de los «valores cristianos», o del sentido común.

«La familia para mí es algo sagrado», afirma Lula en una Carta a los evangélicos que recuerda a otra carta que escribió en 2002 para tranquilizar a los posibles y nerviosos inversores ante la inminente llegada a la presidencia de un temido izquierdista.

La vida es sagrada

En su Carta a los evangélicos Lula asegura que es contrario al aborto, aunque recuerda que la legislación le compete al Congreso brasileño, de actual tendencia conservadora e insiste en que el proyecto de su gobierno «tiene compromisos con la vida plena en todas sus fases». Para Lula da Silva «la vida es sagrada, obra de las manos del creador» y su compromiso «siempre fue y será con su protección», aunque al inicio de la campaña, quizá haya olvidado que defendió el aborto, tal y como se lo han recordado una y otra vez sus contrincantes.

Aquellas declaraciones en las que defendía el aborto como un derecho público de los pobres que «mueren intentando hacer un aborto, porque está prohibido», pero «la 'madame' puede ir a hacerse un aborto en París o elegir Berlín», enervaron a las masas más ruidosas de Bolsonaro que desde entonces le han tachado peyorativamente de «comunista» y «enemigo de los valores cristianos». El mismo presidente Bolsonaro ha ironizado con la carta diciendo que «Lula ahora dice que es contrario al aborto, las drogas y la ideología de género; la izquierda vive de hablar mal de nuestras banderas, pero en época de elecciones se apasiona por ellas».

El próximo día 30, después de tocar las puertas de todos los templos y de ofrendarse como salvadores de Brasil, el pueblo elegirá en las urnas un mismo discurso de salvación en dos voces enfrentadas.

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