¿Los protestantes que mueren se van al infierno? Un sacerdote responde


Es importante tener en cuenta que existe una enseñanza que se conoce como la doctrina de la "Extra Ecclesiam nulla salus", que se traduce como "fuera de la Iglesia no hay salvación". Pero cuidado, esta enseñanza no significa que todos los no católicos estén destinados al infierno automáticamente. En cambio, significa que la Iglesia católica es el medio ordinario establecido por Dios a través del cual se puede obtener la salvación, sin embargo Dios puede abrir medios extraordinarios para salvar a otros que, sin culpa propia, por influencia cultural o familiar, se encuentran formalmente fuera de la Iglesia católica.

La Iglesia enseña que la salvación es posible para todas las personas, independientemente de su religión o creencia. La salvación se ofrece a todos los que buscan sinceramente a Dios y hacen su voluntad. El Catecismo de la Iglesia católica dice: "La Iglesia católica reconoce que en otras religiones hay elementos de verdad y de santidad. [...] Sin embargo, la salvación viene de Cristo a través de su Iglesia" (n. 819).

En cuanto a los protestantes, la Iglesia católica reconoce que muchos de ellos tienen una fe sincera en Jesucristo y buscan seguir su voluntad. La Iglesia católica también reconoció en el Concilio Vaticano II que hay muchos elementos de verdad en las enseñanzas protestantes, aunque dejando claro que lo que hay de verdad en sus enseñanzas es parte de lo que heredaron del depósito de la fe que obtuvieron del catolicismo (fe en Jesús, amor por las Escrituras, creencia en la Trinidad, etc.). Como tal, los protestantes no están automáticamente destinados al infierno simplemente porque no son católicos.

La Biblia nos enseña que Dios es amor y misericordia. En Juan 3, 16-17 se dice: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él". Además, en Romanos 2,14-15, se dice: "Cuando los gentiles, que no tienen la ley, hacen por naturaleza lo que exige la ley, ellos, aunque no tienen la ley, son ley para sí mismos. Ellos demuestran que lo que la ley exige está escrito en sus corazones".

Como sacerdote, es mi deber recordar que la salvación es un misterio de Dios y no podemos conocer el destino eterno de ninguna persona. Solo Dios puede juzgar a una persona y decidir si merece la salvación o no. Debemos confiar en su amor y misericordia y rezar por la salvación de todos los hombres y mujeres.

La enseñanza de la Iglesia sobre la salvación no significa que los protestantes, o cualquier otra persona que no sea católica, estén automáticamente destinados al infierno. La salvación es posible para todas las personas que buscan sinceramente a Dios y hacen su voluntad. La Iglesia católica reconoce que hay elementos de verdad y santidad en otras religiones y busca promover la unidad y el diálogo interreligioso. Como sacerdote, mi deber es recordar que solo Dios conoce el destino eterno de cada persona y debemos confiar en su amor y misericordia, nunca debemos afirmar que tal o cual persona "se fue al infierno".

Como católicos creemos firmemente en la importancia de los sacramentos como medios ordinarios de la gracia de Dios. Los sacramentos son signos eficaces de la gracia de Dios, instituidos por Jesucristo, que nos ayudan a crecer en nuestra relación con Él y a recibir la fuerza necesaria para vivir nuestra fe.

La Iglesia católica reconoce siete sacramentos: el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Penitencia, la Unción de los enfermos, el Orden sacerdotal y el Matrimonio. A través de estos sacramentos, recibimos la gracia de Dios de manera tangible y concreta, lo que nos permite crecer en santidad y acercarnos a Él y en última instancia, ser salvos.

Sin embargo, es importante recordar que Dios no está limitado por los sacramentos. Él puede obrar de maneras extraordinarias en nuestras vidas, fuera de los sacramentos, si así lo desea. La Iglesia enseña que hay otros medios de gracia, que incluyen la oración, la lectura de la Escritura, el servicio a los demás, y otros actos de piedad y caridad.

En ocasiones, Dios puede obrar de manera extraordinaria en la vida de una persona a través de una experiencia mística o un encuentro personal con Él. Estos momentos pueden ser muy poderosos y significativos en la vida de una persona, pero no reemplazan la importancia de los sacramentos como medios ordinarios de la gracia de Dios.

Como sacerdote católico, es mi deber fomentar la participación en los sacramentos y ayudar a las personas a comprender su importancia en la vida espiritual. Al mismo tiempo, también es importante reconocer que cada persona tiene un camino único en su relación con Dios y que Dios puede obrar de maneras que son diferentes y únicas para cada persona.

- Hubo una beata que vio a Lutero en el infierno, ¿qué puede decir de eso?

La visión de Martín Lutero en el infierno a la que seguramente haces referencia se relaciona con la experiencia de la Sierva de Dios, María Serafina Micheli, una monja italiana del siglo XIX que afirmó haber visto a Lutero en una visión. En su visión, Micheli afirmó que Lutero estaba sufriendo en el infierno debido a su rechazo de la Iglesia católica y sus enseñanzas.

Es importante tener en cuenta que las visiones privadas de los santos no son enseñanzas oficiales de la Iglesia y no pueden ser tomadas como verdades absolutas. Como católicos, estamos llamados a buscar la unidad y la reconciliación con todos los hombres y mujeres, independientemente de su afiliación religiosa o sus decisiones pasadas. La Iglesia católica reconoce que la salvación viene a través de Cristo, y que Dios desea la salvación de todos los hombres y mujeres.

La Iglesia católica también enseña que el infierno es una realidad, y que aquellos que mueren en pecado mortal y no se arrepienten y convierten antes de su muerte, se arriesgan a perder la salvación eterna y pasar la eternidad en el infierno. Sin embargo, sólo Dios conoce el corazón y la vida de cada persona, y sólo Él puede juzgar con justicia y misericordia.

Como católicos, estamos llamados a orar por la salvación de todos los hombres y mujeres, y a buscar vivir nuestras vidas en conformidad con la voluntad de Dios. La Iglesia católica nos proporciona los medios necesarios para crecer en la gracia y en la santidad a través de los sacramentos y otras prácticas espirituales. Es nuestra tarea confiar en la misericordia de Dios y buscar vivir nuestras vidas en conformidad con su voluntad, confiando en que Él nos guiará a la salvación eterna.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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