El Papa, a los jóvenes: "Jesús no es el superhéroe de un cómic, es el mejor de los amigos, es el mejor de los hermanos"


No era Bruce Springsteen en Montjuic, pero casi. Francisco se dio un baño de masas, 'like a rolling stone', en el László Papp Budapest Spots Arena, donde se encontró con los jóvenes húngaros. Decenas de miles de chicos y chicas bailaron, cantaron, gritaron, y escucharon a un pontífice que, más allá de los achaques propios de la edad, se vio rejuvenecido por el contacto con los que son el futuro de la Iglesia y la sociedad europeas. El Papa, en su salsa, mientras algunos de los miembros de la comitiva oficial parecían más perdidos que una cabra en un garaje.

Francisco tocó, abrazó, se intercambió solideos, se detuvo a escuchar con atención a varios enfermos, se bamboleó al ritmo de los ritmos y los testimonios, y mostró su felicidad. "Estoy feliz de estar con ustedes", se arrancó al término de las experiencias de los jóvenes, en este tiempo "de grandes preguntas y grandes respuestas".

"Es importante que haya alguien que provoque y escuche sus preguntas, y que no les dé respuestas fáciles y preconfeccionadas, sino que les ayude a desafiar sin miedo la aventura de la vida en busca de grandes respuestas", como hizo Jesús, comenzó Francisco. Un Jesús que, como afirmó uno de los chicos, "no es un personaje de cuento ni el superhéroe de un cómic".

"Es verdad: Cristo es Dios en carne y hueso, el Dios vivo que se hace cercano; es el Amigo, el mejor de los amigos; es el Hermano, el mejor de los hermanos, y es muy bueno haciendo preguntas", destacó, desde un escenario monumental. Y, como Jesús, antes de dar respuestas el Papa prefirió hacer preguntas, y pedir caminar sin miedo. "Nunca debemos tener miedo de caminar y avanzar en la vida", señaló, insistiendo en que "Dios no quiere condenar, sino perdonar. Dios perdona siempre".

Dios no da lecciones, escucha nuestros sueños

El Papa quiso hablar de encuentros de Jesús. Con María Magdalena y las mujeres y, también, con los que iban a ser sus discípulos. "Venid y veréis", porque "Jesús no les da la dirección, sino que les abre el camino (...). No da lecciones, sino que camina con ellos: no quiere que sus discípulos sean alumnos repitiendo una lección, sino jóvenes libres y en camino, compañeros de un Dios que escucha sus necesidades y está atento a sus sueños".

"Jesús se alegra de que alcancemos grandes metas. No nos quiere vagos y perezosos, no nos quiere callados y tímidos; nos quiere vivos, activos, protagonistas", insistió Bergoglio, citando un proverbio húngaro: "Aki mer az nyer [El que no arriesga, no gana]".

Para ello, como en el deporte (se encontraban en un palacio de deportes), señalo dos pasos: "primero, apuntar alto; segundo, entrenar"."¿Tienes un talento? Seguramente lo tienes. No lo dejes de lado pensando que todo lo que necesitas para ser feliz es lo mínimo: un título, un trabajo para ganar dinero, un poco de diversión. No, pon en juego lo que tienes", pidió Francisco.

Jesús, el mejor entrenador

"¿Tienes una cualidad particular? Invierte en ella, ¡sin miedo! ¿Sientes en tu corazón que tienes una capacidad que puede hacer mucho bien? ¿Sientes que es hermoso amar al Señor, crear una familia numerosa, ayudar a los necesitados? No pienses que sean deseos inalcanzables, ¡invierte en las grandes metas de la vida!", insistió.

En cuanto al 'entrenamiento', el Papa instó a hacerlo "en diálogo con Jesús, que es el mejor entrenador posible". "Él te escucha, te motiva, cree en ti, sabe sacar lo mejor de ti. Y siempre te invita a hacer equipo: nunca solo, sino con los demás, en la Iglesia, en la comunidad, juntos, viviendo experiencias comunes", reclamó, aprovechando para invitar a la JMJ de Lisboa a todos los jóvenes.

Junto a ello, el tiempo, la rebeldía. "No tengan miedo de ir contra corriente, de encontrar cada día un tiempo de silencio para hacer un alto y rezar", incidió. "Hoy todo les dice que tienen que ser rápidos, eficientes, prácticamente perfectos, ¡como si fueran máquinas! Pero luego nos damos cuenta de que a menudo nos quedamos sin gasolina y no sabemos qué hacer".

Ante eso, "es muy bueno poder detenerse para volver a llenar el tanque, para recargar baterías". Pero "cuidado: no para sumergirse en las propias melancolías ni para estar rumiando nuestras tristezas; ni tampoco para pensar en la persona que me hizo esto o aquello, haciendo teorías sobre cómo se comportan los demás. Esto no hace bien".

El Evangelio del silencio

En este tiempo de urgencias y de ruido, "el silencio es el terreno en el cual se pueden cultivar relaciones provechosas". "El silencio nos da la posibilidad de leer una página del Evangelio que le hable a nuestra vida; de adorar a Dios, encontrando así la paz en nuestro corazón". Un silencio que "no es para quedarse pegado al celular y a las redes sociales. No, por favor. La vida es real, no virtual; no sucede en una pantalla, ¡sino en el mundo!".

Un silencio que abre la puerta de la oración, "y la oración es la puerta del amor". Porque la oración "es un diálogo con Jesús, como la Misa es un encuentro con Él, y la Confesión el abrazo que recibes de Él".

Francisco agradeció "la valentía de ser auténticos", cuando "hoy existe una gran necesidad de personas auténticas". También en Hungría, "a pocos kilómetros de la guerra y el sufrimiento, que están a la orden del día". Ahí el Papa lanzó "la invitación: tomar la vida en nuestras manos para ayudar al mundo a vivir en paz". Porque, "¿qué hago yo por los demás, por la Iglesia, por la sociedad? ¿Vivo pensando en mi propio bien o me arriesgo por alguien, sin calcular mis propios intereses? Preguntémonos por nuestra gratuidad, por nuestra capacidad de amar según Jesús, es decir, de servir".

El milagro viene del compartir

Recordando su visita, hace un año y medio, para el Congreso Eucarístico, el Papa pidió confianza en Dios a los jóvenes, con el recuerdo de la multiplicación de los panes y los peces. "El milagro viene del compartir: la multiplicación realizada por Jesús comienza cuando aquel muchacho comparte con Él y para los demás".

"Lo poco que tenía aquel joven, en manos de Jesús, se convierte en mucho. Es ahí a donde conduce la fe: a la libertad de dar, al entusiasmo de entregarse, a superar los miedos, a arriesgar. Amigos, cada uno de ustedes es valioso para Jesús, ¡y también para mí!", concluyó Francisco. "Recuerden que nadie puede ocupar su lugar en la historia de la Iglesia y del mundo; nadie puede hacer lo que sólo ustedes pueden hacer".

Autor: Jesús Bastante.

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Fuente: https://www.religiondigital.org/

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