El Agua Bendita un Poderoso auxilio para las Almas del Purgatorio


El agua bendita, cuando se hace su uso con fe y confianza, su eficacia es la más grande para el cuerpo y para el alma y puede maravillosamente venir en ayuda para las almas del purgatorio. Cada vez que el sacerdote bendice el agua para hacer agua bendita, actúa en calidad de representante de la Iglesia cuyo Salvador acoge siempre las oraciones con complacencia, cualquiera que sea aquel para el que la Iglesia dirige sus oraciones. 

Por consiguiente, aquel que toma agua bendita y se rocía a sí mismo o rocía otros objetos presentes o ausentes puede tener la seguridad que cada vez la oración de la Iglesia subirá hacia el Cielo y atraerá gracias hacia su cuerpo, hacia su alma, hacia todos los objetos tocados por el agua bendita. Derrota la fuerza de los malos espíritus. De ahí el proverbio: ' tiene miedo de esto o de esto otro como el diablo de al agua bendita’. Es por millones que podríamos enumerar los ejemplos que prueban el espanto indecible al agua bendita cuando cubre al demonio. 

¿Pero cómo es posible que podamos dar el agua bendita a personas alejadas y a las almas del purgatorio, y que así se les ayude? Lo que dijimos anteriormente lo explique. Cada vez que usted da el agua bendita a un niño alejado o a un hermano, la oración de la Iglesia que está unida a ella monta hacia el Corazón de Jesús y la compromete a tomar bajo su protección a sus parientes, en cuerpo y alma. Lo mismo ocurre cuando se echa el agua bendita a las pobres almas del purgatorio. ¡Oh! Quien diría todo el alivio que una sola gota de agua podría llevar a las almas que sufren en las llamas. 

El Venerable Domingo de Jesús, conforme al uso de la orden Carmelita, tenía una calavera sobre su mesa. Un día que el Venerable le había puesto el agua bendita, esta cabeza se puso a hablar y gritó: '¡todavía más, más agua bendita! ‘y añadió, el agua bendita extingue las llamas de este fuego que crucifica.

¡Sí, una gota de agua bendita es a menudo ciertamente de una eficacia más grande que una oración larga porque, por desgracia! Nuestra oración es frecuentemente demasiado tibia y llena de distracciones. Es de allí que de un modo muy distinto la oración de la Iglesia unida al agua bendita. Esta oración gusta al divino Salvador, a cada instante, en todo lugar y por todas partes, cada vez que elle le es ofrecida, donde quiera que sea, por quien quiera que sea. Es por lo que  estas santas almas suspiran tanto por el agua bendita, y si pudiéramos ver de cual tormento son torturadas, si pudiéramos percibir su insistente súplica: ' ¡Denos una gota de agua bendita! ‘Sin duda trataríamos por lo menos por la mañana y por la tarde, y más a menudo durante el día, de rociar de agua bendita a las almas del purgatorio. 

Cuántas veces no entramos y salimos! ¡Cuantas compras en un día! ¿Sería pues para usted un gran esfuerzo de echar una gota de agua bendita al purgatorio cada vez que usted sale del cuarto ¿Cuánta alegría no proporcionaría a las almas? ¡Qué servicio no rendiría a usted a mismo y a los suyos haciéndolo! ¡Porque las almas del purgatorio no son unas ingratas! En el mismo momento que usted les presta un servicio, levantan sus manos hacia el cielo y rezan por sus bienhechores con un fervor que ni las criaturas más santas de la tierra jamás podrían alcanzar. Y Dios escucha sus oraciones con tanto placer como aquellas que les dirigen sus esposas más puras de aquí abajo, y Él les envía, en la más grande medida, sus dones y sus gracias a los que les ayudan. 

No, un cristiano jamás debería salir de su cuarto sin dar tres gotas de agua bendita: uno para él y para los suyos con el fin de que Dios los guarde de todo daño del alma y del cuerpo; el segundo para los moribundos, sobre todo para los pecadores moribundos, con el fin de que Dios todavía les conceda, a la última hora, la gracia y la conversión; y el tercero para las almas del purgatorio. ¡Oh! ¡Qué de bendiciones y de garantías de salvación, que de méritos y de gracias no se ganen en el curso del año para usted, los suyos y para un sinnúmero de hombres, si usted quisiera practicar este pequeño ejercicio simple de caridad, sin contar que usted se aseguraría una muchedumbre de intercesores en la vida, en la muerte y para el purgatorio! 

¿Si supiéramos que a algunas horas de su país, hubiera un médico que abasteciera gratuitamente la medicina, la medicina que ya curó a un número infinito de enfermos, pero que hay que ir cada ocho días a casa de este médico, que prisa no tendría esta gente para hacer esto ? Créame, una medicina excelente es el agua bendita: millares ya han sido curados sirviéndose con fe y acompañándola de oraciones, alejaron la desgracia de su casa, de su establo y de sus campos. 

Cada día, nuestra alma es expuesta a peligros de perderse, tenemos necesidad pues de gracias y socorro. Uno de los medios más fáciles y más eficaces de rechazar los asaltos del enemigo, es el uso piadoso del agua bendita. Cada vez que nos servimos de eso, el Salvador envía socorro, consuelo y fuerza para que podamos hacer el bien y evitar el mal.

Si usted oyera tocar la alarma y gritar “fuego”, verdaderamente, usted se iría a toda prisa, para abastecerse cuanto antes de todo lo que puede servir para apagar el incendio ¡Pero he aquí, que usted no está bastante convencido que en el purgatorio quema un fuego de una violencia increíble y que millones y millones de almas son expuestas tanto tiempo a este fuego espantoso! ¡Pues bien! Casi sin dificultad ni esfuerzo, podemos ayudar a las almas en las llamas, una con una gota de agua bendita es de una gran eficacia, y seríamos bastante perezosos para retroceder delante de este esfuerzo?

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