“Lleven a Jesús allí donde anidan la pobreza, la degradación y la marginación”, les dice el Papa a los nuevos Arzobispos.


No cabe un alma en la Basílica de San Pedro. Hoy, festividad de san Pedro y san Pablo, el papa Francisco ha entregado los palios bendecidos a 31 de los arzobispos nombrados en todo el mundo durante el último año.

Entre ellos, cuatro españoles: el arzobispo electo de Madrid, José Cobo; el arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo; el arzobispo de Santiago de Compostela, Francisco José Prieto; y el arzobispo de Valencia, Enrique Benavent.

Y también tres latinoamericanos: el cardenal arzobispo de Caracas, Baltazar Porras; el arzobispo electo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva; y el arzobispo de Villavicencio, Misael Vacca.

De hecho, ha habido una gran presencia española en la misa, con la participación de gran parte de la Curia valenciana, del seminario de Granada o personalidades como el Padre Ángel.

En su homilía, el Pontífice les ha hecho un mandato especial: “Lleven al Señor Jesús a todas partes, con humildad y alegría: en nuestras familias, en las relaciones y en los barrios, en la sociedad civil, en la Iglesia, en la política, en el mundo entero, especialmente allí donde anidan la pobreza, la degradación y la marginación”.

Jorge Mario Bergoglio ha guiado sus palabras en torno a las figuras de los “dos apóstoles enamorados del Señor, dos columnas de la fe de la Iglesia”. Y ha invitado a todos los arzobispos a hacerse la gran pregunta: “¿Quién es Jesús para mí?”.

El seguimiento de Pedro

Haciendo referencia a Pedro, Francisco ha señalado que su respuesta a esta pregunta puede resumirse en una palabra: seguimiento. “Pedro nos dice que no basta responder con una fórmula doctrinal impecable, ni siquiera con una idea que nos hayamos construido de una vez por todas”, porque “es siguiendo al Señor como aprendemos a conocerlo cada día; es haciéndonos sus discípulos y acogiendo su Palabra la manera en que nos convertimos en sus amigos y experimentamos su amor transformador”.

Asimismo, el Papa les ha insistido en ponerse en camino ya, aquí y ahora: “Si podemos posponer tantas cosas en la vida, el seguimiento de Jesús es inaplazable; ahí no podemos dudar, no podemos poner excusas”.


Además, ha añadido: “Cuidado, porque algunas excusas se disfrazan de espiritualidad, como cuando decimos ‘no soy digno’, ‘no soy capaz’, ‘¿qué puedo hacer yo?’. Esto es un truco del demonio, que nos roba la confianza en la gracia de Dios, haciéndonos creer que todo depende de nuestras capacidades”.

En este sentido, y centrado en el hoy eclesial, Bergoglio les ha instado a “despojarnos de nuestras seguridades terrenales y seguir a Jesús cada día”, ya que “esta es la encomienda que Pedro nos confía hoy, invitándonos a ser Iglesia-en-seguimiento”. “Solo así podrá dialogar con todos y convertirse en lugar de acompañamiento, cercanía y esperanza para las mujeres y los hombres de nuestro tiempo”, ha aseverado.

El anuncio de Pablo

Por otro lado, ya sobre la figura de Pablo, ha recordado que, mientras la respuesta de Pedro consistió en el seguimiento, la del apóstol de los gentiles en el anuncio del Evangelio. “Viendo su historia, parece que cuanto más anuncia el Evangelio, más conoce a Jesús”, ha señalado.

“Pablo nos dice que no basta con una religiosidad intimista, que nos deja indiferentes ante la inquietud de llevar el Evangelio a los demás. El apóstol nos enseña que crecemos en la fe y en el conocimiento del misterio de Cristo cuanto más somos sus heraldos y testigos”, ha señalado.

Del mismo modo, ha continuado: “Esto sucede siempre: cuando evangelizamos, somos evangelizados. Esto también es necesario para la Iglesia de hoy: poner el anuncio en el centro. Ser una Iglesia que no se cansa de repetir ‘para mí la vida es Cristo’ y ‘ay de mí si no predico el Evangelio’. Una Iglesia que necesita el anuncio como el oxígeno para respirar, que no puede vivir sin transmitir el abrazo del amor de Dios y la alegría del Evangelio”.

Antes de concluir, el Pontífice les ha pedido imitar a san Pedro y san Pablo “viviendo el seguimiento y anunciando el Evangelio”. “Es hermoso si crecemos como Iglesia del seguimiento, como Iglesia humilde que nunca da por sentado la búsqueda del Señor. Es hermoso si nos convertimos en una Iglesia en salida, que no encuentra su alegría en las cosas del mundo, sino en anunciar el Evangelio al mundo, para sembrar la pregunta sobre Dios en el corazón de las personas”, ha subrayado.

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