La Fiesta de Corpus Christi: Celebrando la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía


Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero que reflexionemos sobre una de las festividades más importantes de nuestro calendario litúrgico: la Fiesta de Corpus Christi, también conocida como la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es una ocasión en la que celebramos y adoramos el don más grande que Jesús nos dejó: su propio cuerpo y sangre en la Eucaristía.

La base de nuestra fe católica se encuentra en la Sagrada Escritura y en el Catecismo de la Iglesia Católica. Por lo tanto, me gustaría destacar algunos pasajes bíblicos y enseñanzas catequéticas que nos ayudarán a comprender mejor el significado y la importancia de esta celebración.

Comencemos con la Sagrada Escritura. En el Evangelio según San Lucas, capítulo 22, versículos 19-20, Jesús instituyó la Eucaristía durante la Última Cena con sus discípulos, diciendo: "Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios". Y tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a ellos, diciendo: "Esto es mi cuerpo, que se da por vosotros; haced esto en memoria mía". De manera similar, tomó la copa después de cenar, diciendo: "Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que se derrama por vosotros".

Estas palabras de Jesús son fundamentales para comprender que la Eucaristía no es solo un símbolo o una representación, sino la verdadera presencia de Jesús, su cuerpo, sangre, alma y divinidad. En el Catecismo de la Iglesia Católica, en el párrafo 1374, se nos enseña: "En la celebración de la Misa, por la palabra de Cristo y la invocación del Espíritu Santo, se hace sacramentalmente presente, bajo las especies de pan y vino, Cristo muerto y resucitado, con su cuerpo y su sangre, su alma y su divinidad, para ser dado en alimento espiritual a los fieles".

La Fiesta de Corpus Christi nos invita a adorar y honrar a Jesús presente en la Eucaristía. Es un momento de profunda gratitud por el sacrificio redentor de Cristo y una oportunidad para renovar nuestra fe en su presencia real. En el Catecismo, en el párrafo 1380, se nos recuerda que "en la sagrada Eucaristía está contenido todo el tesoro espiritual de la Iglesia, es decir, el mismo Cristo, nuestra Pascua y Pan vivo que da la vida a los hombres; por eso la Iglesia exhorta a los fieles a participar activamente en la Eucaristía, en la que se actualiza el sacrificio de la cruz".

Durante la procesión del Corpus Christi, llevamos en nuestras manos y corazones la Hostia consagrada, proclamando al mundo que Jesús está presente entre nosotros. Siguiendo las enseñanzas del Catecismo, en el párrafo 1378, comprendemos que "la Iglesia, en su adoración, venera y honra también la imagen de Cristo, que se presenta en los dones eucarísticos". Nuestra devoción y respeto hacia la Eucaristía expresan nuestra fe en el misterio de la transubstanciación, en el cual el pan y el vino se convierten verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Queridos hermanos y hermanas, la Fiesta de Corpus Christi es un recordatorio de la presencia viva de Jesús en medio de nosotros. Nos invita a abrir nuestros corazones a su amor y a recibirlo con fe y gratitud. Al contemplar el misterio de la Eucaristía, recordemos las palabras de Jesús en el Evangelio según San Juan, capítulo 6, versículo 51: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre".

Que esta fiesta nos impulse a participar en la Eucaristía con mayor fervor y devoción, y a llevar la presencia de Cristo a los demás a través de nuestras acciones y palabras. Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo nos fortalezcan, nos unan como comunidad y nos guíen hacia la vida eterna.

Que Dios los bendiga y los acompañe siempre. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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