¿La Iglesia ve el sexo como algo "impuro"?


No, la Iglesia Católica no ve el sexo como algo "impuro". De hecho, la Iglesia enseña que el sexo es un don sagrado de Dios, que debe ser vivido dentro del matrimonio y en conformidad con su plan divino.

La enseñanza de la Iglesia Católica sobre la sexualidad es que el acto sexual tiene un doble propósito: la unión de los esposos y la procreación. La Iglesia enseña que la sexualidad es un don maravilloso de Dios y que, cuando se vive de acuerdo con su plan divino, puede ser una fuente de gozo y de expresión del amor entre esposos.

Sin embargo, la Iglesia también enseña que el sexo debe ser vivido dentro del matrimonio, ya que es el único lugar en el que puede ser plenamente expresado y disfrutado sin ser una fuente de conflicto o destrucción. Fuera del matrimonio, el sexo puede ser una fuente de dolor y confusión, ya que no está en consonancia con la voluntad de Dios y no respeta la dignidad humana.

En resumen, la Iglesia Católica no ve el sexo como algo "impuro", sino como un regalo sagrado de Dios que debe ser vivido dentro del matrimonio y en conformidad con su plan divino.

¿Qué enseña la Iglesia sobre los anticonceptivos?

La enseñanza de la Iglesia Católica sobre los anticonceptivos es que su uso está en desacuerdo con la ley moral divina, porque la relación sexual entre esposos debe estar abierta a la posibilidad de la procreación. La Iglesia enseña que el acto sexual es un acto sagrado que debe ser respetado en su integridad y su propósito natural.

El uso de anticonceptivos se considera un acto que impide la posibilidad de la procreación, lo que se opone al plan divino para la sexualidad humana. La Iglesia sostiene que el sexo debe estar orientado hacia la unidad y la procreación, y que el uso de anticonceptivos altera esta dinámica natural y esencial.

En la encíclica Humanae Vitae, el Papa Pablo VI afirmó que "cualquier acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación, es intrínsecamente mala". La Iglesia reconoce que hay situaciones en las que la regulación natural de la fertilidad es apropiada, pero siempre se deben usar métodos que respeten la integridad y propósito natural del acto conyugal.

Es importante señalar que la enseñanza de la Iglesia sobre los anticonceptivos se basa en la creencia de que la vida humana es sagrada y que la sexualidad es una parte importante de la vida humana que debe ser vivida de acuerdo con el plan divino. Aunque algunos católicos pueden tener dificultades para aceptar esta enseñanza, es un aspecto fundamental de la doctrina de la Iglesia Católica y no puede ser ignorado o rechazado sin consecuencias en su vida espiritual.

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