Diaconado femenino: ¿hay sitio en la tienda?


Mientras la Iglesia se prepara para la próxima fase del sínodo sobre la sinodalidad, uno de los temas más apremiantes es la relación entre las mujeres y la Iglesia, junto con el problema del clericalismo. El documento de trabajo para la etapa continental afirma claramente que “casi todos los resúmenes plantean la cuestión de la participación plena e igualitaria de las mujeres” (n. 64). Muchos informes nacionales han pedido que se restituya a las mujeres el diaconado ordenado e incluso el Documento de trabajo habla de “un diaconado femenino”.

¿Indica esto que hay un discernimiento en curso sobre la capacidad de las mujeres para recibir la ordenación sacramental como diáconos a pesar de la evidencia histórica de mujeres diáconos ordenadas?

Aunque las mujeres tienen cada vez más puestos de liderazgo dentro de las instituciones de la Iglesia, concretamente dentro de la Curia Romana, todavía existe una profunda renuencia a aceptar el precedente histórico de las mujeres en el ministerio ordenado.

¿La Iglesia puede superar el clericalismo y la negación de la Historia?

¡Predicad el Evangelio!

La Constitución Apostólica Praedicate Evangelium sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia y al mundo del Papa Francisco establece claramente que la misión de la Iglesia es predicar el Evangelio. El documento rompe el vínculo entre el estado clerical y el servicio curial, dando un paso importante en la predicación de la verdad evangélica de la igualdad de todas las personas. En efecto, predicar el Evangelio es tarea de todos los cristianos, pero predicar el Evangelio durante la liturgia de la Misa es tarea específica del diácono.

Si bien los registros históricos y los manuscritos litúrgicos demuestran que, tanto los obispos orientales como los occidentales ordenaron mujeres como diáconos, persiste la controversia sobre la naturaleza exacta de esas ordenaciones. Sin embargo, la historia cuenta que, en diferentes épocas y territorios, los obispos han ordenado mujeres como diáconos dentro del santuario, durante la Misa y en presencia de otros clérigos, mediante la imposición de manos y la invocación del Espíritu Santo. Las nuevas mujeres diáconos comulgaban por sí mismas con el cáliz y el obispo les colocaba una estola alrededor del cuello. Lo más importante: el obispo llamaba a estas mujeres diáconos, como antes que ellas a santa Febe (cf. Romanos 16,1-2).

El debate actual se centra en dos cuestiones:

1. ¿Puede una mujer representar a Cristo, el Señor Resucitado? y

2. ¿La prohibición del sacerdocio de las mujeres también se aplica al diaconado de las mujeres?

A pesar de algunas confusiones por parte de los estudiosos, las respuestas son claras: sí, las mujeres pueden representar a Cristo; no, el sacerdocio no es el diaconado.

¿Una mujer puede representar a Cristo?

El llamado “argumento icónico” de que una mujer no puede representar a Cristo apareció en la Declaración Inter insigniores sobre la cuestión de la admisión de mujeres al sacerdocio ministerial de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (15 de octubre de 1976). El documento cita la afirmación de Santo Tomás de Aquino según la cual los “signos sacramentales representan lo que significan por una natural semejanza”, sosteniendo además que la necesaria “semejanza natural” es con la masculinidad de Jesús ya que, “Cristo mismo fue y sigue siendo un hombre”. Así, enfatiza el accidente del género por encima de la sustancia de la Encarnación: Dios se hizo hombre. El ser humano masculino Jesús no es el Señor Resucitado, el Cristo que todos los cristianos pueden representar.

El segundo punto importante de Inter insigniores es que Jesús eligió solo apóstoles varones, reafirmando así la primera afirmación del documento de que: “La Iglesia católica nunca ha considerado que las mujeres pudieran recibir válidamente la ordenación presbiteral o episcopal”. Pero cuando sostiene su “argumento icónico”, Inter insigniores no menciona el diaconado. Dieciocho años después de Inter insigniores, la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis sobre la ordenación sacerdotal reservada solo a los hombres de Juan Pablo II, (1994) abandona el “argumento icónico”. Ordinatio sacerdotalis no menciona el diaconado.

¿La prohibición relativa al sacerdocio de las mujeres vale también para el diaconado de las mujeres?

Mientras que ni Ordinatio sacerdotalis ni Inter insigniores abordan la cuestión de las mujeres diáconos, algunos estudiosos proponen lo que denominan “la unicidad de las órdenes” para vincular el diaconado y el sacerdocio. Su argumento asume que el diaconado implica la elegibilidad para la ordenación sacerdotal y, dado que las mujeres no pueden ser ordenadas sacerdote, tampoco pueden ser ordenadas diácono.

Este falso razonamiento sobre “la unicidad de las órdenes” tiene sus raíces en el cursus honorum medieval, distintas etapas clericales que van desde la tonsura, pasando por las órdenes menores del ostiariado, lector, exorcista o acólito, hasta las órdenes mayores del subdiaconado, diaconado y presbiterado. Este cursus honorum requería que cualquiera que fuera ordenado diácono también fuera elegible para la ordenación sacerdotal, haciendo desaparecer el diaconado como una vocación permanente.

Aunque la ordenación diaconal se había convertido en solo un paso hacia la ordenación sacerdotal, el Concilio de Trento (1545-1563) sí trato la cuestión de las órdenes menores y el diaconado. Durante la vigésimo tercera sesión, cuando el Concilio estaba próximo a concluir, el concilio aprobó un canon que permitía a los clérigos casados ejercer las cuatro órdenes menores. Aparentemente, el concilio también afirmó la sacramentalidad de la ordenación diaconal, a pesar del debate académico en curso sobre el tema. Se desconoce si hubo entonces alguna discusión sobre la ordenación histórica de mujeres, conocida en occidente hasta el s. XII.

Restauración y Renovación del diaconado

Desde su restauración por el Concilio Vaticano II como un ministerio permanente que incluye a hombres casados, el diaconado ha florecido. Lumen gentium en el n.29 afirma que los diáconos reciben la imposición de manos “no en orden al sacerdocio, sino en orden al servicio” y, hasta la fecha, unos 47.000 hombres han aceptado la llamada al ministerio diaconal ordenado. Dos obispos, uno italiano y otro peruano, habían sugerido la diaconía femenina en el concilio que, por su parte, no tomó ninguna decisión.

Unos años más tarde, Pablo VI pidió a la Comisión Teológica Internacional, o a algunos de sus miembros, que reexaminaran el asunto. Tanto Cipriano Vagaggini, miembro de la Comisión Teológica Internacional, como Philippe Delhaye, su secretario, escribieron positivamente sobre el diaconado ordenado de mujeres en la década de 1970, uniéndose después Roger Gryson. Diez años después, Aimé-Georges Martimort publicó su réplica en sentido negativo. Un subcomité de la Comisión Teológica Internacional también investigó el asunto entre 1992 y 1997, su informe, supuestamente positivo, no ha sido publicado.

En 1998, la ‘Ratio fundamentalis Institutionis diaconorum permanentium’ de la Congregación para la Educación Católica afirmaba que “con la sagrada ordenación, [el diácono] se constituye en la Iglesia como imagen viva de Cristo servidor”, buscando quizás eliminar la restauración de este orden para las mujeres. En 2002, un segundo informe de un subcomité de la Comisión Teológica Internacional identificó al diácono como una persona que es y actúa in persona Christi servi, retomando el “argumento icónico” que se había abandonado. Ese subcomité afirmó que los diáconos hombres y mujeres a lo largo de la historia no tenían las mismas tareas y deberes, dejando de lado los deberes sacramentales de las mujeres diáconos.

Además, escribió que los ritos de ordenación eran diferentes, ignorando aquellos ritos que eran idénticos, excepto en el uso de los pronombres. Es importante destacar que el documento de 2002 afirmó que el diaconado y el sacerdocio eran órdenes distintas, por lo que concluyó que la cuestión de las mujeres diáconos requería una decisión magisterial.

Por petición de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), el Papa Francisco nombró una comisión para examinar el tema de las mujeres en el diaconado, grupo que se reunió entre 2016 y 2019. Estableció una segunda comisión en 2020, que parece ser que se reunió entre 2021 y 2022. Ninguna de las deliberaciones de estas comisiones ha sido publicada todavía.

¿Qué puede hacer el sínodo?

La intención del sínodo es preparar una Iglesia en escucha, una Iglesia que escuche los temas relacionados con la inclusión y también la Palabra de Dios, clarificada por el magisterio. Algunos asuntos son verdaderamente dolorosos, y el pueblo de Dios puede encontrar difícil el “caminar juntos” cuando la respuesta a sus preguntas es “no”.

Pero a la cuestión de restaurar para las mujeres el diaconado ordenado, una vocación permanente que no implica elegibilidad para el sacerdocio, es fácil responder afirmativamente. El trabajo histórico, antropológico y teológico está completo. Las mujeres fueron ordenadas como diáconos. La mujer está hecha a imagen y semejanza de Dios. El diaconado no es un sacerdocio.

En todo el mundo, la gente ha pedido a la Iglesia que madure respecto al clericalismo y reconozca las habilidades directivas y ministeriales de las mujeres. Hay avances a la hora de incorporar a las mujeres a la gestión. Por eso, el prolongado proceso sinodal no debe retrasar la restauración para las mujeres del ministerio diaconal ordenado.

*Artículo original publicada en el número de enero de 2023 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

Autor: Phyllis Zagano

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Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/tribuna/diaconado-femenino-hay-sitio-en-la-tienda-phyllis-zagano/

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