En el mundo hay distintas tumbas falsas de Jesús, ¿Cuál es la real?


De todas las tumbas, solo una tiene una tradición histórica y unos datos razonables para ser el verdadero sepulcro de Jesús

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El primer testimonio escrito sobre la resurrección de Cristo se encuentra en la primera Carta de San Pablo a los Corintios 15,3-8: «Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce...».

«...después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde a todos los Apóstoles. Y en último lugar a mi, como a un abortivo».

El Apóstol habla de una tradición viva de la resurrección, de la que él ha tenido conocimiento tras su conversión (Hech 9, 3-18).

San Pablo recurre a los testigos a los que Cristo se apareció personalmente; signo de que la fe se basa en el testimonio de hombres concretos.

San Pablo, en el texto citado recurre a los testigos oculares, más de 500: su convicción sobre la resurrección de Cristo tiene una base concreta: un hecho, no una teoría o una opinión propia.

La hipótesis que quiere ver en la resurrección un 'producto' psicológico de los Apóstoles, se confuta en el hecho de que ellos, como reconoce el propio evangelio «creían ver un fantasma». Y fue el mismo Jesús quien debió vencer sus dudas.

Otro ejemplo evangélico es el del abatimiento de los dos discípulos del camino de Emaús, que no escondían la desilusión por ver morir a Jesús: «Esperábamos que sería El el que iba a librar a Israel...».

Es el evangelio, con todos sus datos, el que prueba no sólo la muerte en un lugar concreto, sino el hecho de la resurrección, constituyendo el fundamento de la fe razonable de los Apóstoles.

Algunos datos de tumbas falsas.

El ocultista francés Josephin Péladan, tras una serie de visiones, cree en 1889 haber encontrado la tumba de Cristo en la mezquita al lado del sepulcro, no en el lugar que la tradición reconoce.

Donovan Joyce (1910-1980) afirma que la tumba de Jesús está en Masada, ya que sostiene que era un zelote que murió en la fortaleza antes de ser tomada por los romanos (74 d. de C.)

El polémico libro de Andreas Faber-Kaiser titulado 'Jesús vivió y murió en Cachemira' (1976) recoge las leyendas en torno a un Jesús enterrado en la India.

También se habla de una tumba en la ciudad de Shingo, Japón.

Incluso algunas sectac neo-evangélicas norteamericanas suelen llevar a sus seguidores a visitar una cueva a las afueras de Jerusalén y la presentan como la tumba de Jesús, pero esto solo lo hacen por contradecir la Tradición de la Cristiandad antigua. 

Hay que aclarar que los protestantes históricos, como los Luteranos y los Anglicanos sí reconocen la Tradición sobre el Santo Sepulcro y suelen oficiar servicios en el sitio histórico verdadero. 

Así que en resumen, la única tumba de la que tenemos evidencia histórica concreta, además avalada por la Tradición, es la del Santo Sepulcro de Jerusalén que aparece en la imagen de este artículo.   

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