¡Lo que nos salva es la verdadera fe, las buenas obras y los sacramentos, no el modernismo!


¡LO QUE NOS SALVA ES LA VERDADERA FE, LAS BUENAS OBRAS Y LOS SACRAMENTOS, NO EL MODERNISMO!

Puedes haber sido bautizado, haber recibido la Eucaristía, haber sido confirmado, te pudiste haber casado en la parroquia u ordenado sacerdote, haber servido en la Iglesia y recibido las exequias de difuntos en el templo, y aun así terminar en el infierno, porque estuviste solo materialmente en la Iglesia y no profesaste la genuina FE CATÓLICA ni obraste conforme a ella.

La Fe dejada en depósito por nuestro Señor Jesucristo a los apóstoles, no cambia jamás y sus pilares son la Sagrada Escritura y la Tradición, así como el Magisterio que interpreta y define la doctrina conforme a esas dos fuentes de la Revelación Divina.

Hemos de custodiar la Fe y huir de la herejía modernista enquistada e infiltrada en la Iglesia. Solo la verdadera Iglesia católica es camino de salvación. La Contraiglesia y las falsas religiones creadas por el hombre son caminos de perdición. 

Quien anuncia otra fe, o cambia la Fe en una coma, apostata de la Fe, es decir, traiciona a Cristo por voluntad propia, porque no ama la Verdad, sino a sí mismo.

No se salva el que no permanece en el amor, aunque esté incorporado a la Iglesia, porque está en su seno solo con el "cuerpo", pero no con el corazón.

¿No os inquieta vivir una vida sin problemas que sean generados por defender la Fe? ¿En que Fe vives? Si tu Fe no se contrapone con el mundo, seguramente no profesas la verdadera Fe sino una falsa, contaminada de la herejía modernista.

Hemos de ser tratados como lo fue nuestro Señor Jesucristo, pues el discípulo no es mayor que su Maestro.

Lo que nos salva es la fe íntegra, la fe verdadera que guarda incólume todos los dogmas y la moral católica. Lo que nos salva son las buenas obras, la obediencia a los DIEZ mandamientos. No a nueve ni a ocho o siete, sino a diez. Lo que nos salva es la práctica de los sacramentos, como la necesaria Confesión de los pecados (con genuino arrepentimiento y propósito de enmienda) al sacerdote cuando hemos infringido un mandamiento y la posterior recepción de la Eucaristía en estado de gracia (esto es, sin pecado mortal). Lo que nos salva es la oración. Lo que nos salva, en fin, es el verdadero amor a Dios y a nuestro prójimo.

A SU RETORNO, ¿HALLARÁ CRISTO VERDADERA FE SOBRE LA TIERRA?

Tremenda la pregunta que hizo Cristo en referencia al tiempo último: "Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?". (Lucas 18, 8)

Roguemos a Santa María de Guadalupe:

"Salva nuestra Patria, conserva nuestra fe y defiéndenos de los falsos pastores".

Y a Dios Padre recemos el padre nuestro rogando que nos auxilie para no caer en tentación y poder vivir continuamente en estado de gracia santificante.

Fuente, Catolicidad

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