Entregado al ocultismo y al ateísmo militante, fue a un retiro para «retar a Dios»: «Vi a la Santísima Virgen»


William tenía solo dos años cuando recibió el impacto de un arma de fuego a dos centímetros de su corazón. Aquel suceso determinó su vida por completo. Criado en una familia «católica light» de Colombia, su fe poco arraigada no pudo hacer frente las secuelas que, directa o indirectamente, tendría toda su vida. Tras abandonar la fe, el ateísmo militante primero y el ocultismo después ocuparon su vida por completo hasta que un día decidió retar formalmente a Dios. Entonces, María entró en escena.

Desde su más tierna infancia, la expresión «como una bala perdida» fueron metáfora y realidad de la vida de William David Toro.

Tras el accidente, desde sus primeros años en el colegio, William fue víctima de continuos abusos y bulling. Bautizado y criado en una familia católica, aunque «light» y poco practicante, según sus propias palabras, William no tuvo en la fe una roca a la que agarrarse: incluso al hacer la comunión no tenía ninguna conciencia de estar recibiendo a Cristo. Tan solo lo veía como «una galleta» que le permitiría imitar a los adultos.

Como ha contado recientemente en el canal del sacerdote Byron Cadmen, al cambiarse de colegio y barrio se prometió que nunca más sería víctima de abusos en la escuela. Mantuvo su gusto por el estudio, pero comenzó a entrenar en unas artes marciales que le permitieron «vivir de pelea en pelea» y ser imbatible en la escuela. Pero el capoeira fue solo el paso su introducción a otras prácticas esotéricas y New Age a través de su maestro de artes marciales.

Fundador de la Comunidad Ateísta de Medellín

Pronto entraron en juego nuevas amenazas que el solo contemplaba como fortalezas para paliar una profunda inseguridad.

La primera fue lo que consideró un fortalecimiento intelectual. Lleno de preguntas respecto a la fe, William comenzó a sufrir los estragos de la pésima formación recibida en clases de religión cuando un profesor «completamente ateo» le ofreció respuestas a todas sus preguntas a través del pensamiento de Marx o Nietzsche. «Las personas más cercanas a mí que tenían fe no tenían ninguna respuesta«, lamenta.

William comenzó así un proceso profundamente intelectual en torno a los grandes autores materialistas y ateos que combinó con sus primeros pasos como hacker y músico consagrado en el metal, género musical que difundió con su propio grupo durante diez años.

Concluida su adolescencia, el ateísmo de William dejó de ser una simple y posible explicación de la realidad y pasó a ser su modo de vida durante 16 años.

«En esa época fundé la Comunidad Ateísta de Medellín y enseñé a muchos ateos a refutar a los cristianos», admite.

Los vacíos del ateísmo: «Hay cosas no naturales que funcionan»

Pero William buscaba respuestas y no tardó en comprobar que el ateísmo solo le ofrecía una negación, que aunque asumió profundamente, tenía profundos vacíos.

«Empecé a ver que sí había argumentos, pero no desde el cristianismo, sino desde la parte ocultista y la brujería. Veía que había cosas que uno podría llamar no naturales que realmente funcionaban. Pensaba que era posible que Dios existiese… o que hubiese otras fuerzas», relata.

De hecho, la brujería «funcionó» en su vida. Con aquella bala perdida persiguiéndole desde hacía años, la gran cicatriz que dejaron las operaciones en su pecho provocaron en él una fuerte inseguridad.

Como ateo militante, «negaba que hubiese sido un milagro» y atribuía su salvación por entero al cirujano que le trató. Pero como ocultista, buscó sanar su herida con «rituales de magia y brujería de modificación física para que desapareciese».

Fue precisamente la brujería la que terminó de alejarle de la negación total, ya que como ateo solo «pedía evidencias físicas» y cuando desapareció la mitad de la cicatriz empezó a ver «que funcionaba».

Atacando la fe de los cristianos sin formación

Como ocultista, hizo uso de los conocimientos que le proporcionaron sus años de ateo militante para dedicarse por entero a atacar la fe cristiana.

«Lo sustenté en el problema del mal en el sufrimiento [y difundí que] si existía, era malo. Leí la Biblia tres veces para debatir con los cristianos, hice una lista con las supuestas `barbaridades´ cometidas por Dios sobre todo en el Antiguo Testamento y llegaba a cualquier cristiano con su propia Biblia a mostrarle que si Dios existía, era malo y el demonio, bueno«, admite.

Algo común en el neosatanismo es profesar públicamente una cosmovisión de liberación, racionalismo y hedonismo que no tiene por qué estar ligada a una práctica de adoración a Satanás. Algo de lo que hacen gala asociaciones como Satanic Temple o Satanistas España. Y es a lo que se dedicó William.

Ocultismo nihilista y ritos «ligados a la magia negra»

«En el ocultismo que yo manejaba, no me basaba en prácticas religiosas de preceptos, sino en la filosofía del hedonismo y del yo, en la que si yo estoy bien, mis seres queridos también lo estarán. No pensaba en el bien de los demás, sino en que el mío generaría el de los demás«, explica.

Pero eso no excluía los rituales «de todo tipo de magias», «brujerías» que «casi siempre van ligados a la magia negra» o incluso la práctica de la «nueva era», donde se reza «a supuestos ángeles para obtener beneficios«.

El de la cicatriz no fue el único que «funcionó». Menciona también el ritual de modificación del color de los ojos, pero destaca un peligro de todos ellos.

«Hay rituales que no funcionan… otros sí. El tema es que uno no piensa que si uno funciona, debe haber un ente espiritual que logra que ese tipo de rituales funcione. Uno no piensa eso. Es como cuando alguien se toma una pastilla, se le va el dolor y no piensa en que se haya ido porque alguien haya hecho la pastilla. Si una persona hace algo sin saber su origen no quita el hecho de que sí haya un ente espiritual causando este tipo de efectos. Y eso no es causado por Dios, dentro de las prácticas que se hacen».

El amor, la quiebra del ateísmo y el ocultismo

Pero para William, el «hedonismo» que impregnaba su vida y que caracteriza las prácticas satánicas o esotéricas modernas cambió al conocer, indirectamente, «el atributo más importante de Dios». Concretamente, al saber que iba a ser padre.

«Conocí a la que sería mi esposa. Empezamos a vivir un noviazgo fuera del camino de Dios, se quedó embarazada y por su mentalidad no quería que el niño tuviese ese ejemplo de sus padres», explica. Lo que no sabía era que su novia, también satanista, «comenzó a volver al camino de Dios» sin decirle nada.

Para William, todo cambió a principios de octubre de 2014. Hacía tiempo que su familia política rezaba el rosario por su conversión y que su suegra le recomendaba ir a un retiro espiritual. Durante un año trató de convencerle sin éxito, hasta que fue su mujer la que «dio con la tecla» y argumentos necesarios para convencer a un ateo de ir a un retiro.

«Lo que a uno le haga mejor persona, bienvenido sea. No importa el ateísmo que profeses, si quieres ser buena persona, no hay nada en contra. No tienes que dejar de ser ateo por ir, solo extraer lo que te haga mejor«, le dijo.

William detestaba la posibilidad de ir a un retiro católico y no poder debilitar la fe de los presentes, como había hecho durante años. Sin embargo, ser consciente de que «podía ser mejor esposo» le llevó a aceptar.

Retando a Dios «con un atisbo de humildad»

Una vez allí, William se topó con una máxima de La Trinidad de San Agustín que le impactó por completo: «Es posible haya alguien que ame conocer lo que ignora, pero nadie ama lo desconocido». En un primer momento, pensó que los cristianos no amaban lo que él creía porque no lo conocían, pero decidió plantearlo a la inversa… e hizo mella en él. ¿Y sí no amaba la fe precisamente por la falta de formación que le persiguió desde la infancia?, se preguntó.

Pero lo que más le llamó la atención fue la particular posibilidad de retar a Dios presentada por el sacerdote que dirigía los ejercicios, máxime cuando llevaba 16 años haciéndolo.

«Reten a Dios… pero con humildad», les dijo.

«Entonces traté de retar a Dios con el único atisbo de humildad que podía tener, por una gracia y dije: `Vale, aquí estoy… ya di un primer paso. Si existes,  haz el resto´», recuerda.

Lo que sucedió a continuación le hizo pensar que todo había terminado.

«Pensé que estaba muerto: vi a la Virgen»

«Entonces la vi a ella, enfrente mío, estaba Ella, la Santísima Virgen. Frente a mí salió una niebla del suelo que lo cubrió todo, me asusté y empecé a temblar. Tenía la mano fría pero sudando y la tenía a ella en frente diciéndome: `Hijo mío, te estábamos esperando´», recuerda.

Más tarde, William supo por una imagen que la aparición había sido de la Milagrosa y comenzó así un retiro con un fuerte proceso de liberación, tomando conciencia de la «pelea espiritual que libraba» y de que «tenía que escoger un bando».

Lo hizo horas después: «Al día siguiente, empecé a preguntarle cosas al Señor y escuché las respuestas de Dios a las preguntas que los creyentes nunca supieron responderme. Al día siguiente todos decían ¿quién como Dios? y yo era el primero que respondía gritando [con la misma frase]», concluye.

Junto con su conversión, William Toro también relata  en su conversación con el sacerdote multitud de advertencias relativas al ocultismo y consejos sobre cómo las familias pueden traer de vuelta a los miembros que se encuentran alejados. Hoy, William Toro nutre un creciente grupo de apologistas originarios de Hispanoamérica que, junto con Dante Urbina, Allan Gómez o José Plasencia, entre otros, dedican su día a día a la apologética y la defensa intelectual de la fe cristiana.


Cardenal Müller: Por el acuerdo China-Vaticano, la Iglesia corre riesgo de ser sometida, domesticada



En el capítulo final de su último libro “De Buena Fe”, el Cardenal alemán trata de El Dilema Chino.

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Terminamos con estas líneas las notas que nos propusimos sobre el último libro del Cardenal Gerhard Müller, In buona fede. La religione nel XXI secolo (De buena fe – La religión en el siglo XXI). Hoy intentaremos resumir las razones por las cuales el purpurado alemán critica los términos y efectos del acuerdo que desde hace unos años vigora entre la China comunista y la Santa Sede, expresadas en el último capítulo de la obra que lleva por título Il Dilema Cinese (El Dilema Chino).

“Con el diablo no se puede negociar”, sentencia desde el inicio el antiguo prefecto de Doctrina de la Fe.

Ese acuerdo, con “cláusulas desconocidas”, no impide que para “los sacerdotes católicos chinos que pertenecen a la Iglesia fiel a Roma sean incluso previstos cursos de actualización con la evidente intención de control de la estructura católica. Existe además una carta enviada por el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, en la cual se autorizan a los sacerdote chinos a firmar una carta que impone estos cursos de adoctrinamiento”, deplora Müller.

Mejor el ejemplo de San Ambrosio

El Cardenal advierte la insistencia de la diplomacia vaticana en ser “discretos” con relación a los chinos, pero si se sigue en esa vía “terminaremos como Hilarion, el metropolita [ortodoxo] ruso que ha sido transferido por Putin porque había osado criticar la guerra en Ucrania. La Iglesia católica china no puede convertirse en una especie de monaguillo estatal, garantizando un sostenimiento a-crítico al partido comunista. No puede servir a la razón de Estado. Ambrosio, siendo obispo de Milán, no tuvo escrúpulo en contestar al emperador Teodosio. Era el último emperador del Imperio romano, responsable de una grave matanza en Tesalónica con setenta mil muertos. Teodosio habría querido ingresar a la catedral, pero Ambrosio lo detuvo pidiéndole un acto de penitencia, y haciéndole entender que como cristiano que era debía ser tratado como todos los otros cristianos y que debía respetar los principios de la vida y no matar personas inocentes. Estos han sido los grandes modelos episcopales que la Iglesia tiene y en los cuales debemos continuar a inspirarnos”.

En sentido diverso, el Cardenal Müller hace el elogio del Obispo emérito de Hong Kong, Cardenal Joseph Zen Ze Kiun, que llega a calificar de “cardenal símbolo”, y quien continúa la estela de grandes purpurados que lucharon contra el comunismo como el Cardenal ucraniano Slipyi, el Cardenal Mindszenty o el Cardenal polaco Wyszynsky.

Lamenta eso sí, la falta de apoyo que de parte del Vaticano ha tenido el Cardenal Zen: Con respecto a los ataques recibidos por parte de los comunistas chinos hacia “Zen la Santa Sede no ha nunca tomado posición neta públicamente. Hasta ahora ha adoptado una actitud prudente y de cautela, tal vez incluso ambivalente, para no tornar peor la situación, para no arriesgar que hubiesen reacciones negativas, en cadena, sobre los católicos chinos. Sin embargo, la Iglesia debería ser un faro por la defensa de los derechos humanos según una visión cristiana evangélica, testimoniada. Debería hablar abiertamente también sobre las situaciones que se refieren al Estado en las cuales son regímenes de corte comunista y donde la libertad que tienen los ciudadanos es limitada, a comenzar por la libertad religiosa”.

La China de Xi, amenaza mundial

La China de Xi Jinping, “no el pueblo chino en cuanto tal”, es “una potencial amenaza [para el mundo], puesto que tiende a destruir la libertad de conciencia. Cada hombre debe tener la facultad de buscar la verdad y decidir libremente, pero en China esto no ocurre”.

“El partido [comunista] tiene el control sobre estas personas [los chinos] y se presenta con las dinámicas de una autoridad absoluta, pre-existente a todo. El presidente Xi se pone casi como un dios, se ha absolutizado con el paso de los años, rechaza aceptar la libertad de conciencia, el pluralismo y la libertad de religión. Quiere alinear, controlar, uniformizar, tanto que hoy en China es considerado un crimen, un acto hostil, creer en un otro dios (que no sea Xi). Están prohibidos los crucifijos en las casas de los cristianos, y las cruces en muchos lugares de la China. (…) Nosotros conocemos solo una mínima parte de esta realidad y solo porque ha habido fuga de noticias”.

Sin embargo, a pesar de todas las persecuciones, el Cardenal Müller vaticina que la China de Xi “no prevalecerá sobre el cristianismo, no conseguirá sofocarlo”.

Sin mucha presencia de los católicos chinos a la hora de la firma

Acerca de la intención vaticana al firmar un acuerdo con la China, dice el Cardenal que se ha “considerado el mal menor, en la tentativa de llegar a un compromiso aceptable. Lo que me hace escéptico es que todos aquellos que conocen bien la situación china, como por ejemplo el Cardenal Zen (pero no es el único), continúan a repetir que el acuerdo da ventajas exclusivas al ateísmo comunista”. Destaca el purpurado que cuando el acuerdo fue firmado en Pekín en la delegación católico “no estaban presentes los teólogos chinos. Cuando Pío XI promulgó la encíclica Mit Brennender Sorge [de 1937, contra la ideología nazi] antes de la publicación hubo largas consultas con los obispos alemanes. El acuerdo chino, al contrario, carece de las opiniones de los expertos locales”.

“Yo veo solo una Iglesia que corre el riesgo de ser sometida, domesticada a los políticos del partido. Es también posible que al Papa le haya sido transmitida una visión ideal de la China, un modelo idealizado, de una epopeya lejana, donde tuvieron gran papel los jesuitas en los tiempos de Matteo Ricci. Recientemente me ocurrió incluso de escuchar a un obispo que aseguraba que en China la autoridad civil está realizando la doctrina social de la Iglesia porque el Estado ha derrumbado el muro de la pobreza para centenas de millones de personas. Naturalmente abrí de par en par los ojos, no llegaba a creer aquello que estaba escuchando: Todos saben bien que Pekín no respeta la esencia de la persona, la libertad, la fe individual. No se puede relativizar todo de este modo porque se minan los fundamentos de la coexistencia humana. Un otro tema que la Iglesia deberá retomar en la predicación pública futura será la así llamada ideología gender, cuyos efectos son peligrosos”. (Gaudium Press / Saúl Castiblanco)

El Arzobispo en retiro Viganò nuevamente contra el Papa, habla de "la acción de demolición de Bergoglio”


El ex nuncio de Estados Unidos reaparece para posicionarse con la abadesa italiana depuesta por el Vaticano por desobediencia

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Carlo Maria Viganò, enemigo íntimo confeso del papa Francisco, reaparece. El ex nuncio de Estados Unidos ha lanzado una carta defendiendo a la abadesa de un monasterio italiano que el Vaticano ha ‘dimitido’ por desobediencia. Y es que el arzobispo considera que las razones para acabar con el liderazgo de la superiora, Diletta Forti, no son las que alude la Santa Sede, sino que se trata de “la ira ideológica de los bergoglianos por su cercanía a la tradición y su deseo de no doblegarse al adoctrinamiento modernista”, pues las monjas celebran la misa en latín.

Según Viganò, las monjas benedictinas son “víctimas de la codicia de clérigos sin escrúpulos”. Y señala que se utilizan “excusas endebles” para distraer la atención del hecho de que no hay razones legítimas para emprender acciones contra el monasterio. Las medidas vaticanas son, siempre según el famoso prelado, “otro intento de golpear a las comunidades de vida contemplativa bajo la apariencia de un aparente respeto a las normas canónicas, más aún cuando tienen una orientación tradicional”.

La misiva de Viganò, recogida por Katolisch, destaca que las monjas comenzaron a celebrar la liturgia preconciliar en 2020 y sospecha que esa es una de las razones de las medidas tomadas por el Vaticano. Así, describe, tras hablar con las religiosas, los interrogatorios de los visitadores apostólicos como “verdaderas horas de tortura”: “Intentaron por todos los medios desgastar psicológicamente a las hermanas, crear divisiones”.

“La acción de demolición de Bergoglio”

El ex nuncio en Estados Unidos se erige voz de la comunidad monástica y afirma que interviene porque es su deber como pastor, pues se tiene que “restaurar la verdad” y resaltar “la actitud abiertamente hostil de la autoridad eclesiástica” hacia las monjas, cuyo convento está ubicado en la diócesis de Montepulciano-Chiusi-Pienza, pastoreado por el cardenal Augusto Paolo Lojudice, a quienes las religiosas han negado su autoridad.

Aunque las segundas partes nunca fueron buenas, el ex nuncio ha prometido otra entrega de sus comunicados pro benedictinas, en el que “analizará el contenido de las medidas de la Santa Sede y su inserción en el contexto más amplio de la acción de demolición de Bergoglio”. Pero no se quedará aquí, porque la historia, por fascículos, contará con una tercera parte en la que el arzobispo relatará los pasos a dar.

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Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/2023/02/28/vuelve-vigano-ahora-arremete-contra-la-ira-ideologica-de-los-bergoglianos-con-los-catolicos-tradicionalistas/

Los sacerdotes rockeros regresan a los escenarios


El grupo la Voz del Desierto, formado por tres sacerdotes y cuatro seglares, cumple 20 años en la música con la mirada puesta en la JMJ de Lisboa

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El grupo de música católica La Voz del Desierto, los ya famosos ‘curas rockeros’, vuelven a los escenarios el próximo 18 de marzo de 2023 con un concierto solidario. Una cita que se desarrollará en el Teatro Fernández-Baldor de la localidad madrileña de Torrelodones a beneficio de Comunità Cenacolo, asociación internacional dedicada a la rehabilitación de personas con adicciones.

20 años en las tablas 

La Voz del Desierto nació como agrupación musical hace casi 20 años en el seminario de Alcalá de Henares. “Siempre es una alegría dar un concierto benéfico para ayudar a personas que lo necesitan. Estamos en tiempo de Cuaresma y es buen momento para rezar, dar gracias a Dios y cantar”, apuntan desde el grupo. Una buena manera de celebrar la trayectoria que los ha llevado a publicar seis discos y a subirse a los escenarios en España, Portugal, Panamá y Estados Unidos.

En la agenda del grupo también está la próximo Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa en el mes de agosto. Para los componentes “sería una bendición de Dios volver a actuar en una JMJ” como ya ocurrió en Panamá en 2019. Además, confirman que “la organización ya ha validado nuestra solicitud y en próximas fechas nos asignarán los días en los que podremos actuar en Lisboa”. La Voz del Desierto, en estos momentos, está formado por tres sacerdotes y cuatro seglares y está muy presente en redes sociales.

Decálogo para mantenerse en forma... espiritual.


1.- Cada día, cuando suene el despertador, respira profundamente, sonríe con ganas y date un aplauso.

Eres una persona privilegiada. Estás vivo. Él tiempo se te regala a cambio de nada. Tienes por delante la posibilidad de ser feliz. El tiempo no es una condena, es la posibilidad del amor, del gozo, de la felicidad. No lo conviertas en un barbecho estéril. Generalmente es una cuestión que sólo depende de ti. Date una oportunidad.

2.- Mírate al espejo y ríete un poco de ti mismo.

Verás que tienes el corazón despeinado, la ilusión legañosa y la generosidad en pleno bostezo. Date una buena ducha de optimismo y verás qué bien te sientes. Hay muchos que sólo se duchan por fuera, y, claro, huelen. El mejor secreto contra la vejez es aplicarse alguna crema que mantenga tersos tus ideales. Te ofrezco una marca: la utopía.

3.- Conecta tu teléfono móvil y llama.

Dios te escucha. Siempre tendrás cobertura. Reza saboreando despacio tus sentimientos. ¡Cómo se esponja el corazón cuando uno se descubre amado de Dios! ¡Saltarás de gozo como un cervatillo! Te quedará un cuerpo "Danone" dispuesto a devorar el día y repartirás alegría incluso a quien no te la pide. Recuerda: de mañana y a última hora del día tienes tarifa reducida. Aprovecha y llama.

4.- Mantén la línea de tu libertad.

Controla la dosis de fútbol, de ruidos, de tele y de alcohol. De lo contrario perderás en la primera esquina la ingenuidad. Pasarás de ser un fan a ser un fanático, antes de que puedas darte cuenta. Si te viene la tentación cómprate un libro, es lo que más se parece a libre. Cuídate y recuerda el verso del poeta "Érase un hombre a un televisor pegado...".

5.- Sonríe siempre, sonríe.

La sonrisa es tu arruga más bella y te mantiene joven. Cada vez que sonríes abres mil puertas cerradas y pones nombre a la gente que pasa. No hay dinero capaz de comprar una sonrisa auténtica y, sin embargo, brota espontánea cuando es gratuita. Sé tú así, como una sonrisa, porque tampoco tú tienes precio.

6.- Haz ejercicios diariamente.

Practica el perdón, la tolerancia, el respeto, la sensibilidad, el cariño... y tendrás un espíritu "cachas". Y así, cada noche, en esta competición que llaman vida, ganarás el trofeo más preciado: la paz interior y el gozo de encontrar el sentido de vivir debajo de la almohada. No te preocupes, hay trofeos para todos. Mañana más.

7.-Abre tu agenda y anota: reservado para mí.

Fíjate bien, lo tienes todo ocupado: trabajo, amigos, televisión, clases, salir, entrar, visita cultural... ¿Y tú? ¿No eres importante para dedicarte un ratito? Sí hombre. Cancela algún compromiso y siéntate contigo. Háblate mirándote a los ojos. Tienes que decirte muchas cosas. Hace ya mucho tiempo que no te ves de verdad. Eres tu mejor amigo. Confía en ti mismo y cuéntate todas tus preocupaciones. Saldrás aliviado. Los amigos están para eso.

8.- Practica el refrán: 'El que reparte se queda con la mejor parte'.

No falla. Una mano abierta a los otros puede ser caricia, consuelo, saludo, ayuda... Una mano cerrada es siempre amenaza, puñetazo, distancia, desconfianza ... etc. Quien comparte su vida dispone siempre de un cheque en blanco para el amor. Hazlo y verás cómo sube tu saldo cada día. Los que viven para su cuenta corriente son sólo eso: corrientes.

9.- Consume productos sin código de barras.

No cumplen la normativa vigente, es verdad, pero son los de siempre y llevan garantía. Además de ser naturales no tienen fecha de caducidad y son cien por cien ecológicos: justicia, solidaridad, tolerancia, derechos humanos, libertad. Es decir, civilización del amor. Tienen la ventaja, además de que podemos cultivarlos en nuestra propia casa y no pagan impuestos. Se trata de llevar una vida saludable.

10.- Hazte un seguro de vida.

El que quiera ganar su vida la perderá pero el que pierda su vida por mí la ganará para siempre » (Lc. 9, 24)

En principio te saldrá un poco caro porque te exigirá una alta inversión, pero luego recogerás beneficios abundantes. Hay otros seguros más baratos, pero ya no son tan seguros. Tu póliza se llama Evangelio. No admite rebajas. Si te apuntas te juegas la vida. Seguro.

Reflexión: No cometas el mismo error.


Triste es cuando otros te fallan.

Cuando esa gente en quien confiaste y creíste, (tus amigos) te desilusionan, e incluso hablan mal de ti.

Desearías poner en evidencia su error.

Sientes odio, tristeza, dolor y desilusión al mismo tiempo. Y al final no sabes qué sentir.

Aunque esto te pase, sigue creyendo en la amistad sincera.

Sigue dando lo mejor de ti a las personas y nunca pagues con la misma moneda.

Si te han fallado, haz lo posible para no fallar.

Si te han desilusionado, sé siempre recto para no cometer el mismo error.

Si te han calumniado, ofrece a Dios esa situación. Que sea Él quien juzgue, pero no envenenes tu corazón con el deseo de hacer tu justicia.

No importa el error que otros hayan cometido, no te hagas insensible y frío ante las personas que te necesiten.

Sigue haciendo el bien, sigue creyendo, sigue ofreciendo lo mejor que tengas y ante todo, deja el juicio en las manos de Dios.

La vida es hermosa y tienes la oportunidad de seguir viviendo.

Sigue adelante tu camino sin ver los tropiezos tuyos y menos los de los demás como obstáculos.

Y no cometas los mismos errores que otros hayan cometido contigo

Así fue la Misa privada de Mark Wahlberg con un fraile franciscano en Miércoles de Ceniza


El actor y productor Mark Wahlberg se reunió con uno de los frailes franciscanos de la Renovación para una misa privada antes de su entrevista del miércoles de ceniza en el programa Today Show de NBC .

Wahlberg apareció en la edición del programa matutino del 22 de febrero para hablar sobre su fe, su vida familiar, la temporada de Cuaresma y su participación en la aplicación de oración católica, Hallow.

Sin embargo, antes de la entrevista, el Padre Mark-Mary Ames de los Frailes Franciscanos de la Renovación celebró la Misa del Miércoles de Ceniza por Wahlberg.

El padre Mark-Mary, CFR, a menudo graba tanto para Ascension Presents como para la aplicación Hallow. Le dijo a Jacqueline Burkepile de ChurchPOP que Wahlberg solicitó misa y cenizas debido a su horario de entrevistas temprano en la mañana. 



“Originalmente, estaba programado para celebrar Misa esa mañana para las Hermanas de la Vida, pero el convento al que me comprometí decidió celebrar Misa y tener un día de retiro en uno de sus otros conventos, por lo que tenía la mañana libre”, dijo el Padre Mark-Mary.

El franciscano dijo entonces que la petición de Wahlberg mostraba sinceridad, porque pedía tanto Misa como cenizas, además de su deseo de “representar su fe” durante la entrevista.

“Soy franciscano. No estoy al tanto de todo lo relacionado con Hollywood o Mark Wahlberg y sus opciones de carrera. Pero cuando celebré Misa con él, creo profundamente que estaba orando con un hombre sincero acerca de su fe y comprometido con la invitación de Cuaresma al arrepentimiento y una conversión más profunda a Cristo”, dijo el Padre Mark-Mary a ChurchPOP.

“Parece un buen tipo”, agregó el sacerdote. “Fue muy amable conmigo y agradecido por mi tiempo”.

El padre Mark-Mary dijo que también necesitaba cenizas ya que no había presente un clérigo adicional. Le preguntó al grupo si alguien podía colocar cenizas en su frente y Wahlberg se ofreció como voluntario.

En sus comentarios finales, el Padre Mark-Mary le dijo a ChurchPOP que si bien celebrar Misa con Wahlberg fue una bendición, “nada mejor que tener Misa afuera en la nieve” con las Hermanas de la Vida .

“Como sacerdote, siempre estoy dispuesto a una ‘aventura sacramental’, como llevar los sacramentos a los enfermos o encarcelados. Y celebrar Misa por Mark y ayudarlo a representar su fe en una plataforma tan grande también fue una bendición para mí.

“Pero nada es mejor que tener Misa afuera en la nieve para que las Novias de Cristo en cuarentena puedan recibir a su Amado todos los días”.

La falsa concepción de la paz interior y de la paz exterior


Nuestra Señora, Reina de la Paz, intentemos analizar el significado más profundo de este título que la devoción católica atribuye a la Santísima Virgen.

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Nuestra Señora, Reina de la Paz. La paz a la que se refiere esta invocación puede ser considerada bajo dos aspectos. Primero, la de las profundidades de las almas; segundo, la del exterior, es decir, de la sociedad.

Concepto erróneo de la paz interior

Para comprender el primer significado, primero debemos tener en cuenta que varios conceptos y palabras relacionadas con cuestiones de piedad han sufrido, en los últimos tiempos, poderosas distorsiones en la forma de definirlos.

Así, se acostumbra juzgar que la paz interior de una persona consta de dos elementos. Cuando ella no es asaltada por ninguna tentación, ni está, por tanto, envuelta en luchas internas. Su vida espiritual es tranquila, relajada, placentera, sin problemas. Tal persona se parecería a alguien que está sentado dentro de un helicóptero en ascenso, en el que, sin ningún esfuerzo, alcanza el cielo en completa paz.

En consecuencia, no tiene cruz ni sufrimiento. No experimenta angustias por enfermedades, carencias materiales o dificultades familiares. Para ella todo sucede en un orden sereno y perfecto, sin fricciones ni adversidades con las que tenga que luchar. Tal es el concepto actual de paz interior.

Falsa noción de paz exterior

Veamos ahora la idea común de la paz exterior.

En la década de 1960, por ejemplo, el movimiento hippie hacía resonar su lema más conocido: “paz y amor”. Manejada hábilmente, tal consigna hacía creer que su realización consistía en la pura ausencia de guerra y la plena satisfacción de los placeres carnales.

Según la noción difundida hoy, la paz no es obra de la justicia, de la virtud, sino de cierta prosperidad materialista. Lo que importa, sobre todo, es la estabilidad económica, las cuentas bancarias preservadas y nutridas, las pensiones aseguradas, las personas alimentadas, con la comodidad y el bienestar diario garantizados. No hay peleas por cuestiones pecuniarias, todos viven felices y tranquilos. Entonces reina la paz en la nación.

Cuando todos los pueblos se encontraran en esa feliz situación, algunos imaginan que no habría enfrentamientos internacionales, ningún país querría agredir a otro y la población mundial llevaría una existencia tranquila y pacífica.

¿No habría sufrido angustias la Virgen, la Reina de la Paz?

Según este concepto erróneo, la devoción a Nuestra Señora, Reina de la Paz, consistiría en honrar a la Madre de Dios como protectora de este estado de cosas color de rosa, ya que ella es el modelo de la persona que nunca ha tenido pruebas, angustias, dolores. Ella fue concebida sin pecado original, por lo que toda su vida fue muy tranquila, sin dificultades. Tenía un muy buen hijo y esposo, vivía en un pueblito llamado Nazareth, donde no había roces de ningún tipo, y pasaba sus días completamente sin nubes.

Es cierto que su Hijo, en cierto momento, sufrió y María, durante la Pasión, experimentó algún dolor, del que pronto se recuperó, resignada. Poco tiempo después lo vio ascender al Cielo y se alegró de ver al Hijo bien colocado. Sin más problemas, pasó el resto de su vida en la tranquilidad doméstica, bajo el cuidado filial del Apóstol Juan.

Este es el ideal de ciertas mentalidades cuando hablan de Nuestra Señora de la Paz.

Un predicado que no excluye luchas y sufrimientos

Ahora bien, la búsqueda de una correcta interpretación de este título mariano nos llevaría a considerar que las primeras noticias de Nuestra Señora en las Sagradas Escrituras nos la muestran como adversaria del demonio, y como Aquella que aplastaría la cabeza de la Serpiente: “Pondré enemistad entre ti y la Mujer”, dijo Dios a la víbora, “entre tu descendencia y la de ella” (Gn 3, 15). Es decir, hay una actitud fundamental de repugnancia y de combate al mal en la invocada como Reina de la Paz.

Además, como se puede inferir de las palabras divinas, todas las luchas libradas por la Iglesia y por los católicos contra los adversarios de la Fe tienen en la Mujer, es decir, en la Virgen, el primer ejemplo de valentía y fuerza para vencerlos. Entonces, si la paz fuera simplemente la ausencia de lucha, ¿cómo sería la Virgen María la Reina de la Paz?

Aún más. Si la paz consiste en no tener sufrimiento ni angustia, ¿cómo se explican las palabras de Simeón dirigidas a Nuestra Señora, según las cuales una espada de dolor atravesaría su Corazón?

En efecto, María sufrió un diluvio de dolores en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Ella vio surgir y crecer las antipatías, animosidades y odios hacia su Divino Hijo; Oyó de él la predicción de que sufriría y moriría crucificado, y no lo abandonó ni un solo momento, acompañándolo y participando de su martirio hasta el consummatum est en la cima del Calvario, hasta la deposición del sagrado cuerpo en la tumba. Y todo lo sufrió en actitud de lucha y de paz, por la redención del género humano, para aplastar al demonio y vencer a la muerte.

Así, la auténtica noción de paz no excluye la lucha ni el sufrimiento. Y donde está la Reina de la Paz, está la enemistad contra la Serpiente y contra el mal.

Por Plinio Corrêa de Oliveira

Fuente: https://es.gaudiumpress.org/content/la-falsa-concepcion-de-la-paz-interior-y-de-la-paz-exterior/

¿Vergüenza de Dios?


A lo largo de mi vida, me he sentido atraído por la idea de conocer a Dios, pero siempre he tenido miedo de acercarme realmente. Siempre he pensado que Dios está en un lugar muy alto al que yo no puedo alcanzar y que, por lo tanto, nunca seré digno de su amor. Esto me ha llevado a sentirme avergonzado de Dios, porque he sentido que no merezco su amor.

Sin embargo, he aprendido que, en lugar de sentirme avergonzado de Dios, debería sentirme agradecido. Aunque a veces he sentido que no merezco el amor de Dios, él me ama incondicionalmente. Él me conoce mejor que yo mismo y siempre está allí para mí, no importa lo que haga o deje de hacer. Esto me ha ayudado a ver a Dios de una manera diferente y a entender que no tengo que sentirme avergonzado de Él.

Me he dado cuenta de que Dios me ama y siempre estará allí para mí, incluso cuando me equivoque, he podido ver a Dios como alguien con quien puedo tener una relación real y profunda. Ahora me siento mucho más cerca de Dios y más consciente de su amor. Muchas personas se avergüenzan de Dios porque se acercan a Él con temor y desconfianza; sin embargo, he aprendido que Dios me ama incondicionalmente y que siempre estará allí para mí.

No podemos juzgar a Dios

Veo a Dios de una manera diferente y he llegado a entender que no tengo que sentirme avergonzado de Dios. El concepto de avergonzarse de Dios puede ser un tema difícil de tratar, ya que involucra la relación entre la divinidad y el ser humano, y puede afectar las creencias y la fe de cada individuo, exploraremos este tema desde una perspectiva más amplia, considerando que el sentimiento de avergonzarse de Dios puede ser una experiencia que algunas personas pueden enfrentar en algún momento de su vida.

En primer lugar, es importante aclarar que el avergonzarse de Dios no es un sentimiento que surge de una relación directa con Dios, sino que surge de nuestra propia percepción sobre lo que esperamos de Dios, es decir, podemos sentirnos avergonzados por Dios cuando no se cumplen nuestras expectativas, cuando no entendemos por qué suceden cosas terribles en el mundo o en nuestra vida, o cuando creemos que Dios ha actuado de manera injusta.

Debemos tener en cuenta que nuestra percepción sobre la divinidad y su actuación en el mundo es limitada, y no podemos juzgar a Dios a partir de nuestra propia perspectiva. Es posible que lo que consideramos una injusticia o una tragedia tenga un propósito más allá de lo que podemos comprender.

Por lo tanto, si sentimos que Dios nos ha decepcionado o no ha actuado de la manera que esperábamos, es importante reflexionar sobre nuestra propia interpretación de lo que consideramos justo o injusto, y tratar de entender el propósito detrás de lo que ha sucedido. Por otro lado, es posible que el sentimiento de avergonzarse de Dios surja de nuestras propias acciones, pensamientos o sentimientos.

Un ser de amor y misericordia

Puede ser que nos sintamos culpables por algo que hemos hecho, y nos cueste aceptar que Dios pueda perdonarnos. En este caso, es importante recordar que Dios es un ser de amor y misericordia, y que siempre está dispuesto a perdonar a aquellos que se arrepienten sinceramente de sus errores y buscan rectificarlos.

También podemos sentirnos avergonzados de Dios por las acciones de otros creyentes, o por la manera en que la religión ha sido utilizada para justificar acciones negativas en la historia.

Es importante recordar que la religión no es perfecta, y que las acciones de los seres humanos no siempre reflejan la voluntad divina. En lugar de avergonzarnos de Dios, podemos utilizar estos momentos para reflexionar sobre la necesidad de ser críticos con la religión y sus interpretaciones, y buscar formas de promover una práctica religiosa más justa y amorosa.

En resumen, el sentimiento de avergonzarse de Dios es complejo y puede tener diferentes causas, es importante recordar que nuestra percepción de la divinidad y su actuación en el mundo es limitada, y que debemos reflexionar sobre nuestras propias expectativas y creencias para entender por qué podemos sentirnos así. También es importante recordar que Dios es un ser de amor y misericordia, y que siempre está dispuesto a perdonarnos y guiarnos en el camino de la rectitud.

Autor: Rafael Salomón.

¿Está prohibido tener sexo en Cuaresma?

 

Existe entre los católicos la teoría de que está prohibido tener sexo durante la cuaresma. ¿Es cierto?

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Existe, entre algunos católicos, la falsa creencia de que la abstinencia en tiempo de Cuaresma incluye también -y obligatoriamente- las relaciones sexuales en el Matrimonio. El argumento bíblico que suelen mencionar para justificar esta aseveración se encuentra en la Primera Carta de san Pablo a los Corintios, en la que señala lo siguiente:

“No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún tiempo, a fin de poder dedicarse con más intensidad a la oración; después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás no se aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente”. (1 Cor 5, 7).

Dicha cita bíblica de ninguna manera menciona que se trata de un sacrificio cuaresmal, ni de un imperativo a seguir por los matrimonios. Sino de una determinación consensuada entre el hombre y la mujer, con el objetivo de profundizar más intensamente en la oración durante algún tiempo conveniente para la unión matrimonial.

A lo que sí exhorta san Pablo al hombre en dicha carta es a cumplir con los “deberes conyugales que tiene con su esposa; de la misma manera que la esposa con su marido. Pues la mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer” (1 Cor 5, 3-4).

En este sentido, el padre José de Jesús Aguilar asegura que el llamado de la Iglesia a la abstinencia de carne durante la Cuaresma, se limita exclusivamente a los alimentos. Es decir, que ni la Biblia ni la Iglesia establecen la privación de relaciones sexuales en el Matrimonio como un sacrificio cuaresmal.

“Y es que esta petición de la Iglesia -explica el sacerdote- no tiene por que buscar hacer a un lado a la pareja, hacer a un lado la intimidad. Todo lo contrario: hay que hacer que las relaciones de pareja, las relaciones de amigos, las relaciones entre padres e hijos sean más profundas”.

“Durante este tiempo de Cuaresma, a lo que se invita a que los fieles, a lo que se invita a los creyentes, es a que hagan muchas obras buenas, especialmente compartiendo lo que se tiene con aquellos que no tienen alimentos, con aquellos que no tienen ropa o con aquellos que necesitan alguna ayuda en particular”, señala el padre José de Jesús.

Fuente: https://www.religiondigital.org/vida-religiosa/prohibido-tener-sexo-Cuaresma_0_2536246373.html

Padre Anselmo Borges: "¿Por qué las mujeres no deberían poder presidir la Eucaristía? Si hubiera mujeres en la cúspide de la Iglesia, la pederastia no hubiera tenido este alcance"


 

Sin pelos en la lengua, el sacerdote y teólogo portugués, de 78 años, deja a los católicos del país vecino con los pelos de punta por no creer en el milagro de Fátima y argumenta que es hora de que la Iglesia acabe con el celibato.

La existencia de dos corrientes, una más conservadora, otra más progresista, ¿es algo nuevo o ha existido siempre dentro de la Iglesia?

Yo diría que esto es parte de la propia naturaleza humana. Cuando miramos a la sociedad, todos somos contemporáneos, pero hay quienes aún viven con una mentalidad antidemocrática. Hay gente que vive muy mal en medio de las nuevas tecnologías, por ejemplo, y hay gente que vive al frente. Viven programando el futuro, piensan en los problemas, las ventajas, los peligros, las amenazas. Esto, diría yo, es parte de la naturaleza humana y de la sociedad en general. ¿Estas de acuerdo conmigo?

Sin duda.

Esto también sucede, y siempre ha sucedido, en la Iglesia. Están los que se mantienen al día, siguen los signos de los tiempos, y están los que son fijos, los que pretenden permanecer inmóviles. Los cristianos –y los católicos en particular– tienen que pensar en lo esencial. Y lo esencial es poco y lo es todo. ¿Qué es esencial? Lo esencial para la Iglesia es creer en el sentido más profundo de la palabra, que es confiarse confiadamente al Evangelio y al mensaje de Jesús. ¿Y cuál es el mensaje de Jesús? “Dios es bueno, Dios es Padre y Madre”.

Creo que es el mayor mensaje de liberación, de salvación que la humanidad haya escuchado jamás. Y Jesús dio su vida por este mensaje, para dar testimonio de la verdad y del amor. Porque este mensaje es liberador pero no todos están de acuerdo. Si Dios es bueno, yo también debo ser bueno. Si Dios no se venga, yo tampoco puedo vengarme, ¿es o no? Si Dios es Padre y Madre de todos, no puede haber guerras, especialmente en su nombre. Ya entonces, Jesús cuestionaba muchos intereses, a saber, los intereses de los sacerdotes del templo, que vivían de la religión, y los intereses del Imperio Romano, porque los imperios no viven para la fraternidad, viven fundamentalmente para la dominación.

Estos intereses, Jerusalén (el templo) y el Imperio Romano, unieron y crucificaron a Jesús. Jesús no se acobardó, fue hasta el final. La esencia de la Iglesia es creer en este mensaje. Esto es lo decisivo. Ahora, los tiempos evolucionan y la Iglesia también tiene que evolucionar. ¿Cómo aplicar este mensaje de Jesús a diferentes tiempos? Unos se quedan inmóviles y rígidos en una determinada estructura y organización, hay otros que lo ven más claro y dicen: 'Cumpliendo con lo esencial, tenemos que avanzar'.

Habló de los intereses que Jesús puso en tela de juicio. ¿Existen también hoy intereses que se oponen a esta evolución?

¿Entonces hoy no hay intereses? ¿Y por qué tenemos una guerra? No es solo una guerra, el mundo se siente como si estuviera en guerra. Este nos dice más, porque Ucrania está más cerca, pero hay guerra en Myanmar, en África, en Yemen. Todo esto es por intereses.

¿Y en la Iglesia?

Dentro de la Iglesia también hay intereses. Llegó el Papa Francisco y se encontró con terribles escándalos, a nivel del Banco del Vaticano. ¿Entonces no hay intereses? La pedofilia en sí misma es una tragedia. Lo que está en juego en la pedofilia es el abuso de poder, el abuso de confianza. son intereses

Dijo que la Iglesia debe actualizarse y mantenerse al día. Pero estos son tiempos difíciles. ¿No hay un conjunto de valores que la Iglesia debe defender independientemente de los tiempos que vivimos?

Exactamente. ¿Y cuáles son estos valores? Siempre traigo la imagen del profesor Adriano Moreira del eje de la rueda. La rueda se mueve, pero el eje de la rueda es inamovible. Estos son los valores. ¿Cuáles son los grandes valores del Evangelio? Si Dios es bueno, nosotros también debemos ser buenos. La amabilidad. Jesús no vino para ser servido sino para servir. Este es otro valor fundamental. El poder no debe buscarse para dominar sino para servir al bien común. Esto es parte del eje de la rueda. Otro valor fundamental: la fraternidad. Si Dios es Padre y Madre, todos somos hermanos y hermanas. Básicamente, es igualdad. ¿Por qué las mujeres deben ser discriminadas en la Iglesia? Esto es un escándalo. Jesús tenía discípulos y discípulos. La Iglesia tiene que predicar con el ejemplo.

Concretamente, hace 500 años tuvimos la separación entre católicos y protestantes. ¿Cree que existe el riesgo de una nueva escisión en la Iglesia entre conservadores y progresistas, es decir, los conservadores no se ven reflejados en el Papa y quieren fundar una Iglesia diferente?

Si me pregunta si hay peligro de cisma, le diría que ese peligro no se puede excluir. Pero espero que no llegue a buen puerto. Y es por eso que el Papa Francisco se dirige hacia el Sínodo. Este es un proceso que empezó en la base, en las diversas diócesis, ahora estamos a nivel continental y vamos a llegar al Sínodo en octubre de este año precisamente para demostrar que estamos unidos en lo esencial y que nos respetamos y amarnos en la diversidad, en la pluralidad.

Pero, ¿cómo se llegará a este consenso si el famoso Informe de Portugal fue tan cuestionado, si la síntesis final recibió tantas críticas por parte de algunos sacerdotes?

Escucha, no fue así... Creo que en Portugal no hay amenaza de cisma. Hace poco estuve en Alemania y de hecho hay mucha gente insatisfecha, están en el proceso llamado Camino Sinodal. ¿Y cuáles son las grandes demandas? Creo que todos tenemos que estar de acuerdo en estas grandes demandas. Tenemos celibato. No es el celibato como tal, es la ley del celibato obligatorio. ¿Dónde está esa ley? ¿Está en el evangelio? Incluso San Pedro estaba casado, al menos tenía suegra.

Luego, en las cartas posteriores, se habla de la necesidad de una autoridad en la Iglesia y se dice que el obispo está casado y ha dado ejemplo en la educación de los hijos. Claramente está ahí. No se requiere celibato. Esta discriminación contra la mujer no es tolerable. Las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres. Jesús tenía discípulos y discípulas. Fue María Magdalena quien primero tuvo esa abrumadora experiencia de fe de que Jesús crucificado está vivo y le dijo que fuera y lo anunciara a los demás, tanto que se la conoce como la Apóstol de los Apóstoles.

El celibato obligatorio no puede sostenerse como ley, no puede haber discriminación entre hombres y mujeres. Y debe haber transparencia en los dineros de la Iglesia y el Banco del Vaticano. El Papa Francisco ha hecho un esfuerzo en esta dirección. Y creo que todos estamos de acuerdo en que tenemos que acabar con esta plaga de la pedofilia y tenemos que acabar con el clericalismo, que también es una verdadera plaga dentro de la Iglesia, como dice el Papa Francisco. Tiene que haber sencillez dentro de la Iglesia, ¿no crees? Cuando miramos a Jesús en su sencillez, ¿cómo va a admitir toda la ostentación dentro de la Iglesia?

Hay cardenales con un estilo de vida lujoso, ¿es eso?

¿No puedes verlo? Eso está claro. ¿Para qué los cardenales que están en la Curia romana, con todo pagado, ganan cinco mil euros? ¿Por qué? El verdadero cristianismo debe tener como determinante, repito, a Jesús. Y Jesús era sencillo. Jesús sirvió. Y estuvo con los que nadie está, los pobres, los deshonrados, los excluidos por la misma religión. Jesús comió con los pecadores. Es necesario ir al encuentro de aquellos a quienes Jesús fue a encontrar. La Iglesia no está para excluir. Al contrario. Está ahí para acoger, ayudar, salvar.

En relación con los excluidos, otro de los 'puntos calientes' es la comunión de los vueltos a casar, así como la aceptación de los homosexuales.

Sabemos que hay homosexuales. ¿Por qué no deberían ser aceptados? ¿Y por qué no se debe dar una bendición a las parejas del mismo sexo? El Papa Francisco sigue diciendo: '¿Quién soy yo para excluirlos?'. ¿Tenemos un trato? En cuanto a los vueltos a casar, el mismo Papa Benedicto XVI, cuando era pura y simplemente el profesor Joseph Ratzinger, admitió él mismo esta posibilidad. Porque las cosas a veces salen mal.

El Evangelio presenta el ideal de un amor fiel y estable, pero la vida es así y puede llegar a un punto en el que el divorcio sea casi obligatorio, cuando hay violencia, por ejemplo. Mientras se establezca la justicia en relación al primer matrimonio, y si después comienza un nuevo amor, si hay fidelidad, si los hijos también son educados en la fe cristiana, ¿por qué no se debe dar la comunión? En mi iglesia –no soy párroco, soy profesor en la universidad, pero hay una comunidad donde voy a celebrar– hay personas que están en estas circunstancias que me han hablado y les doy la Comunión.

Aún con respecto al celibato, me gustaría hacerle dos preguntas. La primera es, como tantas veces hemos oído decir, que el sacerdote debe estar totalmente disponible. Si estás casado, no puedes dar la misma atención a la parroquia.

¿No puedes prestar suficiente atención? Hay tantas personas casadas que tienen que trabajar y prestar atención. ¿Por qué no deberíamos ordenar también a hombres casados? Fui alumno del que probablemente fue el más grande teólogo del siglo XX, Karl Rahner, y en ese momento, a fines de los años 60, ya decía que Europa se movería hacia las pequeñas comunidades. Y a la cabeza de la comunidad, ¿por qué no habría de estar un hombre casado o una mujer casada? Al principio era así. ¿Por qué las mujeres no deberían poder presidir la Eucaristía? Esto ha sucedido históricamente. Entonces existe este ideal del celibato, pero lo que Jesús dio libertad no puede ser impuesto por la ley. Esto sobre tu primera pregunta. cuál era el otro?

¿Crees que existe una relación causal entre la pedofilia y el celibato?

A primera vista no hay una relación de causa y efecto. Porque cabe señalar que la mayoría de los casos de pedofilia se dan en la familia. Esto es conocido. Entre personas casadas. Así que aparentemente no hay una relación de causa y efecto entre el celibato obligatorio y la pedofilia. Pero cuando miramos la historia, lo que pasa es que ellos fueron al seminario muy jóvenes. La gran tentación eran las mujeres, pero no había nada femenino en los seminarios. Así crecieron, pasaron la adolescencia sin la presencia de lo femenino, como era la gran tentación, la mujer tenía que ser excluida. Y puede haber sucedido que en algunos casos esto condujo a lo que yo llamo una sexualidad distorsionada. Lo que más tarde condujo a la pedofilia. Precisamente por eso: la formación en seminarios sin presencia femenina, en los que la gran tentación eran las mujeres, derivó en una sexualidad eventualmente distorsionada que más tarde podría desembocar en esta tragedia de la pederastia.

Incluso me acordaba de los señores de la guerra afganos donde no hay mujeres y todos tienen un niño al que violan.

Es una tragedia. Y los niños son inocentes. El mayor drama en estos casos es que fueron pedófilos por un poder sagrado, que era el poder del sacerdote. Los niños confiaron en el sacerdote. Y con la pedofilia se traicionó esa confianza. Y entonces puede haber incluso perversión. Leí un informe de Estados Unidos en el que se dice que el cura entró a la casa, pero fue Dios quien entró, entonces el cura abusa de los niños y les dice: 'No le podéis decir nada a nadie, si no vais al infierno'. Esto es perversión. Y he aquí otro valor esencial: el respeto a los niños. No conozco mayor condenación que la de Jesús. Jesús dijo: 'Hijitos, venid a mí'. Y añadió: ‘¡Ay del que ofende a un niño! Era mejor atarlo al cuello con una piedra de molino y tirarlo al mar. Este es terrible.

En cuanto a la aceptación de los homosexuales, la Iglesia siempre ha tenido la posición de que las relaciones sexuales eran admisibles con miras a la procreación. Ahora, al aceptar a los homosexuales...

De hecho, hoy tenemos otra visión. La sexualidad no es pura y simplemente para la procreación, también hay una dimensión de placer, de unión, la sexualidad como unión de libertades, unión corporal de libertades. Esto es lo que verdaderamente es la sexualidad humana. No toda relación es para la procreación, también existe una dimensión de placer. Hoy sabemos que hay homosexuales, que hay lesbianas, y por eso es necesario acoger a estas personas.

Tuvimos la impresión de que esto era un poco tabú para la Iglesia.

Pero aquí está, es un caso más donde la Iglesia tiene que abrirse. Incluso hoy tenemos una visión más abierta incluso desde el punto de vista de la exégesis bíblica. No podemos leer la Biblia literalmente, porque si vamos a leer la Biblia literalmente, Dios mío, vamos a empezar a matar a mucha gente allí.

[Risas] Acabas de hablar del retorno de la Iglesia a la sencillez. El Papa Francisco ha dado ese ejemplo.

Exactamente. Justo cuando lo eligieron yo estaba en la televisión y la gente se sorprendió mucho cuando dije: ‘Este Papa es un Papa cristiano. Y no es cristiano porque esté bautizado. No, es cristiano porque actúa como Jesús. De lo que hablábamos al principio: Jesús era sencillo. Pero salió con todos, porque también iba a comer a las casas de los ricos. Imagínense a Zaqueo [jefe de los recaudadores de impuestos]. Zaqueo invitó a Jesús, quería verlo, y fue a la casa. Él era rico. Él era un pecador. Pero Jesús no lo excluyó.

Jesús comía con prostitutas. Fue escandaloso. Luego incluso se convirtieron. El mismo Zaqueo dijo: “Yo robé pero restituiré. Y con interés. Y también compartiré con los pobres’. El gran valor de la fraternidad. Dios es padre y madre, todos somos sus hijos. Esto tiene consecuencias históricas. El mayor filósofo vivo se llama Jürgen Habermas y es agnóstico. ¿Y sabes lo que dice? Esa democracia también viene de Jesús. Un hombre, un voto: el voto de un catedrático vale tanto como el voto de una señora analfabeta del pueblo. ¿De donde viene esto? Jürgen Habermas dice que esto no es sino la traducción política de esa afirmación de la fe cristiana de que todo hombre, toda mujer es hijo o hija de Dios.

Jesús era sencillo pero hizo una revolución que molestó a mucha gente.

Incluso lo mataron. ¿Por qué? Porque molestaba.

El Papa Francisco también molesta.

Ahora incluso ha estado en África y dijo que África no es para explotar. No se puede servir a Dios y al Dinero. No se puede servir a Dios y al Poder, con mayúscula. El dinero no es Dios, el poder no es Dios. Dios es omnipotente, pero no es un poder de dominio, es una fuerza infinita para crear. Como un maestro ayuda a crecer, el poder está ahí para cada uno, para que cada uno se realice plenamente en sus posibilidades humanas. Esta es una revolución.

La primera misión de la Iglesia es precisamente dar sentido y dar otro horizonte de comprensión a la vida. No es andar por ahí agachado, encogido. ¡No! Los cristianos no se agazapan allí, al contrario, promueven los derechos y la dignidad. Y caminan erguidos, rectos, enteros. Lo que hacía falta era que todos los cristianos -creo que el Papa ya lo hace-, cardenales, obispos, sacerdotes, nos preguntáramos: ¿Esto es bueno? Camino aquí, en este mensaje evangélico, en la Iglesia. ¿Es bueno para mí, es bueno, me llena, me hace más feliz?'. Todo el mundo tiene que responder a esta pregunta. Si es bueno para mí, también se lo anunciaré a los demás

Pero entonces estamos ante dos mundos completamente diferentes: los cardenales que están en el Vaticano y ganan cinco mil euros…

Entre cuatro y cinco mil euros.

Y luego está todo el otro mundo del que hablaste, que no simpatiza mucho con ese comportamiento. ¿La visión de este Papa no choca con estos personajes?

Ya sucede. Es la ley de la vida. Por eso digo: los católicos necesitan convertirse, empezando por los cardenales. Cardenales, obispos, canónigos… convertirse a Jesús, tener a Jesús como determinante de vida. Al menos haz un esfuerzo. Porque cristiano, incluso en su totalidad, solo había uno. Y lo mataron. Tenemos que tratar de ser cristianos. Y vale la pena, porque da alegría y sentido a la vida.

Cuando lo miras desde afuera, tienes la idea de que hay luchas de poder dentro de la Iglesia.

El gran problema de la Iglesia es este: el arribismo y el poder de dominar. Pero Jesús dijo: 'No he venido a ser servido, sino a servir'. Tan sencillo como eso. No soy anarquista, tiene que haber organización y autoridad en la Iglesia, pero esa autoridad es para la promoción del bien común. Todo poder sólo se justifica en la medida en que es para el bien común. También el poder de los políticos. Los políticos necesitan convertirse. Cuando miro a este país, con tanta corrupción… Ahora, la Iglesia tiene que dar ejemplo.

¿Y qué cree que se puede hacer para reducir los casos de pedofilia en la Iglesia

Hay que reparar, hay que pedir perdón, eventualmente ayudar económicamente...

¿Pagar indemnizaciones?

Eventualmente, porque hubo vidas destrozadas. Y la pederastia, además de pecado, es un delito. Hay que denunciar, los pederastas hay que acusarlos y seguir lo establecido en la ley penal. Deben extraerse todas las consecuencias canónicas, civiles y penales. Había una política de encubrimiento, es decir, se prefería salvaguardar la institución a salvar a las víctimas. Bueno, hay que estar del lado de las víctimas antes de estar del lado de la institución. Y si hubiera mujeres en la cúspide de la Iglesia, estoy convencido de que la pederastia no hubiera tenido este alcance. Las mujeres deben participar en la vida de la Iglesia en igualdad de condiciones con los hombres.

¿Cómo ve estos 100 casos de sacerdotes que supuestamente son pedófilos pero, como los delitos ya han caducado, siguen activos en la Iglesia?

Los obispos en tales casos deben seguir lo que está en el Código de Derecho Canónico. Incluso hubo casos en el extranjero de obispos a los que se les retiró el mandato y aquí también puede haber suspensión.

Como sabe, es considerado una de las personas más rebeldes de la Iglesia…

¿Quién?

El Padre Anselmo Borges.

¿Soy considerado un rebelde?

No cree que Nuestra Señora se apareció a los pastorcitos.

Pero que cualquier persona pensante ve que no apareció. Incluso Benedicto XVI lo dijo. Fui ordenado sacerdote en Fátima y cuando voy a Fátima rezo. Pero el gran milagro de Fátima son los seis millones de personas que van allí, precisamente para hablar con la Madre. Tengo mucha comprensión por el sufrimiento humano. La gente va allí para hablar con la Madre: María es la Madre.

No estoy en contra de Fátima. Ahora, Nuestra Señora no se apareció en Fátima. Porque el aparecerse es una realidad objetiva. Si Nuestra Señora apareciera, todos la habrían visto. Incluso los niños, fíjense: Lucía vio, escuchó y habló con ella; Jacinta vio y oyó, pero no habló; el menor, Francisco, vio pero no oyó ni habló. ¿Has visto la diferencia? Por lo tanto, Nuestra Señora no se apareció. Lo que pasa es que ahí hubo una experiencia religiosa, por eso le llaman 'visión', 'aparición'. Una experiencia religiosa para niños y a la manera de los niños.

Con respecto a la Jornada Mundial de la Juventud, ¿qué opinas de estos excesos de los que tanto se ha hablado?

¿Qué pensé? Tenemos que seguir la sencillez de Jesús. ¿Para qué van a estar allí en el altar mil obispos? ¿Para que? Tiene que haber dignidad, no puede haber ostentación. Para ser honesto, no creo que la fe deba mostrarse en grandes multitudes. Pero creo que puede ser una magnífica experiencia de interculturalidad, de diálogo entre jóvenes, también porque hoy vivimos en un mundo verdaderamente global, interdependiente.

El gran filósofo Peter Sloterdijck habla de algo fabuloso: dado que todos vivimos interconectados, debería haber una declaración de dependencia universal. Una declaración de dependencia global porque todos dependemos unos de otros. [La JMJ] puede ser una excelente experiencia para entendernos y mostrar la posibilidad de vivir la fe en múltiples culturas, unidad en la pluralidad. Ahora bien, hay que distinguir entre la dignidad de la celebración y la ostentación. ¡¿Cinco millones de euros estaban previstos, más aún con mil obispos en el altar?! ¿Sirve esto para dar un ejemplo a Jesús?

Jesús hizo la apología de la pobreza, así que…

Jesús no hace la apología de la pobreza y la miseria. Lo que dijo es que no puede haber muy ricos que vivan a costa de los pobres, tiene que haber justicia social

La apología del desapego, si se quiere.

Jesús está en contra de los ricos que viven a expensas de los pobres. Tenemos que luchar por la justicia social, es otro valor fundamental. Si todos somos dignos, si todos somos hermanos y hermanas, el mundo es de todos y para todas. No puede haber un 1% que posea tanto como el 99%. Todo comienza con el corazón. El rico, el explotador, no adora a Dios Padre y Madre, sino a la diosa del dinero. La salvación no está en el dinero, la salvación está en Dios Padre y Madre. Y comienza con el desmontaje. Comienza por convertir el corazón.

Y entonces mucha gente ve un altar que cuesta cinco millones y empieza a preguntarse si no hay alguna contradicción entre el discurso y la práctica de la Iglesia.

Por eso hubo esta indignación, y es justa, pero creo que nos acercamos a una situación más compartida y por lo tanto más digna.

¿Cree que el hecho de no poder encontrar obispos se debe a que el nuncio apostólico no puede encontrar candidatos con los que se pueda hacer 'borrón y cuenta nueva'? Estamos sin dos obispos y varios de ellos están a punto de jubilarse. ¿Qué explica este vacío?

El nuncio apostólico vino de Chile…

Donde fue muy discutido...

Donde fue muy discutido y él, desde el punto de vista profesional, como nuncio, no fue especialmente ejemplar, porque no avisó al Papa. Solo más tarde el Papa Francisco se dio cuenta de que estaba cayendo en una trampa. De tal manera que todos los obispos de Chile fueron llamados a Roma y algunos fueron destituidos.

Pero el Papa lo designó para Lisboa.

A veces pensamos que el Papa tiene todo el poder. Benedicto XVI dijo que esto no es cierto. Incluso está ese famoso dicho de Juan XIII. Un día un joven estudiante le preguntó allá en Roma: 'Papa, ¿cómo es ser el primero?'. Y le respondió: '¿Yo, el primero? Los he estado contando y debo ser el cuarto o el quinto'. A veces se piensa que el Papa tiene todo el poder pero no es así.

Pero, ¿qué falta para encontrar obispos en Portugal?

No sé, no estoy dentro de los secretos de estas investigaciones, pero ahora, ante este susto, con este terremoto [de la pedofilia], que no es solo en Portugal, abarca prácticamente todo el mundo, obviamente hay que reconstruir todo. desde la base y será más difícil encontrar vocaciones para obispo.

Para usar tu metáfora, cuando hubo el gran terremoto en Lisboa, en 1755, se construyó una ciudad nueva, con calles anchas y edificios a prueba de terremotos. ¿Este terremoto de pedofilia puede ser también una oportunidad para la Iglesia?

De ahora en adelante hay que reconstruir volviendo a Jesús, volviendo al Evangelio, que es lo que constituye la Iglesia. La Iglesia no puede ser ante todo una institución de poder, debe ser la asamblea de los que creen en Jesús y en su Evangelio. La reconstrucción tiene que ser exactamente sobre cimientos sólidos: Jesús y su Evangelio.

¿Hay algo que quieras agregar?

Creo que hemos dicho suficiente. ¿Vio? Después de todo, tal vez no soy tan rebelde como dije. [risa]

El vínculo roto con el no nacido.


La sinrazón abortista se encuentra en este momento con una obstrucción para ser desbloqueada: la ínfima calidad de la deliberación pública alrededor de los seres humanos en gestación. Hay una sobreideologización que impide mirar compasivamente la realidad, especialmente a todos aquellos sobre quienes recae una decisión de vida o muerte: los no nacidos.

Sobre pocos temas se han generado más discursos y reflexiones, pero desde las distintas trincheras se ha provocado una espiral ideológica a base de una dinámica frenética de reacciones y contrarreacciones. El resultado es que la discusión pública no trata sobre seres humanos reales, sino acerca de un ente inhumano. La posición es incoherente con la empatía cada vez más sensible con los animales y la sensibilidad con la diversidad de fragilidades de la gente, y que lleva a que se atienda legislativamente dichas especificidades.

El desafío es crear nuevas condiciones para mirar juntos y compasivamente. Los posicionamientos provocadores y radicales no harán sino causar reacciones de escala similar. Las encuestas muestran que la gran mayoría de la sociedad apoya el enfoque del derecho al aborto, así que hay un problema de racionalidad, no de lucha callejera.

La etapa preconceptiva

Una de las vías es aumentar la sensibilidad y cuidado alrededor de la etapa preconceptiva. El tiempo de preparación y búsqueda de la concepción es vital para crear el mundo capaz de acoger el milagro de cada nueva vida como se merece y nos ayuda a que la pareja lo acoja con la atención y las actitudes necesarias. Ya durante el embarazo los cuidados se intensifican y, desde la misma concepción, hay una historia de amor, quizás la mayor historia de amor del universo.

La raíz del problema es un vínculo roto, y tenemos que recuperar con prudencia, paciencia y sensibilidad esa relación.

Autor: Fernando Vidal. Director de la Cátedra Amoris Laetitia

La preparación adecuada para el matrimonio cristiano


El Año de la Familia «Amoris laetitia»culminaba el 26 de junio de 2022. Pocos días antes se publicaron de los Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. Unas orientaciones pastorales que, teniendo presente la riqueza de situaciones por las que atraviesan las familias en la actualidad, propone una revisión seria de la formación para el matrimonio católico. los itinerarios apuestan por un catecumenado práctico y real, fundado en el acompañamiento a los esposos y familias a lo largo de su vida.

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1.Vademécum de pastoral matrimonial

Con fecha de 15 de junio de 2022, el Dicasterio vaticano para los laicos, la familia y la vida, ha publicado un importante documento con el título: Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. Se trata de un oportuno vademécum o prontuario con las directrices o pautas de una pastoral de preparación al matrimonio adecuada para nuestro tiempo.

En continuidad con el magisterio de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, el Santo Padre Francisco ha explicado en diversas ocasiones la necesidad de este catecumenado matrimonial, que suponga “un antídoto para evitar la proliferación de celebraciones matrimoniales nulas o inconsistentes” (Discurso a la Rota Romana, 21-1-2017).

En efecto, desde un punto de vista negativo, la necesidad de una preparación resulta especialmente urgente en nuestros días, debido a los lamentables índices de fracaso matrimonial. No cabe asistir impasibles al desmoronamiento del entramado familiar en una contracultura de la ruptura y del divorcio, que produce tanda destrucción humana.

La Iglesia, como madre y maestra, reconoce el deber que tiene de “acompañar con responsabilidad a quienes expresan la intención de unirse en matrimonio, para que sean preservados de los traumas de la separación y no pierdan nunca la fe en el amor” (Prefacio).

En sentido positivo, la originalidad y la finalidad de la propuesta del catecumenado matrimonial resulta decisiva: “pretende hacer resonar entre los cónyuges el misterio de la gracia sacramental, que les corresponde en virtud del sacramento: hacer que la presencia de Cristo viva con ellos y entre ellos”; para lo cual resulta necesario “recorrer con ellos el camino que los lleva a tener un encuentro con Cristo, o a profundizar en esta relación, y a hacer un auténtico discernimiento de la propia vocación nupcial” (n. 6). El don del Espíritu requiere ser acogido adecuadamente para producir frutos de santidad y de evangelización.

2. Formación para la santidad conyugal

En este sentido, se ha de reconocer una cierta incoherencia consentida en la acción pastoral, pues “la Iglesia dedica mucho tiempo, varios años, a la preparación de los candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa, pero dedica poco tiempo, sólo unas semanas, a los que se preparan para el matrimonio” (Prefacio). Por ello, es necesaria una renovada valoración de la vocación al matrimonio, conforme a la llamada universal a la santidad y a la misión -que incluye a los fieles seglares con su especificidad- proclamada con énfasis por el concilio vaticano II. Se ha de afirmar que “el sacramento del orden, la consagración religiosa y el sacramento del matrimonio merecen el mismo cuidado, ya que el Señor llama a hombres y mujeres a una u otra vocación con la misma intensidad y amor” (n. 7). Por ello, los cónyuges cristianos necesitan una formación integral, profunda y constante, para que cumplan su tarea para bien de toda la comunidad humana.

Hay que advertir que este documento vaticano es limitado en sus pretensiones, pues no se trata de un manual para el curso prematrimonial ni considera todos los temas de la pastoral familiar, sino que solamente ofrece las indicaciones más importantes para la preparación a la vida conyugal. P

or ello, son muchas las herramientas doctrinales y pastorales que se han de articular, como se especifica en los Directorios de pastoral familiar de las conferencias episcopales y de las diócesis.

Así, por ejemplo, Francisco indica que este documento tendrá que ser complementado con “otro en el que se indiquen métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente” (Prefacio).

3. Transversalidad, sinodalidad, continuidad

Hemos de tener en cuenta que no es un texto normativo sino pastoral, abierto a la consideración de las diversas realidades de los sujetos y ambientes que han de ser evangelizados. Por ello, estas “orientaciones que piden ser recibidas, adaptadas y puestas en práctica en las situaciones sociales, culturales y eclesiales concretas” (Prefacio), en un ejercicio prudencial por parte de los pastores y demás agentes de la delicada encomienda de preparación a la vida matrimonial cristiana.

Se señalan tres grandes principios generales de la acción pastoral. En primer lugar, la transversalidad, que “significa que la pastoral de la vida conyugal no se limita al ámbito restringido de los encuentros de novios, sino que atraviesa muchos otros ámbitos pastorales y se tiene siempre presente en ellos” (n. 12). En realidad, es la vida misma de la pareja (de novios o de cónyuges) la que es acompañada cuidadosamente por la Iglesia, para que la vocación produzca todo el fruto de santidad que contiene germinalmente, capaz de irradiar y fecundar la sociedad con el evangelio del matrimonio y de la familia.

En segundo lugar, la sinodalidad, pues “la Iglesia es comunión y realiza concretamente su ser comunión en el caminar juntos, en la coordinación de todos los ámbitos pastorales y en la participación activa de todos sus miembros en su misión evangelizadora” (n. 13). En este campo de la acción eclesial, como en otros, hemos de evitar un reduccionismo clerical o que muchos se desentiendan de la encomienda por el Señor, con una dejación de deberes: todos somos responsables -cada uno según su vocación, capacidades y carismas- en la evangelización de la sociedad, de las culturas y de las personas.

El tercer criterio es la continuidad, que “se refiere al carácter no episódico sino prolongado en el tiempo, incluso permanente. Esto permite establecer itinerarios pedagógicos que, en las distintas etapas del crecimiento acompañen a enraizar la vocación al matrimonio en el camino de iniciación cristiana en la fe” (n. 14). Ocurre algo análogo a los procesos educativos o de maduración humana: su interrupción o descuido resulta contraproducente y con frecuencia nefasta. Se han de considerar diversas modalidades adaptadas oportunamente a las etapas y situaciones vitales, pero nunca se debe dejar la tarea formativa humana y cristiana. En este sentido, es necesario recordar que se han de evitar los “largos períodos de abandono pastoral de ciertas fases de la vida de las personas y de las familias, que lamentablemente provocan el alejamiento de la comunidad y, a menudo, también de la fe” (n. 15). Si se descuida la formación avanza irremediablemente la confusión y la exposición a las deformaciones ideológicas, como el emotivismo pasional o el pansexualismo materialista. En cambio, la formación adecuada e ininterrumpida propicia el desarrollo de personas de criterio, sólidamente fundamentadas en la verdad del evangelio y en las virtudes humanas y cristianas.

4. Catecumenado

Añadamos que, si bien las modalidades y adaptaciones pueden ser muy variadas, un catecumenado matrimonial no es cualquier cosa: posee una consistencia y unos rasgos elementales, que se explicitan en este documento. Además, esta institución se inspira en la hermosa y secular tradición eclesial de preparación para el bautismo de adultos. “El Ritual de Iniciación Cristiana para Adultos puede ser un marco de referencia general en el que inspirarse” (n. 19).

Por eso, “en la elaboración de este proyecto hay que tener en cuenta ciertos requisitos: que dure el tiempo suficiente para que las parejas puedan reflexionar y madurar; que, partiendo de la experiencia concreta del amor humano, la fe y el encuentro con Cristo se sitúen en el centro de la preparación al matrimonio; que se organice por etapas, marcadas –cuando sea posible y apropiado– por ritos de pasos que se celebren dentro de la comunidad; que englobe todos estos elementos: formación, reflexión, diálogo, confrontación, liturgia, comunidad, oración, fiesta” (n. 16).

El documento considera que una propuesta concreta para comenzar en esta senda puede ser la puesta en marcha en las diócesis, cuando sea posible, de un “proyecto piloto” (n. 17). Sin embargo, “esta herramienta pastoral no puede ser simplemente impuesta como la única manera de preparar el matrimonio, sino que debe ser utilizada con discernimiento y sentido común” (n. 16). En efecto, una obligación indiscriminada podría tener efectos contraproducentes, como el alejamiento de muchos del sacramento del matrimonio o el cumplimiento externo y formal, como un requisito imperado que hay que sufrir y cumplir “a regañadientes”. Se trata más bien de una sugerencia consistente, que se ha de mostrar a los candidatos como una oferta plausible de formación integral. Para que este instrumento formativo sea realmente efectivo se ha de presentar de modo adecuado y atractivo, de modo que los mismos candidatos al sacramento del matrimonio lleguen a descubrir, anhelar y asumir con protagonismo el proyecto.

5. Guiar, ayudar, acompañar

En la caracterización de esta modalidad formativa, el documento considera algunas características generales y metodológicas: su intención ha de ser “guiar, ayudar y estar cerca de las parejas en un camino que hay que recorrer juntos”; “no es una preparación para un examen que hay que pasar, sino para una vida que hay que vivir”; ha de evitarse el moralismo y cuidar, en cambio, el “tono proactivo, persuasivo, alentador y todo orientado hacia lo bueno y lo bello que es posible vivir en el matrimonio”; asimismo, ha de tener muy en cuenta “la gradualidad, la acogida y el apoyo, pero también el testimonio de otros cónyuges cristianos que acojan y estén presentes en el camino”, pues así se ayudará a “crear un clima de amistad y confianza” (n. 20), tan necesario para la eficacia de este camino hacia el matrimonio cristiano.

Cada persona y cada pareja será acompañada en su camino de reflexión, conversión y comprensión del significado humano y cristiano de la vida conyugal, “siguiendo siempre la lógica del respeto, la paciencia y la misericordia. Sin embargo, nunca lleva a oscurecer las exigencias de verdad y caridad del Evangelio propuestas por la Iglesia, y nunca debe permitirse oscurecer el designio divino sobre el amor humano y el matrimonio en toda su belleza y grandeza” (n. 56).

Habitualmente, “el equipo de acompañantes que guía el camino puede estar formado por matrimonios ayudados por un sacerdote y otros expertos en pastoral familiar” (n. 21). La presencia de matrimonios no se debe solo a la escasez del clero, sino que responde a lo propio de la vocación conyugal como evangelizadora y a la connaturalidad con la forma de vida que quieren emprender los novios.

Además, se ha de tener en cuenta que “algunas temáticas complejas relativas a la sexualidad conyugal o a la apertura a la vida (por ejemplo, la paternidad responsable, la inseminación artificial, el diagnóstico prenatal y otras cuestiones bioéticas) tienen fuertes implicaciones éticas, relacionales y espirituales para los cónyuges, y requieren hoy en día una formación específica y una claridad de ideas” (n. 22). El documento recuerda también la “urgencia de una formación más adecuada de los sacerdotes, seminaristas y laicos (incluidos los matrimonios) en el ministerio de acompañamiento de los jóvenes al matrimonio” (n. 86).

6. Valorar situaciones y actitudes

También se han de considerar, distinguir y acompañar de modo adecuado y oportuno las diversas situaciones existenciales de los que se acercan al sacramento del matrimonio en nuestros días. El gran número de personas que viven más o menos alejadas de la fe y de la Iglesia reclama una propuesta solícita y oportuna: “La experiencia pastoral en gran parte del mundo muestra ahora la presencia constante y generalizada de nuevas solicitudes de preparación al matrimonio sacramental por parte de parejas que ya viven juntas, han celebrado un matrimonio civil y tienen hijos. Tales peticiones ya no pueden ser eludidas por la Iglesia, ni pueden ser aplanadas dentro de caminos trazados para quienes vienen de un camino mínimo de fe; más bien, requieren formas de acompañamiento personalizado” (n. 25).

Con frecuencia nos encontramos con “parejas que han preferido convivir juntas sin casarse, pero que, sin embargo, siguen abiertas al tema religioso y dispuestas a acercarse a la Iglesia. Con una mirada comprensiva, han de ser acogidas con calidez y sin legalismo, apreciando su deseo de familia” (n. 40). La acción pastoral adecuada no encorseta en esquemas teóricos, sino que se pone en el lugar vital -actitudes, disposiciones, situaciones, etc.- en que se encuentran las personas para ayudarlas con sabiduría humana y sobrenatural conforme a las etapas de sanación y de crecimiento en la conversión continua y en el ascenso hacia la plenitud humana que es la santidad.

7. Ritos significativos

El documento propone algunos ritos simbólicos o gestos cuasi litúrgicos de iniciación o culminación de las diversas etapas o fases de este proceso o camino formativo. “Entre los ritos a considerar, antes de llegar al rito matrimonial propiamente dicho, pueden estar: la entrega de la Biblia a los novios, la presentación a la comunidad, la bendición de los anillos de compromiso, la entrega de una oración de pareja que los acompañará en su camino. La conveniencia de esto se evaluará según la realidad eclesial local. Cada uno de estos ritos puede ir acompañado de un retiro” (n. 23).

Esta iniciativa se hace con mucha cautela, pues por un lado se ha de evitar crear expectativas excesivas, que fuercen la libertad de los candidatos, y por otro tampoco se debe caer en la confusión o identificación con los ritos propios del sacramento. Por ello, el texto insta a la “necesaria prudencia y una cuidadosa evaluación de cómo proponer estos ritos, según el contexto social en el que se actúe. En algunos casos, por ejemplo, puede ser preferible que estos ritos se celebren sólo dentro del grupo de parejas que sigue el itinerario, sin involucrar a las familias u otras personas. En otros casos, sin embargo, es preferible evitarlos por completo” (n. 26). Por tanto, estos ritos son sugerencias a tener en cuenta y a utilizar prudencialmente para aprovechar su estímulo para perseverar con ilusión en el camino formativo y soslayar posibles efectos contraproducentes.

8. Etapas. Preparación remota

Puesto que se tratar de acompañar el crecimiento interno, este proceso o camino articulado ha de tener en cuenta las diversas etapas del desarrollo formativo y de la maduración humana y cristiana. Por ello, el documento sugiere que “en una perspectiva pastoral a largo plazo, sería bueno que el itinerario propiamente catecumenal fuera precedido por una fase pre-catecumenal: esto coincidiría prácticamente con el largo tiempo de preparación remota al matrimonio, que comienza desde la infancia. La fase propiamente catecumenal consta de tres etapas distintas: la preparación próxima, la preparación inmediata y el acompañamiento de los primeros años de vida matrimonial” (n. 24).

En la educación familiar y eclesial para el amor verdadero durante la infancia y juventud, los objetivos de la preparación remota son: “a) educar a los niños en la estima de sí mismos y en la estima de los demás, en el conocimiento de la propia dignidad y en el respeto a de los demás; b) presentar a los niños la antropología cristiana y la perspectiva vocacional contenida en el bautismo que conducirá al matrimonio o a la vida consagrada; c) educar a los adolescentes en la afectividad y la sexualidad en vista de la futura llamada a un amor generoso, exclusivo y fiel (ya sea en el matrimonio, en el sacerdocio o en la vida consagrada); d) proponer a los jóvenes un camino de crecimiento humano y espiritual para superar la inmadurez, los miedos y las resistencias a abrirse a relaciones de amistad y de amor, no posesivas ni narcisistas, sino libres, generosas y oblativas” (n. 36).

9. Acogida: anuncio y maduración del proyecto conyugal

En la fase intermedia o de acogida de los candidatos al catecumenado matrimonial, “el estilo de relación y de acogida implementado por el equipo pastoral será determinante”; pues “es importante que el momento de la acogida se convierta en una proclamación del kerigma, para que el amor misericordioso de Cristo constituya el auténtico lugar espiritual en el que se acoge a la pareja” (n. 38).

Aquí el documento enfatiza algunos rasgos del estilo evangelizador que se ha de cuidar especialmente con los novios: “la pastoral conyugal debe tener siempre un tono alegre y kerigmático –vigoroso y al mismo tiempo proactivo-; el testimonio, la belleza y la fuerza motriz de las familias cristianas podrán acudir en ayuda de los pastores ante estos desafíos; el mismo sacramento del matrimonio debe ser objeto de un verdadero anuncio por parte de la Iglesia; la fidelidad, la unicidad, la definitividad, la fecundidad, la totalidad, son, al fin y al cabo, las dimensiones esenciales de todo vínculo de amor auténtico, comprendido, deseado y coherentemente vivido por un hombre y una mujer” (n. 39).

Se ha de ayudar a superar actitudes superficiales que -con frecuencia, de modo inconsciente e inculpable- tienen los que piden a la Iglesia el sacramento nupcial, pues “es importante que exista una voluntad interior de iniciar con el catecumenado matrimonial un camino de fe-conversión” (n. 42). En el discernimiento de la intención conyugal la doctrina de la Iglesia distingue entre la virtud de la fe en los candidatos y la voluntad de querer un verdadero matrimonio. “La presencia de una fe viva y explícita en las parejas es, obviamente, la situación ideal para llegar al matrimonio con una intención clara y consciente de celebrar un verdadero matrimonio. Sin embargo, una condición necesaria para el acceso al sacramento del matrimonio y su validez sigue siendo su intención de hacer lo que la Iglesia entiende realizar al celebrar el matrimonio entre bautizados” (n. 44).

De modo que “si rechazan explícita y formalmente lo que la Iglesia quiere realizar al celebrar el matrimonio, los novios no podrán ser admitidos a la celebración sacramental” (n. 45). Los pastores no pueden desentenderse de la formación y la conversión de las almas, pues tienen el grave deber de  “hacer aflorar las verdaderas intenciones de los novios para que ellos mismos tomen conciencia de ellas, a fin de evitar que la preparación y la celebración del matrimonio se reduzcan a actos puramente exteriores. Si, por el contrario, sin negar lo que quiere realizar la Iglesia, existe una disposición imperfecta por parte de los que se quieren casar, no debe excluirse su admisión a la celebración del sacramento” (n. 45).

En esta fase se ha de “aprovechar esta situación como un momento favorable para que redescubran su fe y la lleven a una mayor madurez, volviendo a las raíces de su bautismo, reavivando la semilla de vida divina que ya ha sido sembrada en ellos, e invitándoles a reflexionar sobre la elección del matrimonio sacramental como consolidación, santificación y realización plena de su amor” (n. 45). Así, con paciencia y celo, los pastores y demás encargados de esta tarea han de propiciar que surjan las condiciones interiores adecuadas para llegar a un matrimonio verdadero y preparado en las mejores condiciones posibles.

Sin embargo, con alguna frecuencia ocurrirá que ambas partes o “una de ellas se niega a seguir el camino catecumenal. En todos estos casos, corresponderá al presbítero valorar la mejor manera de proceder en la preparación al matrimonio” (n. 46), para asegurar no solo la validez del sacramento sino también que no se malogre y produzca frutos de vida cristiana.

10. Preparación próxima: itinerario vocacional de fe

En cuanto al tiempo principal del catecumenado, “en líneas generales, se sugiere que la preparación próxima dure aproximadamente un año, dependiendo de la experiencia previa de la pareja en materia de fe y participación eclesial. Una vez tomada la decisión de casarse se podría iniciar la preparación inmediata al matrimonio, de unos meses de duración, para configurarse como una verdadera y propia iniciación al sacramento nupcial” (n. 48).

Para conseguir este objetivo resulta necesario cambiar de modo drástico la mentalidad de los pastores y, después, del pueblo de Dios, de modo que todos tomen conciencia de que la preparación al matrimonio es algo serio e intenso, que no se debe quedar en el barniz superficial de un cursillo breve. Puede servir al respecto considerar la analogía con el rigor en la formación académica y en la capacitación profesional que resultan tan exigentes en nuestra época. Pues, de modo semejante a las destrezas técnicas, artísticas o deportivas, preparar sujetos virtuosos, realmente capaces para el verdadero amor esponsalicio, que han alcanzado la madurez de la libertad del don de sí, requiere un esfuerzo formativo de gran envergadura, intensidad y duración.

“El catecumenado matrimonial en esta etapa adquirirá el carácter de un verdadero itinerario de fe, durante el cual el mensaje cristiano será redescubierto y reproducido en su perenne novedad y frescura. Los candidatos al matrimonio también se iniciarán gradualmente en la oración cristiana” (n. 49). En este período, “se ayudará a las parejas a acercarse a la vida eclesial y a participar en ella. Con delicadeza y calor humano, se les invitará a participar en los momentos de oración, en la eucaristía dominical, en la confesión, en los retiros, pero también en los momentos de celebración y convivencia” (n. 50).

También “será fundamental preparar un itinerario de reflexión sobre los bienes propios del matrimonio, pudiendo así disponerse a acoger estas gracias y abrazar estos bienes como un don” (n. 51). “Será importante en esta etapa profundizar en todo lo que tiene que ver con la relación de pareja y la dinámica interpersonal que conlleva, con sus reglas, sus leyes de crecimiento, los elementos que la fortalecen y los que la debilitan” (n. 52). Para ello, hay que contar con los aportes de las ciencias humanas.

Asimismo, “deben ser debidamente explorados: la dinámica humana de la sexualidad conyugal, la concepción correcta de la paternidad-maternidad responsable, la educación de los hijos” (n. 53). Y, por último, se ha de “tomar conciencia de las posibles carencias psicológicas y/o afectivas, que pueden debilitar o incluso anular por completo el compromiso de entrega y de amor mutuo que los cónyuges se prometen. Pero pueden ser el estímulo para iniciar un proceso más serio de crecimiento que prepare para alcanzar una condición suficiente de libertad interior y madurez” (n. 54).

El objetivo específico de esta etapa central del catecumenado matrimonial es “finalizar el discernimiento de cada pareja sobre su vocación matrimonial. Esto puede llevar a la decisión libre, responsable y meditada de contraer matrimonio, o puede llevar a la decisión igualmente libre y meditada de terminar la relación y no casarse. Este discernimiento, que debe realizarse también en el marco del diálogo espiritual” (n. 55).

11. Aprender la castidad, aliada del amor

Uno de los temas centrales en esta etapa formativa ha de ser la comprensión adecuada y el aprendizaje vital de la virtud humana y cristiana de la castidad: “debe presentarse como una auténtica aliada del amor, no como su negación. Es, de hecho, la forma privilegiada de aprender a respetar la individualidad y la dignidad del otro, sin subordinarlo a los propios deseos. Tiene una importancia fundamental para orientar y alimentar el amor conyugal, preservándolo de cualquier manipulación. Enseña, en cualquier estado de la vida, a ser fiel a la verdad del propio amor.

Esto significará, para los novios, vivir la castidad en continencia y, una vez casados, vivir la intimidad conyugal con rectitud moral. La castidad facilita el conocimiento recíproco entre los novios, porque al evitar que la relación se fije en la instrumentalización física del otro, permite un diálogo más profundo, una manifestación más libre del corazón y el surgimiento de todos los aspectos de la propia personalidad –humanos y espirituales, intelectuales y afectivos– de manera que se permita un verdadero crecimiento en la relación, en la comunión personal, en el descubrimiento de la riqueza y de los límites del otro: y en esto consiste la verdadera finalidad del tiempo de noviazgo.

Son diversos y hermosos los valores y atenciones que enseña la virtud de la castidad: el respeto del otro, el cuidado de no someterlo nunca a los propios deseos, la paciencia y la delicadeza con el cónyuge en los momentos de dificultad, física y espiritual, la fortaleza y el autodominio necesarios en los momentos de ausencia o enfermedad de uno de los cónyuges, etc.” (n. 57).

12. Cuidar el fondo y la forma

En cuanto a la metodología de esta fase central, se ha de enfatizar que “es necesario que la transmisión de contenidos teóricos vaya acompañada de la propuesta de un camino espiritual que incluya experiencias de oración (personal, comunitaria y de pareja), celebración de los sacramentos, retiros espirituales, momentos de adoración eucarística, experiencias misioneras, actividades caritativas” (n. 58). Sin descuidar el tono testimonial de confianza sincera que posibilita la auténtica apertura y renovación interior.

En resumen, los objetivos de la preparación próxima son: “a) volver a proponer una catequesis de iniciación a la fe cristiana y un acercamiento a la vida de la Iglesia; b) experimentar una iniciación específica al sacramento del matrimonio y llegar a una clara conciencia de sus notas esenciales; c) profundizar en los temas vinculados a la relación de pareja y tomar conciencia de las propias carencias psicológicas y afectivas; d) completar una primera fase de discernimiento de la pareja sobre la vocación nupcial; e) continuar un camino espiritual con más decisión” (n. 63).

13. Preparación inmediata para el compromiso

En los meses que preceden a la celebración del matrimonio, tiene lugar la preparación inmediata de las nupcias. “Será oportuno recordar los contenidos principales del camino de preparación seguido hasta ahora: se insistirá en las condiciones indispensables de libertad y de plena conciencia de los compromisos asumidos con la elección que se va a hacer, ligada a las características esenciales del matrimonio” (n. 65).

Los objetivos de la preparación a las puertas de la celebración del sacramento, son: “a) recordar los aspectos doctrinales, morales y espirituales del matrimonio; b) vivir experiencias espirituales de encuentro con el Señor; c) prepararse para una participación consciente y fructífera en la liturgia nupcial” (n. 73).

14. Suplir carencias y animar a la inserción eclesial

Aunque este itinerario presenta el marco formativo ideal y completo, sin embargo, de modo realista, se constata que es frecuente y habitual “que algunos matrimonios se inserten sólo ahora en el itinerario catecumenal y que la preparación inmediata sea la única posibilidad concreta para que reciban un mínimo de formación en vista de la celebración del sacramento del matrimonio. Para ellos, sería oportuno concertar algunos encuentros personalizados con el equipo de pastoral de preparación al matrimonio, para hacerles sentir el cuidado y la atención, para profundizar juntos en algunos aspectos más personales de la elección del matrimonio, según la situación de la pareja, y para establecer una relación de confianza, cordialidad y amistad con los acompañantes” (n. 65).

Se trata de suplir con caridad las carencias, pero sin considerar que esta situación excepcional, por muy generalizada que se encuentre, sea lo normal o lo bueno. Con paciencia y prudencia, los pastores y demás miembros de la comunidad cristiana deben procurar la  inserción en la vida de la Iglesia a los que se encuentran alejados e invitar a todos a participar en los procesos de formación adecuada en la fe.

Por lo demás, en esta fase se ha de “volver a poner siempre en el centro el encuentro con el Señor como fuente de toda la vida cristiana. En efecto, siempre es necesario superar la mera visión sociológica del matrimonio para hacer comprender a los cónyuges el misterio de la gracia que está implícito en él” (n. 66). En esta última etapa previa a la celebración del matrimonio “será útil reformular el anuncio kerigmático de la redención de Cristo que nos salva de la realidad del pecado, que siempre se cierne sobre la vida humana”; así como “recurrir al perdón de Dios que, en el sacramento de la reconciliación, otorga su amor con más fuerza que cualquier pecado” (n. 67).

15. Catequesis litúrgica

La celebración del sacramento contiene una riqueza divina trascendente, que no debe ser reducida a algunos aspectos meramente humanos como el social, el festivo o el sentimental. Es competencia de los ministros sagrados y de los demás catequistas abrir las mentes de los contrayentes a estas dimensiones sacramentales y misioneras -trascendentes y fascinantes- que quizás apenas vislumbran. “Las parejas deben ser iluminadas sobre el extraordinario valor de signo sacramental que va a adquirir su vida conyugal: con el rito nupcial, se convertirán en un sacramento permanente de Cristo que ama a la Iglesia. Los cónyuges cristianos están llamados a convertirse en iconos vivos de Cristo esposo. Es el mismo modo de vivir y relacionarse de los cónyuges el que debe hacer presente al mundo el amor generoso y total con el que Cristo ama a la Iglesia y a toda la humanidad. Pues éste es el extraordinario testimonio que tantos cónyuges cristianos dan al mundo: su capacidad de entrega recíproca y entrega a los hijos, su capacidad de fidelidad, de paciencia, de perdón y de compasión son tales que hacen entrever que a la base de su relación hay una fuente sobrenatural, un algo más, inexplicable en términos humanos, que alimenta incesantemente su amor” (n. 68).

En todo el proceso de preparación al matrimonio cristiano y, después, en la vida del mismo, se ha de contar con la ayuda divina poderosa y decisiva: “La conciencia de una nueva efusión del Espíritu Santo durante el rito nupcial, que, insertándose en el dinamismo de la gracia iniciado en el bautismo, da una nueva connotación a la caridad divina infundida en nosotros desde el mismo bautismo y que adquiere ahora los rasgos de la caridad conyugal. Resulta muy oportuno invocar a los santos/beatos casados de nuestro tiempo, que ya han vivido la experiencia de ser esposos y esposas, padres y madres, y también a los santos intercesores, para realzar la dignidad del estado de vida matrimonial en la comunidad eclesial y ayudarles a comprender la belleza y la fuerza de este sacramento en la economía de la salvación” (n. 69).

16. Retiro y confesión previos

El documento insiste en una propuesta muy adecuada: “unos días antes del matrimonio, un retiro espiritual de uno o dos días será muy beneficioso. Aunque esto puede parecer poco realista, dados los numerosos compromisos debidos a la planificación de la boda, hay que decir que es precisamente el ajetreo de las muchas tareas prácticas relacionadas con la próxima celebración lo que puede distraer a los novios de lo que más importa: la celebración del sacramento y el encuentro con el Señor que viene a habitar su amor humano llenándolo de su amor divino. En el caso de que un verdadero retiro fuese imposible, podría servir de alternativa un tiempo de oración más corto (por ejemplo, un encuentro vespertino, como una vigilia de oración)” (n. 70). “Hacer participar a los padres, a los testigos y a los familiares más cercanos en un momento de oración antes de la boda, puede resultar una oportunidad muy hermosa para todos” (n. 72).

Añade otro elemento imprescindible: acudir al sacramento de la penitencia para recibir la gracia del matrimonio del mejor modo posible, limpios de pecado grave y purificados también de las faltas leves. “En el período previo a la boda –en el contexto del mencionado retiro espiritual o vigilia de oración o incluso en otro contexto– la celebración del sacramento de la reconciliación es de gran importancia” (n. 71). Así podrán recibir dignamente la sagrada comunión -fuente de todas las bendiciones divinas y presencia de la alianza nupcial de Cristo- en la celebración de la boda.

17. Pastoral de los recién casados

La tercera etapa de este proceso se refiere a los primeros años de la vida matrimonial. En efecto, “el itinerario catecumenal no termina con la celebración del matrimonio. De hecho, más que como un acto aislado, debe considerarse como la entrada en un estado permanente, que requiere por tanto una formación permanente específica, hecha de reflexión, diálogo y ayuda de la Iglesia. Para ello, es necesario acompañar al menos los primeros años de vida matrimonial y no dejar a los recién casados en la soledad” (n. 74).

No es bueno que el matrimonio esté solo, podemos decir remedando la afirmación del Señor en el relato de la creación de la mujer. “Los recién casados deben ser conscientes de que la celebración del matrimonio es el inicio de un camino, y que la pareja es todavía un proyecto abierto, no una obra terminada” (n. 75). Para ello, “se propondrá a las parejas la continuación del itinerario catecumenal, con encuentros periódicos” (n. 76). En nuestra sociedad, con una mentalidad tan contraria a la verdadera antropología matrimonial, resulta muy necesario que los matrimonios encuentren la compañía de la comunidad cristiana que refuerce y sostenga las motivaciones de su camino.

Muchas veces ocurre que la atención de los matrimonios jóvenes se centra en la necesidad de ganar dinero y en los hijos, descuidando el empeño en la calidad de su relación mutua y olvidando la presencia de Dios en su amor. “Merece la pena ayudar a los matrimonios jóvenes a saber encontrar tiempo para profundizar en su amistad y acoger la gracia de Dios” (n. 77).

18. Vivir el don

El documento recuerda cómo se debe desplegar el significado del sacramento en toda su belleza: “este es un momento oportuno para una verdadera mistagogía matrimonial, es decir, una introducción al misterio. Repasando los distintos momentos del rito nupcial, se podría profundizar en su rico significado simbólico y espiritual y en sus consecuencias concretas en la vida matrimonial: el consentimiento intercambiado (la voluntad de unirse, y no un sentimiento pasajero, en la base del matrimonio, una voluntad que debe fortalecerse siempre); la bendición de los signos que recuerdan el matrimonio, por ejemplo los anillos (la promesa de fidelidad que debe renovarse siempre); la bendición solemne de los cónyuges (la gracia de Dios que desciende sobre la relación humana, la asume y la santifica, a la que hay que estar siempre abiertos); el recuerdo del matrimonio en el seno de la oración eucarística (sumergir siempre el amor conyugal en el misterio pascual de Cristo para revigorizarlo y hacerlo cada vez más profundo)” (n. 77).

En definitiva, con la catequesis matrimonial mistagógica, al igual que con la catequesis bautismal, la invitación que se hace es: ¡Convertíos en lo que sois! Ahora sois un matrimonio, por lo tanto, ¡vivid cada vez más como un matrimonio! El Señor ha bendecido y colmado vuestra unión con la gracia, así que ¡haced fructificar esa gracia!

19. Nuevos temas e intereses

Desde el principio de la vida matrimonial, es importante recibir una ayuda concreta para vivir la relación interpersonal con serenidad. Son muchas las cosas nuevas que hay que aprender: “aceptar la diversidad del otro que se manifiesta de inmediato; no tener expectativas irreales de la vida en común y considerarla como un camino de crecimiento; gestionar los conflictos que inevitablemente surgen; conocer las diferentes etapas por las que pasa toda relación de amor; dialogar para buscar un equilibrio entre las necesidades personales y las de la pareja y la familia; adquirir hábitos cotidianos saludables; establecer una relación adecuada con las familias de origen desde el principio; empezar a cultivar una espiritualidad conyugal compartida (n. 78).

Hay muchos aspectos de la vida conyugal y familiar que pueden ser objeto de diálogo y catequesis en estos años. “Es fundamental, por ejemplo, ilustrar a las parejas sobre el delicado tema de la sexualidad dentro del matrimonio y las cuestiones relacionadas, es decir, la transmisión de la vida y la regulación de los nacimientos, y sobre otras cuestiones morales y bioéticas. Otro ámbito que no debe olvidarse es el de la educación humana y cristiana de los hijos, que constituye una grave responsabilidad para los padres, y respecto a la cual los matrimonios deben ser sensibilizados y convenientemente formados” (n. 79). Para los diversos temas de la vida conyugal y familiar, la enseñanza de la Iglesia pone a disposición de los cónyuges un tesoro de sabiduría.

Estos primeros años del matrimonio suponen una “fase de aprendizaje en la que la cercanía y las sugerencias concretas de los matrimonios ya maduros, que comparten con los más jóvenes lo que han aprendido por el camino, serán de gran ayuda” (n. 80).

20. Pastoral del vínculo y recursos variados

La pastoral matrimonial será ante todo “una pastoral del vínculo: ayudará a las parejas, cada vez que se enfrenten a nuevas dificultades, a tener en el corazón, por encima de todo, la defensa y la consolidación de la unión matrimonial, por su propio bien y por el de sus hijos” (n. 81). “Es esencial centrar el camino de la pareja en el encuentro con Cristo: la pareja necesita encontrarse continuamente con Cristo y alimentarse de su presencia” (n. 82). Él es el modelo, la fuente y el sostén de la fidelidad prometida: sólo con su gracia, en la comunión eclesial, puede afianzarse la comunión del nosotros conyugal.

La atención constante y permanente de la Iglesia hacia los matrimonios puede llevarse a cabo a través de diversos medios pastorales:  “la escucha de la Palabra de Dios; los encuentros de reflexión sobre temas de actualidad relativos a la vida conyugal y familiar; la participación de los matrimonios en las celebraciones litúrgicas especialmente diseñadas para ellos; los retiros espirituales periódicos para los matrimonios; la adoración eucarística organizada para los cónyuges; la conversación y el acompañamiento espiritual; la participación en grupos familiares para poner en común experiencias con otras familias; la participación en actividades caritativas y misioneras. Pues los esposos necesitan desarrollar una verdadera espiritualidad conyugal que alimente y sostenga el camino específico de santidad que recorren en la vida matrimonial” (n. 83).

Esta espiritualidad incluye la co-vocación conyugal, la vida y el compromiso de santidad laical, así como la evangelización de la cultura familiar. A medida que la identidad conyugal se desarrolla, “el sentido de la misión, que fluye del sacramento, puede crecer. Es oportuno invitar a los matrimonios a implicarse en la pastoral familiar ordinaria de sus parroquias o de otras realidades eclesiales” (n. 84).

En síntesis, los objetivos del acompañamiento en los primeros años de vida matrimonial son: “a) presentar, en una catequesis matrimonial mistagógica, las consecuencias espirituales y existenciales del sacramento celebrado en la vida concreta; b) ayudar a las parejas, desde el principio, a establecer la relación interpersonal de forma correcta; c) profundizar en los temas de la sexualidad en la vida matrimonial, la transmisión de la vida y la educación de los hijos; d) infundir en los matrimonios la firme voluntad de defender el vínculo matrimonial en cualquier situación de crisis que se presente; e) proponer el encuentro con Cristo como fuente indispensable de renovación de la gracia matrimonial y adquirir una espiritualidad conyugal; f) recordar el sentido de la misión específica de los matrimonios cristianos” (n. 85).

21. Acompañar en situaciones matrimoniales difíciles

Por último, se considera el acompañamiento eclesial a los matrimonios en situaciones de crisis. “En la historia de todo matrimonio puede haber momentos en los que la comunión conyugal disminuye y los cónyuges se encuentran con periodos, a veces largos, de sufrimiento, fatiga e incomprensión, pasando por verdaderas crisis conyugales. Forman parte de la historia de las familias: son fases que, si se superan, pueden ayudar a la pareja a ser feliz de una manera nueva, a partir de las posibilidades que abre una nueva etapa, haciendo que madure aún más el vino de la unión. Sin embargo, para evitar que la situación de crisis se agrave hasta convertirse en irremediable, es aconsejable que la parroquia o la comunidad disponga de un servicio pastoral de acompañamiento de las parejas en crisis” (n. 87). Los centros de orientación familiar (COF) diocesanos constituyen una referencia clave al respecto.

En efecto, la experiencia demuestra que en situaciones difíciles o críticas la mayoría de las personas no acude al acompañamiento pastoral, pues quizás “ya que no lo siente comprensivo, cercano, realista, encarnado”. Por ello, “conviene que –además del pastor– sean los cónyuges, especialmente los que han vivido una crisis después de haberla superado, los que se conviertan en acompañantes de las parejas en dificultad o ya divididas” (n. 88). “Se trata de garantizar un acompañamiento no sólo psicológico, sino también espiritual, para recuperar, con un camino mistagógico gradual y personalizado y con los sacramentos, el significado profundo del vínculo y la conciencia de la presencia de Cristo entre los cónyuges” (n. 90). Estos tutores o mentores de los matrimonios pueden suponer una ayuda decisiva para salvar y santificar especialmente a aquellos que pasan por dificultades.

Se constata que, por desgracia, “hay situaciones en las que la separación es inevitable. En estos casos, un discernimiento particular es indispensable para acompañar pastoralmente a los separados, los divorciados, los abandonados. Hay que acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge. El perdón por la injusticia sufrida no es fácil, pero es un camino que la gracia hace posible. De aquí la necesidad de una pastoral de la reconciliación y de la mediación, a través de centros de escucha especializados que habría que establecer en las diócesis” (n. 93).

Se considera que “hay que alentar a las personas divorciadas que no se han vuelto a casar –que a menudo son testigos de la fidelidad matrimonial– a encontrar en la eucaristía el alimento que las sostenga en su estado. La comunidad local y los pastores deben acompañar a estas personas con solicitud, sobre todo cuando hay hijos o su situación de pobreza es grave”. (n. 94).

22. Construir la familia sobre roca

En la Conclusión se recuerda que este documento responde al profundo “deseo de ofrecer a las parejas una mejor y más profunda preparación al matrimonio, mediante un itinerario suficientemente amplio, inspirado en el catecumenado bautismal, que les permita recibir una adecuada formación para la vida conyugal cristiana, a partir de una experiencia de fe y de un encuentro con Jesús; que no se limite, por tanto, a unos pocos encuentros próximos a la celebración, sino que les permita percibir el carácter casi permanente de la pastoral de la vida conyugal que la Iglesia pretende llevar a cabo”. Toda la comunidad eclesial ha de implicarse en la misión de acompañar a las parejas. En las tareas de formación y actualización se ha de trabajar con sentido de complementariedad y corresponsabilidad.

En este camino de formación integral de ha de emplear “no sólo el método de la catequesis, sino también el diálogo con las parejas, los encuentros individuales, los momentos litúrgicos de oración y celebración de los sacramentos, los ritos, los retiros y la interacción con toda la comunidad eclesial”. A lo largo de este proceso se ha de tener en cuenta el carácter kerigmático de la propuesta cristiana, es decir, su fuerza, belleza y novedad. El “sacramento del matrimonio se presenta como una buena noticia, es decir, como un don de Dios a las parejas que desean vivir plenamente su amor”. Evitando dicotomías, “se mantienen siempre unidos el camino del crecimiento humano y el proceso del crecimiento espiritual”.

La formación de los matrimonios cristianos ha de “inscribirse en la realidad concreta de hoy en día y no ha de temer abordar temas y cuestiones que representan desafíos sociales y culturales”, incluyendo la “formación de la conciencia moral personal y a la formulación de un proyecto de vida familiar”.

El acompañamiento pastoral ha de ser personalizado, basado sobre todo en el testimonio de los acompañantes y de otros matrimonios implicados en el camino. Se trata de conducir en cada caso a un serio discernimiento personal y de pareja, para que la celebración del matrimonio y la vida conyugal sean el fruto de una decisión consciente, libre y alegremente asumida. A la vez que prepara a las parejas para el sacramento del matrimonio, las inicia en la vida eclesial y las ayuda a encontrar en la Iglesia el lugar donde alimentar el vínculo matrimonial y donde seguir creciendo a lo largo de la vida en su vocación y servicio a los demás, desarrollando así plenamente su identidad esponsal y su misión eclesial. Además, hay que prestar especial atención al acompañamiento de las parejas casadas en crisis.

Al ofrecer a las nuevas generaciones itinerarios de crecimiento catecumenal con vistas al matrimonio, se responde a una de las necesidades más urgentes de la sociedad en nuestros días: acompañar a los jóvenes hacia la plena realización de lo que sigue siendo uno de sus mayores “sueños” y una de las principales metas que se proponen alcanzar en la vida, que consiste en establecer una relación sólida con la persona amada y construir sobre la base del sacramento un matrimonio santo y evangelizador.

Autor: José Miguel Granados. 

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