Madre e hija son santas de la Iglesia, ¿las conoces?



Han existido mujeres santas que se han distinguido por su papel como madres. Santa Mónica, la madre de san Agustín, es un ejemplo de ello, pero santa Brígida de Suecia es un caso excepcional porque ella y su hija, santa Catalina de Suecia caminaron juntas hacia la santidad.

Santa Brígida de Suecia (1303-1339) es originaria de la ciudad de Vadstena. Fue una teóloga y mística que, a través de sus padres y su esposo, estuvo en contacto con los altos círculos de la política. Ella fundó la Orden del Santísimo Salvador con la Regla de San Agustín, que más tarde se llamó Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida. 

Además, apoyó de manera incondicional a Catalina (1331 o 32-1358), su cuarta hija, quien se casó a los 12 años con el caballero Egard von Kyren, un hombre devoto con quien vivió en castidad y con quien peregrinó a Santiago Compostela.

La hija, Catalina Ulfsdotter, es ahora conocida como Santa Catalina de Suecia y desde el principio estuvo muy relacionada con la congregación religiosa que fundó su madre Brígida.

Cuando Catalina asistió al Jubileo de 1350 en Roma, recibió la noticia de la muerte de su marido, ante ello decidió permanecer con su madre en Roma y llevar una vida de oración. Pudo peregrinar a Asís y a Tierra Santa.

Madre e hija presentaron al Papa las Reglas de la agrupación monástica, a las cuales hizo algunas modificaciones. Fue un gran logro para ambas porque había una prohibición para el surgimiento de nuevas agrupaciones religiosas, por la inestabilidad política que prevalecía en Roma. 

A la muerte de Brígida el 23 de julio de 1373, Catalina llevó los restos mortales de su madre a Suecia para sepultarla en el convento de Vadstena, donde a su vez ella ingresó y se convirtió en su primera abadesa. 

En el verano de 1375 Catalina regresó a Roma para dar información durante el proceso de canonización de su madre, y consiguió la aprobación canónica de las reglas de la orden el 3 de diciembre de 1378 por Gregorio XI y luego por Urbano VI.

En 1380 volvió a Suecia y el obispo le entregó de manera formal la dirección de la nueva agrupación que pronto se expandido por el mundo. Ella falleció el 24 de marzo de 1381.  Santa Catalina de Suecia y Santa Brígida, son un caso excepcional en donde madre e hija se encuentran en los altares.

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