El origen del viernes 13 y otras supersticiones

 



Muchas personas se dejan llevar por supersticiones, que básicamente consisten en creer o practicar cosas que no tienen una base o fundamento, sino el temor o la ignorancia. Podría pensarse que conforme la humanidad avanza en el conocimiento de las cosas, tendrían que ir desapareciendo los elementos supersticiosos, pero, curiosamente, no es así. Veamos algunos casos.

El numero 13

¿Cuál es la razón para que el número 13 sea causa de mala suerte o buena suerte? ¡Ninguna! Algunos dicen que tiene su origen en los Vikingos y Normandos, quienes contaban una historia en la que había 12 dioses en un banquete al que llegó el dios malo, llamado Loki, y causó malestar a todos.

Otros opinan que la creencia comenzó con el cristianismo y la Última Cena en la que había trece personas: Jesucristo y los doce apóstoles. Como después de la cena vino la traición y por lo tanto la muerte de Cristo, el número 13 se relacionó con algo terrible. Otros más inventan que Cristo fue crucificado un viernes 13 y no falta quien afirma que la caída del Gran Imperio Romano ocurrió un martes 13. Como podemos ver, no hay sustento verdadero para creer que se trate de un día especial.

Los números

Los números fueron inventados por el hombre y no al revés. El hombre mismo también creó los calendarios y la forma de medir el tiempo. Sin embargo, hay personas que -sin razón alguna- dan un carácter mágico a determinados números o fechas. Por ejemplo, algunos piensan que la última noche del año es mágica, por lo que realizan (muchas veces sin saber por qué lo hacen ni de donde provienen) ciertos rituales con la finalidad de que el año nuevo traiga lo mejor. Siempre y sencillamente, no hay ningún fundamento que sustente este tipo de actos.

También hay personas que se dicen “numerólogas” y que se dedican a inventar un sinfin de teorías sin sustento verdadero. La mayoría de ellas no tienen estudios profesionales, pero se dicen expertas en sustraer los secretos a los números. Se atreven a decir que sumando los números de la fecha del nacimiento o de la casa en donde vivimos, se puede conocer la suerte o el futuro de una persona. ¿Puede haber algo tan absurdo? La cuestión de los números es algo tan relativo que incluso dos gemelos pueden nacer el mismo día, ser totalmente distintos y tener una vida completamente diferente.

Estornudos y bostezos

Aquí hay una superstición que casi todos practicamos sin darnos cuenta. Cuando alguien estornuda, le decimos: “¡Salud!” o “¡Jesús te ayude!”. Podría parecer un buen deseo para que la gente no se enferme, pero ¿por qué entonces no decimos lo mismo cuando alguien tose? El origen de esta superstición es la siguiente: antiguamente se creía que el espíritu residía en la cabeza y, por lo tanto, la gente pensaba que al estornudar se podía salir y causar la muerte.

También se creía que los espíritus malos acechaban a la persona, tratando de introducirse por su boca durante el bostezo. Por esa razón se comenzó a utilizar el pañuelo. Esta antigua costumbre ha cambiado su sentido y actualmente se considera parte de las buenas costumbres.

Rompiendo espejos


Seguramente conoces a alguna persona que se espanta cuando rompe algún espejo aunque la acción sea involuntaria o accidental. Alguien inventó que eso trae a la persona siete años de mala suerte. ¿Qué tiene que ver un espejo con la vida de alguien?

Esta creencia se remonta a varios miles de años atrás cuando se creía que lo que le sucedía a la imagen de una persona le ocurría también a la persona misma. Lo de los siete años se mezcló después. Pero, ¿por qué no seis meses o 48 días? ¿Por qué no 30 segundos o cinco horas? No hay ningún fundamento para contestar a estas preguntas.

Otras supersticiones

Hay quienes creen que un “huesito” de pollo en forma de “V” concede un deseo a quien, al romperlo, le toca la mayor parte del hueso; también hay quienes dicen que la comezón en la palma de la mano anuncia dinero próximo; otros aseguran que cuando una persona se golpea el codo accidentalmente tiene que evitar sobarse para que eso le traiga buena fortuna. Y seguramente conoces el dicho: “Novia mojada, novia afortunada”.

Es absurdo pensar que el hueso de un pollo, la comezón en una mano o el golpe en un codo puedan traer cosas buenas. Y si todas las novias tuvieran que mojarse para ser felices, tendríamos que derramar agua sobre ellas. Por cierto, que el arroz sobre los novios es otra superstición para que no les falte alimento ni fecundidad.

Sobre los malos agüeros tenemos algunos ejemplos: se dice que cuando alguien se levanta con el pie izquierdo provoca su mala suerte. Imagínese a una persona coja que sólo tenga el pie izquierdo ¡Estaría maldita para toda la vida! Para algunos ver a un gato negro cruzar su camino es señal de mala suerte. ¿Qué podría pensar una persona en cuya casa vivan varios gatos negros? De estos malos agüeros, el que podría tener algún fundamento es el de no pasar por debajo de una escalera, porque podría caernos algo de encima. Pero si la escalera está segura y no hay ningún peligro, no habría razón para no pasar por debajo de ella.

¡No caigamos en supersticiones!

No participar en las llamadas “cadenas”.

No usar las imágenes de los santos como si fueran objetos mágicos.

No realizar “limpias” con velas o veladoras.

No mezclar imágenes religiosas con ojos de venado, colorines o patas de conejo.

No poner en la entrada de tu casa imágenes católicas mezcladas con pirámides, buditas o coronas de ajos.

No buscar el futuro en la lectura del Tarot ni en ningún tipo de adivinación.

No usar el rosario como objeto mágico, como amuleto ni como adorno.

Como católicos, debemos de estar atentos a no caer en la superstición y vivir de acuerdo a nuestra fe.

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