3 formas de responder a quien no cree que la hostia es Cuerpo de Cristo




Según encuesta realizada en EUA, el 70% de los católicos no cree que Jesucristo está realmente Presente en la Hostia Consagrada

Según encuesta realizada en EUA, ¡el 70% de los católicos no cree que Jesucristo está realmente Presente en la Hostia Consagrada! ¡Qué pena! ¡Ignoran una verdad fundamental!

Para que no nos pase igual, conviene refutar las 3 razones que suelen dar para justificar su falta de fe en la Eucaristía.

1. Dicen que los sentidos mandan: que si parece pan es pan, y si parece vino, es vino

Cabe responder que en la Biblia hay muchos ejemplos de que lo que se ve no siempre es lo que parece, por ejemplo visitantes que en realidad eran ángeles, y qué decir del propio Jesús, que siendo Dios, era considerado sólo el hijo del carpintero.

Explicaba santo Tomás de Aquino, que el pan y el vino mantienen su aspecto, pero su esencia, su sustancia ha cambiado y se ha convertido en Cuerpo y Sangre de Cristo.

Es significativo que San Pablo advierta que quien comulgue sin creer que recibe el Cuerpo de Cristo, comulga su propia condenación, e incluso afirma que por eso muchos han muerto (ver 1Cor 11, 27-31). Si sólo fuera pan y vino, o galletas y jugo de uva, no se justificaría la fuerte advertencia de San Pablo. ¿Por qué alguien se condenaría o moriría por comer galletas y jugo? ¡Ah! pero se trata del Cuerpo de Cristo, y faltarle al respeto tiene ¡graves consecuencias! Por eso a políticos pro-aborto les niegan la Comunión: para impedirles cometer el sacrilegio de comulgar estando en pecado mortal.

2. Dicen que Jesús usaba símbolos al hablar de Sí Mismo, así que la Eucaristía es un símbolo

Es cierto que Jesús usaba comparaciones, pero a quienes le oían les quedaba claro que hablaba en sentido figurado, metafórico. En cambio, cuando anunció que les daría a comer Su Carne y a beber Su Sangre captaron que no era simbólico. Y se horrorizaron. Y muchos decidieron ya no seguirlo. Y Jesús, que siempre aclaraba todo a quien le entendía mal, los dejó ir sin aclararles nada porque no había nada que aclarar. Más aún, siguió insistiendo en el tema, y cuando dijo que debían comer Su Carne, usó una palabra que significa masticar con fruición (ver Jn 6, 51-60)


3. Que no tiene lógica, no es posible que Dios se convierta en un pedacito de pan.

Dios no se rige por nuestra limitada lógica humana. Si así fuera no se hubiera encarnado ni hubiera dado la vida por nosotros. Pero no se guía por nuestros criterios (ver Is 55, 8-9), y no hay nada imposible para Él (ver Lc 1, 37).

En la Última Cena, Jesús tomó en Sus manos el pan y dijo: “Esto es Mi Cuerpo”, y del vino dijo: “Ésta es Mi Sangre” (ver Lc 22, 19-20), y eso bastó para que se convirtieran en Su Cuerpo y Su Sangre. Lo dijo Aquel del que siempre se ha cumplido al instante lo que dice, sea crear el mundo, sanar a un incurable, calmar una tempestad o revivir a un muerto. Y dijo claramente: “Esto es”. No dijo: ‘es como si fuera’, o ‘parece’, o ‘es un símbolo’. Y como Jesús concedió a Sus discípulos y a sus sucesores, hacerlo Presente en la Eucaristía, desde entonces, en cada Misa, cada Hostia que se consagra, es Cristo.

Así cumplió Su promesa de quedarse con nosotros hasta el fin del mundo (ver Mt 28,20).

Vienen a la mente los milagros eucarísticos: Hostias que sangraron, fueron analizadas rigurosamente y se descubrió que eran tejido cardíaco, vivo y de alguien que antes de morir sufrió terriblemente. El beato Carlo Acutis los investigó (ver: www.carloacutis.com).

Hay quien piensa que las iglesias católicas son aburridas porque al frente no hay, como en los templos de otros grupos religiosos, un escenario donde un conjunto tocará música ‘movida’ y el pastor predicará a voz en cuello. Ignoran que tenemos algo infinitamente mejor: el altar en el que participaremos del banquete y ¡a Cristo que se nos dará en alimento! Podemos contemplarlo, adorarlo, estar con Él y recibirlo, ¡entablar la relación más íntima y personal con Él! ¡Es un milagro extraordinario!, ¡es, en la tierra, lo más parecido al Cielo!

El jueves en que la Iglesia celebra la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, oremos para que ¡nadie siga perdiéndoselo!

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