Magistral enseñanza de un sacerdote sobre los peligros de la "ideología de género".


Queridos hermanos, hoy quiero hablar con ustedes sobre un tema que es de gran importancia para nuestra fe católica y que está teniendo un impacto cada vez mayor en nuestra sociedad. Estoy hablando de la ideología de género, una corriente de pensamiento que busca desafiar y deconstruir la naturaleza divina de la identidad sexual y la complementariedad de los sexos.

La ideología de género sostiene que el género es una construcción social y cultural, y no una realidad biológica y espiritual que se nos da desde la concepción. Esto significa que según esta ideología, no hay hombres y mujeres en el sentido tradicional de la palabra, sino que cada persona tiene la libertad de elegir su propia identidad de género, y que esta identidad puede ser fluida y cambiante a lo largo de la vida.

Esta ideología se presenta como una forma de luchar contra la discriminación y el prejuicio, pero en realidad es una grave amenaza para la dignidad humana y la verdad divina. En primer lugar, la ideología de género niega la realidad de la creación divina, que nos ha dado a los seres humanos como hombres y mujeres, complementarios y llamados a colaborar en la obra de la creación y la redención.

Como católicos, sabemos que la creación de Dios es buena, y que somos hechos a su imagen y semejanza, como se nos dice en el Génesis. Esto significa que nuestro sexo es parte integral de nuestra identidad, y que está destinado a ser un signo y un instrumento de nuestra llamada a amar y servir a los demás. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, "Dios crea el ser humano varón y mujer; la vocación al amor está inscrita en la naturaleza misma del hombre y de la mujer" (n. 1604).

En segundo lugar, la ideología de género lleva a una confusión y distorsión de la identidad sexual y la sexualidad humana, y a una pérdida de la comprensión del significado y la belleza del matrimonio y la familia. En lugar de aceptar y celebrar la diferencia sexual, la ideología de género busca borrarla y hacer que todos seamos iguales.

Pero esta igualdad no es verdadera, ya que la diferencia sexual no es una mera construcción social, sino una realidad biológica y espiritual que tiene una gran importancia para la vocación y el destino de cada persona. Como se nos dice en la Carta a los Efesios, "Por eso deja el hombre a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y se hacen una sola carne" (Ef 5,31). Esta unión de hombre y mujer en el matrimonio es un reflejo de la unión de Cristo y su Iglesia, y es un signo visible de la gracia divina y del amor fiel y generoso que Dios nos tiene.

En tercer lugar, la ideología de género lleva a una confusión y distorsión de la sexualidad humana, que se convierte en un instrumento de autodeterminación y satisfacción personal, en lugar de un acto de amor y donación mutua. Esta confusión y distorsión puede llevar a una mentalidad de desprecio y explotación del cuerpo humano, que es un templo del Espíritu Santo. Como nos recuerda San Pablo en su Carta a los Corintios, "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que, por tanto, ya no os pertenecéis?" (1 Cor 6,19).

Por lo tanto, debemos rechazar la ideología de género y afirmar la verdad de la creación divina, la complementariedad de los sexos y la dignidad de la persona humana. Debemos respetar y valorar la diferencia sexual, y afirmar la belleza y el valor del matrimonio y la familia. Debemos promover una verdadera educación sexual, basada en la verdad y la responsabilidad, y no en la satisfacción egoísta y la promiscuidad.

En este sentido, es importante que recordemos lo que nos dice la Sagrada Escritura acerca de la complementariedad de los sexos y la dignidad humana. En el Génesis, leemos que "Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios; los creó hombre y mujer" (Gn 1,27). Esto significa que la diferencia sexual es parte de la creación divina, y que ambos sexos tienen la misma dignidad y el mismo valor ante los ojos de Dios.

Además, en el Evangelio según San Mateo, Jesús nos recuerda la importancia del matrimonio y la unión de hombre y mujer: "Así que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" (Mt 19,6). Esta unión de hombre y mujer en el matrimonio es un reflejo del amor y la unidad que Dios desea para su pueblo, y es un signo del amor fiel y generoso que Dios tiene por cada uno de nosotros.

También el Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una reflexión profunda acerca de la dignidad humana y la complementariedad de los sexos. En el numeral 2333, nos dice que "La igualdad de los varones y las mujeres se funda en su dignidad personal y en la vocación que les viene de Dios". Esto significa que la diferencia sexual no debe ser vista como una fuente de discriminación o desigualdad, sino como una fuente de complementariedad y colaboración en la obra de Dios.

En conclusión, queridos hermanos y hermanas, la ideología de género es una amenaza para la dignidad humana y la verdad divina, y debemos rechazarla y afirmar la verdad de la creación divina, la complementariedad de los sexos y la dignidad de la persona humana. Debemos promover una educación sexual verdadera y responsable, y respetar y valorar la diferencia sexual, y afirmar la belleza y el valor del matrimonio y la familia. Que Dios nos dé la gracia de vivir de acuerdo a su voluntad, y de ser verdaderos testigos de su amor y su verdad en el mundo. Amén.

Autor: Padre Ignacio Andrade. 

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