Juana de Leeds: la monja que fingió su propia muerte para escapar del convento




Era 1318 cuando escapó del convento de Saint Clemens, en la ciudad inglesa de York. Juana de Leeds, o Joan de Leeds en su nombre original, era monja, o lo fue hasta que se cansó de serlo. Entonces, fingió su propia muerte creando un maniquí "a semejanza de su cuerpo" y colocándolo entre cadáveres reales antes de huir. El relato de esta mujer ha permanecido olvidado durante siglos hasta que ha emergido de un proyecto de investigación.

Lo han llamado 'The Northern Way', y consiste en explorar y analizar un archivo digital de los arzobispados de York entre 1304 y 1405. Este minucioso estudio ha permitido a historiadores e historiadoras descubrir historias fascinantes, entre las que destaca la fascinante astucia de Juana.

En la Edad Media, apunta Mark Cartwright, los monasterios eran “una característica omnipresente del paisaje medieval y quizás más de la mitad estaban dedicados exclusivamente a las mujeres”. Las monjas hacían votos de castidad, renunciaban a los bienes terrenales y se dedicaban a la oración, los estudios religiosos y la ayuda a los más necesitados de la sociedad. La vida en reclusión las apartaba del plano social en su presencia, pero al mismo tiempo las situaba en el centro mismo de los vaivenes sociales. Muchas monjas produjeron literatura y música religiosa, lo que conformaba buena parte de la narrativa del momento

La mayoría, por supuesto, no tenían más elección que las que se les ofrecía a una edad, además, en la que apenas eran aún conscientes del molde en el que quedaba su futuro. La pérdida de los padres o una crisis financiera repentina las sentenciaba. A las mujeres se les permitía profesar los votos de monja a partir de tan solo 14 años. Se suponía que era una decisión voluntaria, pero como sostiene Sarah Rees Jones, directora del Centro de Estudios Medievales de la Universidad de York y jefa del proyecto, algunas historias como la de Juana muestran que a menudo eran forzadas a esa vida religiosa.

Así, de haber llegado al convento, especialmente a una edad temprana, a medida que crecía y llegaba a la pubertad, pudo haber sentido que los votos de castidad y pobreza no eran lo suyo, y haber querido vivir una vida diferente a la que le esperaba. Cuando Juana cambió de opinión, el arzobispo escribió sobre ella: "Ahora deambula libremente con el notorio peligro para su alma y con el escándalo de toda su orden".

Cansada de ser monja

Poco se sabe sobre su vida antes de ingresar al convento. Rees explica que, por lo general, las monjas de su región procedían de una amplia gama de familias, desde artesanos hasta nobles. Lo que sí se sabe es que no era la primera vez que las mujeres del Convento de San Clemente expresaban su voluntad. Fundado en 1130 y disuelto en 1536, junto con muchas otras casas religiosas durante el reinado del rey Enrique VIII, todas sus monjas fueron excomulgadas en 1192, cuando se negaron a ser gobernadas por una nueva abadía.

La historia de Juana, como la de tantas otras mujeres, siempre estará incompleta, en tanto que no existe en sus propias palabras. No obstante, los hechos que denunciaron contra ella pueden decirnos hoy muchas cosas.

Juana parecía estar tan cansada de ser monja como para lograr engañar a sus hermanas benedictinas para que enterraran un muñeco parecido "en un espacio sagrado" entre los miembros reales de su orden fallecidos.

La huida de Juana

No es poca la inteligencia que guarda el relato, teniendo en cuenta que cambiar de opinión sobre la vida en un convento era un paso prácticamente en falso en ese momento, debido tanto a la gravedad de los compromisos religiosos que se entendían romperse como a las limitaciones que experimentaban gran parte de las mujeres en el plano público.

Una nota en el registro hallado explicaba que ella "descaradamente dejó de lado la corrección de la religión y la modestia de su sexo al fingir su muerte de una manera astuta y nefasta que la hizo simular una enfermedad corporal por la que fingió después estar muerta, antes de colocar a su imitación improvisada en un lugar sagrado entre los muertos reales".

1 comentario:

  1. "¿Historiadores e historiadoras?"... ¿No me diga que también ya lo atrapó el "lenguaje inclusivo", ah?

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