¿Los monjes son sacerdotes? ¿Pueden consagrar los dones?


¿Son los monjes sacerdotes?

Para comprender mejor este asunto, vamos a adentrarnos un poco en la naturaleza de la vida monástica y el papel de los sacerdotes dentro de la Iglesia Católica. Los monjes, como sabes, son hombres que han elegido dedicar sus vidas por completo a Dios, buscando la perfección evangélica a través de la oración, el trabajo y la vida comunitaria. Viven en comunidades cerradas, a menudo en monasterios, y siguen una regla de vida específica, como la de San Benito o la de San Francisco de Asís.

Dentro de la vida monástica, no todos los monjes son sacerdotes. De hecho, muchos monasterios están compuestos por una mezcla de hermanos religiosos y sacerdotes. Los hermanos religiosos, también llamados monjes laicos o hermanos legos, no han recibido el sacramento del Orden Sacerdotal y, por lo tanto, no pueden administrar los sacramentos que requieren la ordenación, como la Eucaristía y la Reconciliación.

Por otro lado, los sacerdotes que son monjes, como los monjes sacerdotes benedictinos, han sido ordenados y tienen la capacidad de celebrar la Eucaristía, administrar los sacramentos de la Reconciliación y la Unción de los Enfermos, y llevar a cabo otras funciones pastorales dentro y fuera de la comunidad monástica.

Para entender esta distinción, podemos recurrir al Catecismo de la Iglesia Católica, que nos enseña sobre el sacramento del Orden. En el párrafo 1554, el Catecismo nos dice: "Los sacerdotes son consagrados en la medida en que se unen al sacerdocio de Cristo, que es único. Por tanto, en cierto sentido, es Cristo mismo quien se hace presente en ellos". Esta unión especial con Cristo, que se logra a través del sacramento del Orden, capacita al sacerdote para actuar en la persona de Cristo, especialmente en la celebración de los sacramentos.

En la vida monástica, los monjes sacerdotes desempeñan un papel crucial al presidir la liturgia y guiar espiritualmente a la comunidad. Sin embargo, es importante destacar que la vida monástica no se centra únicamente en el sacerdocio. Todos los monjes, independientemente de si son sacerdotes o no, comparten la misma llamada a la santidad y se esfuerzan por vivir según los principios del Evangelio.

En este sentido, podemos reflexionar sobre las palabras de San Pablo a los Corintios en su primera carta, donde compara a la Iglesia con un cuerpo, con diferentes miembros que tienen funciones distintas pero complementarias. En 1 Corintios 12:12-14, nos dice: "Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos".

Esta imagen nos recuerda que cada miembro de la Iglesia, ya sea sacerdote, religioso laico o laico comprometido, tiene un papel vital que desempeñar en el cuerpo de Cristo. Los monjes, ya sean sacerdotes o hermanos legos, contribuyen de manera única a la vida de la Iglesia a través de su dedicación a la oración, su testimonio de vida comunitaria y su compromiso con la caridad y el servicio.

Además, es interesante observar que la tradición monástica tiene una larga historia en la Iglesia Católica y ha producido numerosos santos y figuras espirituales que han enriquecido la vida de fe de millones de personas en todo el mundo. Desde los primeros monjes del desierto hasta los grandes fundadores de órdenes religiosas como San Benito, San Francisco y Santa Teresa de Ávila, la vida monástica ha sido una fuente inagotable de inspiración y renovación espiritual.

En última instancia, más allá de las distinciones entre sacerdotes y hermanos religiosos, lo que importa en la vida monástica es el llamado a la búsqueda de Dios y la respuesta generosa a ese llamado. Como dijo San Benito en su Regla, "nada debe anteponerse al amor de Cristo", y esta búsqueda apasionada del amor divino es lo que impulsa a los monjes en su camino de conversión y santificación.

Así que haciendo un pequeño resumen, los monjes pueden ser sacerdotes o hermanos religiosos, pero en ambos casos comparten la misma vocación a la santidad y contribuyen de manera única a la vida y la misión de la Iglesia. Ya sea en la celebración de los sacramentos, en el trabajo manual en el campo o en la oración constante en el claustro, los monjes son testigos vivos del amor de Dios y nos recuerdan a todos la belleza y la importancia de buscar a Dios en todas las cosas.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Un sacerdote jesuita pide que existan curas casados y afirma: "En la Última Cena, Jesús dijo: Haced esto en memoria mía'. Él no dijo: 'Sed célibes'"



El coro de voces que en los últimos tiempos se han alzado a favor de la ordenación de hombres casados en la Iglesia Católica ha ganado un nuevo miembro destacado: el influyente jesuita Thomas Reese, reconocido exeditor de la revista America. En un artículo de opinión para el Religion News Service, Reese resalta un punto crucial: "En la Última Cena, Jesús dijo: 'Haced esto en memoria mía'. Él no dijo: 'Sed célibes'".

El artículo de Reese se suma a otras declaraciones notables de líderes religiosos como el cardenal Sako y el arzobispo Scicluna, quienes también han abogado por la ordenación de hombres casados. Desde las coordenadas geográficas de los Estados Unidos, Reese añade su voz a un debate que ha cobrado fuerza en diversos rincones del mundo católico.

"Sin la Eucaristía, parece obvio, no hay Iglesia católica", comienza Reese su reflexión. "Pero según la teología católica, no podemos tener la Eucaristía sin sacerdotes", añade, señalando un problema persistente en muchas partes del mundo: la escasez de sacerdotes para celebrar la Eucaristía. Esta carencia, como lamenta Reese, no ha hecho más que empeorar con el tiempo, sin que se aborden soluciones efectivas.

Mirando hacia atrás, Reese reconoce que la jerarquía católica "simplemente ha ignorado durante décadas la solución obvia a este problema". Bajo los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, "se prohibió la discusión sobre sacerdotes casados", y ni siquiera el papa Francisco, a pesar de expresar su respeto por el clero casado en las iglesias católicas orientales, respondió positivamente cuando los obispos reunidos en el Sínodo para la Región Pan-Amazónica votaron a favor de permitir que los diáconos casados se convirtieran en sacerdotes.

Recordando que en la primera fase del Sínodo sobre la sinodalidad este tema "apenas se mencionó", el jesuita insta a escuchar a los sociólogos, quienes advierten sobre las causas del dramático descenso de las vocaciones sacerdotales y la alarmante edad media de los sacerdotes restantes.

"Quienes señalan el continuo aumento de vocaciones en África y Asia necesitan escuchar a los sociólogos", afirma Reese con contundencia. "Ya hay menos vocaciones en las zonas urbanas de la India, donde las familias tienen menos hijos y hay más oportunidades de educación disponibles. África y Asia no son el futuro de la Iglesia. Simplemente tardan más en ponerse al día con la modernidad", añade, refutando la idea del granero de vocaciones en esos continentes para el cristianismo del futuro.

Con todo, reconoce Reese que todavía hay muchos católicos que están dispuestos a asumir esta vocación, "pero la jerarquía dice que no porque quienes se sienten llamados son casados, homosexuales o mujeres". Y aquí introduce otras elemento: "Una encuesta realizada en 2006 por Dean Hoge encontró que casi la mitad de los jóvenes involucrados en la pastoral universitaria católica habían 'considerado seriamente' el ministerio como sacerdotes, pero la mayoría también quiere casarse y formar una familia".

Ante este panorama, Reese aboga por abrir el debate sobre la ordenación sacerdotal de hombres casados. Reconoce que esto no resolverá todos los problemas de la Iglesia, como se puede observar en las Iglesias protestantes, y que permitir que los sacerdotes se casen no garantiza automáticamente su felicidad. Sin embargo, para Reese, la cuestión fundamental para la Iglesia católica es si va a poder celebrar la Eucaristía o no. En palabras de Jesús en la Última Cena: "Haced esto en memoria mía".

¿Por qué Testigos de Jehová y Adventistas creen que Jesús es el Arcángel Miguel? ¿Hay sustento bíblico para esto?


La creencia de los Testigos de Jehová y los Adventistas del Séptimo Día de que Jesús es el Arcángel Miguel se basa en su interpretación de ciertos pasajes bíblicos.

Para empezar, los Testigos de Jehová creen que Jesús es el Arcángel Miguel principalmente debido a una interpretación específica de algunos versículos de la Biblia, especialmente aquellos que se refieren a Miguel como "el arcángel" y a Jesús como el Hijo de Dios. Por ejemplo, en el libro de Judas 1.9, se menciona a Miguel como el arcángel que luchó contra Satanás por el cuerpo de Moisés. Además, en 1 Tesalonicenses 4.16, se describe a Jesús como descendiendo del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios. A partir de estas y otras referencias, los Testigos de Jehová interpretan que Jesús es el Arcángel Miguel, una figura celestial con un papel destacado en la lucha contra el mal y en la protección de los fieles.

Por otro lado, los Adventistas del Séptimo Día también comparten esta creencia, aunque su enfoque puede variar ligeramente. Para ellos, la idea de que Jesús sea el Arcángel Miguel está relacionada con su comprensión del concepto de "Cristo preexistente". Según su interpretación, Cristo no solo tomó forma humana en el tiempo de su encarnación terrenal, sino que también existía como una figura celestial antes de su llegada a la Tierra. En este sentido, identifican a Jesús con el Arcángel Miguel como una manifestación de su naturaleza celestial y su papel como líder y protector del pueblo de Dios.

Sin embargo, es importante señalar que estas interpretaciones no son universalmente aceptadas dentro del cristianismo, y hay muchas denominaciones que sostienen puntos de vista diferentes sobre la identidad de Jesús y su relación con los ángeles. Por ejemplo, en la tradición católica, Jesús es visto como el Hijo de Dios encarnado, pero no se le identifica específicamente como el Arcángel Miguel. En lugar de eso, se considera que Miguel es un arcángel creado por Dios para servir como un mensajero y protector, pero no se le equipara con Jesucristo.

En cuanto al sustento bíblico para estas interpretaciones, es importante reconocer que la Biblia es una colección de textos escritos en diferentes contextos culturales y lingüísticos, lo que a menudo permite una variedad de interpretaciones. Los versículos que mencioné anteriormente son aquellos a los que los Testigos de Jehová y los Adventistas del Séptimo Día se refieren para respaldar su creencia en la identificación de Jesús con el Arcángel Miguel. Sin embargo, es importante considerar el contexto completo de estos pasajes y analizarlos a la luz de otras enseñanzas bíblicas y tradiciones interpretativas.

Desde la perspectiva católica, la identificación de Jesús con el Arcángel Miguel no es una enseñanza que se encuentre en la tradición apostólica o en el magisterio de la Iglesia. La Iglesia católica enseña que Jesucristo es el Hijo eterno de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad, quien se encarnó en la plenitud de los tiempos para redimir a la humanidad y revelar el amor y la misericordia de Dios. Aunque se reconoce la existencia de los ángeles y su papel en la obra de Dios, Jesús ocupa un lugar único y supremo en la fe católica como el Salvador y Señor de todos.

Invito a todos los lectores a acercarse a las enseñanzas del magisterio de la Iglesia católica para comprender más profundamente el misterio de la persona de Jesucristo y su relación con los ángeles. El magisterio de la Iglesia, en comunión con la tradición apostólica y la Sagrada Escritura, nos ofrece una guía sólida y confiable para profundizar en nuestra fe y vivirla de manera auténtica. Al estudiar las enseñanzas de la Iglesia sobre la identidad de Jesús y su papel redentor, podemos fortalecer nuestra relación con él y crecer en amor y fidelidad a su enseñanza.

Que nuestro deseo de conocer a Cristo más plenamente nos lleve a acoger con humildad y gratitud la luz que el magisterio de la Iglesia ofrece en este importante aspecto de nuestra fe.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Existe diálogo ecuménico entre la Iglesia católica y los Testigos de Jehová?


El diálogo ecuménico es algo que la Iglesia católica valora enormemente, ya que busca la unidad entre los cristianos y el entendimiento mutuo. Sin embargo, cuando hablamos de los Testigos de Jehová, lamentablemente, la situación es un poco distinta.

Los Testigos de Jehová, como sabes, tienen sus propias creencias y prácticas religiosas, y aunque también se consideran cristianos, difieren en muchos aspectos doctrinales y teológicos de la fe católica. A lo largo de los años, la Iglesia católica ha expresado su disposición al diálogo y al encuentro fraterno con todas las confesiones cristianas, incluyendo a los Testigos de Jehová. Sin embargo, hasta el momento, no ha habido un diálogo formal entre la Iglesia católica y esta denominación.

La principal razón de esto es que los Testigos de Jehová han mostrado una postura de rechazo hacia la Iglesia católica y han evitado cualquier tipo de diálogo formal con ella. Esto puede deberse a una serie de razones, incluyendo diferencias teológicas profundas, interpretaciones divergentes de la Escritura y cuestiones relacionadas con la autoridad y la tradición.

La Iglesia católica, siguiendo el ejemplo de Jesús, busca siempre el diálogo y el entendimiento con todos, independientemente de las diferencias doctrinales. Como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica en el párrafo 821: "A los que todavía no han recibido el Evangelio anuncia el amor de Dios manifestado en Jesucristo crucificado y resucitado, ofreciéndoles la posibilidad de entrar más plenamente en comunión con él". Es decir, la Iglesia está llamada a compartir el amor de Dios con todos, incluso con aquellos que aún no comparten plenamente su fe.

Por lo tanto, aunque no ha habido un diálogo formal entre la Iglesia católica y los Testigos de Jehová, eso no significa que no haya lugar para el encuentro, la comprensión mutua y el respeto. La Iglesia católica sigue abierta al diálogo con todas las confesiones cristianas, incluyendo a los Testigos de Jehová, y espera que en el futuro pueda haber oportunidades para conversar y compartir mutuamente nuestras creencias y preocupaciones.

La puerta está siempre abierta para el diálogo, y como cristianos, estamos llamados a amarnos los unos a los otros y a buscar la unidad en la fe. Como dice San Juan Pablo II en su encíclica Ut Unum Sint: "La búsqueda sincera de la unidad es un signo de esperanza para el mundo". Por lo tanto, seguimos rezando y trabajando por la unidad de todos los cristianos, con la esperanza de que algún día podamos caminar juntos en la plenitud de la comunión cristiana.

Así que, aunque hasta ahora no ha habido un diálogo formal entre la Iglesia católica y los Testigos de Jehová, seguimos abiertos al encuentro, al diálogo y al amor fraterno. Estamos llamados a buscar la unidad en la diversidad, confiando en que el Espíritu Santo nos guiará en el camino hacia la plena comunión cristiana. ¡Sigamos orando y trabajando juntos por la unidad de todos los cristianos, con la esperanza de que un día podamos celebrar nuestra fe en Cristo juntos, como hermanos y hermanas en el Señor!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Puede comulgar un protestante en la Iglesia católica?



Esta es una pregunta que genera bastante reflexión y discusión, pero déjame darte mi opinión al respecto. En primer lugar, es importante entender qué significa la Eucaristía para nosotros los católicos. La Eucaristía es el sacramento central de nuestra fe, donde recibimos el cuerpo y la sangre de Cristo bajo las apariencias de pan y vino. Es un momento sagrado y significativo donde nos unimos más íntimamente con Cristo y con nuestra comunidad de fe.

Ahora bien, la cuestión de si un protestante puede comulgar en la Iglesia católica es un tema delicado. Según la enseñanza católica, la comunión está reservada para aquellos que están en plena comunión con la Iglesia católica. Esto significa que, en teoría, solo aquellos que son católicos y están en estado de gracia pueden recibir la comunión.

La razón detrás de esta enseñanza se encuentra en nuestra comprensión de la Eucaristía como un acto de comunión tanto con Cristo como con la Iglesia. San Pablo lo expresa de manera muy clara en 1 Corintios 10.17, donde dice: "Porque aunque muchos somos uno solo en el pan, somos, todos juntos, un solo cuerpo, pues todos participamos de un solo pan".

La Iglesia católica cree que la comunión es un acto de unidad no solo con Cristo, sino también con la comunidad de creyentes que comparten nuestra fe y nuestra comunión eclesial. Es por eso que se espera que aquellos que deseen recibir la comunión estén en plena comunión con la Iglesia católica y crean en lo que la Iglesia enseña sobre la Eucaristía y otros aspectos de la fe católica.

Ahora bien, ¿qué pasa con nuestros amigos protestantes que desean recibir la comunión en la Iglesia católica? Bueno, aquí es donde entramos en terreno delicado. La Iglesia católica reconoce la valiosa fe de nuestros hermanos y hermanas protestantes y respeta su deseo de participar en la Eucaristía. Sin embargo, debido a nuestras diferencias teológicas y eclesiológicas, la comunión plena no es posible en este momento, lo mejor que se puede hacer es invitar a estos hermanos a iniciar su proceso de conversión formal a la Iglesia católica (y en caso de que ya hubieran sido católicos antes, confesarse por su pecado de haberse separado de la Iglesia).

El Catecismo de la Iglesia Católica aborda este tema en el número 1400, donde dice: "La comunión de los cristianos presentes en la Iglesia se expresa, sobre todo, en la participación común en la celebración eucarística, por la participación en una misma mesa, en la que se ofrece el único sacrificio de Cristo, único y definitivo". Aquí vemos cómo la comunión en la Eucaristía está intrínsecamente ligada a la comunión con la Iglesia católica.

Sin embargo, eso no significa que nuestros amigos protestantes no puedan participar de alguna manera en la Eucaristía. Muchas parroquias católicas ofrecen servicios de oración y adoración donde todos son bienvenidos a participar, independientemente de su afiliación religiosa. Además, hay gestos de comunión espiritual que pueden realizar, como rezar junto con la comunidad durante la Eucaristía y recibir una bendición en lugar de la comunión.

Es importante recordar que la restricción a la comunión no es un juicio sobre la fe o la sinceridad de nuestros amigos protestantes, sino más bien una expresión de nuestras creencias teológicas y eclesiológicas. La Iglesia católica sigue abierta al diálogo y al ecumenismo, y esperamos con ansias el día en que todos los cristianos puedan compartir plenamente en la comunión eucarística.

En resumen, mientras que la comunión plena en la Iglesia católica está reservada para aquellos que están en plena comunión con la Iglesia, nuestros amigos protestantes son bienvenidos a participar en la vida de la comunidad católica de muchas otras maneras y pueden experimentar la cercanía de Cristo de diversas formas mientras atraviesan por el proceso de su conversión completa y plena al catolicismo. Sigamos orando y trabajando por la unidad de todos los cristianos, para que un día podamos compartir plenamente en la mesa del Señor.

Autor: Padre Ignacio Andrade

¿Es bíblico celebrar Semana Santa?


¿Es bíblico celebrar Semana Santa?

¡Claro que sí, amigo! La Semana Santa es uno de los momentos más sagrados y significativos para nosotros como católicos. ¿Por qué? Bueno, déjame llevarte en un viaje a través de la Biblia y nuestra tradición para explicarlo.

Empecemos por el principio, ¿de acuerdo? En la Biblia, en los Evangelios, específicamente en los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, encontramos la narrativa de la vida de Jesús. Y la Semana Santa es el clímax de esa narrativa. Comienza con el Domingo de Ramos, cuando Jesús entra triunfante en Jerusalén montado en un burro, mientras la multitud lo aclama con hojas de palma. Este evento está profundamente arraigado en la profecía del Antiguo Testamento, en Zacarías 9.9, que dice: "Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna".

Luego llegamos al Jueves Santo, cuando Jesús celebra la Última Cena con sus discípulos, instituyendo así la Eucaristía, que es el corazón de nuestra fe católica. En Mateo 26.26-28, Jesús dice: "Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiendo pronunciado la bendición, lo partió, lo dio a sus discípulos y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, habiendo dado gracias, se la entregó diciendo: «Bebed de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo convenio, que es derramada por muchos para remisión de los pecados»". Es en este momento que Jesús nos deja el gran regalo de su presencia real en la Eucaristía, un regalo que recordamos y celebramos en cada Misa.

El Viernes Santo es el día en que recordamos la crucifixión de Jesús. Es un día sombrío y triste, pero también lleno de esperanza, porque sabemos que a través de la muerte de Jesús en la cruz, hemos sido redimidos y reconciliados con Dios. Como dice el Evangelio de Juan 3.16, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él no se pierda, mas tenga vida eterna".

Finalmente, llegamos al Domingo de Resurrección, el día en que celebramos la victoria de Jesús sobre la muerte. Después de tres días en el sepulcro, Jesús resucita, demostrando su poder sobre el pecado y la muerte, y abriendo para nosotros las puertas de la vida eterna. Como nos recuerda San Pablo en 1 Corintios 15.55, "¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?". La Resurrección de Jesús es la piedra angular de nuestra fe cristiana, y la Semana Santa es la celebración de este evento salvífico.

Entonces, ¿es bíblico celebrar la Semana Santa? Absolutamente. La Semana Santa encapsula los eventos más importantes de la vida de Jesús, eventos que son fundamentales para nuestra fe como cristianos. A través de la celebración de la Semana Santa, recordamos y revivimos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, y renovamos nuestro compromiso de seguirlo como discípulos.

Pero la Semana Santa no es solo un evento histórico que recordamos; es también una oportunidad para que nosotros, como católicos, profundicemos nuestra relación con Dios y crezcamos en nuestra fe. Durante la Semana Santa, somos llamados a participar en los servicios litúrgicos, a reflexionar sobre el significado de la Pasión de Cristo, a arrepentirnos de nuestros pecados y a renovar nuestra fe en la Resurrección. Es un tiempo de oración, penitencia y conversión, pero también de alegría y esperanza en el poder salvífico de Cristo.

Además, la Semana Santa nos invita a vivir en solidaridad con aquellos que están sufriendo y necesitados. A través de nuestras oraciones y obras de caridad, podemos unirnos a Jesús en su Pasión y compartir su amor con los demás. Como nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica en el párrafo 571, "El misterio de la cruz y de la Resurrección de Cristo es el único acontecimiento capaz de dar sentido a la historia, y más aún, a la vida entera del hombre".

Así que, querido amigo, no solo es bíblico celebrar la Semana Santa, sino que es esencial para nuestra fe como católicos. A través de la celebración de estos sagrados misterios, podemos experimentar la gracia y el amor de Dios de una manera profunda y transformadora. Que esta Semana Santa sea para ti un tiempo de renovación espiritual y encuentro con Cristo. Que Dios te bendiga abundantemente. ¡Feliz Semana Santa!

Autor: Padre Ignacio Andrade

¿El Padre Adam Kotas volvió a abandonar el catolicismo? Ya se le ve participando en la Iglesia Luterana



Adam Kotas, un sacerdote católico recientemente reducido al estado laical por la Iglesia Católica, ha dado un nuevo giro a su camino espiritual al integrarse a la Iglesia Luterana. Este movimiento sorprendente tuvo lugar este mes de febrero en Wichita, Kansas (EE. UU.), donde Kotas compartió la reflexión homilética y participó en la imposición de ceniza en el templo luterano dirigido por el Ministro Ivan Gonzalez, también un exsacerdote católico que se convirtió al luteranismo.

El pasado 18 de febrero de 2024, ante la comunidad luterana, Ivan Gonzalez anunció públicamente el proceso de integración de Adam Kotas en la iglesia luterana. Este acontecimiento marca un nuevo capítulo en la trayectoria espiritual de Kotas, quien había dejado la Iglesia Católica hace aproximadamente dos años para unirse a la Iglesia Católica Polaca, una entidad cismática, antes de anunciar su retorno al catolicismo sin tener aún autorización para administrar los sacramentos.

La decisión de Adam Kotas de unirse a la Iglesia Luterana, una denominación que se separó de la Iglesia Católica hace unos 500 años durante la Reforma Protestante, ha generado un debate dentro de la comunidad católica y ha suscitado preguntas sobre las motivaciones detrás de este cambio significativo.

Para Ivan Gonzalez, líder de la comunidad luterana en Wichita, este paso representa un símbolo de apertura y unidad en la diversidad religiosa. "La iglesia luterana siempre ha acogido a aquellos que buscan un camino espiritual diferente", afirmó Gonzalez. "La integración de Adam Kotas en nuestra comunidad es un testimonio de nuestra capacidad para acoger a todos los que buscan una relación más profunda con Dios, independientemente de su pasado religioso".

Aunque el padre Kotas no ha anunciado oficialmente que se integre a la Iglesia Luterana, su participación en la imposición de la ceniza en un templo luterano, así como la publicación de un video en su canal de YouTube a las afueras de un templo luterano alimenta la teoría de que pronto el Padre Adam Kotas dejará el catolicismo para unirse al luteranismo.


¿Qué significa "engendrado, no creado" en el Credo?


¿Qué significa "engendrado, no creado" en el Credo?

Esta frase es realmente profunda y nos ayuda a comprender mejor la naturaleza de Jesucristo.

Cuando decimos que Jesucristo es "engendrado, no creado", estamos afirmando su divinidad y su relación única con Dios Padre. Esta expresión nos lleva al corazón mismo de la doctrina cristiana sobre la Santísima Trinidad.

Veamos un poco más de cerca lo que significa esta frase. En primer lugar, la palabra "engendrado" nos habla de la relación eterna entre el Padre y el Hijo en la Trinidad. Desde toda la eternidad, el Hijo es engendrado por el Padre. Esta no es una generación en el sentido humano, sino una expresión de la relación íntima y perfecta que existe entre las tres personas de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Para entender mejor esto, podemos mirar lo que nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica. En el párrafo 240, el Catecismo nos dice: "La generación eterna del Hijo respecto al Padre se distingue de la procesión del Espíritu Santo, pero el modo de ser de la generación en el cual el Hijo procede del Padre es común al modo de ser de la procesión del Espíritu Santo desde el Padre. 'La generación eterna del Hijo' del Padre a través del amor que es el Espíritu Santo." Esto significa que la relación entre el Padre y el Hijo está inseparablemente ligada al amor que existe entre ellos, que es el Espíritu Santo.

Ahora, ¿qué significa decir que Jesucristo es "no creado"? Esto nos recuerda que Jesucristo es Dios de la misma sustancia que el Padre, es decir, es consustancial con el Padre. A diferencia de las criaturas creadas por Dios, que tienen un origen en el tiempo y el espacio, Jesucristo es eterno y no tiene principio ni fin. Él existe desde toda la eternidad como el Hijo de Dios.

Esta verdad sobre la naturaleza de Jesucristo es fundamental para nuestra fe cristiana. Nos dice que Jesucristo no es simplemente un hombre extraordinario o un gran maestro, sino que es verdaderamente Dios hecho hombre. En el Evangelio de Juan, encontramos estas palabras maravillosas que nos hablan de la divinidad de Jesucristo: "En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios... Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1.1, 14).

La Encarnación es el misterio en el que la Palabra eterna de Dios se hace carne en Jesucristo. Dios, en su infinito amor y misericordia, decide venir a nosotros en la persona de su Hijo para salvarnos y reconciliarnos con Él. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, una sola persona con dos naturalezas: divina y humana. Esta es una verdad asombrosa que nos invita a maravillarnos ante el amor increíble de Dios por nosotros.

Entonces, cuando decimos que Jesucristo es "engendrado, no creado", estamos afirmando su divinidad y su relación única con el Padre en la Trinidad. También estamos reconociendo que Jesucristo es eterno y consustancial con el Padre, es decir, es de la misma sustancia que el Padre.

Esta verdad nos llena de esperanza y alegría, porque nos dice que Dios nos ama tanto que estuvo dispuesto a enviar a su Hijo único para salvarnos. Jesucristo, como el Verbo encarnado, nos revela el amor infinito de Dios y nos muestra el camino hacia la salvación y la vida eterna.

Entonces, la próxima vez que recites el Credo y llegues a la parte que dice "engendrado, no creado", recuerda la profundidad de estas palabras y qué significan para nuestra fe. Nos hablan del misterio del amor de Dios revelado en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Que esta verdad te llene de asombro y gratitud por el regalo inestimable de la salvación que Dios nos ofrece en su Hijo.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Y los católicos somos cristianos o marianos?



¿Y los católicos somos cristianos o marianos?

La respuesta corta sería que somos ambas cosas, pero permíteme explicarte un poco más en detalle.

Como católicos, nuestra fe se basa en Cristo, quien es el centro de nuestra religión. Nos llamamos católicos y somos cristianos porque creemos en la enseñanza de Jesucristo y seguimos su camino. Él es el Hijo de Dios hecho hombre, quien nos enseñó el amor, el perdón y la salvación. Nuestra relación con Cristo es fundamental y todo en nuestra fe gira en torno a Él.

Sin embargo, cuando hablamos de ser "marianos", nos referimos al papel especial que María, la madre de Jesús, tiene en nuestra fe. María es una figura central en el catolicismo, y su papel es muy importante para nosotros. Ella fue elegida por Dios para ser la madre de Jesús, y su "sí" a Dios es un ejemplo de obediencia y humildad para todos nosotros.

La relación entre María y los católicos es muy profunda. La amamos y la veneramos como nuestra madre espiritual. La consideramos un modelo de fe y devoción. Esto se debe a que, como madre de Jesús, María tiene un lugar especial en el plan de Dios para la salvación de la humanidad. En el Evangelio de San Juan, en las bodas de Caná, vemos cómo María intercede ante su Hijo para que realice el primer milagro público (Juan 2.1-11). Este episodio muestra cómo María está atenta a nuestras necesidades y cómo Jesús escucha sus peticiones.

La devoción mariana es una parte importante de la espiritualidad católica. A través de la oración del Rosario, la celebración de fiestas marianas y la veneración de imágenes de la Virgen María, los católicos expresamos nuestro amor y respeto por ella. Sin embargo, es crucial entender que nuestra devoción a María nunca debe eclipsar nuestra devoción a Jesucristo. María siempre nos lleva a su Hijo, Jesús. Como dijo en las bodas de Caná: "Hagan lo que él les diga" (Juan 2:5). 

En este sentido somos cristianos antes que marianos, y somos marianos en función de que primeramente y sobre todas las cosas, somos cristianos.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una guía clara sobre nuestra relación con María. En el párrafo 971, el Catecismo nos enseña que "todas las generaciones la proclamarán bienaventurada, porque el Todopoderoso ha hecho grandes cosas en ella y su nombre es santo" (cf. Lucas 1.48-49). María es una madre amorosa que intercede por nosotros ante su Hijo. Ella nos muestra el camino hacia Jesús y nos acompaña en nuestro viaje de fe.

Es importante destacar que nuestra fe en Cristo y nuestra devoción a María no son mutuamente excluyentes. De hecho, están profundamente interconectadas. María nos ayuda a comprender mejor el misterio de la Encarnación y nos anima a seguir a su Hijo con mayor fervor. Ella es un ejemplo de fe para todos nosotros y una compañera en nuestro camino hacia Dios.

Por lo tanto, como católicos, somos tanto cristianos como marianos. Nuestra fe se centra en Jesucristo, pero también honramos y amamos a María como nuestra madre espiritual. Ambos aspectos de nuestra fe están entrelazados y nos ayudan a crecer en nuestra relación con Dios.

En resumen, la fe católica es una fe cristiana, centrada en Cristo, pero enriquecida por la presencia amorosa y maternal de María. Ella nos enseña a amar a su Hijo con todo nuestro corazón y a seguir sus enseñanzas con alegría y generosidad. Que María, madre de la Iglesia, ruegue por nosotros y nos guíe siempre más cerca de Jesús, nuestro Señor y Salvador. 

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Obispos de Bélgica solicitarán la eliminación del celibato obligatorio y permitir el diaconado femenino en el Sínodo de 2024


Los obispos belgas han lanzado un avance significativo antes del Sínodo de octubre de 2024 al hacer público un borrador de documento que llevarán a Roma, donde solicitan abiertamente el diaconado femenino y la eliminación del celibato obligatorio. En su enfoque, han establecido tres prioridades fundamentales, comenzando con la idea de que "una Iglesia misionera sinodal requiere un diálogo abierto con los acontecimientos actuales en el mundo que nos rodea", enfatizando que esta Iglesia "no puede limitarse a un camino de sentido único al proclamar la Buena Nueva al mundo". En este sentido, instan al Sínodo a "definir las tradiciones eclesiales como dinámicas y en constante desarrollo". Además, solicitan "estímulo para dar forma concreta a la descentralización de ciertas decisiones en la Iglesia, permitiendo trabajar juntos en unidad con una diversidad más legítima", y piden una "concreción de la 'rendición de cuentas' de los obispos en una Iglesia sinodal".

Respecto al papel de la mujer en la Iglesia, los obispos reclaman "autorización para tomar ciertas medidas por conferencia episcopal o reunión episcopal continental. Por lo tanto, otorgar una mayor responsabilidad pastoral a las mujeres y la ordenación de mujeres como diaconados no tiene por qué ser universalmente obligatoria o prohibida".

Los prelados reconocen las persistentes dudas sobre la obligatoriedad del celibato para los sacerdotes y diáconos viudos, y admiten la necesidad de redescubrir el carácter simbólico-sacramental del ministerio ordenado. En este sentido, solicitan que los sacerdotes y diáconos asuman cada vez más su responsabilidad pastoral en equipos donde los laicos también desempeñen un papel y tengan tareas específicas.

Además, los obispos plantean la posibilidad de ordenar sacerdotes a los 'viri probati', pero insisten en que esta medida, al igual que la ordenación de mujeres, "no debería ser universalmente obligatoria ni prohibida".

Obispos alemanes se pronuncian: “Los partidos de ultraderecha no son aptos para que los cristianos voten por ellos”


Los obispos alemanes han delineado una postura clara y contundente respecto a los partidos de ultraderecha, marcando límites inequívocos para la participación política de los cristianos y el respaldo electoral. En una declaración de cuatro páginas aprobada por unanimidad, destacan que "los partidos de ultraderecha y aquellos que se mueven en el límite de esa ideología no son un ámbito en el que los cristianos puedan hacer trabajo político y no son aptos para que los cristianos voten por ellos".

La Conferencia Episcopal Alemana, en la misma línea, afirma enfáticamente: "Lo decimos con toda claridad, el nacionalismo racista es incompatible con la visión cristiana de Dios y del ser humano". Esta postura se extiende a la advertencia de que la difusión de contenidos de ultraderecha, especialmente aquellos de carácter racista y antisemita, no concuerdan con los principios que rigen dentro de la Iglesia.

El documento, reportado por EFE, también aborda específicamente a Alternativa por Alemania (AfD), señalando que el partido ha experimentado una serie de momentos de radicalización, donde prevalecen posturas nacionalistas, y en la actualidad oscila entre el populismo de derecha y la ultraderecha.

Es notable que los obispos, en un movimiento inusual, hayan decidido abordar directamente a un partido político en su declaración. El obispo de Limburgo y presidente del Episcopado, Georg Batzing, ha destacado que AfD representa la vanguardia de una transformación cultural en la sociedad alemana. Además, los informes sobre los planes de "remigración", que según Batzing son esencialmente propuestas de deportaciones masivas, han sido un factor determinante en la emisión de esta declaración, después de que el propio obispo participara en manifestaciones en contra de dicho partido.

Oración para recibir la gracia de poder confesarte.


Dios Padre misericordioso, en este momento me acerco a ti con humildad y confianza, reconociendo mi necesidad de ser perdonado por todas mis faltas. Te pido, Señor, que me concedas la gracia de tener el valor y la fortaleza para acudir al Sacramento de la Reconciliación, donde puedo experimentar tu amor y tu misericordia en el perdón de mis pecados.

Jesús, nuestro Salvador, tú que viniste al mundo para liberarnos del pecado, te ruego que me acompañes en este acto de contrición y arrepentimiento. Fortaléceme con tu gracia para que pueda enfrentar mis faltas con humildad y sinceridad, confiando en tu perdón y en tu amor infinito.

Espíritu Santo, fuente de luz y de consuelo, te imploro que ilumines mi mente y mi corazón, que me despojes de la vergüenza para que pueda reconocer mis pecados con sinceridad y recibir tu paz interior. Inspírame para hacer una confesión completa y sincera, y ayúdame a abrirme a la acción sanadora de tu gracia.

Virgen María, Madre de la Misericordia, intercede por mí ante tu Hijo Jesús, y acompáñame en este camino de reconciliación y renovación espiritual. Tú que eres modelo de humildad y pureza, ayúdame a seguir tu ejemplo y a acercarme al sacramento de la Reconciliación con confianza y devoción.

Que, a través del sacramento de la Confesión, pueda experimentar la alegría y la paz que vienen del perdón de Dios, y renovar mi compromiso de vivir en conformidad con su voluntad. Amén.

Oración para rechazar a Satanás y unirse a Cristo



Rechazo a Satanás y me uno a Cristo, mi Salvador y guía en todo momento. Me arrepiento sinceramente por todas las ofensas que he cometido contra Jesús, mi Señor, con mis pensamientos, palabras y acciones. Reconozco que he fallado en seguir sus enseñanzas y he pecado contra su amor y misericordia. Con humildad y contrición, pido perdón por mis errores y prometo esforzarme por vivir de acuerdo con su voluntad.

Invoco al Espíritu Santo para que me ilumine, fortalezca y guíe en mi camino de fe. Que su fuego purificador consuma todo lo que me aparta de Dios y me lleve a una renovación interior profunda. Que su gracia me sostenga en las pruebas y me impulse a vivir una vida de santidad y amor.

Que el Espíritu Santo me ayude a discernir la verdad, a vivir en la justicia y a ser un testigo fiel del Evangelio de Cristo. Que su presencia en mi vida me transforme y me capacite para ser un instrumento de paz, esperanza y reconciliación en el mundo. Amén.

¿Es pecado 'vapear'? ¿Qué dice la Iglesia?


Primero, permíteme decirte que la Iglesia Católica no tiene una posición específica sobre el vapeo, ya que es un fenómeno relativamente nuevo en comparación con la antigüedad de nuestra fe. Sin embargo, podemos aplicar los principios fundamentales de la moral católica para analizar esta práctica.

En el Catecismo de la Iglesia Católica, encontramos enseñanzas que nos guían en la toma de decisiones éticas. Por ejemplo, el Catecismo nos recuerda que debemos cuidar y respetar nuestro cuerpo, ya que es el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20). Esto significa que debemos evitar todo aquello que dañe nuestra salud física, mental o espiritual.

El vapeo, al igual que el tabaquismo, conlleva riesgos para la salud. Aunque algunos argumentan que el vapeo es menos perjudicial que fumar tabaco tradicional, todavía implica la inhalación de sustancias que pueden causar daño pulmonar y otros problemas de salud. Como católicos, debemos ser conscientes de cómo nuestras acciones afectan nuestro bienestar y el de los demás.

Además, el vapeo también plantea cuestiones éticas relacionadas con la adicción. La dependencia del vapeo puede convertirse en un obstáculo para nuestra libertad y capacidad de vivir plenamente como hijos de Dios. El Catecismo nos enseña sobre la importancia de la virtud de la templanza, que consiste en moderar el uso de los placeres y evitar caer en la esclavitud de los apetitos desordenados (Catecismo de la Iglesia Católica, 1809).

Ahora bien, es importante recordar que el hecho de que una acción no esté explícitamente prohibida por la Iglesia no significa necesariamente que sea moralmente aceptable en todas las circunstancias. En este caso, el vapeo puede ser problemático si se convierte en un hábito que nos aleja de una vida virtuosa y saludable.

Como católicos, también debemos considerar cómo nuestras acciones afectan a los demás. Por ejemplo, el vapeo en lugares públicos puede ser molesto o incluso perjudicial para quienes nos rodean, especialmente si hay niños o personas con problemas respiratorios cerca. Jesús nos enseña a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (San Mateo 22:39), lo que significa que debemos ser conscientes del impacto que nuestras decisiones tienen en los demás y actuar en consecuencia.

En última instancia, la decisión de vapear o no es una cuestión de conciencia personal, pero debemos discernir cuidadosamente cómo nuestras acciones reflejan nuestros valores y nuestra fe. Siempre es útil buscar la orientación de un mentor espiritual o un confesor en asuntos de conciencia, ya que pueden ofrecer perspectivas sabias y ayudarnos a tomar decisiones informadas.

En pocas palabras, aunque la Iglesia Católica no tiene una posición oficial sobre el vapeo, podemos aplicar los principios de la moral católica para reflexionar sobre esta práctica. Debemos cuidar y respetar nuestro cuerpo, evitar la adicción y considerar cómo nuestras acciones afectan a los demás. Al hacerlo, podemos vivir una vida que honre a Dios y promueva el bienestar de todos sus hijos.

Espero que esta reflexión te haya sido útil, amigo. Si tienes más preguntas o inquietudes, ¡aquí estoy para ayudarte en lo que pueda!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Es cierto que los judíos también creen en el Purgatorio?


Si bien es cierto que la creencia en el Purgatorio está arraigada principalmente en la teología católica, también es interesante notar que hay algunas similitudes en las creencias de nuestros hermanos mayores en la fe, los judíos.

Primero, hablemos un poco sobre qué es el Purgatorio desde la perspectiva católica. El Purgatorio es ese estado o lugar de purificación donde las almas que mueren en gracia, pero que aún necesitan ser purificadas de los residuos del pecado, se preparan para entrar en la plenitud de la presencia de Dios en el Cielo. Es como una especie de "lavado" final antes de entrar en la presencia divina. Creemos que, a través de nuestras oraciones y sacrificios aquí en la tierra, podemos ayudar a las almas en el Purgatorio a alcanzar la purificación necesaria para la visión beatífica.

Ahora, volviendo a tu pregunta sobre si los judíos también creen en algo similar, la respuesta es sí, aunque con algunas diferencias en la concepción y la terminología. En el judaísmo, no hay una doctrina oficial del Purgatorio como la hay en la fe católica, pero hay conceptos y prácticas que apuntan en una dirección similar.

Por ejemplo, en el judaísmo, hay una creencia en la vida después de la muerte y en la necesidad de purificación para aquellos que no han alcanzado la perfección durante su vida terrenal. En el judaísmo, esto se conoce como el "Gehenna" o "Sheol", que son términos que se refieren a un estado de purificación o corrección después de la muerte. En este estado, las almas pueden experimentar una purificación antes de acceder a la plenitud de la presencia de Dios.

Además, los judíos practican la oración por los difuntos, especialmente durante la festividad de Yizkor, en la que se recuerda a los seres queridos fallecidos y se ora por el descanso de sus almas. Esta práctica refleja una preocupación por el bienestar espiritual de los fallecidos y un deseo de ayudarles en su camino hacia la purificación y la reconciliación con Dios.

Entonces, aunque la doctrina y la terminología pueden diferir entre el judaísmo y el catolicismo, hay un reconocimiento común de la necesidad de purificación y de la importancia de las oraciones por los difuntos. Esto nos muestra cómo, a pesar de nuestras diferencias teológicas, compartimos un vínculo profundo en nuestra comprensión de la vida espiritual y el destino final de nuestras almas.

Es importante recordar que, en última instancia, tanto en el judaísmo como en el catolicismo, nuestra esperanza está puesta en la misericordia y el amor infinito de Dios. Confiamos en que, a través de su gracia, todas las almas serán purificadas y encontrarán su descanso eterno en su presencia. 

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Qué es el Armagedón en el que creen los Testigos de Jehová? ¿Los católicos creemos algo similar?

                            

Primero que nada, hablemos sobre el Armagedón tal como lo entienden los Testigos de Jehová. Para ellos, el Armagedón es un evento profético descrito en la Biblia, específicamente en el libro de Apocalipsis. Según su interpretación, es una batalla final entre el bien y el mal, donde Dios intervendrá para juzgar a la humanidad y establecer su Reino en la Tierra. Esta creencia está enraizada en la idea de un juicio divino que marcará el fin del sistema de cosas actual y el comienzo de una era de paz y justicia bajo el gobierno de Dios.

Los Testigos de Jehová creen que durante el Armagedón, Dios destruirá a aquellos que se oponen a su voluntad y a su Reino, mientras que aquellos que lo siguen serán salvados y vivirán en un paraíso terrenal. Esta visión del Armagedón implica una purificación total del mundo de todo mal y la restauración de la creación a su estado original de perfección.

Ahora, en cuanto a la perspectiva católica, aunque compartimos algunas creencias fundamentales con los Testigos de Jehová, como la creencia en un juicio final y en la segunda venida de Cristo, nuestra comprensión del Armagedón puede diferir en algunos aspectos.

En la Iglesia Católica, creemos en la segunda venida de Cristo, que se describe en el Nuevo Testamento, especialmente en los evangelios y en las cartas de San Pablo. Jesús mismo habla sobre su retorno en San Mateo 24:30-31, donde dice: "Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro".

En cuanto al concepto específico del Armagedón tal como lo entienden los Testigos de Jehová, la Iglesia Católica no tiene una enseñanza oficial o una interpretación específica sobre ese término en particular. Sin embargo, compartimos la creencia en un juicio final donde cada persona será juzgada según sus acciones y su relación con Dios.

Para nosotros los católicos, el juicio final está estrechamente vinculado con la venida gloriosa de Cristo, donde Él vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Este juicio será un momento de revelación completa, donde se hará evidente la justicia y la misericordia de Dios. Como dice en el Catecismo de la Iglesia Católica en el párrafo 1038, "La Resurrección de los muertos precederá al Juicio final. Este tendrá lugar al final del mundo y será la hora en que todos los vivos y los muertos comparecerán ante el tribunal de Cristo para que cada uno reciba según sus obras, buenas o malas: 'Entonces, todos nosotros tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o lo malo que haya hecho en esta vida corporal' (2 Co 5, 10)".

Así que mientras que los Testigos de Jehová tienen una interpretación específica del Armagedón como un evento catastrófico que marcará el fin del mundo actual y el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, los católicos compartimos la creencia en un juicio final donde cada persona será juzgada según sus acciones y su relación con Dios, pero no necesariamente con la misma terminología o énfasis en un evento particular llamado Armagedón.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Cuáles son las principales diferencias entre los católicos y los mormones?


Los católicos y los mormones tenemos algunas diferencias importantes en lo que respecta a nuestras creencias y prácticas religiosas. Pero no te preocupes, te explicaré todo de manera amena y sin vueltas.

En primer lugar, hablemos sobre cómo entendemos a Dios. Los católicos creemos en un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta es una enseñanza fundamental que viene directamente de Jesucristo y ha sido afirmada por la Iglesia a lo largo de los siglos. En cambio, los mormones tienen una perspectiva diferente sobre la Trinidad y también creen en la posibilidad de que los seres humanos puedan llegar a ser dioses en el futuro. Eso es algo que no compartimos en absoluto con los mormones.

Otra diferencia importante es la autoridad religiosa. Los católicos creemos en la sucesión apostólica, lo que significa que la autoridad para enseñar y administrar los sacramentos viene directamente de Cristo a través de los apóstoles y sus sucesores, como los obispos (comenzando dicha autoridad por el obispo de la sede de Roma que conocemos como la Sede Apostólica). Por otro lado, los mormones creen que la autoridad sacerdotal se perdió después de la muerte de los apóstoles y fue restaurada a través de José Smith (fundador de los mormones) en el siglo XIX. Esa idea no encaja con nuestra comprensión de la historia y la tradición apostólica.

Hablemos también sobre las Escrituras. Los católicos reconocemos la Biblia como la única Palabra de Dio escrita, mientras que los mormones añaden otros textos como el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios, y La Perla de Gran Precio y creen que también son de revelación divina a la par de la Biblia. Para nosotros, la Biblia es suficiente como fuente de revelación divina escrita, y no necesitamos añadir más escrituras a eso.

Por último, en lo que respecta al matrimonio y la vida después de la muerte, hay diferencias significativas. Los católicos consideramos el matrimonio como un sacramento sagrado entre un hombre y una mujer, y creemos en la existencia de cielos, infierno y purgatorio como destinos finales (y temporal en el caso del purgatorio) después de la muerte. En cambio, los mormones creen en el matrimonio polígamo (un hombre con varias mujeres) y eterno y en la existencia de diferentes grados de gloria en la vida después de la muerte, con la posibilidad de llegar a ser dioses en el más alto grado de gloria. Esto es algo que no compartimos en absoluto y que va en contra de nuestra comprensión tradicional del matrimonio y la vida después de la muerte.

Así que ahí lo tienes, amigo, algunas diferencias fundamentales entre los católicos y los mormones, explicadas de manera clara y directa. Recuerda siempre que, aunque tengamos diferencias en nuestras creencias, es importante respetar las creencias y prácticas religiosas de los demás y tratar a todos con amabilidad y comprensión. Esa es la verdadera esencia del amor y la tolerancia que Jesús nos enseñó.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Por qué a Jesús se le relaciona con el sol y a la Virgen con la luna?


¿Por qué a Jesús se le relaciona con el sol y a la Virgen con la luna?

¡Ah, mi amigo! Qué pregunta tan interesante y llena de significado. La relación entre Jesús y el sol, así como la Virgen María y la luna, es realmente profunda y simbólica en nuestra fe católica. 

Primero, hablemos sobre Jesús y el sol. ¿Sabías que en la Biblia, Jesús se llama a sí mismo "la luz del mundo"? En el Evangelio de Juan, capítulo 8, versículo 12, Jesús dice: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". Esta declaración es sumamente significativa. El sol es la fuente de luz y vida en nuestro mundo físico, ¿verdad? Nos proporciona calor, iluminación y sustento para toda la creación. Del mismo modo, Jesús es la luz espiritual que ilumina nuestras vidas, nos guía por el camino de la verdad y nos da vida eterna.

Además, en el Libro del Profeta Malaquías, capítulo 4, versículo 2, se nos habla de Jesús como "el sol de justicia": "Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación". Esta imagen nos revela la naturaleza redentora de Jesús. Así como el sol trae luz y calor para renovar la vida en la tierra, Jesús trae la justicia y la salvación para renovar nuestras almas y restaurar nuestra relación con Dios.

Por otro lado, la relación entre la Virgen María y la luna también es muy significativa. La luna, a diferencia del sol, no tiene luz propia, ¿verdad? Su resplandor es solo un reflejo de la luz del sol. De manera similar, la Virgen María refleja la luz de su Hijo, Jesucristo. Ella es la madre amorosa que nos guía hacia su Hijo, nos lleva más cerca de Él y nos muestra el camino hacia la salvación.

En el Libro del Cantar de los Cantares, capítulo 6, versículo 10, se nos presenta una imagen poética de María como "la luna, brillante como el sol". Esta metáfora nos habla de la belleza y la pureza de María, así como de su cercanía a Jesús. Así como la luna acompaña al sol en el cielo, María acompaña a su Hijo en su misión salvadora.

Además, en el Libro del Apocalipsis, capítulo 12, versículo 1, se nos presenta una imagen maravillosa de María como una mujer "vestida del sol, con la luna debajo de sus pies". Esta imagen simbólica nos habla del papel de María en la lucha contra el mal y su victoria junto a su Hijo. La luna debajo de sus pies representa su dominio sobre las fuerzas de la oscuridad, mientras que el sol que la rodea representa su conexión íntima con Jesús, la luz del mundo.

Entonces, ¿por qué se asocia a Jesús con el sol y a María con la luna? En resumen, estas imágenes nos hablan de la relación íntima entre Jesús y María, así como de su papel en nuestra fe. Jesús es la luz que ilumina nuestras vidas y nos da vida eterna, mientras que María es la madre amorosa que nos guía hacia su Hijo y nos acompaña en nuestro camino de fe.

Es importante recordar que estas imágenes son símbolos que nos ayudan a comprender mejor las verdades de nuestra fe, pero no deben tomarse de manera literal. Lo importante es que nos ayudan a profundizar nuestra relación con Jesús y María, y a vivir nuestra fe con mayor fervor y devoción.

Espero que esta explicación te haya sido útil, querido amigo. Si tienes más preguntas o deseas profundizar en algún aspecto de nuestra fe, no dudes en acercarte. Estoy aquí para ayudarte en tu camino de fe y crecimiento espiritual. Que Dios te bendiga abundantemente.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

De Adventista del Séptimo Día a Católico, así relata un sacerdote la conversión de uno de sus parroquianos.


Como sacerdote católico, he presenciado muchas conversiones a lo largo de mi ministerio, pero hay una en particular que siempre recordaré con especial cariño. Se trata de la historia de Juan, un devoto adventista del séptimo día que encontró su camino hacia la fe católica de una manera verdaderamente inspiradora.

Todo comenzó hace unos años, cuando Juan comenzó a realizar trabajos de mantenimiento en nuestra parroquia después de mudarse a la ciudad por motivos de trabajo. Era un hombre amable y respetuoso, pero siempre noté una cierta reserva en él cuando se trataba de hablar sobre su fe. Durante los primeros meses, se limitaba a cumplir con sus tareas y evitaba involucrarse en conversaciones religiosas.

Un día, mientras trabajaba en el jardín de la parroquia, decidí acercarme a Juan para saludarlo y entablar una conversación. Le pregunté cómo se sentía en nuestra comunidad y si necesitaba algo en particular. Juan respondió con cortesía, pero pude percibir cierta tensión en su voz cuando mencionó que había crecido como adventista del séptimo día y que estaba todavía explorando su camino espiritual.

Durante nuestras conversaciones, Juan expresó su admiración por la liturgia católica, así como su fascinación por la historia y la tradición de la Iglesia Católica. Sin embargo, también compartió conmigo algunas dudas y preguntas que había estado teniendo sobre su fe adventista.

"Padre, siempre he creído firmemente que los católicos son idólatras", confesó Juan en una de nuestras conversaciones. "Creen en imágenes y estatuas, y eso va en contra de los mandamientos de Dios".

Comprendiendo su preocupación, le respondí con paciencia: "Juan, entiendo tus inquietudes, pero es importante recordar que la veneración de imágenes y estatuas en la Iglesia Católica no es idolatría. Estas representaciones nos ayudan a conectar con los santos y con la misma imagen de Cristo, y son un recordatorio de nuestra fe".

Juan frunció el ceño, claramente escéptico. "Pero ¿qué hay del papa? ¿No es él el anticristo, como dicen muchos adventistas?"

Sonriendo tranquilamente, intenté aclarar sus dudas. "El Papa es el líder de la Iglesia Católica, pero no es el anticristo. Es el sucesor de Pedro, a quien Jesús le dio la autoridad de liderar su Iglesia. El papel del Papa es guiarnos en la fe y la moral, y su autoridad está enraizada en la tradición apostólica".

Juan escuchaba atentamente, pero seguía sin estar convencido. "Y ¿qué pasa con el sábado? ¿No pecamos al no guardar el sábado como día sagrado, como está escrito en los Diez Mandamientos?"

"Juan, en la Iglesia Católica celebramos el domingo como el día del Señor, en conmemoración de la resurrección de Jesús", expliqué con calma. "Esto no significa que despreciemos el sábado, pero nuestra tradición se remonta a los primeros cristianos, que comenzaron a reunirse el primer día de la semana en honor a la resurrección".

Juan parecía reflexionar sobre mis palabras, pero aún tenía una última objeción. "Y ¿qué hay de comer carne de cerdo? En la Biblia se nos enseña que es impuro".

"Es cierto que en el Antiguo Testamento se prohíbe el consumo de ciertos alimentos, incluida la carne de cerdo", asentí. "Pero Jesús vino a cumplir la ley y nos liberó de esas restricciones. En el Nuevo Testamento, él mismo declaró que no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de ella".

Con el tiempo, Juan comenzó a participar más activamente en la vida de la parroquia. Se involucró en actividades sociales y comenzó a asistir a clases de catequesis. Durante este proceso, pude ver cómo su corazón se abría cada vez más a la gracia y la belleza de la fe católica.

Una de las experiencias más conmovedoras que compartí con Juan fue cuando lo acompañé en su primer viaje a una iglesia católica fuera de nuestra parroquia. Fuimos juntos a visitar una antigua catedral en el centro de la ciudad, y mientras caminábamos por los pasillos adornados con arte sacro y escuchábamos el suave murmullo de la música sacra, pude ver en los ojos de Juan una profunda emoción y reverencia.

Después de esa visita, Juan comenzó a asistir regularmente a la misa diaria y a participar en la adoración eucarística. Fue durante una de estas misas diarias que ocurrió un momento verdaderamente conmovedor que marcó un hito en su camino hacia la conversión.

Después de la comunión, mientras estábamos arrodillados en oración, vi lágrimas correr por las mejillas de Juan. Cuando terminó la misa, me acerqué a él y le pregunté si estaba bien. Con voz temblorosa, Juan me confesó que durante la adoración eucarística había experimentado una profunda sensación de paz y presencia de Dios que nunca antes había sentido.

A partir de ese momento, Juan se comprometió plenamente con su proceso de conversión. Continuó estudiando la fe católica, participando en la Misa y profundizando su relación con Dios a través de la oración y la meditación. Cada vez que hablábamos, podía ver cómo su fe se fortalecía y cómo su corazón se llenaba de alegría y gratitud por el don de la fe católica.

Finalmente, después de un largo y profundo proceso de discernimiento, Juan tomó la decisión de convertirse formalmente a la fe católica. Fue un momento de gran alegría y celebración para toda la comunidad parroquial, que lo recibió con los brazos abiertos y el corazón rebosante de amor fraternal.

Desde entonces, Juan ha seguido creciendo en su fe y su compromiso con la Iglesia Católica. Se ha convertido en un miembro activo de la comunidad, sirviendo como lector en la misa, participando en obras de caridad y compartiendo su testimonio de conversión con otros.

Su historia es un poderoso recordatorio del amor y la misericordia de Dios, así como del poder transformador de la fe. A través de su testimonio, Juan nos recuerda que nunca es demasiado tarde para abrir nuestro corazón a la gracia de Dios y seguir el llamado del Espíritu Santo hacia una vida de fe, esperanza y amor en Cristo Jesús.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Es líder de la Gran Logia de España y Católico: "Nada hay en los principios masónicos que vaya en contra de mi fe católica"


- El responsable de formación de la Gran Logia de España valora la declaración de Doctrina de la Fe en la que se rechaza que un católico sea masón

- “Según nuestro último barómetro, el 38% de los encuestados se declararon cristianos; el 14’5% son católicos”

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El pasado 15 de noviembre, la Congregación para la Doctrina de la Fe recordó su posición previa, adoptada en 1983, y recalcó públicamente que “la pertenencia activa a la masonería por parte de un fiel está prohibida, debido a la irreconciliabilidad entre la doctrina católica y la masonería”. Trascurridos unos meses, Andoni Fuentes de Cía, responsable de formación y redes sociales de la Gran Logia de España, valora con Vida Nueva el momento actual en las relaciones con la Iglesia. Y es que, tras iniciarse en la masonería en abril de 1997, grado 33º del rito escocés antiguo y aceptado, lo hace también “como católico que soy”.

PREGUNTA.- ¿Cómo se ha asimilado esta declaración vaticana en el seno de la Gran Logia Española?

RESPUESTA.- La declaración no ha causado sorpresa, pero sí tristeza, ya que el Santo Padre se ha mostrado muy sensible y abierto al contacto con otros colectivos anteriormente apartados de la Iglesia. En países anglosajones, la pertenencia de sacerdotes no católicos a logias masónicas es frecuente y sus Iglesias no ven inconciliabilidad entre su doctrina y los principios masónicos.

El gesto de Ravasi

P.- El último pronunciamiento vaticano en este sentido fue en 2016, cuando causó una gran sorpresa la carta del cardenal Gianfranco Ravasi, entonces presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, en la que invitaba a la masonería a afrontar “un diálogo sincero con la Iglesia”. ¿Sabe si se llegó a dar algún paso concreto en ese sentido, aunque entonces no trascendiera?

R.- Tras esa carta abierta se crearon expectativas de que se podía producir un acercamiento que propiciara la derogación de la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 26 de noviembre de 1983. La masonería italiana dio algunos pasos que no dieron ningún fruto, ya que la Iglesia, finalmente, no fue receptiva a buscar el encuentro propuesto por el cardenal.

P.- A nivel personal, ¿en qué le enriquece en su fe cristiana su condición de masón?

R.- La masonería aspira a hacer de una persona buena otra mejor; mi sentido de la moral y de la ética, de la universalidad del ser humano, de la filantropía, se han visto altamente fortalecidos por mi militancia masónica.

Más cerca de Dios

P.- ¿Y cómo le nutre interiormente en su vivencia de la masonería el hecho de ser católico?

R.- Nuestros trabajos se hacen a la gloria del Gran Arquitecto del Universo con una Biblia abierta. Mi condición de católico me acerca más a Dios durante los mismos.

P.- ¿Ha tenido algún tipo de problema u obstáculo en el seno de la Iglesia por el hecho de ser masón o es algo que hasta ahora no había hecho público?

R.- Convivo en un entorno de católicos practicantes que saben de mi militancia masónica y no he tenido ningún problema en él. Asisto regularmente a misa, aunque me abstengo de comulgar por no serme permitido hacerlo.

Un grupo significativo

P.- Por lo que puede conocer, ¿cuál es el peso, numéricamente y en incidencia, de los católicos en la Gran Logia de España?

R.- Según el último barómetro de la Gran Logia de España, el 38% de los encuestados se declararon cristianos; el 14’5% son católicos.

P.- ¿Cree que llegará un día en el que la Iglesia establezca que es conciliable ser católico y masón?

R.- Nada he visto en los principios masónicos que vaya en contra de mi fe católica, por lo que puedo colegir que en un futuro se proclamará la conciliabilidad de la doctrina de la Iglesia y la masonería, aunque seguramente no será pronto.


Oración para iniciar la Cuaresma



Oh Jesús, hijo amado del Padre, te invocamos en este día para que nos guíes con tu luz divina en este camino cuaresmal. Que tu sacrificio en la cruz sea nuestro ejemplo de entrega y amor hacia nuestros hermanos. Concédenos la gracia de vivir este tiempo de preparación con fervor y devoción, renovando nuestro compromiso de seguirte cada día más de cerca.

Espíritu Santo, fuego divino que enciende nuestros corazones, ven a nosotros en este tiempo de gracia para fortalecernos en la lucha contra el pecado y para infundir en nosotros tus dones de sabiduría y discernimiento. Que tu presencia en nuestras vidas nos impulse a la conversión sincera y nos ayude a crecer en santidad, para que podamos experimentar la plenitud de la vida en Cristo.

Virgen María, Madre tierna y compasiva, acompáñanos en este viaje espiritual hacia la Pascua de tu Hijo. Tú, que caminaste junto a Jesús en su camino hacia la cruz, intercede por nosotros ante el trono de la gracia, para que podamos abrazar con alegría el misterio de su pasión, muerte y resurrección. Enséñanos a decir sí a la voluntad de Dios con la misma humildad y entrega con la que tú lo hiciste, y ayúdanos a abrir nuestros corazones a la acción transformadora del Espíritu Santo.

En este tiempo de Cuaresma, somos llamados a examinar nuestras vidas a la luz del Evangelio, a arrepentirnos de nuestros pecados y a renovar nuestro compromiso con el Señor. Que nuestras prácticas de ayuno, oración y limosna nos ayuden a despojarnos de todo lo que nos aleja de Dios y a centrar nuestras vidas en lo esencial: amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Que este tiempo de gracia nos fortalezca en la fe, la esperanza y el amor, y nos prepare para celebrar con gozo la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte en la fiesta de la Pascua. Que en medio de las pruebas y desafíos de la vida, mantengamos nuestros ojos fijos en Jesús, quien es el camino, la verdad y la vida, y en quien encontramos la plenitud de la salvación.

Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe en este camino cuaresmal. Amén.

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