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¿Por qué los católicos casi nunca nos decimos cristianos? ¿Por quë le hemos dejado esa identidad a los evangélicos?


¡Qué buena pregunta! Y te digo desde ya que este es un tema que vale la pena aclarar porque a veces hasta los mismos católicos nos confundimos un poquito. Vamos a tratarlo como si estuviéramos sentados en un café, charlando tranquilamente.

Primero, partamos de lo básico: todos los católicos somos cristianos. Decir “soy cristiano” y decir “soy católico” es prácticamente lo mismo, solo que "católico" es un poquito más específico. Cuando decimos que somos cristianos, estamos afirmando que creemos en Jesucristo, que lo seguimos y que lo reconocemos como nuestro Señor y Salvador. Esto está clarísimo en el Credo que recitamos en la Misa, donde decimos: "Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios...". Así que en lo fundamental, somos cristianos, porque el centro de nuestra fe es Cristo.

¿Por qué entonces no nos decimos tan a menudo "cristianos"?

Te confieso que hay un par de razones, y ninguna es que no queramos serlo. La primera tiene que ver con la historia y la evolución del lenguaje religioso. En los primeros siglos de la Iglesia, no había tanta división entre los que seguían a Cristo. Eran simplemente "los cristianos" (Hechos 11,26). Pero, con el tiempo, empezaron a surgir diferencias doctrinales y teológicas. Estas diferencias llevaron a la aparición de otras comunidades y denominaciones cristianas que se separaron de la Iglesia católica, como la Iglesia ortodoxa y, siglos después, las iglesias protestantes. Por eso, el término "católico" empezó a usarse para distinguirnos como la Iglesia universal que tiene continuidad directa desde los apóstoles. De hecho, "católico" significa "universal". Lo que buscamos es resaltar que nuestra Iglesia no es una más entre tantas, sino que es la misma fundada por Cristo y extendida por todo el mundo.

En la actualidad, muchas personas identifican a los "cristianos" con los evangélicos o protestantes, porque ellos hacen mucho énfasis en llamarse así. Y nosotros, los católicos, nos quedamos como más tranquilos en nuestro rincón, diciendo "católicos". Pero eso no significa que hayamos dejado de ser cristianos; es más una cuestión de costumbre que de realidad.

¿Nos hemos dejado robar la identidad de "cristianos"?

Sí y no. Te explico: no es que nos la hayan robado, pero sí es cierto que a veces nosotros mismos no la hemos defendido lo suficiente. ¿Cuántas veces, cuando alguien nos pregunta “¿Tú eres cristiano?”, respondemos “No, soy católico”? En ese momento, estamos perdiendo la oportunidad de decirles: “Sí, soy cristiano y, de hecho, pertenezco a la primera y más antigua Iglesia cristiana, que es la católica”. Ahí es donde tenemos que ser un poquito más valientes y recordar que la palabra "cristiano" nos pertenece también.

El Papa Francisco ha insistido en muchas ocasiones que debemos sentirnos orgullosos de ser cristianos y no dejar que esa identidad se quede como algo exclusivo de otras denominaciones. Así que cuando te pregunten la próxima vez, ¡no dudes en decirlo con toda seguridad! Somos cristianos católicos, es decir, seguidores de Cristo dentro de la tradición que Él mismo fundó a través de sus apóstoles.

¿Qué dice la Biblia sobre esto?

Si vamos a la Biblia, veremos que el término "cristiano" se usó por primera vez en Antioquía (Hechos 11,26). Ahí, los seguidores de Jesús empezaron a ser llamados “cristianos” porque proclamaban a Cristo como el centro de sus vidas. Luego, San Pablo en sus cartas a menudo se refería a los creyentes como “en Cristo” o “de Cristo” (por ejemplo, en 1 Corintios 3,23 y Gálatas 3,28), destacando que nuestra identidad está plenamente en Jesús.

El hecho de que nosotros los católicos no usemos tanto el término no quiere decir que no seamos verdaderos cristianos. Lo somos, y lo somos desde el principio. La Iglesia católica ha transmitido la fe en Cristo desde hace más de 2,000 años. Entonces, si alguien te dice que "solo los evangélicos son cristianos", puedes responderle con tranquilidad: “La Iglesia católica es la primera Iglesia cristiana, y yo soy un cristiano que vive su fe en la Iglesia fundada por Cristo mismo”.

El Catecismo también lo aclara

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) es muy claro en afirmar que somos cristianos. En el numeral 818, dice que "todos los que han sido justificados por la fe en el bautismo son incorporados a Cristo; por consiguiente, tienen derecho a llamarse con razón cristianos, y con razón son reconocidos como hermanos en el Señor por los hijos de la Iglesia católica." Ahí está: ¡somos cristianos y lo hemos sido desde siempre!

Además, en el numeral 1694, el Catecismo nos invita a vivir como cristianos, es decir, siguiendo el modelo de Cristo y viviendo conforme al Espíritu. En otras palabras, nos recuerda que nuestra identidad como seguidores de Cristo está en el centro de nuestra fe y práctica.

¿Cómo podemos recuperar esa identidad?

Ahora, ¿cómo podemos recuperar ese sentido de ser cristianos sin abandonar nuestra identidad católica? Bueno, una forma muy sencilla es empezar a usar la palabra "cristiano" con más frecuencia. Cuando hables con tus amigos, familiares o incluso desconocidos, no tengas miedo de decir: “Soy cristiano, y mi fe cristiana la vivo en la Iglesia católica”. Es una manera de recordarles (¡y recordarnos!) que seguimos a Cristo y que no hay nada más importante que eso.

Otra forma es estudiar y conocer más sobre nuestra fe. Cuanto más sepamos sobre la historia de la Iglesia y la riqueza de la doctrina católica, más entenderemos que somos parte de una comunidad cristiana que tiene sus raíces en los mismos apóstoles. Así, cuando alguien nos diga que los católicos no somos cristianos, podremos responder con amor y conocimiento, demostrando que somos tan seguidores de Cristo como cualquier otro.

En conclusión…

No hemos dejado de ser cristianos, ni nunca lo haremos. El problema es que a veces hemos permitido que la costumbre o la falta de conocimiento nos haga olvidar que ser católico es ser un cristiano pleno, en toda la riqueza de la palabra. Somos parte de la Iglesia que Cristo fundó, una Iglesia que ha mantenido su fe en Jesús durante más de dos mil años. Así que la próxima vez que te pregunten, di con alegría: "¡Soy un cristiano católico, un seguidor de Jesucristo en la Iglesia que Él mismo fundó!".

Y si quieres un último consejo, recuerda lo que nos dijo San Pedro en su primera carta: “Estén siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pida razón de la esperanza que tienen” (1 Pedro 3,15). Esa esperanza es Cristo, y como cristianos católicos, ¡tenemos mucho que compartir con el mundo!

Autor: Padre Ignacio Andrade

Cómo vivir como Cristiano en una sociedad cada vez más alejada del Evangelio


¡Queridos amigos en Cristo!

Hoy, en medio de un mundo que parece cada vez más entregado a las fuerzas de la oscuridad, quiero invitarte a reflexionar juntos sobre lo que significa vivir como verdaderos discípulos de Cristo en estos tiempos turbulentos. Es innegable que nos enfrentamos a desafíos enormes: el egoísmo desenfrenado, el individualismo rampante, el culto al dinero y al mercado, y una pérdida alarmante de los valores cristianos que alguna vez fueron el fundamento de nuestra sociedad.

Cuando miramos a nuestro alrededor, vemos cómo el egoísmo y la búsqueda desenfrenada del interés propio han penetrado en los corazones de tantos. La cultura del "yo primero" se ha vuelto omnipresente, convirtiendo a las personas en esclavas de sus propios deseos y ambiciones, sin preocuparse por el bienestar de los demás. Pero como cristianos, sabemos que nuestro llamado es diametralmente opuesto: somos llamados a amar al prójimo como a nosotros mismos, a poner las necesidades de los demás por encima de nuestras propias comodidades.

El individualismo ha erosionado el tejido mismo de la comunidad. Hemos perdido de vista la importancia vital de vivir en armonía y solidaridad con nuestros hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto insensibles al sufrimiento de los demás, encerrándonos en nuestras propias burbujas de confort. Pero Jesús nos enseñó el valor de la comunidad, nos mostró que somos más fuertes cuando estamos unidos, cuando nos apoyamos mutuamente en tiempos de necesidad.

El liberalismo desenfrenado, que idolatra la libertad individual y que vende la falsa idea de que cada persona es un universo en sí mismo y que el individuo está por encima de todo, ha llevado a una distorsión peligrosa de lo que significa ser libre. La libertad no es hacer lo que queramos sin consecuencias, sino vivir de acuerdo con la verdad y el amor. Como nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica en el párrafo 1733, "la libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestro bien supremo". Por lo tanto, nuestra libertad debe estar enraizada en la voluntad de Dios, en seguir sus mandamientos y en buscar su voluntad en todas las cosas.

El culto al dinero y al mercado ha invadido todos los aspectos de nuestra sociedad, convirtiendo a las personas en meros instrumentos de producción y consumo, creando una "dictadura de la economía" sobre el hombre, como bien lo ha dicho en repetidas ocasiones el Papa Francisco. Se nos dice que nuestra valía se mide por nuestro éxito material, por la cantidad de posesiones que acumulamos. Pero Jesús nos enseñó que no podemos servir a dos amos: no podemos servir tanto a Dios como al dinero. Debemos recordar que nuestras verdaderas riquezas están en el Reino de los Cielos, no en los tesoros terrenales que se desvanecen con el tiempo.

Lamentablemente, también hemos perdido de vista la importancia de la justicia social y la promoción del bien común. Nos hemos vuelto cómplices de un sistema que perpetúa la desigualdad y la injusticia, que deja atrás a los más vulnerables entre nosotros. Pero la justicia social es un imperativo moral para todos los cristianos. Como nos enseña la Biblia en Proverbios 31,8-9, "Levanta la voz por los que no tienen voz, por los derechos de todos los desposeídos. Levanta la voz, juzga con justicia; defiende los derechos del pobre y del necesitado".

En este mundo cada vez más entregado a las fuerzas de la oscuridad, es más importante que nunca que vivamos como auténticos testigos de la luz de Cristo. No podemos permitir que el desaliento nos paralice o que el miedo nos paralice. Al contrario, debemos ser valientes en nuestra fe, comprometidos en llevar la luz de Cristo a todas las áreas de nuestras vidas y de nuestra sociedad.

Para hacer frente a estos desafíos, necesitamos regresar a nuestros fundamentos cristianos, a las verdades eternas que han sido confiadas a nosotros por nuestra fe. Necesitamos recordar que somos llamados a amar a Dios sobre todas las cosas y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Necesitamos cultivar una vida de oración y sacramentos, nutriendo nuestra relación con Dios y fortaleciendo nuestra capacidad para resistir las tentaciones del mundo.

Además, debemos comprometernos activamente en la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra, trabajando incansablemente por la justicia social y la promoción del bien común. Debemos ser voz para los sin voz, defensores de los marginados y buscadores de la verdad y la justicia en todas las áreas de nuestra vida.

En última instancia, recordemos que no estamos solos en esta batalla. Cristo está con nosotros en cada paso del camino, fortaleciéndonos con su gracia y su amor infinito. Y como comunidad de creyentes, estamos llamados a apoyarnos mutuamente, a animarnos mutuamente en la fe y a caminar juntos hacia la luz de Cristo.

Así que no perdamos la esperanza, queridos amigos. Aunque el mundo pueda parecer oscuro y desalentador en ocasiones, sabemos que la luz de Cristo brilla más brillante que cualquier oscuridad. Sigamos adelante con valentía y confianza, sabiendo que, con Dios a nuestro lado, podemos superar cualquier desafío que se nos presente.

Que Dios los bendiga abundantemente y los guíe en su camino hacia una vida más plena y abundante en Cristo.

¡Con amor en Cristo,

Padre Ignacio Andrade.

Sacerdote católico

¿Y los católicos somos cristianos o marianos?



¿Y los católicos somos cristianos o marianos?

La respuesta corta sería que somos ambas cosas, pero permíteme explicarte un poco más en detalle.

Como católicos, nuestra fe se basa en Cristo, quien es el centro de nuestra religión. Nos llamamos católicos y somos cristianos porque creemos en la enseñanza de Jesucristo y seguimos su camino. Él es el Hijo de Dios hecho hombre, quien nos enseñó el amor, el perdón y la salvación. Nuestra relación con Cristo es fundamental y todo en nuestra fe gira en torno a Él.

Sin embargo, cuando hablamos de ser "marianos", nos referimos al papel especial que María, la madre de Jesús, tiene en nuestra fe. María es una figura central en el catolicismo, y su papel es muy importante para nosotros. Ella fue elegida por Dios para ser la madre de Jesús, y su "sí" a Dios es un ejemplo de obediencia y humildad para todos nosotros.

La relación entre María y los católicos es muy profunda. La amamos y la veneramos como nuestra madre espiritual. La consideramos un modelo de fe y devoción. Esto se debe a que, como madre de Jesús, María tiene un lugar especial en el plan de Dios para la salvación de la humanidad. En el Evangelio de San Juan, en las bodas de Caná, vemos cómo María intercede ante su Hijo para que realice el primer milagro público (Juan 2.1-11). Este episodio muestra cómo María está atenta a nuestras necesidades y cómo Jesús escucha sus peticiones.

La devoción mariana es una parte importante de la espiritualidad católica. A través de la oración del Rosario, la celebración de fiestas marianas y la veneración de imágenes de la Virgen María, los católicos expresamos nuestro amor y respeto por ella. Sin embargo, es crucial entender que nuestra devoción a María nunca debe eclipsar nuestra devoción a Jesucristo. María siempre nos lleva a su Hijo, Jesús. Como dijo en las bodas de Caná: "Hagan lo que él les diga" (Juan 2:5). 

En este sentido somos cristianos antes que marianos, y somos marianos en función de que primeramente y sobre todas las cosas, somos cristianos.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una guía clara sobre nuestra relación con María. En el párrafo 971, el Catecismo nos enseña que "todas las generaciones la proclamarán bienaventurada, porque el Todopoderoso ha hecho grandes cosas en ella y su nombre es santo" (cf. Lucas 1.48-49). María es una madre amorosa que intercede por nosotros ante su Hijo. Ella nos muestra el camino hacia Jesús y nos acompaña en nuestro viaje de fe.

Es importante destacar que nuestra fe en Cristo y nuestra devoción a María no son mutuamente excluyentes. De hecho, están profundamente interconectadas. María nos ayuda a comprender mejor el misterio de la Encarnación y nos anima a seguir a su Hijo con mayor fervor. Ella es un ejemplo de fe para todos nosotros y una compañera en nuestro camino hacia Dios.

Por lo tanto, como católicos, somos tanto cristianos como marianos. Nuestra fe se centra en Jesucristo, pero también honramos y amamos a María como nuestra madre espiritual. Ambos aspectos de nuestra fe están entrelazados y nos ayudan a crecer en nuestra relación con Dios.

En resumen, la fe católica es una fe cristiana, centrada en Cristo, pero enriquecida por la presencia amorosa y maternal de María. Ella nos enseña a amar a su Hijo con todo nuestro corazón y a seguir sus enseñanzas con alegría y generosidad. Que María, madre de la Iglesia, ruegue por nosotros y nos guíe siempre más cerca de Jesús, nuestro Señor y Salvador. 

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Obispos alemanes se pronuncian: “Los partidos de ultraderecha no son aptos para que los cristianos voten por ellos”


Los obispos alemanes han delineado una postura clara y contundente respecto a los partidos de ultraderecha, marcando límites inequívocos para la participación política de los cristianos y el respaldo electoral. En una declaración de cuatro páginas aprobada por unanimidad, destacan que "los partidos de ultraderecha y aquellos que se mueven en el límite de esa ideología no son un ámbito en el que los cristianos puedan hacer trabajo político y no son aptos para que los cristianos voten por ellos".

La Conferencia Episcopal Alemana, en la misma línea, afirma enfáticamente: "Lo decimos con toda claridad, el nacionalismo racista es incompatible con la visión cristiana de Dios y del ser humano". Esta postura se extiende a la advertencia de que la difusión de contenidos de ultraderecha, especialmente aquellos de carácter racista y antisemita, no concuerdan con los principios que rigen dentro de la Iglesia.

El documento, reportado por EFE, también aborda específicamente a Alternativa por Alemania (AfD), señalando que el partido ha experimentado una serie de momentos de radicalización, donde prevalecen posturas nacionalistas, y en la actualidad oscila entre el populismo de derecha y la ultraderecha.

Es notable que los obispos, en un movimiento inusual, hayan decidido abordar directamente a un partido político en su declaración. El obispo de Limburgo y presidente del Episcopado, Georg Batzing, ha destacado que AfD representa la vanguardia de una transformación cultural en la sociedad alemana. Además, los informes sobre los planes de "remigración", que según Batzing son esencialmente propuestas de deportaciones masivas, han sido un factor determinante en la emisión de esta declaración, después de que el propio obispo participara en manifestaciones en contra de dicho partido.

El Papa recibió a los miembros del Grupo de Diálogo entre Católicos y Marxistas: "Una verdadera política al servicio de la humanidad no puede ser guiada por los mecanismos financieros y de mercado"


"Un escritor latinoamericano afirmaba que los hombres tienen dos ojos: uno de carne y otro de cristal. Con el primero ven lo que miran, con el otro lo que sueñan. ¡No pierdan la capacidad de soñar!". Así comenzó el papa Francisco su discurso a los integrantes del Grupo DIALOP, una iniciativa destinada a facilitar el diálogo entre intelectuales católicos y marxistas, quienes fueron recibidos en audiencia en el Vaticano este miércoles. La génesis de esta iniciativa se remonta a un encuentro entre Francisco y el ex primer ministro griego de izquierdas Alexis Tsipras hace casi una década.

En un mundo marcado por guerras y polarización, el Papa advirtió: "corremos el riesgo de perder la capacidad de soñar". No obstante, insistió en la importancia de mantener viva la llama de la imaginación. "Los argentinos decimos: 'no te arrugues', que significa 'no te contengas'. Y esta es la invitación que también os hago a vosotros: no os detengáis, no os rindáis, no dejéis de soñar con un mundo mejor".

Destacó que "es en la imaginación donde la inteligencia, la intuición, la experiencia y la memoria histórica se encuentran para crear, aventurarse y arriesgarse". Animó a los presentes a tener el coraje de romper moldes y abrirse a nuevos caminos a través del diálogo, siempre prestando atención a los más débiles: "los pobres, los desempleados, los sin techo, los inmigrantes, los explotados y todos aquellos que la cultura del descarte transforma en desperdicio".

En cuanto a la política, reiteró que ésta no debe someterse a los mecanismos financieros y de mercado. Para él, la solidaridad es tanto una virtud moral como una demanda de justicia que requiere corregir distorsiones y purificar las intenciones de sistemas desiguales. Propuso cambios radicales de perspectiva en la distribución de desafíos y recursos entre individuos y naciones.

“Una política verdaderamente al servicio del hombre no puede dejarse dictar por los mecanismos financieros y de mercado”, ha recordado el papa, ya que “la solidaridad, además de virtud moral, es una exigencia de justicia, que exige corregir las distorsiones y depurar las intenciones de los sistemas desiguales, también a través de cambios radicales de perspectiva en el reparto de desafíos y recursos entre hombres y pueblos”.

Al concluir su discurso, el Papa agradeció a los miembros del grupo por su compromiso con el diálogo. Les instó a no tener miedo de dialogar y expresó sus oraciones:

“Siempre hay una gran necesidad de diálogo, ¡no tengáis miedo! Rezo por ustedes y les deseo sabiduría y valentía en su trabajo por un mundo más justo y pacífico. Que el Evangelio de Jesucristo inspire e ilumine siempre vuestras investigaciones y acciones”.

¿Cristianos, judíos y musulmanes adoramos al mismo Dios?


Primero que todo, sí, cristianos, musulmanes y judíos adoramos al mismo Dios. Este Dios es conocido como el Dios de Abraham, ya que es a Abraham a quien se revela en las Escrituras de estas tres religiones. Abraham adoró a ese único Dios que ahora adoramos las tres religiones que se desprenden de él. Este punto de convergencia es fundamental para entender la conexión entre ellas.

Vayamos a las raíces. En el Antiguo Testamento, que compartimos cristianos y judíos, se revela la relación especial de Dios con Abraham. En Génesis 17, 7, Dios le dice a Abraham: "Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia en las generaciones, como pacto perpetuo, para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti". Esta promesa forma la base de la comprensión judía y cristiana del único Dios.

Los musulmanes, por su parte, también reconocen al mismo Dios, al que llaman "Alá" en árabe. La palabra "Alá" es simplemente la palabra árabe para "Dios". Los musulmanes creen en la línea de profetas que incluye a Abraham, Moisés y Jesús, considerándolos como enviados divinos. Su conexión con el Dios de Abraham se establece claramente en el Corán.

La comprensión específica de la naturaleza de Dios puede variar entre estas religiones, pero la base es la misma. Por ejemplo, en el cristianismo, creemos en la Trinidad: un solo Dios en tres personas —Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esto es único para el cristianismo y puede parecer diferente de la comprensión judía o islámica.

El Catecismo de la Iglesia Católica (CCC) nos dice que "los cristianos creen en el Dios único y verdadero, que es amor" (CCC 222). Esta es una verdad fundamental que compartimos con judíos y musulmanes. También reconocemos la importancia de amar a Dios y al prójimo, lo cual es un principio que une a estas tres religiones.

Ahora bien, aunque adoramos al mismo Dios, nuestras comprensiones y creencias pueden diferir en algunos aspectos. Por ejemplo, los judíos no reconocen a Jesús como el Mesías, mientras que los cristianos sí lo hacemos. Los musulmanes, si bien respetan a Jesús como un profeta, no lo consideran el Hijo de Dios.

Esta diversidad en la comprensión no significa que estemos adorando a dioses distintos. Más bien, refleja la complejidad de la relación y la comprensión humana con y sobre lo divino. En su amor infinito, Dios se ha revelado de maneras diversas a lo largo de la historia, y cada tradición religiosa ha recibido una parte de esa revelación, aunque nosotros pensamos que la Revelación plena y completa la hemos recibido los cristianos a través de Jesús y transmitida por la Iglesia católica.

Pero la Iglesia Católica reconoce y respeta la verdad presente (aunque sea parcial) en otras religiones. El Concilio Vaticano II enseña que "la Iglesia mira también con estima a los musulmanes que adoran al Dios único, viviente y subsistente, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra" (Nostra Aetate, 3).

Es crucial destacar que el respeto y la comprensión entre las religiones son esenciales para promover la paz y la armonía en nuestro mundo diverso. Dios es el mismo, y su deseo es que vivamos en unidad y amor. Las diferencias en la comprensión no deben convertirse en barreras, sino en oportunidades para aprender y crecer en respeto mutuo.

Claro está, reconocer las diferencias y tratar con caridad y sumo respeto a nuestro hermanos judíos y musulmanes no significa que renunciemos a nuestra misión evangelizadora. Debemos anunciarles a Jesús como el único Señor y Salvador de los hombres, como el Mesías verdadero y el Dios verdadero, pero siempre con y desde la caridad, pues, como dice San Pablo, "sin amor nada soy" (1 Corintios 13, 2).

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Cuál es la diferencia entre Ecumenismo y Diálogo Interreligioso?


Ecumenismo y Diálogo Interreligioso. Estos dos términos se refieren a esfuerzos importantes en el mundo religioso para fomentar la comprensión y la colaboración entre diferentes comunidades de fe, pero se centran en diferentes aspectos de la relación entre las religiones.

El ecumenismo se refiere específicamente a los esfuerzos de colaboración y unidad entre diferentes ramas del cristianismo. La palabra "ecumenismo" proviene del griego "oikoumene", que significa "el mundo habitado". El objetivo principal del ecumenismo es promover la unidad entre las iglesias cristianas que han estado separadas históricamente. Esto incluye diversas tradiciones cristianas, como la Iglesia Católica, las iglesias ortodoxas orientales, las iglesias protestantes históricas y otras comunidades cristianas.

El ecumenismo se basa en el deseo de alcanzar una mayor comprensión mutua y superar las divisiones históricas y teológicas que han separado a estas iglesias a lo largo de los siglos. La Biblia nos recuerda la importancia de la unidad en el cuerpo de Cristo. En la Primera Carta a los Corintios, San Pablo insta a los creyentes a estar "unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir" (1 Corintios 1, 10). Esta unidad es un testimonio poderoso para el mundo y refleja el deseo de Cristo de que sus discípulos sean uno, como Él y el Padre son uno (Juan 17, 21).

El diálogo interreligioso, por otro lado, se centra en el entendimiento y la cooperación entre diferentes religiones, no solo dentro del cristianismo, sino también entre el cristianismo y otras tradiciones religiosas como el islam, el judaísmo, el hinduismo, el budismo y muchas otras. Este diálogo tiene como objetivo fomentar el respeto mutuo, la tolerancia y la paz entre las diversas comunidades religiosas.

El diálogo interreligioso reconoce y valora las diferencias teológicas y doctrinales entre las religiones, pero se esfuerza por encontrar puntos en común y áreas de colaboración. Esta forma de diálogo se basa en el principio del respeto por la libertad religiosa y la convicción de que, a través del entendimiento mutuo y el respeto, las comunidades religiosas pueden trabajar juntas para abordar los desafíos globales y promover la paz en el mundo.

El Catecismo de la Iglesia Católica subraya la importancia del diálogo interreligioso al afirmar que "la Iglesia católica rechaza nada de lo que en estas religiones hay de verdadero y santo" (Catecismo de la Iglesia Católica, 841). Esto significa que, aunque hay diferencias significativas entre las religiones, también existen valores y creencias compartidas que pueden ser puntos de partida para el diálogo constructivo.

En última instancia, tanto el ecumenismo como el diálogo interreligioso están arraigados en el amor y el respeto por nuestros semejantes, independientemente de sus creencias religiosas. El Papa San Juan Pablo II, en su encíclica Ut Unum Sint sobre el ecumenismo, escribió: "La unidad de los cristianos está al servicio de la humanidad, de toda la familia humana" (Ut Unum Sint, 77). Esta afirmación resalta que la unidad y el diálogo entre las religiones no solo son beneficiosos para las comunidades de fe, sino también para toda la humanidad, ya que contribuyen a un mundo más comprensivo, tolerante y pacífico.

En resumen, mientras que el ecumenismo se enfoca en la unidad y colaboración entre las diferentes ramas del cristianismo, el diálogo interreligioso se centra en el entendimiento y la cooperación entre las diversas religiones del mundo. Ambos enfoques son esenciales para fomentar la paz, la tolerancia y el respeto en nuestra diversa comunidad global. Espero que esta explicación haya aclarado las diferencias entre estos dos conceptos importantes. 

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Por qué judíos y musulmanes no comen carne de cerdo y los cristianos sí?


La distinción en las dietas entre judíos, musulmanes y cristianos tiene profundas raíces históricas y religiosas en las tres tradiciones abrahámicas, y entenderlas puede arrojar luz sobre por qué estas prácticas han perdurado a lo largo de los siglos.

Para comprender esta diferencia, primero debemos remontarnos a las Sagradas Escrituras. En el Antiguo Testamento de la Biblia, específicamente en el libro de Levítico, encontramos una lista detallada de los animales considerados puros e impuros para el consumo humano según la ley judía. El cerdo se menciona como un animal impuro y, por lo tanto, no apto para el consumo según las leyes dietéticas judías. En Levítico 11, 7-8 se establece: "El cerdo es impuro para ustedes, porque tiene pezuñas pero no rumia. No podrás comer su carne ni tocar su cadáver. De todos los animales del agua, podrán comer estos: los que tienen aletas y escamas, tanto en el mar como en los ríos".

Esta prohibición se basa en razones tanto religiosas como sanitarias en la tradición judía. Desde un punto de vista religioso, obedecer las leyes dietéticas es una expresión de obediencia a Dios y un acto de santidad. Desde el punto de vista sanitario, en una época en que no existían los métodos modernos de refrigeración y conservación de alimentos, ciertos tipos de carne podían representar un mayor riesgo para la salud si no se preparaban y cocinaban adecuadamente. Por lo tanto, estas leyes también tenían un componente de protección para la salud de la comunidad.

En el caso del islam, las restricciones dietéticas están delineadas en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes. En el Corán, específicamente en la sura 6:145, se establece: "Di: No hallo en lo que me ha sido revelado ninguna prohibición que impida a los comensales comer nada sino la carne de animal que haya muerto por sí mismo, o la sangre derramada, o la carne de cerdo, porque es impura".

La prohibición del consumo de carne de cerdo en el islam está arraigada en esta enseñanza del Corán y también se basa en las leyes dietéticas como una forma de obediencia a Dios y de mantener la pureza espiritual y física.

En contraste, el cristianismo no tiene restricciones dietéticas específicas sobre el consumo de carne de cerdo. Esta distinción se puede atribuir a las enseñanzas del Nuevo Testamento, donde Jesús, en el Evangelio de Marcos 7, 18-19, dice: "¿Así que también ustedes son incapaces de entender? -les preguntó-. ¿No comprenden que nada de lo que entra en una persona desde afuera puede hacerla impura? Porque no entra en su corazón, sino en el estómago, y después se elimina".

Esta declaración de Jesús se considera una abolición de las leyes dietéticas judías, incluida la prohibición del consumo de carne de cerdo. Los primeros seguidores de Jesús, muchos de los cuales eran judíos, gradualmente dejaron de observar las leyes dietéticas del Antiguo Testamento en su totalidad. Esto se observa, por ejemplo, en el episodio de la visión de Pedro en el libro de los Hechos de los Apóstoles, donde se le dice a Pedro que no llame impuro lo que Dios ha declarado puro (Hechos 10, 15).

Entonces, ¿por qué esta diferencia en las prácticas alimenticias entre las religiones abrahámicas? En última instancia, estas distinciones son parte de las tradiciones y enseñanzas específicas de cada religión. Las leyes dietéticas tienen raíces en las Escrituras y se han transmitido a lo largo de las generaciones como una expresión de obediencia a Dios y de identidad religiosa. Es importante destacar que estas prácticas son específicas de las creencias religiosas y no tienen una base científica o lógica objetiva.

En la actualidad, mientras estas prácticas continúan siendo observadas por muchos judíos y musulmanes como parte de su fe y tradición, los cristianos, en general, no siguen estas restricciones dietéticas específicas. Sin embargo, es esencial abordar estas diferencias con respeto y comprensión mutua. La diversidad en las prácticas religiosas es un recordatorio de la riqueza y la complejidad de las creencias humanas, y debemos aprender a valorar y respetar las tradiciones de los demás, incluso cuando difieren de las nuestras.

En conclusión, queridos hermanos y hermanas, las diferencias en las prácticas alimenticias entre judíos, musulmanes y cristianos se basan en las enseñanzas y las tradiciones específicas de cada religión. Es fundamental recordar que estas prácticas son parte de la identidad religiosa y deben ser respetadas con comprensión y tolerancia. En lugar de enfocarnos en las diferencias, debemos buscar lo que nos une como seres humanos: el amor por Dios y el amor por nuestro prójimo, independientemente de nuestras creencias y prácticas religiosas, aunque claro está, siempre debemos tratar de evangelizar a nuestros hermanos judíos y musulmanes para que reconozcan a Jesús como el único Salvador y Mesías verdadero, pero siempre actuando desde el amor y el respeto. 

Que Dios nos conceda la sabiduría y la humildad para comprender y respetar las creencias de los demás, y que podamos vivir en paz y armonía, valorando la diversidad que enriquece nuestra experiencia humana.

Con amor fraterno,

Padre Ignacio Andrade.

Sacerdote Católico

La Virgen María: La primer cristiana de todos los tiempos.


Antes de la Virgen María, nunca hubo ningún otro ser humano en la tierra que creyera en Jesús como Cristo, el Mesías, y lo aceptara con fe como el verdadero Hijo de Dios. Por eso, sin temor a equivocación alguna, afirmamos con alegría que es ella, María, la Madre del Señor, quien por gracia del Padre obtuvo el honor de haber sido la primer persona cristiana de todos los tiempos.

La Virgen María fue no solo la primera en aceptar a Jesucristo, sino además, bien podemos, basados en las Sagradas Escrituras, considerarla como la primera evangelista, la primer criatura que, a través del Espíritu Santo, anunció la buena nueva de la llegada del Salvador.

Si bien alguien podría intentar objetar que ya los profetas del Antiguo Testamento anunciaban al Mesías, y que por tanto se puede inferir que creyeron en Jesús, estrictamente hablando esto sería incorrecto, pues ellos creían en la futura llegada de "un mesías", pero no sabían a ciencia cierta quien sería exactamente este mesías; sabían de él algunos detalles, como que nacería de una virgen, que vendría del linaje de David, etc., mas fue María la que por primera vez creyó en el mesías concreto, real, verdadero, al no dudar de lo que le estaba sucediendo, al no desconfiar del ángel ni de sus palabras, al serle anunciado que concebiría en su seno a un niño y que ese niño, justa, exacta y concretamente ese niño, era el Hijo del Altísimo, el Salvador tan esperado.

María se convierte en la primer creyente en Cristo Jesús cuando luego de escuchar, no ya una lejana profecía, sino el anuncio oficial de que el Hijo de Dios estaba a punto de encarnarse y llegar al mundo a través de ella (ver Lucas 1, 28-37), sin ninguna vacilación cree, acepta y se entrega con gusto al papel central que le fue divinamente asignado en el Plan Redentor de Dios, afirmando: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» (Lucas 1, 38)

Pero como afirmamos anteriormente, María no solo cree que va a concebir por obra del Espíritu Santo a un niño que llamará Jesús y que éste es realmente el Hijo de Dios, La Santa Virgen María además es la primer persona a través de la cual es anunciado Jesucristo a otros seres humanos, con décadas de antelación, incluso, al comienzo del magisterio público de Nuestro Señor y del trabajo evangelizador de los apóstoles. Jesús es anunciado a través de María a su prima Isabel, quien al apenas escuchar la voz de la Virgen en su casa, es llena del Espíritu Santo y exclama: 
«Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lucas 1, 42-45)
Esto nos demuestra y nos enseña que la Santa Virgen María, "la madre del Señor" como la llama Isabel inspirada por el Espiritu Santo, es dentro del cuerpo teológico-doctrinal y espiritual del cristianismo mucho más que un simple "vaso usado", como con cierto desprecio la llaman algunos grupos protestantes. Más que un simple "vaso usado", María es el verdadero y santísimo Tabernáculo humano en que se encarnó y residió el Verbo de Dios, de ahí que la Iglesia desde tiempos muy remotos haya visto en la tipología bíblica al Arca de la Alianza del Antiguo Testamento como un tipo o prefigura de María.

María, la Nueva Eva, Madre de la Iglesia.

Pero otra prefigura tipológica de María que encontramos en la Biblia, es a Eva, de donde le viene a la madre de nuestro Señor el título de "la Nueva Eva", pues ya las primeras generaciones de cristianos, encontraban este tipo y antitipo en la Escritura, como lo vemos en San Justino Martir, el primer gran apologista de la Iglesia primitiva, a quien encontramos en el selecto grupo de los llamados Santos Padres de la Iglesia, y quien alrededor del año 150 escribe
«La virgen Eva, concibiendo la palabra salida de la serpiente, dio a luz a la desobediencia y la muerte. Y la virgen María, al darle el ángel Gabriel la buena nueva, respondió: ‘Hágase en mi según tu palabra’. Por tanto, lo que Eva destruyó por su desobediencia, lo restaura la Nueva Eva por su obediencia.» (San Justino Martir; Diálogo con Trifón).
En ese mismo siglo II tenemos a otros de los grandes Padres de la Iglesia, San Ireneo de Lyon, que nos dice lo siguiente al respecto de Eva y María: 
«De acuerdo con este diseño, María la Virgen es hallada obediente, diciendo: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra". Pero Eva fue desobediente; Porque ella no obedeció cuando aún era virgen. Y así como ella, teniendo en efecto un marido, Adán, pero siendo aún así, una virgen (porque en el Paraíso "ambos estaban desnudos, y no se avergonzaron", en cuanto que, habiendo sido creados poco tiempo antes, no tenía entendimiento de la procreación de los hijos: porque era necesario que primero llegaran a la edad adulta, y luego se multiplicaran a partir de entonces), habiendo sido desobediente, se convirtió en la causa de la muerte, tanto para ella como para el conjunto de la raza humana; así también María, estando prometida a un hombre, y siendo no obstante virgen, al rendir obediencia, se convirtió en la causa de la salvación, tanto para ella como para toda la raza humana.»
Y más adelante:  
«El nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe, lo desató la Virgen María por su fe».  (San Ireneo; Contras las herejías, libro III, capítulo 22.)
Así entonces, María restaura con su obediencia la caída de aquella primera creación; mientras que la desobediencia de Eva alejó a los seres vivientes de Dios, el "sí" de María atrae a Dios a su seno, donde se encarna el Redentor del género humano. 

Como también dice Scott Hahn, el famoso ex-pastor protestante convertido al catolicismo en su estudio bíblico "Dios te salve, Reina y Madre":
«La primera Eva fue la madre de todos los vivientes (cfr. Gén. 3, 20). La Nueva Eva al enseñar a los discípulos y a los sirvientes a creer en Jesús, se vuelve la madre de la Iglesia, los hijos de Dios (Jn. 1, 12; 19, 26-27).» (Scott Hahn; Dios te salve, Reina y Madre: la Virgen María en la Biblia).
Así es que como Adán fue el primer padre y Eva la primera madre del género humano, y así como Abraham es llamado hasta hoy día el Padre (el Patriarca) del pueblo judío, del pueblo de Dios del Antiguo Pacto, por ser él el primer hebreo de la historia, así también, con toda justicia, y con pleno sustento en las Sagradas Escrituras, la Virgen María puede ser llamada la Madre del Pueblo de Dios del Nuevo Pacto, la Madre de todos los cristianos.

Gran Rabino de Jerusalén censura escupitajos de jóvenes judíos contra clérigos cristianos


Reprende a los jóvenes judíos que ultrajan –con insultos y escupitajos– a clérigos cristianos en las calles de la Ciudad Santa.

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 Una declaración pública difundida en los últimos días, en hebreo e inglés, por el Gran Rabino sefardí de Jerusalén, Shlomo Moshe Amar, reprende a los jóvenes judíos que ultrajan –con insultos y escupitajos– a clérigos cristianos en las calles de la Ciudad Santa.

La breve declaración lleva la fecha hebrea de 25 de Iyar de 5783 –correspondiente al 16 de mayo de 2023– y comienza así: «Nos entristeció oír de clérigos no judíos que varios jóvenes judíos y algunos que dicen ser temerosos de Dios los persiguen con maldiciones, blasfemias y demás, mientras caminan por las calles de la ciudad. Sin duda, tal comportamiento es irresponsable y nada observante de la Torá y sus caminos. Declaramos que tal comportamiento está estrictamente prohibido. No nos está permitido denigrar a ninguna persona creada a imagen de Dios» (haga clic aquí para leer el texto completo del rabino).

Entre los «religiosos no judíos» que en los últimos tiempos han denunciado abiertamente la recurrencia cada vez más frecuente de actos indignantes se encuentra el nuevo abad de la abadía benedictina de la Dormición, en el monte Sión, el padre Nikodemus Schnabel. Escupir no es un fenómeno nuevo. Se viene hablando de ello desde hace años y no se ha visto ningún cambio de rumbo, salvo para peor. A estas alturas, se queja el abad Schnabel, él mismo es blanco casi a diario de estas muestras de incivilidad, que, dice, encuentran terreno abonado en el clima de odio alimentado por las fuerzas que ahora gobiernan en Israel.

Fuente: https://es.zenit.org/

Dirigentes de distintas denominaciones cristianas denuncian una persecución en Israel contra los cristianos.


En una declaración conjunta de los Patriarcas y Jefes de las Iglesias de Jerusalén, denuncian los problemas que afectan a la vida de los fieles en estos «tiempos tumultuosos» en Israel.

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 Los líderes eclesiásticos de Tierra Santa han denunciado el aumento de incidentes anticristianos, como ataques a lugares santos, escuelas e incluso cortejos fúnebres.

En una declaración conjunta de los Patriarcas y Jefes de las Iglesias de Jerusalén, denuncian los problemas que afectan a la vida de los fieles en estos «tiempos tumultuosos».

En él se afirma: «Como todos hemos visto en los últimos meses, la escalada de violencia ha asolado Tierra Santa. Los cristianos locales, en particular, han sufrido cada vez más adversidades».

El mensaje de Pascua continuaba: «Durante el último año, algunas de nuestras iglesias, procesiones funerarias y lugares de reunión pública se han convertido en blanco de ataques; algunos de nuestros lugares santos y cementerios han sido profanados; y algunas de nuestras antiguas liturgias, como la Procesión del Domingo de Ramos y la Ceremonia del Fuego Sagrado, han sido cerradas a miles de fieles. Todo ello a pesar de nuestros acuerdos de cooperar con las autoridades gobernantes, y de atender cualquier petición razonable que pudieran presentar».

El informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada 2022, «¿Perseguidos y olvidados? Informe sobre los cristianos oprimidos por su fe», afirma que en 2021 había 182.000 cristianos en Israel, según su Oficina Central de Estadística. Alrededor del 60% pertenecen a la Iglesia greco-católica melquita.

Mientras que la población cristiana general de Israel está creciendo -aumentando un 1,4 por ciento en 2021-, en los Territorios Palestinos las comunidades cristianas históricas siguen disminuyendo.

Antes de la creación del Estado de Israel en 1948, los cristianos constituían el 18% de la población de Cisjordania, cifra que ahora es inferior al 1%.

Las razones de la emigración son diversas, entre ellas la preocupación por la discriminación en el empleo, los grupos militantes y las restricciones a la circulación provocadas por la barrera de Cisjordania, que genera importantes problemas económicos.

A pesar de todas las dificultades, la declaración conjunta de los Patriarcas y Jefes de las Iglesias de Jerusalén terminaba con una nota esperanzadora: «Mientras perseveremos en estos esfuerzos de buena fe [para cooperar con las autoridades], pedimos a los funcionarios encargados de la supervisión que trabajen de forma cooperativa y colaboren con nosotros, al tiempo que hacemos un llamamiento a la comunidad internacional y a los residentes locales de buena voluntad para que aboguen en nuestro favor, con el fin de ayudar a garantizar la seguridad, el acceso y la libertad religiosa de la comunidad cristiana residente y de los millones de peregrinos cristianos que visitan anualmente Tierra Santa… Sin embargo, al acoger este apoyo, no ponemos finalmente nuestra esperanza en manos de ninguna fuente humana. Ponemos nuestra esperanza última sólo en Dios. Porque a través de la resurrección de Cristo, tenemos la bendita seguridad de la bondadosa providencia del Todopoderoso a través del Espíritu Santo, una fuente de poder divino que es capaz de sostenernos hoy, igual que sostuvo a los primeros cristianos de Jerusalén hace tantos siglos.»

Autor: Filipe d’Avillez

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Fuente: https://es.zenit.org/

Nuevo hallazgo arqueológico prueba que los antiguos cristianos rezaban por los difuntos

 


Durante las recientes excavaciones en et-Taiyiba, en el valle de Jezreel en Israel, los arqueólogos han encontrado unas inscripciones en piedra que serían una evidencia más de que los antiguos cristianos tenían por costumbre rezar por los difuntos.

Según los investigadores, en el marco de una puerta de más de 1500 años de antigüedad se alcanza a leer esta frase: “Cristo nacido de María. Esta obra del obispo más temeroso de Dios y piadoso Theodosius y el miserable Thomas fue construida desde los cimientos – -. Quien entre debe rezar por ellos”. Además también encontraron dos salas que contenían pavimentos de mosaico con un diseño geométrico.

Según la doctora Leah Di-Segni, investigadora del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, “la inscripción saluda a los que entran y los bendice. Por lo tanto, está claro que el edificio es una iglesia y no un monasterio: las iglesias saludaban a los creyentes a su entrada, mientras que los monasterios tendían a no hacerlo”.

Este descubrimiento es muy importante para los cristianos ya que la frase «quien entre debe rezar por ellos» es una prueba arqueológica más de que la costumbre de rezar por los difuntos (en este caso un obispo y un laico) no es un invento moderno del catolicismo, sino que data de los primeros siglos del cristianismo.

Otras pruebas históricas

Sin embargo, este descubrimiento arqueológico no es la única prueba histórica de esta antigua práctica piadosa dentro del cristianismo.

En «De Monogamia, Tertuliano (155-225) aconseja a una viuda «orar por el alma de su esposo, rogando por el descanso y participación en la primera resurrección»; además, le ordena «hacer sacrificios por él en el aniversario de su defunción».

Por su parte, San Juan Crisóstomo (344-407) enseñaba que «Pensamos en procurarles algún alivio del modo que podamos… ¿Cómo? Haciendo oración por ellos y pidiendo a otros que también oren».

San Efrén (306-373) escribió en su testamento que recen por él en el trigésimo aniversario de su muerte ya que «Los muertos reciben ayuda por las oraciones hechas por los vivos».

Líderes cristianos y musulmanes se unen para exigir a los políticos: “Trabajen para que toda vida humana sea protegida”


Apenas unos días después de la sentencia del Constitucional que avala la ley del aborto, la Conferencia Episcopal acoge la firma de una inédita declaración interconfesional

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En una convocatoria inédita, los líderes cristianos y musulmanes españoles firmaron hoy por la mañana una declaración interreligiosa en defensa de la vida, en la que se insta a los políticos que “reflexionen una vez más y asuman el compromiso de cooperar y trabajar juntos para que toda vida humana sea protegida y custodiada como un don de Dios, dotado de la más alta dignidad”. Al acto no se sumó la comunidad judía: “Ha sido invitada pero no han considerado oportuno sumarse a la cuestión”, han expuesto desde la Conferencia Episcopal.

“Este texto llega apenas unos días después de la sentencia del Tribunal Constitucional que avala íntegramente la ley de plazos del aborto de 2010.“Desde el respeto a los representantes de los tres poderes del Estado español, Legislativo, Ejecutivo y Judicial”, a su “legitimidad democrática” y su “buena fe por el bien común”, los representantes de los diferentes credos expresan su “preocupación creciente” porque “la vida humana queda gravemente desprotegida”. Así, se aprecia que se está “legislando no solo contra los principios del Creador, sino también contra el más esencial de los derechos humanos”.

Juntos en la casa de la Iglesia

La sede del Episcopado español acogió la firma de este documento por parte de la Comisión Islámica de España, Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) Iglesia Ortodoxa del Patriarcado Ecuménico, Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Rumanía, Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú, Iglesia Española Reformada Episcopal (IERE) e Iglesia Católica. Durante el acto, se leyeron algunos textos de la Biblia y del Corán.

En un tono conciliador con las instituciones y los políticos, las autoridades religiosas se muestran comprensivos con el hecho de que “hay situaciones complejas, de aparentes conflictos de derechos, que son difíciles de resolver”. Sin embargo, apuntan que “entendemos que profundos dilemas éticos y morales no pueden resolverse de forma genérica con el sacrificio de uno de los derechos fundamentales afectados (en este caso, el derecho a la vida) haciendo prevalecer el otro”.

Respeto a la dignidad

A la par, subrayan que “el respeto a la dignidad de la vida de todo ser humano y sus derechos fundamentales, especialmente de los más débiles, son signos del progreso y la prosperidad de una sociedad y no puede considerarse que dicho respeto sea un retroceso o sea contrario a la libertad”.

En nombre de los católicos, rubricó el texto el secretario general de los obispos, César García Magán. Fue una mujer, la periodista María García, quién puso voz a la declaración en la que se defiende que “la vida es un don de Dios para el conjunto de la creación y de la humanidad”. El director de la subcomisión para las Relaciones Interconfesionales y el diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal, Rafael Vázquez, que ha apoyado, animado e impulsado este texto.

En una intervención posterior a la lectura de la declaración, García Magán señaló que la iniciativa “si no motivada, sí ha estado ocasionada” por la sentencia del Constitucional, se trata de un “marco general”. . “Hay un denominador común con las religiones monoteistas que es la solicitud por la vida que viene por la Palabra de Dios”m, a “Queremos dar un mensaje propositivo de que la fe no es un obstáculo para la dignidad de la vida”.

Por su parte, Carolina Bueno, secretaria ejecutiva de la Federación de Entidades Evangélicas de España, expuso que “la actualidad es la que es, pero queremos poner en valor la dignidad de la vida y la bienestar de esa vida, no solo de los no nacidos, sino de los más desvalidos de la sociedad: inmigrantes, los niños en exclusión social, víctimas de esclavitud y la trata…”. “Con ellos estamos trabajando todas las confesiones”, subrayó.

Ante la nueva reforma de la ley del aborto que previsiblemente se aprobará mañana, Carlos López, obispo de la Iglesia Española Reformada Episcopal, insistió en el respeto al trabajo de los políticos, que “sí es necesario recordar los valores que nos mueven a la sociedad, para que los tengan en cuenta a la hora de elegir a los políticos”.

Preguntado por los ataques directos de algunos obispos al presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, que rompe con la dinámica del Episcopado de no realizar ataques ‘ad hominem’, García Magán se remitió a que “la posición de la Conferencia Episcopal Española es la del comunicado que se hizo tras conocer la sentencia”. “Servidor de ustedes como portavoz, se ha insistido, desde la libertad de expresión y opinión de los obispos”, añadió. Desde su mirada personal, insistió en su premisa de “no politizar el tema del aborto y no centrarnos solo en eso, sino en la defensa de toda vida”.

El secretario general del Episcopado también defendió la presencia de los católicos que rezan ante las clínicas abortivas, como una “iniciativa muy buena de los fieles” al hilo de la defensa del derecho a la libertad religiosa: “Todos tenemos derecho de actuación en la plaza pública”.

Autor: José Beltrán. 

Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/2023/02/15/cristianos-y-musulmanes-a-una-sola-voz-a-los-politicos-trabajen-para-que-toda-vida-humana-sea-protegida/

Vaticano envía mensaje a los hindúes: “Trabajar juntos para transformar este mundo en un hogar seguro”



Con motivo de la festividad hindú del Diwali, que este año se celebra el 24 de octubre, el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso ha enviado un mensaje de felicitación a la comunidad hindú, firmado por el prefecto Miguel Ángel Cardenal Ayuso Guixot.

En el mensaje, el Vaticano subraya la necesidad de que cristianos e hindúes “trabajen unidos” para lograr un mundo mejor. “Como creyentes y líderes de nuestras comunidades religiosas”, señala el Vaticano, “compartimos preocupación y responsabilidad por el bienestar de la familia humana y de la tierra, nuestro hogar común”.

Responsabilidad compartida

Así, la Santa Sede anima “en un mundo de crecientes tensiones, conflictos y violencia”, a que cristianos e hindúes, “uniéndonos de la mano de los de todas las demás tradiciones religiosas y de las personas de buena voluntad”, promuevan “el espíritu de convivencia y corresponsabilidad para transformar este mundo en un hogar seguro para que todos vivan en paz y alegría”.

“Así como las familias, guiadas por el ejemplo de padres y mayores, tienen un papel fundamental en inculcar en sus hijos y jóvenes estos nobles valores de convivencia y corresponsabilidad, la familia de líderes religiosos y grupos de todas las religiones en todo el mundo, Las instituciones educativas, los medios de comunicación, las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales también tienen una responsabilidad compartida en fomentar los valores de convivencia y corresponsabilidad, utilizando todos los medios disponibles a su alcance”, concluye el Vaticano.

¿Cómo debemos actuar los cristianos si creemos que nos han hecho brujería?



En varias ocasiones nos olvidamos que el demonio existe. Lo vemos como una fuerza maligna misteriosa en vez de un ser real y olvidamos que existen personas que frecuentan su poder, o le piden favores mediante la brujería.

La brujería no es un cuento, existe y hace daño.

La brujería está presente en algunos textos de la Biblia. Las Escrituras presentan varias historias de hombres buenos que caen en pecado al momento de consultar la brujería para procurar su bienestar, así como la reacción de algunos brujos ante el poder del Espíritu Santo.

Por ejemplo, el Rey Saúl en el Antiguo Testamento, pidió a una hechicera ser mediadora entre él y el profeta Samuel. Luego, en Hechos de los Apóstoles, se menciona al mago Simón que, sorprendido, pide a los apóstoles que le enseñen su poder. Ellos se niegan porque su poder no provenía de la hechicería ni de ellos, sino del mismo Dios.

Si creemos haber sido víctimas de “embrujos”, lo primero que debemos hacer es mantener la calma, no tener miedo y sobre todo confiar en Dios. Ninguna hechicería puede contra Dios. Y para estar contar con su protección debemos estar cerca a los sacramentos.

El uso de medallas, rosarios y agua bendita es permitido y muy útil. Pero no se debe olvidar que el demonio no retrocede por usar objetos, sino porque estos son un medio del poder de Dios. Ningún método humano es valioso por sí solo, solo Dios tiene el poder y la gloria contra los embrujos, y cualquier mal producido por el demonio.


Papa Francisco: “Ser cristianos significa vivir sin venenos, no mordernos entre nosotros, no murmurar"



“Ser cristianos significa vivir sin venenos. Es decir, no mordernos entre nosotros, no murmurar, no acusar, no chismorrear, no difundir maldades, no contaminar el mundo con el pecado y con la desconfianza que vienen del Maligno. Oremos para que por la gracia de Dios podamos ser cada vez más cristianos, testigos alegres de la vida nueva, del amor y de la paz”. Así ha concluido el papa Francisco su homilía en la única misa que celebrará en Nursultán, capital de Kazajistán, durante su peregrinación para participar en el VII Congreso de Líderes de las Religiones Mundiales y Tradicionales, que finalizará mañana.

Tras darse un paseo con su papamóvil para saludar a los fieles congregados en la plaza de la Expo, ha comenzado la celebración eucarística en la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, que se ha desarrollado a caballo entre el ruso y el latín. En torno a la cruz, las serpientes que muerden y la serpiente que salva ha guiado el Pontífice su sermón.

En relación a la cruz de Cristo, Jorge Mario Bergoglio ha recordado que desde ahí “aprendemos el amor, no el odio; aprendemos la compasión, no la indiferencia; aprendemos el perdón, no la venganza”. Y ha continuado: “Los brazos extendidos de Jesús Nos indican el camino, el camino cristiano; no el de la imposición y la coacción, del poder o de la relevancia, nunca el camino que empuña la cruz de Cristo contra los demás hermanos y hermanas por quienes Él ha dado la vida. El camino de Jesús, el camino de la salvación, es otro: es el camino del amor humilde, gratuito y universal, sin condiciones y sin ‘peros’”.

Las serpientes que muerden y la serpiente que salva

Antes se detuvo en las dos imágenes de la serpiente. En primer lugar, las serpientes que muerden. “No es casual que, agotándose la confianza en Dios, el pueblo sea mordido por las serpientes que matan”, ha señalado, para luego resaltar que en la historia de Kazajistán no han faltado mordeduras dolorosas. “Pienso en las serpientes abrasadoras de la violencia, de la persecución atea; en un camino a veces tortuoso durante el cual la libertad del pueblo fue amenazada, y su dignidad herida”, ha expuesto.

“Nos hace bien custodiar el recuerdo de todo lo que se ha sufrido; no hay que eliminar de la memoria ciertas oscuridades, pues de otro modo se puede creer que son agua pasada y que el camino del bien está encauzado para siempre. No, la paz nunca se consigue de una vez por todas, se conquista cada día, del mismo modo que la convivencia entre las etnias y las tradiciones religiosas, el desarrollo integral y la justicia social. Y para que Kazajistán crezca todavía más es necesario el compromiso de todos”, ha completado.

En segundo lugar, se ha referido a la serpiente que salva: Jesús, que, “elevado sobre el mástil de la cruz, no permite que las serpientes venenosas que nos acechan nos conduzcan a la muerte. Ante nuestras bajezas, Dios nos da una nueva estatura; si tenemos la mirada puesta en Jesús, las mordeduras del mal no pueden ya dominarnos, porque Él, en la cruz, ha tomado sobre sí el veneno del pecado y de la muerte, y ha derrotado su poder destructivo. Esto es lo que ha hecho el Padre ante la difusión del mal en el mundo; nos ha dado a Jesús, que se ha hecho cercano a nosotros como nunca habríamos podido imaginar”, ha subrayado.

¿Se persignaban los cristianos en los primeros siglos?

 


HACER LA SEÑAL DE LA CRUZ ¿ES ALGO INCORRECTO?

No, para nada. Sus orígenes se remontan al siglo II, como señal de pertenencia a Cristo y haber sido redimido por Él. Ya escribía Tertuliano (160-220 d.C.) lo siguiente:  

«En todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros zapatos, al tomar un baño, en la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la cruz.»

A este mismo respecto, escribían otros Padres de la Iglesia:

1. «Haced la señal de la cruz al comer, al beber, cuando os sentáis y cuando os acostáis, y para decirlo en una palabra, en todos tiempos y en todas ocasiones.» (SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis 4, 3)

2. «En todas las cosas de nuestra religión nos valemos de la señal de la cruz. Por esto la cruz se llama signo, porque usamos de ella con el fin de que no se acerque mal alguno que nos infecte.» (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Sobre la adoración de la preciosa Cruz, 257)

3. «Que nadie se avergüence de los símbolos sagrados de nuestra salvación […]; llevemos mas bien por todas partes, como una corona, la Cruz de Cristo. Todo, en efecto, entra en nosotros por la Cruz. Cuando hemos de regenerarnos, allí esta presente la Cruz; cuando nos alimentamos de la mística comida; cuando se nos consagra ministros del altar; cuando se cumple cualquier otro misterio, allí esta siempre este símbolo de victoria. De ahí el fervor con que lo inscribimos y dibujamos, en nuestras casas, sobre las paredes, sobre las ventanas, sobre nuestra frente y en el corazón. Porque este es el signo de nuestra salvación, el signo de la libertad del genero humano, el signo de la bondad de Dios para con nosotros.» (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre San Mateo, 54)

Como se puede ver, desde los albores del cristianismo se encuentra esta práctica, que de incorrecta no tiene nada, sino que encierra un fuerte significado cristológico.

Santiago Cruz.

Referencias: Larrauri, G, (2011), Orar con los primeros cristianos, España, Editorial Planeta.

¿La Iglesia Católica es Cristiana?

 

Jesús entregando a Pedro las llaves del reino de los cielos.

Aunque para un católico bien formado en su fe esta pregunta tiene una respuesta obvia, es sorprendente que aun hoy día, e incluso diría que cada día con mayor frecuencia, más personas se pregunten si un católico es o no es cristiano.

Algo que todo católico debe admitir con plena sinceridad y objetividad, es que el nivel de formación doctrinal del católico promedio es muy pobre, son millones los que se hacen llamar a sí mismos "católicos", y quienes incluso asisten a misa con relativa frecuencia, pero que desconocen profundamente su fe, este hecho ha permitido una inmensa confusión y el gran avance de las denominaciones protestantes, quienes con un discurso más "efusivamente" cristiano han logrado construir en el imaginario colectivo una diferencia entre "católico" y "cristiano" como dos cosas distintas.

Es escandaloso escuchar, incluso a católicos, decir de alguna otra persona que abandonó la Iglesia que "se volvió cristiano", como si antes, como católico, no lo hubiese sido.

Pero entonces, ¿la iglesia católica es cristiana? 

La respuesta es contundente: Claro que Sí. La Iglesia Católica es cristiana, tan cristiana que fue fundada por el mismísmo Jesucristo, por tanto, no es exagerado decir que esta es, de hecho, la original Iglesia de Cristo, la Iglesia de la Biblia, la que Jesús edificó frente a sus Apóstoles con Pedro a la cabeza como el principal encargado de apacentar al rebaño de Cristo en la tierra, como se nos relata en el evangelio de Mateo capítulo 16:18-19:

18. "Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro (piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19 A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos".
La Iglesia Católica es la única que puede reclamar la herencia del significado de los versículos recién citados, puesto que es la única Iglesia que existe hoy día, de todas las que se reclaman "cristianas", que se remonta a los tiempos de Cristo y los apóstoles(1)

¿Y cómo podemos saber y afirmar que se trata de la misma Iglesia de la que habla Jesús en Mateo 16:18? Esto lo podemos saber gracias a un hecho de suma relevancia: a la Sucesión Apostólica ininterrumpida por más de 2000 años, Sucesión Apostólica que ha garantizado que esta columna y fundamento de la Verdad que es la Iglesia permanezca en el tiempo, que sea portadora de una continuidad histórica que la hace ser esa misma comunidad de los apóstoles, no "heredera" de aquella Iglesia, sino literalmente esa misma Iglesia, esa misma comunidad que creció, se expandió por las naciones y que nunca ha dejado de existir desde entonces, llevando a cabo su labor evangelizadora de generación en generación, de siglo en siglo por todos los rincones de la Tierra. 

Como queda claro, el propio origen de la Iglesia proviene de Cristo, quien es su fundador; y la primera y más importante razón de ser de esta Iglesia es precisamente anunciar a Cristo a todas las naciones y a todos los hombres de la tierra (como Él mismo ordenó), para decirle al mundo que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías Verdadero, el Cordero de Dios que fue entregado por nuestros pecados y que resucitó venciendo a la muerte como prueba de su divinidad. La tarea de la Iglesia Católica es cumplir fielmente con el mandato de Cristo de ir a buscar discípulos de todas las naciones bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñarles, transmitirles, la verdad de la revelación divina, pues, como también nos enseña la escritura, la Iglesia es "columna y fundamento de la Verdad". ¿Y qué otra cosa es la Verdad si no Cristo?

Cristo, el protagonista de la Misa.

El propio rito de culto más importante de los católicos, la santa misa, es absolutamente "cristocéntrico", es un acto de adoración a Dios, recordando y actualizando el sacrificio realizado por Jesús al entregar su vida para el perdón de los pecados, de ahí que la parte central de la misa, el momento cumbre de la misma, después de las lecturas de la escritura, de la homilía, de los cantos de alabanza, etc., es el momento donde Cristo se hace realmente presente en la eucaristía, cuando el pan y el vino se convierten en su cuerpo y en su sangre, y los cristianos reafirmamos nuestra comunión con Él a través de recibir ese cuerpo y esa sangre, como hicieron aquellos primeros cristianos, los apóstoles, en la última cena: 
26. Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió, y dándoselo a sus discípulos, dijo: "Tomad, comed, éste es mi cuerpo".
27. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: "Bebed de ella todos,
28. porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados". (Mateo 26:26-28).
Cuando se dimensiona correctamente la enorme importancia y la magnitud que le damos los católicos al Cuerpo y a la Sangre de Cristo en cada Misa (Misa que el teólogo ex-protestante Scott Hahn considera una extensión del cielo en la tierra en la que descienden los ángeles para adorar junto a nosotros al Señor) por sabernos ante la presencia de Nuestro Rey y Salvador en el momento del culto, se vuelve fácil reconocer que Cristo es el centro mismo de toda nuestra fe católica. 

¿La Iglesia Católica fue cristiana y dejó de serlo?

Entre el protestantismo encontramos dos clases de detractores que niegan el carácter cristiano de la Iglesia Católica. Por un lado están los más radicales y fanáticamente anticatólicos, quienes dicen que la Iglesia "original" o "primitiva" que fundó Jesucristo se perdió en una época muy temprana después de la muerte de los apóstoles y que la Iglesia Católica "surgió siglos después" como un mero invento del emperador Constantino(2) para adorar ídolos paganos con una cubierta cristiana y que por tanto la Iglesia Católica no es y nunca fue cristiana, sino pagana, idólatra, e incluso, "satánica" desde sus inicios. 

Otro sector, un poco más moderado y sensato, admite que efectivamente la Iglesia Católica tiene dos mil años de existencia y es la Iglesia que proviene de Cristo y los apóstoles, pero que a partir del año 313 con el Edicto de Milán emitido por Constantino para tolerar al cristianismo y a las demás religiones dentro del imperio romano, la Iglesia fue paulatinamente "corrompiéndose", "paganizándose" y terminó por perder su conexión con el antiguo cristianismo que antes poseía, el cual, supuestamente, habría sido restaurado en la reforma protestante.

Ambas afirmaciones, aunque nuestros hermanos protestantes no puedan visualizarlo desde la óptica con la cual ven las cosas, son una rotunda negación de la Biblia, la misma que ellos colocan como único criterio de autoridad en materia de fe y de doctrina. ¿Por qué decimos que es una negación de la Sagrada Escritura? Porque pensar de esta forma, es tanto como decir que Cristo mintió, o bien, que se equivocó, pues Jesús establece su Iglesia y le emite lo que podríamos llamar un "seguro de indestructibilidad" cuando dice "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" y también en Mateo 28, 20 leemos la siguiente instrucción y promesa de perpetuidad a su Iglesia cuando manda a los primeros dirigentes de ésta a todas las naciones en busca de discípulos: "y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". 

¡Contundente! ¡A la Iglesia de Cristo, que es la Iglesia católica, según los que nos dice el propio Cristo a través del evangelio, nada ni nadie la puede corromper, nada ni nadie la puede destruir, y nunca ha dejado ni dejará de existir!

Cuando Cristo dice "estoy con vosotros", se refiere a su Iglesia representada en ese momento por los apóstoles, por eso dice "todos los días hasta el fin del mundo", ya que aunque esos apóstoles en algún momento fueran morir, harían crecer y hacer preservar la Iglesia, tal como ocurrió, con nuevos discípulos y seguidores de Cristo de entre los cuales surgirían los sucesores de los apóstoles. Es por esto que no dice "estoy con vosotros hasta que el último de vosotros muera", como muchos protestantes intentan interpretar del "estoy con vosotros" para decir que aquella Iglesia ya no existe o que dejó de existir por aproximadamente 16 siglos hasta que llegó Lutero, tesis que es completamente inconsistente con las promesas de Jesús a su Iglesia que vimos anteriormente. 

Conclusión.

Si reconocemos que Jesús fundó su Iglesia para hacer conocer a través de ésta el Nuevo Pacto de Dios con la humanidad, y que dicha Iglesia tiene la promesa de que ni el mismo infierno podrá destruirla porque siempre estará acompañada por Cristo y por el Espíritu Santo, y que aquella "primera Iglesia" del Nuevo Testamento perduró en el tiempo a través de la autoridad otorgada por los apóstoles (que a su vez habían recibido de Cristo) a sus sucesores, y que dicha sucesión de autoridad apostólica nunca cesó en el tiempo, y que hoy está representada por los obispos de la Iglesia, podemos concluir no solo que ésta que hoy conocemos hoy como la Iglesia Católica es legítimamente cristiana, sino que es la verdadera y auténtica Iglesia que nos viene desde Cristo y de la cual nos habla la Biblia.

Así que si eres católico, alégrate, porque estás en la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, y si no lo eres, también alégrate, porque tienes las puertas abiertas a ella. 

Alfredo Rodríguez.


(1). Por supuesto también la Iglesia ortodoxa viene desde Cristo y los apóstoles, pero más que reconocerla como "otra Iglesia diferente", la reconocemos como parte de esa misma Iglesia cristiana que es Una, Santa, Católica y Apostólica que se remonta al primer siglo, pero con quien, desafortunadamente, la comunión se rompió en el año 1054, y seguimos esperando que se restablezca, pues como diría el Papa San Juan Pablo II, la Iglesia de oriente es el otro pulmón por el que respira la Iglesia universal. 
(2) Ver: Constantino no fundó la Iglesia católica ni fue Papa, te lo demostramos.

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