¿Cómo explicar la Resurrección a jóvenes demasiado racionalistas y escépticos?



Cuando hablamos de la Resurrección de Jesús, estamos abordando uno de los eventos más trascendentales de la historia humana y uno de los pilares fundamentales de la fe cristiana. La Resurrección no es solo una creencia central para los cristianos, sino que también ha sido objeto de estudio y debate a lo largo de los siglos.

Para aquellos que se acercan al tema desde una perspectiva más racionalista y escéptica, es importante abordar la cuestión desde un enfoque que tenga en cuenta las pruebas históricas disponibles. Aunque la fe es un aspecto crucial en la comprensión de la Resurrección, también es posible encontrar evidencias externas que respalden este evento.

Uno de los primeros argumentos que podemos presentar es el testimonio de los Evangelios. Aunque estos textos son escritos religiosos, son considerados por los historiadores como fuentes importantes para el estudio de la vida de Jesús y los primeros años del cristianismo. Los Evangelios proporcionan relatos detallados de la muerte y Resurrección de Jesús, incluyendo detalles sobre cómo fue crucificado, sepultado y cómo se apareció a sus seguidores después de su Resurrección. Aunque algunos críticos pueden cuestionar la fiabilidad de los Evangelios debido a su naturaleza religiosa, es importante recordar que estos textos fueron escritos por testigos presenciales o personas cercanas a los eventos que describen.

Además del testimonio de los Evangelios, existen otras fuentes históricas que corroboran la existencia de Jesús y los eventos que rodearon su vida. Por ejemplo, el historiador judío Flavio Josefo, en su obra "Antigüedades judías", menciona a Jesús y su ejecución por orden de Poncio Pilato. Aunque hay debates sobre la autenticidad de algunos pasajes en los escritos de Josefo, la mención de Jesús como una figura histórica es ampliamente aceptada por los historiadores.

Otro aspecto importante a considerar es el testimonio de los primeros seguidores de Jesús. Después de la muerte de Jesús, sus seguidores experimentaron un cambio radical en sus vidas y se convirtieron en fervientes predicadores de su mensaje, a pesar del peligro y la persecución que enfrentaban. El hecho de que estos hombres y mujeres estuvieran dispuestos a enfrentar la muerte por su fe en la Resurrección de Jesús es un poderoso testimonio de la realidad de este evento. Además, el surgimiento y la expansión del cristianismo primitivo en un contexto hostil proporciona evidencia adicional de la fuerza y convicción de los primeros cristianos en la Resurrección de Jesús.

También podemos mencionar las apariciones de Jesús resucitado a sus seguidores como una prueba de su Resurrección. Según los relatos bíblicos, Jesús se apareció a varias personas después de su Resurrección, incluyendo a María Magdalena, a los discípulos en el camino a Emaús y a los apóstoles en el Cenáculo. Estas apariciones fueron presenciadas por múltiples personas y ocurrieron en diferentes momentos y lugares, lo que sugiere que no fueron alucinaciones individuales, sino experiencias compartidas y verificadas por múltiples testigos.

Además de las pruebas históricas, también podemos reflexionar sobre el impacto y la relevancia continua de la Resurrección en la vida de los creyentes. A lo largo de los siglos, la fe en la Resurrección de Jesús ha sido una fuente de esperanza, consuelo y fortaleza para millones de personas en todo el mundo. La Resurrección nos recuerda que la vida es más fuerte que la muerte y que el amor de Dios es más poderoso que cualquier fuerza en el universo. Esta realidad es palpable en la experiencia personal de muchos creyentes, quienes han experimentado la presencia viva de Jesús en sus vidas y han sido transformados por su amor y gracia.

En conclusión, cuando abordamos la Resurrección de Jesús desde una perspectiva racionalista y escéptica, es importante considerar las pruebas históricas disponibles, como el testimonio de los Evangelios, las fuentes históricas externas, el testimonio de los primeros seguidores de Jesús y las apariciones de Jesús resucitado. Aunque la fe desempeña un papel crucial en nuestra comprensión de la Resurrección, también podemos encontrar evidencias externas que respalden este evento. Al mismo tiempo, la relevancia continua de la Resurrección en la vida de los creyentes y su impacto transformador en la historia humana nos invita a reflexionar sobre su importancia y veracidad.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Por qué en el Tiempo Pascual no hay lecturas del antiguo testamento en la Misa?


El tiempo litúrgico de Pascua es un período de gran importancia para los católicos, ya que celebramos la resurrección de Jesucristo y reflexionamos sobre las implicaciones de este evento para nuestra fe y nuestra vida cotidiana. Durante este tiempo, las lecturas de la liturgia nos ofrecen una oportunidad única para profundizar en el misterio de la resurrección y renovar nuestra fe en Cristo.

El que solo se lean lecturas del Nuevo Testamento es también un signo de que en Jesús, que acaba de resucitar, son hechas nuevas todas las cosas, lo viejo quedó atrás, por ello, durante el tiempo de Pascua, solo se lee sobre lo nuevo que ha traído Cristo, el Nuevo Pacto que selló con su sangre, y solo será más tarde, cuando llegue el Tiempo Ordinario, cuando volveremos a las lecturas del Antiguo Testamento.

Como ves, esta elección de lecturas no es casualidad, sino que tiene un profundo significado teológico y pastoral que vale la pena explorar.

En primer lugar, las lecturas del Nuevo Testamento nos ofrecen una visión directa y vívida de los eventos relacionados con la resurrección de Cristo. Los relatos evangélicos nos muestran el vacío del sepulcro, los encuentros de Jesús resucitado con sus discípulos y las apariciones que confirmaron su victoria sobre la muerte. Estas narrativas nos ayudan a entrar en el misterio de la resurrección y nos invitan a experimentar su poder transformador en nuestras vidas.

Además, en las cartas apostólicas encontramos una profunda reflexión teológica sobre el significado de la resurrección para nuestra fe y nuestra vida cotidiana. San Pablo, en particular, dedicó una parte significativa de su ministerio a explicar y proclamar la verdad de la resurrección. En sus cartas, nos enseña que la resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe cristiana y la garantía de nuestra propia resurrección y vida eterna.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, también encontramos una narrativa poderosa que nos muestra cómo los primeros discípulos de Jesús vivieron y proclamaron el mensaje de la resurrección. Durante el tiempo de Pascua, las lecturas de los Hechos nos transportan a los primeros días de la Iglesia primitiva, después de la resurrección y ascensión de Jesús. Nos muestran cómo los discípulos, llenos del Espíritu Santo, salieron a proclamar el evangelio con valentía y fervor, a pesar de enfrentar oposición y persecución.

Por ejemplo, en el capítulo 2 de los Hechos, leemos sobre el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos reunidos en Jerusalén. Llenos del Espíritu, comenzaron a hablar en lenguas y a proclamar las maravillas de Dios a personas de diferentes naciones que estaban presentes en la ciudad. Pedro, lleno de audacia y autoridad, se levantó y predicó un poderoso sermón en el que proclamó la resurrección de Jesús y llamó a la gente al arrepentimiento y a la fe en Cristo.

Este pasaje nos muestra cómo la resurrección de Cristo capacita a los creyentes para ser testigos de su amor y gracia en el mundo. Nos desafía a seguir el ejemplo de los primeros discípulos al ser testigos valientes y apasionados del evangelio en nuestro propio tiempo y contexto.

Las lecturas del Nuevo Testamento durante el tiempo de Pascua nos preparan para la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Después de la resurrección de Cristo, los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo y enviados a proclamar el evangelio al mundo entero. Por lo tanto, al meditar en las lecturas del Nuevo Testamento durante el tiempo de Pascua, nos preparamos espiritualmente para recibir al Espíritu Santo y ser testigos del amor y la gracia de Dios en el mundo.

Así que, durante el tiempo de Pascua, las lecturas del Nuevo Testamento nos invitan a profundizar en el misterio de la resurrección y a renovar nuestra fe en Cristo como el Salvador y Señor de nuestras vidas. Nos recuerdan que la resurrección no es solo un evento del pasado, sino una realidad presente que transforma y capacita a los creyentes para ser testigos de su amor y gracia en el mundo.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿En el Pan Bendito de la Misa del Jueves Santo está la Presencia de Cristo?


La Misa del Jueves Santo es realmente especial. Es como volver a la Última Cena con Jesús y sus apóstoles.

Sobre el pan bendito que se reparte a los fieles en muchas parroquias del mundo, generalmente antes de entrar al templo antes de iniciar la Misa del Jueves Santo, hay que decir que puede generarse cierta confusión sobre todo entre los fieles que tienen poco tiempo de ser católicos. Es importante entender que este pan, aunque es bendecido durante la celebración litúrgica, no es lo mismo que la Eucaristía. Este pan se bendice pero no se consagra. El pan bendito es un sacramental, mientras que la Eucaristía es un sacramento.

En la Eucaristía, el pan y el vino se convierten verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es un misterio profundo de nuestra fe, lo sabemos por las palabras mismas de Jesús durante la Última Cena: "Esto es mi cuerpo... Esta es mi sangre" (Mateo 26,26-28). La Iglesia nos enseña que en la Eucaristía, Jesús está realmente presente, no solo de manera simbólica o espiritual, sino de forma sustancial.

Ahora bien, el pan bendito del Jueves Santo, aunque es un símbolo importante de la Última Cena, no ha sido consagrado como lo hace el sacerdote durante la Misa para convertirse en el Cuerpo de Cristo. Es simplemente un gesto litúrgico que nos recuerda la institución de la Eucaristía y el mandato de Jesús de "hacer esto en memoria mía" (Lucas 22,19).

Para evitar confusiones, es esencial comprender esta diferencia. La Eucaristía es el centro de nuestra fe católica, donde encontramos la presencia real de Jesús. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el párrafo 1376: "El Concilio de Trento resume la fe católica afirmando: 'Porque Cristo nuestro Redentor dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia de Dios, y esta santa Iglesia lo afirma de nuevo ahora, que por la consagración del pan y del vino se realiza la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del cuerpo de Cristo nuestro Señor, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su sangre; la Iglesia llama a este cambio transustanciación'".

Por lo tanto, aunque el pan bendito del Jueves Santo tenga un significado especial y nos lleve a recordar la institución de la Eucaristía, no debemos confundirlo con la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía. Es como si fuera un recordatorio, es un sacramental, (no un sacramento) el cual al estar bendito nos ayuda a practicar las virtudes cristianas y acercarnos a los Sacramentos, pero hay que tener claras las diferencias. 

Espero que estas palabras te hayan ayudado a entender mejor la diferencia entre el pan bendito del Jueves Santo y la Eucaristía.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Qué es la Misa Crismal del Jueves Santo a la que solo asisten Sacerdotes?


La Misa Crismal del Jueves Santo es realmente un momento especial en la vida de la Iglesia. Bueno, déjame contarte un poco sobre esta hermosa celebración que solo los sacerdotes pueden asistir.

Primero que nada, ¿alguna vez has escuchado hablar del óleo santo? Es un aceite especial consagrado por el obispo durante la Misa Crismal. Hay tres tipos de óleo santo que se bendicen durante esta misa: el óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el santo crisma. Cada uno tiene su propio significado y uso dentro de la Iglesia.

El óleo de los enfermos se utiliza en el sacramento de la Unción de los Enfermos, donde se unge a los enfermos para brindarles fuerza espiritual y física en su momento de necesidad. Es un recordatorio del amor sanador de Dios y su cercanía en los momentos de enfermedad y sufrimiento.

Luego está el óleo de los catecúmenos, que se usa en el sacramento del Bautismo. Es un símbolo de purificación y preparación para recibir la gracia del Espíritu Santo en el sacramento. Cuando alguien es bautizado, se unge con este óleo como parte del ritual de iniciación en la fe cristiana.

Y por último, pero no menos importante, está el santo crisma. Este es un aceite especial que se utiliza en la Confirmación, en la Ordenación sacerdotal y en la consagración de iglesias y altares. Es un símbolo de consagración y dedicación a Dios y su servicio en la comunidad cristiana.

Entonces, ¿por qué esta Misa Crismal es tan importante y significativa para los sacerdotes? Bueno, aparte de ser un momento de comunión fraterna entre los sacerdotes y el obispo de la diócesis, también es un recordatorio de su compromiso con el servicio y el ministerio. Durante la Misa Crismal, los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales que hicieron en el día de su ordenación.

Es un momento de reflexión profunda sobre el llamado de Dios a servir a su pueblo y llevar a cabo su misión en el mundo. El sacerdocio no es solo un trabajo, ¡es una vocación! Es una llamada personal de Dios para servir y amar a los demás en su nombre. Y esta Misa Crismal es un recordatorio de ese llamado y una renovación de los votos hechos en el día de la ordenación.

Además de todo eso, la Misa Crismal es una oportunidad para que la comunidad de fe se reúna y celebre la presencia viva de Cristo en medio de ellos. Es un momento para agradecer a Dios por los dones del sacerdocio y por la presencia constante del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia.

Si te fijas en la historia de la Iglesia, verás que la Misa Crismal tiene sus raíces en las primeras comunidades cristianas. Desde los tiempos de los apóstoles, los líderes de la Iglesia han reunido a los sacerdotes en torno al obispo para renovar sus promesas y bendecir los óleos santos. Es una tradición que ha perdurado a lo largo de los siglos y que sigue siendo una parte fundamental de la vida de la Iglesia hoy en día.

Así que la próxima vez que escuches hablar de la Misa Crismal del Jueves Santo, recuerda la importancia de esta celebración para los sacerdotes y para toda la comunidad de fe. Es un recordatorio de nuestra vocación al servicio y un momento para renovar nuestro compromiso con Cristo y su Iglesia.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿El Catolicismo romano nació con Constantino como mezcla de cristianismo y paganismo? Respondiendo a una afirmación protestante.

                 

 

Afirmación protestante: La Iglesia Católica Romana afirma que su origen es la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo aproximadamente en el año 30 de nuestra era. La Iglesia Católica se proclama a sí misma como la iglesia por la que Jesucristo murió, la iglesia que fue establecida y edificada por los apóstoles. ¿Es ese el verdadero origen de la Iglesia católica?

Pues no. Incluso una lectura superficial del Nuevo Testamento revelará que la Iglesia católica no tiene su origen en las enseñanzas de Jesús o de Sus apóstoles. En el Nuevo Testamento, no se menciona el papado, la adoración de María (o la inmaculada concepción de María, la virginidad perpetua de María, la asunción de María, o María como co-redentora y mediadora), la petición a los santos en el cielo por sus oraciones, la sucesión apostólica, las ordenanzas de la iglesia que actúan como sacramentos, el bautismo infantil, la confesión de los pecados a un sacerdote, el purgatorio, las indulgencias, o la misma autoridad de la tradición de la iglesia y las Escrituras. Entonces, si el origen de la Iglesia católica no está en las enseñanzas de Jesús y Sus apóstoles, tal y como se registran en el Nuevo Testamento, ¿cuál es el verdadero origen de la Iglesia católica?

Durante los primeros 280 años de la historia cristiana, se prohibió el cristianismo en el Imperio Romano, y los cristianos fueron terriblemente perseguidos. Esta situación cambió tras la "conversión" del emperador romano Constantino. Constantino concedió la libertad religiosa con el Edicto de Milán en el año 313 d.C., levantando así la prohibición del cristianismo. Posteriormente, en 325 d.C., Constantino convocó el Concilio de Nicea en un intento de unificar el cristianismo. Constantino concebía el cristianismo como una religión capaz de unir al Imperio Romano, que en aquella época empezaba a fragmentarse y dividirse. Si bien esto podría haber parecido un desarrollo positivo para la iglesia cristiana, los resultados fueron todo menos positivos. Así como Constantino se negó a aceptar plenamente la fe cristiana, manteniendo muchas de sus creencias y prácticas paganas, la iglesia cristiana que Constantino y sus sucesores promovieron se convirtió progresivamente en una mezcla de verdadero cristianismo y paganismo romano.

Respuesta católica: 

La afirmación de que la Iglesia Católica no tiene sus raíces en las enseñanzas de Jesucristo y Sus apóstoles es una interpretación superficial que ignora tanto la evidencia bíblica como la histórica.

En primer lugar, la idea de que la Iglesia Católica no tiene su origen en las enseñanzas de Jesucristo contradice directamente las palabras de Cristo mismo. En Mateo 16.18, Jesús declara a Pedro como la "piedra" sobre la cual edificará Su Iglesia, otorgándole autoridad y estableciendo así una sucesión apostólica. Esta designación de Pedro como fundamento de la Iglesia es fundamental en la estructura jerárquica de la Iglesia Católica, reflejada en la doctrina del papado.

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña en el párrafo 881 que "el oficio apostólico fue confiado a Pedro por un acto propio de Jesús", ratificando así la autoridad apostólica de Pedro y su papel en la fundación de la Iglesia.

Además, el Nuevo Testamento registra la institución de los sacramentos por parte de Jesucristo y la autoridad dada a Sus apóstoles para administrarlos. Por ejemplo, en Mateo 28, 19-20, Jesús ordena a Sus discípulos que hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Aquí vemos la institución del sacramento del bautismo, que es practicado por la Iglesia Católica como uno de los siete sacramentos desde el siglo I.

Asimismo, en Juan 20, 22-23, Jesús otorga a Sus apóstoles la autoridad para perdonar pecados: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos". Esta autoridad para absolver pecados es ejercida por los sacerdotes en el sacramento de la reconciliación, también conocido como confesión, en la Iglesia Católica.

En cuanto a las doctrinas y prácticas que supuestamente no se encuentran en el Nuevo Testamento, como la devoción a María (y no adoración como se menciona en el texto, pues los católicos NO adoramos a María), la intercesión de los santos y la creencia en el purgatorio, es importante entender que estas enseñanzas se desarrollaron a lo largo del tiempo en respuesta a las necesidades pastorales y la reflexión teológica de la Iglesia. Por ejemplo, la veneración de María como la Madre de Dios se deriva de su papel único en la historia de la salvación, como se registra en Lucas 1, 26-38 y Juan 19, 25-27.

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña en los párrafos 963-975 sobre la importancia de la devoción mariana y su papel en la vida de fe de los católicos. Del mismo modo, la práctica de pedir la intercesión de los santos se basa en la comunión de los santos, enseñada en la Escritura (Hebreos 12, 1) y desarrollada a lo largo de la tradición cristiana.

Respecto al purgatorio, aunque la palabra no se encuentra en la Biblia, la idea de un estado de purificación después de la muerte se encuentra implícita en varios pasajes, como 1 Corintios 3, 11-15, donde se habla de ser "salvo, pero como a través del fuego". La enseñanza del purgatorio refleja la creencia en la purificación final antes de entrar en la plena comunión con Dios en el cielo.

En cuanto a la autoridad de la tradición de la Iglesia y las Escrituras, la misma Biblia afirma la importancia de ambas, como se señala en 2 Tesalonicenses 2, 15: "Así que, hermanos, manteneos firmes y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra." Aquí se reconoce la autoridad de la tradición apostólica, transmitida oralmente y por escrito, junto con las Escrituras.

El Concilio de Nicea, aunque convocado por Constantino, fue un evento fundamental en la historia de la Iglesia, donde se afirmó la divinidad de Cristo contra la herejía arriana. Los obispos presentes en el concilio, bajo la guía del Espíritu Santo, defendieron la fe ortodoxa y sentaron las bases para la doctrina cristiana ortodoxa que la Iglesia Católica ha mantenido y enseñado desde entonces. ¿Acaso no creen los hermanos protestantes en la Divinidad de Cristo? Pues eso fue lo que determinó el Concilio de Nicea, y en él no se enseñó a venerar o adorar dioses paganos de ningún tipo, eso simplemente es falso; dicho Concilio fue estrictamente Cristiano. 

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Jesús tuvo miedo de morir en la cruz?


Qué pregunta tan profunda y relevante has traído hoy. La idea de Jesús sintiendo miedo es algo que nos puede hacer reflexionar mucho sobre su humanidad y divinidad. Para entenderlo mejor, sumerjámonos un poco en la escena en el huerto de Getsemaní.

Imagina este momento: Jesús está en el huerto, sabiendo que su hora está cerca. Está en oración profunda con su Padre celestial, y en su humanidad, siente una ansiedad abrumadora. ¿Te imaginas? Es como cuando sabes que algo grande está por suceder, algo que va a cambiarlo todo, y te invade una mezcla de miedo y preocupación. Jesús, siendo totalmente humano, experimentó esto también.

Recuerda que Jesús no era solo Dios, sino también totalmente humano. Como nosotros, experimentó emociones, incluido el miedo. En Mateo 26.39, nos dice que Jesús dijo: "Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras". Esta "copa" que menciona no es otra cosa que el sufrimiento y la muerte que le esperaban en la cruz.

Es importante destacar que Jesús no estaba pidiendo que se le quitara la cruz porque no quisiera hacer la voluntad del Padre. ¡Para nada! Él mismo nos enseñó a orar "hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo". Lo que Jesús estaba expresando era su humanidad, su temor ante el sufrimiento que se avecinaba.

Imagina el peso de cargar con todos los pecados del mundo, el dolor físico y emocional que eso implicaba. No es de extrañar que en su humanidad, Jesús sintiera miedo. Pero aquí es donde su ejemplo es tan poderoso para nosotros. A pesar de su miedo, Jesús nunca dudó en seguir la voluntad del Padre.

En Hebreos 5.7-8, nos ofrece una perspectiva aún más profunda de este momento: "Durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas con fuertes clamores y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. Aunque era Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer". ¿Lo ves? Aunque Jesús sintió miedo, su obediencia al Padre fue total.

Este pasaje también nos enseña algo hermoso sobre la relación entre Jesús y su Padre. A pesar de su miedo, Jesús confió plenamente en la voluntad de Dios. Él sabía que su Padre celestial estaba con él en cada paso del camino, dándole la fuerza y la gracia necesarias para enfrentar lo que estaba por venir.

Entonces, ¿qué podemos aprender de esto como católicos? Primero, podemos encontrar consuelo en el hecho de que Jesús comprende nuestras luchas y temores. Él mismo los experimentó en su propia carne. Segundo, podemos aprender de su ejemplo de confianza y obediencia al Padre. A pesar del miedo, Jesús se sometió completamente a la voluntad de Dios.

Finalmente, podemos encontrar esperanza en el hecho de que Jesús no solo experimentó la cruz, sino que también la conquistó. Su muerte nos trajo vida eterna y salvación. ¡Qué regalo tan increíble!

Así que, amigo mío, la próxima vez que te encuentres luchando con el miedo o la ansiedad, recuerda a Jesús en el huerto de Getsemaní. Recuerda su humanidad, su miedo, pero sobre todo, recuerda su confianza y obediencia al Padre. Y que su ejemplo te inspire a confiar en la voluntad de Dios en tu propia vida. ¡Que Dios te bendiga abundantemente!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Ser Sacerdote está catalogado dentro de las cuatro profesiones más difíciles del mundo debido a esto:


Ser SACERDOTE está catalogado dentro de las cuatro profesiones más difíciles en del Mundo debido a que un SACERDOTE debe ser:

•predicador

•ejemplo

•consejero

•conferencista

•planificador

•ministro

•visionario

•director

•mentor

•amigo

•niñero

•reconciliador

•consejero de matrimonios

•consejero de Jóvenes 

•formador de líderes

•maestro de la Biblia

•intercesor, etc., etc.

además de ser: 

•portero del templo

•chofer de los hermanos 

•líder de alabanza

•el 1ro en llegar y el último en salir

Todo SACERDOTE enfrenta constantemente

Críticas tales como:

-la Misa no me llena

-El sermón es muy largo

Una de las cosas más difíciles qué hay en la vida de un SACERDOTE es saber que las personas que ellos aman le traicionarán.

El SACERDOTE muchas veces es la persona más solitaria de la congregación. 

Usted puede ver a un SACERDOTE estar rodeado de gente, pero muy pocas veces de gente que estén interesados en sus problemas, necesidades o aun en sus vidas.

Y no digamos las exigencias que las congregaciones ponen sobre SACERDOTES.

Por esto quisiera darte un consejo: Si tú tienes un SACERDOTE o tienes como amigos SACERDOTES cuídalos, protégelos, ora por ellos, conéctate con su visión, respáldalos, pero sobre todo ámalos. 

Jeremías 3:15 

“y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia.” 

Así que cuídalos porque “ellos velan por vuestras almas como quienes han de dar cuenta” Hebreos 13: 17

Honremos la vida de todos esos hombres de Dios que han sacrificado tantas cosas incluyendo algunas de las necesidades de su familia por atender el llamado de Dios.

Valora el tiempo que un SACERDOTE te dedica, no sabes cuánto valoraría su familia ese tiempo a su lado.

"DIOS BENDIGA A TODOS LOS SACERDOTES EJEMPLOS DE LA IGLESIA".

¿Nació María sin pecado? Respondiendo a un artículo protestante.


Afirmación protestante:  La Iglesia Católica Romana cree que María, la madre de Jesús, nació sin pecado. Esto se llama la doctrina de la Inmaculada Concepción y fue formalmente aceptada por la Iglesia Católica Romana en 1854. La doctrina católica romana establece que "La bendita Virgen María [fue] desde el primer instante de su concepción, por una gracia y privilegio singulares de Dios Todopoderoso, en vista de los méritos de Cristo Jesús, el Salvador de la humanidad, preservada libre de toda mancha del pecado original "(Papa Pío IX, Ineffabilis Deus, diciembre de 1854). En resumen, la Biblia no respalda esta afirmación en lo más mínimo, afirmando continuamente que Jesucristo es la única persona que ha nacido sin pecado.

Respuesta católica: La doctrina de la Inmaculada Concepción de María se refiere a que ella fue preservada del pecado original desde el momento de su concepción. Aunque la Biblia no menciona específicamente este evento, podemos encontrar pistas que sugieren esta enseñanza, como el saludo del ángel Gabriel a María como "llena de gracia" en Lucas 1,28. Además, la Iglesia tiene autoridad para interpretar las Escrituras y definir doctrinas de fe, y la Inmaculada Concepción fue formalmente aceptada en 1854 con respaldo de esa autoridad. Esta doctrina no contradice a la biblia ni a la singularidad de Jesucristo como el único sin pecado, sino que resalta su gracia redentora. Dios libró a María del pecado por los mérito de Cristo. Cristo es sin pecado por naturaleza (es Dios), María es sin pecado por la obra de Dios en ella.

Afirmación protestante: La idea de que María no tenía pecado se basa principalmente en un versículo de la Biblia. Cuando el ángel Gabriel se le apareció a María, dijo: "—¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo." (Lucas 1:28). La frase "recibido el favor" se puede traducir como "favorecida con gracia". La Biblia Douay-Rheims y la Biblia Aramea en Inglés Sencillo lo traducen como "llena de gracia". Los teólogos católicos romanos afirman que esta era la forma en que Gabriel le daba un nuevo nombre a María porque usa esta frase para dirigirse a María. La Iglesia Católica Romana enseña que, como en otras ocasiones las personas han sido renombradas en la Biblia, este cambio de nombre revela una parte de su carácter: María, favorecida con gracia, significa que está llena de la gracia de Dios, lo que dicen que refleja una naturaleza sin pecado. Incluso si este es Gabriel revelando una parte del carácter de María, ser "favorecida con gracia" o "llena de gracia" no significa que ella esté sin pecado. Hay una brecha teológica definida entre tener gracia y estar sin pecado.

Respuesta católica: Es cierto que el saludo del ángel Gabriel a María, "llena de gracia" o "favorecida con gracia", como se registra en Lucas 1,28, es un pasaje clave en el que se basa la doctrina de la Inmaculada Concepción. Sin embargo, la interpretación de este pasaje va más allá de un simple cambio de nombre o una mera expresión de favor divino.

Cuando el ángel Gabriel saluda a María como "llena de gracia", está reconociendo no solo un favor divino presente en ese momento, sino también una gracia que ha estado con ella desde el principio de su existencia. El uso del término "llena de gracia" en griego, "kecharitomene", implica una plenitud y una perfección de gracia que no se encuentra en ningún otro personaje bíblico. Esta gracia singular indica una intimidad especial con Dios y una preservación del pecado original.

Además, es importante considerar el contexto cultural y lingüístico en el que se escribió el Evangelio de Lucas. En la cultura judía de la época, el nombre de una persona no solo era una etiqueta, sino que reflejaba su identidad y carácter. Por lo tanto, el uso del término "llena de gracia" por parte del ángel Gabriel para dirigirse a María sugiere una cualidad intrínseca y distintiva en su ser.

La enseñanza de la Iglesia Católica sobre la Inmaculada Concepción de María no se basa únicamente en este pasaje, sino que también encuentra apoyo en la tradición apostólica y en la comprensión más amplia de la fe cristiana. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los cristianos han reconocido la santidad especial de María y su papel único en la historia de la salvación.

Afirmación protestante: Independientemente de si Gabriel le estaba dando un nuevo nombre a María o no, la doctrina católica romana malinterpreta las Escrituras aquí para decir algo que no dicen. La palabra griega traducida como "favorecido" es charitoo, que significa "agraciar" u "honrar con bendiciones". El griego para "llena de gracia" es pleis charis, y se usa dos veces en la Biblia, refiriéndose a Jesús y a Esteban (Juan 1:14; Hechos 6: 8). Se hace referencia a Esteban como lleno de gracia, pero nadie afirma que él no tiene pecado por eso. Al ser la madre de Jesús, María fue honrada con las bendiciones de Dios. Pero esto no implica impecabilidad.

Respuesta católica: La interpretación de Lucas 1,28 como evidencia de la Inmaculada Concepción de María no es una mera invención de la doctrina católica, sino una comprensión profunda y coherente de la Escritura en su contexto. Aunque es cierto que la palabra griega "charitoo" puede traducirse como "agraciar" u "honrar con bendiciones", la frase "llena de gracia" va más allá de una simple bendición externa. En el contexto bíblico, esta expresión indica una gracia especial y una relación única con Dios, un estado de gracia tan pleno donde el pecado no puede cohabitar.

Si bien la misma frase se usa para describir a Jesús y a Esteban en otras partes de la Biblia, no se puede ignorar el contexto particular en el que se presenta en relación con María. Como madre de Jesús, María ocupaba una posición singular en la historia de la salvación, y su papel requería una preparación especial por parte de Dios.

La doctrina de la Inmaculada Concepción no se basa únicamente en una palabra específica en la Escritura, sino en la comprensión más amplia de la revelación divina y la enseñanza de la Iglesia a lo largo de los siglos. Esta enseñanza resalta la gracia redentora de Dios y la singularidad de María como la mujer elegida para ser la Madre de su Hijo. Por lo tanto, descartar esta doctrina como un mero malentendido de la Escritura es pasar por alto su riqueza teológica y su coherencia con la fe cristiana.

Afirmación protestante: Si María fuese sin pecado, no habría tenido necesidad de un salvador, sin embargo, ella dice: "Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador," (Lucas 1:47). La doctrina católica romana enseña que María fue "salvada", pero que su salvación ocurrió en el momento de su concepción, y se le impidió heredar el pecado original. Para apoyar el acto de Dios de "salvar" a María en la concepción, la Iglesia Católica Romana usa Judas 1:24, que dice que Dios "puede guardarlos para que no caigan, y establecerlos sin tacha". Es una manipulación de la Escritura decir que esto significa que Dios evitó que María heredara el pecado original. Dios puede evitar que caigamos en la tentación (1 Corintios 10:13; Mateo 6:13). Cuando somos salvos en Jesucristo, tenemos seguridad eterna. Por su sacrificio somos irreprensibles ante Dios. Pero en ninguna parte las Escrituras apoyan o incluso implican que una persona puede ser libre de pecado desde la concepción. De hecho, la Biblia enseña todo lo contrario. Romanos 3: 10–12, citando el Salmo 14 y el Salmo 53, dice: "No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!" María no escapó del pecado original.

Respuesta católica: La afirmación de que María no pudo haber sido sin pecado porque se refiere a Dios como su Salvador en Lucas 1,47 no contradice la doctrina católica de la Inmaculada Concepción. La Iglesia enseña que María fue "salvada" de manera única por la gracia de Dios en el momento de su concepción, lo que la preservó del pecado original, pero esto no significa que no necesitara de un Salvador. 

María fue salvada por Dios al igual que nosotros, por gracia, pero la gracia para ella fue otorgada de manera plena y al momento de ser concebida y la salvación en nosotros llegó después de nacer.

Cuando María declara "Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador", reconoce a Dios como su Salvador en un sentido profundo y espiritual. Aunque María fue preservada del pecado original, aún necesitaba la redención de Cristo, ya que su salvación fue anticipada y aplicada de manera única y anticipada por Dios. Este acto de gracia no implica que María no necesitara de la redención de Cristo, sino que fue liberada del pecado por la anticipación de los méritos de la cruz.

Respecto a la interpretación de Judas 1,24, es importante entender que la Iglesia no manipula la Escritura para respaldar la doctrina de la Inmaculada Concepción. Más bien, interpreta este pasaje en el contexto de la enseñanza bíblica y la tradición apostólica. La Iglesia ve en este versículo una indicación de la capacidad de Dios para preservar a sus fieles del pecado y establecerlos sin mancha, como lo hizo con María.

En cuanto a las citas de Romanos 3,10-12, estas versículos resaltan la universalidad del pecado humano, pero no invalidan la posibilidad de una gracia especial y única como la experimentada por María. La doctrina de la Inmaculada Concepción no contradice la enseñanza bíblica sobre la universalidad del pecado, sino que afirma la singularidad de la gracia divina en la vida de María.

En resumen, la declaración de María como "llena de gracia" y su referencia a Dios como su Salvador no son incompatibles con la doctrina católica de la Inmaculada Concepción. Esta doctrina enseña que María fue preservada del pecado original por la gracia de Dios, anticipando los méritos de Cristo en la cruz, mientras que aún dependía de la redención de Cristo para su salvación personal.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Por qué la apologética ha caído en una guerra absurda de insultos y odio con los hermanos separados?


Pregunta: Padre, ¿Por qué la apologética ha caído en una guerra absurda de insultos y odio con los hermanos separados? ¿Es correcto llamarle "embangélicos" a los protestantes como les dice el Padre Luis Toro?

Querido hermano en Cristo,

Es un honor poder abordar contigo un tema tan importante y delicado como la apologética, especialmente cuando esta se ve envuelta en un escenario de confrontación y discordia. Antes que nada, quiero recordarte que nuestra fe está fundamentada en el amor de Dios y en el ejemplo de Cristo, quien nos enseñó a amar incluso a nuestros enemigos y a orar por aquellos que nos persiguen (Mateo 5,44). Por lo tanto, cualquier forma de apologética que carezca de este amor no puede considerarse verdaderamente apologética en el sentido cristiano.

La apologética, en su esencia más pura, busca defender y explicar la fe católica de manera razonada y amorosa, con el fin de ayudar a otros a comprenderla y aceptarla. Sin embargo, lamentablemente, en ocasiones la apologética ha sido malinterpretada y mal aplicada, cayendo en lo que popularmente se conoce como la "apologética del garrote". Este enfoque erróneo se caracteriza por el uso de insultos, burlas, ridiculizaciones e incluso memes para atacar a quienes discrepan de nuestras creencias. He llegado a ver en redes sociales incluso que algunos "apologetas" se meten con las familias de los "apologetas" del "bando contrario", haciendo burlas o divulgando chismes sobre sus vidas privadas, lo que además de ser vergonzoso, es pecado. Debemos entender que este tipo de actitudes no tienen cabida en la verdadera apologética cristiana.

La Biblia nos enseña en Efesios 4,29 que nuestras palabras deben ser edificantes y beneficiosas para los demás, y en Colosenses 4,6 se nos exhorta a hablar "siempre con gracia, sazonando nuestras palabras con sal para que sepamos cómo responder a cada uno". Esto significa que nuestra forma de comunicarnos, especialmente cuando estamos defendiendo nuestra fe, debe reflejar el amor y la gracia de Cristo operando en nuestros corazones en todo momento.

La apologética auténtica no busca denigrar ni menospreciar a quienes no comparten nuestra fe, sino más bien buscar puntos de encuentro y diálogo constructivo. Es importante recordar que todos somos hijos de Dios y que, como tales, merecemos ser tratados con respeto y dignidad, independientemente de nuestras diferencias doctrinales.

Respecto a la mención que haces del Padre Luis Toro y su estilo de apologética, es necesario abordar este asunto con delicadeza y respeto. El Padre Toro tiene un profundo conocimiento bíblico, un robusto amor por la Iglesia y una pasión inquebrantable por defender la fe católica y su ministerio apologético es un gran tesoro para los católicos que de hecho ha logrado que muchos hermanos separados vuelvan a la Iglesia católica. Pero si se me permite hacer una pequeña crítica en forma de corrección fraterna, y siempre desde el amor y respeto hacia el Padre Toro y su valiosa labor, diría que es importante reconocer que algunas de sus expresiones pueden haber contribuido a fomentar la confrontación y el antagonismo entre católicos y hermanos separados.

El uso de términos despectivos como "embangélicos" para referirse a los evangélicos, por ejemplo, no refleja el espíritu de amor y respeto que debería caracterizar a la apologética cristiana. En lugar de construir puentes de entendimiento y fraternidad, este tipo de lenguaje puede alimentar divisiones y resentimientos, alejando a las personas en lugar de acercarlas a la verdad del Evangelio.

Como amigos y hermanos en la fe, es nuestro deber promover un diálogo respetuoso y constructivo entre católicos y hermanos separados, reconociendo que todos estamos en un camino de búsqueda de la verdad y que podemos aprender unos de otros. Esto no significa renunciar a nuestras convicciones, sino más bien expresarlas de una manera que invite al entendimiento mutuo y al respeto por la dignidad de cada persona.

En resumen, la apologética del enfrentamiento, marcada por insultos, burlas y ridiculizaciones, no tiene lugar en la verdadera apologética cristiana. Como discípulos de Cristo, estamos llamados a defender nuestra fe con amor, respeto y humildad, buscando siempre construir puentes de unidad y fraternidad entre todos los hijos de Dios. Oremos para que el Espíritu Santo nos guíe en este camino de verdad y amor, y que podamos ser verdaderos testigos del Evangelio en todo momento y lugar.

Que la paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo estén contigo siempre.

Con cariño y bendiciones,

Padre Ignacio Andrade.

¿Los fantasmas son demonios o almas en pena?


Primero, hablemos de los fantasmas. La idea de los fantasmas, esos espectros que supuestamente vagan por el mundo terrenal, ha sido parte de la cultura y la tradición en muchas sociedades a lo largo de la historia. Pero, ¿qué son realmente? ¿Son almas en pena o demonios disfrazados?

Desde una perspectiva católica, consideramos que las almas de los difuntos pueden tener un camino hacia la vida eterna que incluye el purgatorio, donde las almas se purifican antes de entrar en la presencia de Dios. Sin embargo, no hay evidencia sólida en la enseñanza católica que sugiera que las almas en el purgatorio regresen como fantasmas para vagar por la tierra. Más bien, creemos en la resurrección de los muertos y en la vida eterna.

Ahora, hablemos de los demonios. En la tradición católica, los demonios son seres espirituales caídos que eligieron rebelarse contra Dios y que buscan causar daño y perjuicio en el mundo. Estos seres malignos son astutos y pueden intentar engañarnos de muchas maneras, incluyendo la apariencia de seres queridos fallecidos o manifestándose como fenómenos paranormales.

Entonces, ¿qué sucede cuando alguien experimenta lo que parece ser un encuentro con un fantasma? Aquí es donde la sabiduría de la Iglesia y la fe juegan un papel importante. Si bien es natural sentir miedo o confusión ante lo desconocido, es importante recordar que nuestra fe nos enseña a confiar en Dios y en su amor misericordioso.

Cuando nos encontramos con lo desconocido, es crucial recurrir a nuestra fe y buscar la guía de la Iglesia. Los sacerdotes están aquí para ayudar en momentos de confusión espiritual y para ofrecer orientación basada en la enseñanza de Cristo y la tradición de la Iglesia.

Recuerda también que la oración es una poderosa herramienta en nuestra lucha espiritual. Al rezar y encomendar nuestras preocupaciones a Dios, fortalecemos nuestra relación con él y nos mantenemos protegidos de las influencias malignas.

En última instancia, nuestra fe nos enseña a no temer a los espíritus malignos, sino a confiar en el poder de Dios para protegernos y guiarnos en todo momento. Si alguna vez te encuentras en una situación inquietante o perturbadora, no dudes en acercarte a la Iglesia y buscar ayuda. Recuerda siempre que no estamos solos en esta batalla espiritual, sino que contamos con el apoyo y la protección de Dios y de toda la comunidad de fieles.

En resumen, los fantasmas, en el sentido tradicional, no son considerados como almas en pena en la enseñanza católica (aunque siempre, absolutamente siempre será bueno rezar por todas las almas de los difuntos para que se vean beneficiadas por nuestras oraciones las almas del purgatorio). Más bien, cualquier encuentro paranormal podría ser el trabajo de demonios o simplemente fenómenos naturales malinterpretados. En tales momentos, es importante recurrir a nuestra fe y confiar en Dios para guiarnos y protegernos. Recuerda que siempre puedes acudir a la Iglesia en busca de orientación y apoyo en tu camino de fe.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Sacerdote llamó "usurpador" al Papa Francisco; ya fue expulsado del ministerio por su Obispo.

John Mary Foster, sacerdote destituido.

El arzobispo de San Antonio (Texas, Estados Unidos) Gustavo García-Siller ha destituido de sus facultades para el ministerio público a un sacerdote de su diócesis después de que este llamase al papa Francisco “usurpador”. Una decisión que, tal como ha explicado la archidiócesis, se tomó para evitar “mayor confusión y escándalo grave”.

Asimismo, tal como recoge Crux, García-Siller no ha destituido al sacerdote John Mary Foster, sino que también le retiró el estatus en el apostolado que Foster fundó en 2010, Mission of Divine Mercy. Y es que, tal como explica el arzobispo en una carta, Foster publicó tres supuestos mensajes proféticos en el sitio web de la Misión de la Divina Misericordia, los días 28 y 29 de febrero y 13 de marzo, respectivamente, “cada uno de los cuales contenía enseñanzas falsas”. Su destitución ha llegado después de que Foster se negase a eliminar estos mensajes, llegando, incluso, a publicar otro texto en el que explica que los anteriores no tienen la aprobación de García-Siller.

En el mensaje de 17 páginas , titulado ‘Debemos obedecer a Dios’, Foster llama repetidamente al papa Francisco “usurpador” y alega tres justificaciones para los mensajes: porque provienen de Dios, porque la Iglesia enfrenta una “crisis extrema” y porque al publicar los mensajes está obedeciendo a Dios.

Reparar el daño

“Normalmente, obedecer a Dios incluye obedecer a las autoridades de la Iglesia. Pero vivimos en una crisis sin precedentes. Dios nos está diciendo que el Trono de Pedro está ocupado por un usurpador, y no debemos someternos a él ni a quienes ejecutan sus injustos designios”, escribía el sacerdote.

“Consciente de mi deber de ejercer el gobierno sobre los ministerios de la Archidiócesis y dirigir con prudencia a los fieles cristianos de la misma, no puedo permitir que más confusión y escándalo grave caigan sobre los fieles de Dios y por eso he removido las facultades del Reverendo Foster para asuntos públicos. ministerio en la Arquidiócesis de San Antonio”, dijo García-Siller. “Rezo para que el reverendo Foster trabaje conmigo para reparar el daño causado y encontrar un camino a seguir para su ministerio”.

¿Qué es un sacrilegio?


Hablemos de sacrilegio. Es un término que a veces suena un poco antiguo, ¿verdad? Pero en realidad, sigue siendo muy relevante en nuestra fe católica hoy en día. Básicamente, el sacrilegio es un término que usamos para describir acciones o actitudes que profanan o deshonran lo que es sagrado o consagrado por Dios.

Ahora, ¿qué significa eso en términos más simples? Bueno, piénsalo de esta manera: imagina que tienes algo muy especial y valioso, algo que tratas con mucho cuidado y respeto. Digamos que es un regalo que te hizo alguien que amas mucho. Ahora, si alguien viniera y tratara ese regalo de manera irrespetuosa o lo dañara a propósito, ¿cómo te sentirías? Probablemente te sentirías herido, molesto, ¿verdad? Bueno, en esencia, eso es lo que sucede con el sacrilegio, pero en un nivel espiritual.

En nuestra fe católica, hay muchas cosas que consideramos sagradas y dignas de respeto. Por ejemplo, los sacramentos, como la Eucaristía (la Santa Comunión), el Bautismo, la Confirmación, entre otros, son muy importantes para nosotros. Cuando tratamos estos sacramentos de manera irreverente o los usamos de una manera que va en contra de lo que significan, eso sería un ejemplo de sacrilegio.

La Santa Misa es otro ejemplo importante. Cuando vamos a Misa, estamos participando en el sacrificio de Jesús en la cruz. Es un momento sagrado donde Jesús se nos da a sí mismo en el pan y el vino consagrados. Por lo tanto, cualquier falta de respeto o falta de reverencia durante la Misa sería considerada un sacrilegio. Por ejemplo, distraerse con el teléfono o hablar sin necesidad durante la Misa, sería una falta de respeto hacia lo que está sucediendo allí.

Ahora, la Biblia y el Catecismo nos dan algunas pautas sobre lo que constituye el sacrilegio. En el Catecismo de la Iglesia Católica, en el párrafo 2120, se nos dice que el sacrilegio consiste en "profanar o tratar con irreverencia los sacramentos y otras acciones litúrgicas, así como las personas, las cosas o los lugares consagrados a Dios". Esto nos da una idea clara de lo que debemos evitar.

La Biblia también nos ofrece ejemplos de acciones que podrían considerarse sacrílegas. Por ejemplo, en 1 Corintios 11:27-29, San Pablo advierte contra recibir la Eucaristía de manera indigna, es decir, sin estar en estado de gracia o sin tener una disposición adecuada. Él dice: "Por tanto, quien come el pan o bebe el cáliz del Señor indignamente será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor". Esto nos muestra la seriedad con la que debemos tomar la recepción de la Eucaristía.

Otro ejemplo está en el Evangelio de Mateo, donde Jesús expulsa a los vendedores del Templo (Mateo 21:12-13). Él dice: "Está escrito: 'Mi casa será llamada casa de oración', pero ustedes la están convirtiendo en una 'cueva de bandidos'". Aquí, Jesús está mostrando su indignación ante el hecho de que se esté deshonrando el lugar sagrado del Templo con actividades comerciales.

Entonces, ¿cómo podemos evitar el sacrilegio en nuestras vidas diarias? Bueno, en primer lugar, es importante cultivar una profunda reverencia por todo lo que es sagrado en nuestra fe. Esto significa tratar con respeto los sacramentos, las iglesias, las personas consagradas, como sacerdotes y religiosos, y todo lo que se relacione con nuestra relación con Dios.

También debemos asegurarnos de participar plenamente y con reverencia en la vida litúrgica de la Iglesia, especialmente en la Santa Misa. Esto significa estar atentos, participar activamente en la oración y los cantos, y recibir los sacramentos con el debido respeto y preparación.

Además, es importante examinar nuestras propias acciones y actitudes para asegurarnos de que no estemos contribuyendo al sacrilegio de ninguna manera. Esto podría significar evitar chismes o críticas negativas hacia la Iglesia o las personas consagradas, o corregir comportamientos irreverentes durante la Misa o en lugares sagrados.

En resumen, el sacrilegio es algo que debemos tomarnos muy en serio como católicos. Nos llama a honrar y respetar todo lo que es sagrado en nuestra fe, y a cuidar de no profanar o deshonrar lo que Dios nos ha dado. Al hacerlo, podemos cultivar una relación más profunda y significativa con Dios y con nuestra comunidad de fe.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Dónde dice en la Biblia que María siempre fue virgen?


Me alegra mucho que te interese conocer más sobre la fe que compartimos como católicos. La virginidad perpetua de María es un tema muy importante en nuestra tradición, y aunque no hay un solo pasaje en la Biblia que lo afirme explícitamente, podemos encontrar evidencias sólidas que nos llevan a esta creencia.

Primero, hablemos de la virginidad de María antes del nacimiento de Jesús. Seguramente estás familiarizado con el relato del Evangelio según San Lucas, capítulo 1, versículos 26 al 38, donde el ángel Gabriel visita a María para anunciarle que será la madre del Salvador. En ese pasaje, María, asombrada por el mensaje, pregunta al ángel: "¿Cómo será esto, pues no conozco varón?". Esta pregunta revela que María había hecho un voto de virginidad, comprometiéndose a mantenerse virgen. El ángel responde que el Espíritu Santo vendrá sobre ella y que el hijo que nacerá de ella será llamado "Hijo de Dios".

Además, en el Evangelio según San Mateo, capítulo 1, versículos 18 al 25, se nos cuenta la historia del nacimiento de Jesús. Mateo nos dice que José, el esposo de María, al enterarse de que estaba embarazada, consideró divorciarse de ella en secreto. Esto sugiere que José no había tenido relaciones con María, ya que de lo contrario habría sido obvio que él no era el padre del niño.

Ahora, pasemos al tema de la virginidad de María después del parto. Este es un punto que a menudo genera debate, especialmente entre nuestros hermanos separados en la fe. Pero la tradición católica siempre ha mantenido firmemente la creencia en la virginidad perpetua de María.

Te invito a considerar lo que dice el profeta Ezequiel en el Antiguo Testamento. En Ezequiel 44,1-2, el Señor le dice al profeta que la puerta oriental del templo debe permanecer cerrada y que nadie debe entrar por ella, "porque el Señor, el Dios de Israel, ha entrado por ella, y permanecerá cerrada". Este pasaje se interpreta en la tradición católica como un tipo o prefiguración de la virginidad de María, quien fue el tabernáculo viviente de Dios, y cuya virginidad permaneció cerrada incluso después del nacimiento de Jesús.

Además, en el Evangelio según San Mateo, capítulo 1, versículo 25, leemos que José "no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito". La palabra "hasta" en este contexto no implica que José y María hayan tenido relaciones después del nacimiento de Jesús, sino que simplemente indica que José no tuvo relaciones con ella antes del nacimiento de Jesús. Esta expresión "hasta que" se encuentra en otros pasajes de la Biblia donde no implica un cambio después del "hasta que" (por ejemplo, en Mateo 28,20, donde Jesús dice: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo").

Otro punto a considerar es que Jesús, en la cruz, confía a María al cuidado del apóstol Juan, diciendo: "Mujer, ahí tienes a tu hijo" y a Juan, "Ahí tienes a tu madre" (Juan 19,26-27). Este acto de confianza indicaría que María no tenía otros hijos que pudieran cuidar de ella, lo que es coherente con la enseñanza de la virginidad perpetua.

En cuanto a la virginidad de María por toda su vida, aunque la Biblia no lo afirma explícitamente, existen evidencias indirectas que apuntan en esa dirección. Volvemos nuevamente al Evangelio según San Juan, capítulo 19, versículo 26, donde como ya vimos antes, se menciona que Jesús, en la cruz, confía a María al cuidado del apóstol Juan. Si María hubiera tenido otros hijos, lo más probable es que Jesús los hubiera encomendado a ellos en lugar de a Juan. Este pasaje sugiere que María no tenía otros hijos aparte de Jesús.

Además, en los escritos de los primeros padres de la Iglesia, que son testigos de la tradición apostólica, encontramos afirmaciones claras sobre la virginidad perpetua de María. Por ejemplo, San Ignacio de Antioquía, quien fue discípulo de los apóstoles, escribió en su carta a los efesios: "Porque nuestro Dios, Jesucristo, nació de María, de la simiente de David, pero también del Espíritu Santo".

En resumen, aunque la Biblia no menciona explícitamente que María fue virgen después del parto y por toda su vida, podemos encontrar evidencias sólidas tanto en la Escritura como en la tradición apostólica que respaldan esta creencia. La virginidad perpetua de María es un aspecto importante de nuestra fe católica, que nos recuerda la singularidad y la santidad de la Madre de Dios. Espero que estas reflexiones te ayuden a comprender mejor este misterio de nuestra fe. Si tienes más preguntas, ¡no dudes en hacerlas! Estoy aquí para ayudarte en tu camino de fe.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

El día que el Cardenal Norberto Rivera defendió la memoria de Benito Juárez: “siempre fue católico, jamás se avergonzó de serlo, era un católico practicante y ojalá nos llegara otro Juárez”

                      

El 21 de marzo de 2006, el Cardenal Norberto Rivera, entonces Arzobispo de la Arquidiócesis Primada de México, fue cuestionado sobre la figura del Presidente Benito Juárez, a quien siempre se le ha presentado como un "anti-católico" y en aquel entonces el Cardenal resaltó que Juárez "siempre fue católico, jamás se avergonzó de serlo, era un católico practicante y ojalá nos llegara otro Juárez", y lamentó que muchos juaristas hayan destruido su obra, en vísperas de celebrarse el bicentenario de su nacimiento.

Para el Cardenal, "hay muchos valores en Juárez que nos hacen falta. Lo que vino después de Juárez, los juaristas, esos sí ya destruyeron muchas cosas, nuestro arte y nuestro patrimonio nacional".

La separación Iglesia-Estado y la educación laica son dos de los principales legados de Benito Juárez, que se le deben agradecer "porque es lo mejor que podemos tener", destacó el Purpurado y añadió que así "el Estado no esté metiéndose en cosas religiosas, ni los religiosos en cuestiones civiles".

Asimismo, recordó que Benito Juárez fue el mejor bienhechor del Seminario Conciliar de México y señaló que fue quien decretó el 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, como fiesta nacional.

Por su parte, el semanario Desde la Fe, de la arquidiócesis de México, indica que a diferencia de otros políticos, Benito Juárez nunca renegó ni se avergonzó de su fe; ayudó al Seminario Conciliar de México, bautizó a sus hijos y jamás permitió que sus hijas se casaran únicamente por el civil, habiéndoles exigido que se casaran por la Iglesia.

La publicación recuerda que Juárez nunca mostró odio hacia la Iglesia Católica, y que a pesar del intento de muchos que persiguen ideologías erradas de presentarlo como anticatólico y antirreligioso, "no fue ni una ni otra cosa". "Hoy la libertad religiosa no es sólo una libertad de cultos, sino también de libertad de profesar los principios y valores que están en función del bien de la persona y de la sociedad, y que actualmente son atacados por aquellos que absurdamente resultan más juaristas que Juárez", concluye.

Cómo vivir como Cristiano en una sociedad cada vez más alejada del Evangelio


¡Queridos amigos en Cristo!

Hoy, en medio de un mundo que parece cada vez más entregado a las fuerzas de la oscuridad, quiero invitarte a reflexionar juntos sobre lo que significa vivir como verdaderos discípulos de Cristo en estos tiempos turbulentos. Es innegable que nos enfrentamos a desafíos enormes: el egoísmo desenfrenado, el individualismo rampante, el culto al dinero y al mercado, y una pérdida alarmante de los valores cristianos que alguna vez fueron el fundamento de nuestra sociedad.

Cuando miramos a nuestro alrededor, vemos cómo el egoísmo y la búsqueda desenfrenada del interés propio han penetrado en los corazones de tantos. La cultura del "yo primero" se ha vuelto omnipresente, convirtiendo a las personas en esclavas de sus propios deseos y ambiciones, sin preocuparse por el bienestar de los demás. Pero como cristianos, sabemos que nuestro llamado es diametralmente opuesto: somos llamados a amar al prójimo como a nosotros mismos, a poner las necesidades de los demás por encima de nuestras propias comodidades.

El individualismo ha erosionado el tejido mismo de la comunidad. Hemos perdido de vista la importancia vital de vivir en armonía y solidaridad con nuestros hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto insensibles al sufrimiento de los demás, encerrándonos en nuestras propias burbujas de confort. Pero Jesús nos enseñó el valor de la comunidad, nos mostró que somos más fuertes cuando estamos unidos, cuando nos apoyamos mutuamente en tiempos de necesidad.

El liberalismo desenfrenado, que idolatra la libertad individual y que vende la falsa idea de que cada persona es un universo en sí mismo y que el individuo está por encima de todo, ha llevado a una distorsión peligrosa de lo que significa ser libre. La libertad no es hacer lo que queramos sin consecuencias, sino vivir de acuerdo con la verdad y el amor. Como nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica en el párrafo 1733, "la libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestro bien supremo". Por lo tanto, nuestra libertad debe estar enraizada en la voluntad de Dios, en seguir sus mandamientos y en buscar su voluntad en todas las cosas.

El culto al dinero y al mercado ha invadido todos los aspectos de nuestra sociedad, convirtiendo a las personas en meros instrumentos de producción y consumo, creando una "dictadura de la economía" sobre el hombre, como bien lo ha dicho en repetidas ocasiones el Papa Francisco. Se nos dice que nuestra valía se mide por nuestro éxito material, por la cantidad de posesiones que acumulamos. Pero Jesús nos enseñó que no podemos servir a dos amos: no podemos servir tanto a Dios como al dinero. Debemos recordar que nuestras verdaderas riquezas están en el Reino de los Cielos, no en los tesoros terrenales que se desvanecen con el tiempo.

Lamentablemente, también hemos perdido de vista la importancia de la justicia social y la promoción del bien común. Nos hemos vuelto cómplices de un sistema que perpetúa la desigualdad y la injusticia, que deja atrás a los más vulnerables entre nosotros. Pero la justicia social es un imperativo moral para todos los cristianos. Como nos enseña la Biblia en Proverbios 31,8-9, "Levanta la voz por los que no tienen voz, por los derechos de todos los desposeídos. Levanta la voz, juzga con justicia; defiende los derechos del pobre y del necesitado".

En este mundo cada vez más entregado a las fuerzas de la oscuridad, es más importante que nunca que vivamos como auténticos testigos de la luz de Cristo. No podemos permitir que el desaliento nos paralice o que el miedo nos paralice. Al contrario, debemos ser valientes en nuestra fe, comprometidos en llevar la luz de Cristo a todas las áreas de nuestras vidas y de nuestra sociedad.

Para hacer frente a estos desafíos, necesitamos regresar a nuestros fundamentos cristianos, a las verdades eternas que han sido confiadas a nosotros por nuestra fe. Necesitamos recordar que somos llamados a amar a Dios sobre todas las cosas y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Necesitamos cultivar una vida de oración y sacramentos, nutriendo nuestra relación con Dios y fortaleciendo nuestra capacidad para resistir las tentaciones del mundo.

Además, debemos comprometernos activamente en la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra, trabajando incansablemente por la justicia social y la promoción del bien común. Debemos ser voz para los sin voz, defensores de los marginados y buscadores de la verdad y la justicia en todas las áreas de nuestra vida.

En última instancia, recordemos que no estamos solos en esta batalla. Cristo está con nosotros en cada paso del camino, fortaleciéndonos con su gracia y su amor infinito. Y como comunidad de creyentes, estamos llamados a apoyarnos mutuamente, a animarnos mutuamente en la fe y a caminar juntos hacia la luz de Cristo.

Así que no perdamos la esperanza, queridos amigos. Aunque el mundo pueda parecer oscuro y desalentador en ocasiones, sabemos que la luz de Cristo brilla más brillante que cualquier oscuridad. Sigamos adelante con valentía y confianza, sabiendo que, con Dios a nuestro lado, podemos superar cualquier desafío que se nos presente.

Que Dios los bendiga abundantemente y los guíe en su camino hacia una vida más plena y abundante en Cristo.

¡Con amor en Cristo,

Padre Ignacio Andrade.

Sacerdote católico

¿Es cierto que la Iglesia consideraba "poseídas" a las personas zurdas?


La idea de que la Iglesia considerara a las personas zurdas como "poseídas" es uno de esos mitos que han circulado durante mucho tiempo, pero déjame decirte que no tiene base en la enseñanza oficial de la Iglesia Católica.

Vamos a desentrañar un poco este asunto. En primer lugar, es importante entender que a lo largo de la historia, la Iglesia ha sido malinterpretada en muchos aspectos. A veces, estas malinterpretaciones se basan en prejuicios culturales o en prácticas supersticiosas que no tienen fundamento en la fe católica.

En el caso de las personas zurdas, no hay ninguna enseñanza oficial de la Iglesia que las considere como poseídas o bajo alguna maldición. Ser zurdo es simplemente una característica natural de algunas personas, al igual que ser diestro. De hecho, la Iglesia enseña que todas las personas son igualmente amadas y valoradas a los ojos de Dios, independientemente de su mano dominante.

Ahora bien, es posible que en el pasado, debido a la ignorancia o a ciertas creencias populares, algunas personas hayan asociado la zurdera con la superstición o incluso con la brujería. Pero esto no refleja la enseñanza auténtica de la Iglesia. La superstición y el prejuicio no tienen cabida en la verdadera fe católica, que está basada en el amor, la verdad y la justicia.

De hecho, en la Biblia, no hay ninguna condena de la zurdera. Si echamos un vistazo al Antiguo Testamento, encontramos algunas menciones de personas zurdas, como en el caso de Ehud, un juez de Israel que era zurdo y que llevó a cabo una importante misión para liberar a su pueblo (Jueces 3,15-30). Este relato muestra que ser zurdo no fue un impedimento para que Dios usara a Ehud como instrumento de su voluntad.

Además, en la tradición católica, la mano izquierda no tiene ningún significado negativo en sí misma. En el simbolismo cristiano, la mano derecha a menudo se asocia con la bendición y la autoridad, mientras que la mano izquierda se asocia con la humildad y el servicio. Pero estas asociaciones simbólicas no implican ninguna condena de la zurdera.

Es importante recordar que la Iglesia Católica se esfuerza por seguir los principios del amor, la compasión y la misericordia, tal como nos enseñó Jesús. En el Evangelio, Jesús muestra su amor y preocupación por todas las personas, especialmente por aquellos que son marginados o maltratados injustamente. Por lo tanto, es inconcebible que la Iglesia considere a alguien como "poseído" simplemente por ser zurdo.

En realidad, lo que la Iglesia enseña es que cada persona es un hijo amado de Dios, creado a su imagen y semejanza, con dones y talentos únicos. Ser zurdo no nos hace menos dignos del amor de Dios ni menos capaces de contribuir al bien común y al Reino de Dios aquí en la tierra.

Entonces, ¿qué podemos concluir de todo esto? La idea de que la Iglesia consideraba a las personas zurdas como "poseídas" es un mito sin fundamento. La verdadera enseñanza de la Iglesia es que todas las personas, independientemente de su mano dominante, son amadas y valoradas por Dios. Como católicos, estamos llamados a seguir el ejemplo de Jesús, que nos enseñó a amar y respetar a todos nuestros hermanos y hermanas, sin importar nuestras diferencias.

Espero que esto aclare un poco las cosas y te ayude a comprender mejor la posición de la Iglesia sobre este tema. Si tienes más preguntas o inquietudes, no dudes en hacérmelas. Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda. ¡Dios te bendiga!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Kirill, el líder cristiano más importante de Rusia, celebra el triunfo de Putin en las elecciones presidenciales.


La última victoria electoral de Vladímir Putin ha sido ampliamente cuestionada por las fuerzas occidentales fuera del círculo de influencia del Kremlin. Confirmado el 18 de marzo, el resultado ha sido considerado una farsa por la mayoría de los analistas de los países que conforman la OTAN. A pesar de esto, Putin continuará como presidente de la Federación Rusa por otro mandato de seis años, tras obtener el 87,2% de los votos y superar a sus tres adversarios en la lucha por la presidencia.

Pero, ajeno a toda acusación de "dictador" que llega desde el occidente rusófobo, Kirill, patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Moscú, ha saludado con entusiasmo su victoria en las urnas con un mensaje en el que destaca que, "viendo los impresionantes resultados de su incansable trabajo de muchos años por el bien de la Patria, el pueblo de nuestro país ha expresado una vez más su confianza en usted y ha apoyado su candidatura con una abrumadora mayoría de votos" (Kirill, 2024).

Garantía de soberanía

Para el líder de la Iglesia ortodoxa rusa y gran apoyador de Putin "la centenaria historia de Rusia atestigua la enorme responsabilidad que recae sobre el Jefe del Estado al ejercer su autoridad y al tomar decisiones diversas y a veces fatídicas, pues de su aplicación depende no solo el presente y el futuro del país, sino también la preservación de su verdadera soberanía" (Kirill, 2024).

Con todo, el giro dialéctico más llamativo de Kirill es cuando defiende que la victoria de Putin fortalece las "esperanzas" de los conciudadanos que, además de soñar con un aumento "del poderío de Rusia", también tienen ahora más cerca "una vida pacífica y próspera" (Kirill, 2024).

A un nivel espiritual, el patriarca de Moscú aplaude del mandatario su compromiso constante en reafirmar "los valores morales tradicionales" que se inculcan a la sociedad, lo que da lugar a una "ilustración espiritual" que se encarna, entre otras cosas, en "la educación patriótica de los jóvenes, así como en la preservación del rico patrimonio histórico y cultural" (Kirill, 2024).

¿Cómo evangelizar en un mundo cada vez más anti-católico?


Este es un tema que realmente nos lleva a reflexionar y a buscar maneras auténticas de llevar la luz del Evangelio a un mundo que a veces parece resistente a ella. ¿Sabes? A lo largo de la historia, la Iglesia siempre ha enfrentado desafíos y períodos difíciles. Sin embargo, en cada época, el llamado a evangelizar ha sido constante y vital. Es como si el Señor nos recordara siempre que no importa cuán adversas sean las circunstancias, su mensaje de amor y esperanza debe llegar a todos los corazones.

Primero que nada, creo que es esencial recordar que la evangelización no se trata solo de palabras grandilocuentes o debates teológicos. ¡No! Se trata, sobre todo, de vivir el Evangelio en nuestras vidas cotidianas, de ser testigos auténticos del amor de Dios en cada acción, en cada palabra y en cada gesto. Como dice San Francisco de Asís: "Predica el Evangelio en todo momento. Si es necesario, usa palabras". Nuestro testimonio personal puede ser la herramienta más poderosa para tocar los corazones de aquellos que nos rodean.

En este mundo cada vez más anti-católico, es fundamental que mantengamos la serenidad y la paz en nuestro interior. No podemos permitir que el miedo o la ira nos dominen. Recuerda las palabras del Salmo 46: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". Confía en que el Señor está contigo en cada paso del camino y que su gracia es suficiente para ti.

Otro aspecto importante es la oración. No subestimemos el poder de la oración en la evangelización. Dedica tiempo cada día para hablar con Dios, para pedirle sabiduría y fortaleza en tu misión de llevar su mensaje al mundo. Recuerda lo que nos dice Santiago 5,16: "La oración eficaz del justo puede mucho".

Ahora, en cuanto a la forma de abordar a aquellos que tienen dudas o incluso hostilidad hacia la fe católica, creo que la comprensión y la empatía son fundamentales. No se trata de imponer nuestras creencias, sino de caminar junto a ellos, escuchar sus preocupaciones y compartir con ellos el amor de Cristo de una manera que respete su dignidad y libertad. Jesús mismo nos da el ejemplo en su encuentro con la mujer samaritana en el pozo, ¿recuerdas? Él no la juzgó, sino que la trató con compasión y la guió hacia la verdad con amor.

Es importante también estar preparados para responder preguntas y desafíos con claridad y humildad. Conocer nuestra fe, tanto en su dimensión doctrinal como en su expresión práctica, nos permitirá comunicarla de manera más efectiva. Te animo a que profundices en el estudio de la Biblia, del Catecismo de la Iglesia Católica y de las enseñanzas de los santos. Cuanto más conozcamos nuestra fe, más preparados estaremos para compartirla con los demás.

Ahora bien, también es importante recordar que no estamos solos en esta tarea. La Iglesia es una familia, un cuerpo en el que cada miembro tiene un papel importante que desempeñar. Busca el apoyo y la compañía de otros fieles, ya sea en tu parroquia, en grupos de oración o en comunidades eclesiales. Juntos, podemos fortalecernos mutuamente y ser más efectivos en nuestra misión evangelizadora.

Por último, pero no menos importante, nunca subestimes el poder del Espíritu Santo en la evangelización. Él es quien obra en los corazones de las personas, quien despierta el deseo de conocer a Dios y quien les da la gracia para responder a su llamado. Permítele actuar a través de ti, sé dócil a su inspiración y confía en que él guiará tus palabras y acciones.

En resumen, amigo mío, evangelizar en un mundo cada vez más anti-católico puede ser un desafío, pero también es una oportunidad para ser verdaderos testigos del amor de Dios. Vivamos nuestra fe con autenticidad y alegría, confiemos en el poder de la oración y del Espíritu Santo, y estemos siempre dispuestos a compartir la verdad con amor y compasión. Recuerda siempre las palabras de Jesús: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28,20). ¡Adelante, con valentía y confianza!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Publicaciones más leídas del mes

Donaciones:

BÚSCANOS EN FACEBOOK