¿Por qué Dios está permitiendo que el mundo se olvide y se aleje cada vez más de Él?


Mi querido amigo, tu pregunta toca un tema profundo que ha inquietado a muchos a lo largo de la historia: el aparente distanciamiento de la humanidad de Dios. Es comprensible sentirse preocupado por este fenómeno, pero permíteme ofrecerte algunas reflexiones desde la fe católica para ayudarnos a comprender mejor esta situación.

En primer lugar, es importante recordar que Dios nos ha dado el don del libre albedrío. Esto significa que cada uno de nosotros tiene la capacidad de elegir entre el bien y el mal, entre seguir a Dios o alejarse de Él. Aunque Dios nos ama inmensamente y desea que todos nos acerquemos a Él, respeta nuestra libertad y no nos fuerza a seguirlo. Como dice en el Catecismo de la Iglesia Católica, "Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión" (CCC 1730).

Además, vivimos en un mundo marcado por el pecado y la fragilidad humana. Desde el principio de la historia, el ser humano ha caído en la tentación y ha cometido errores que nos alejan de Dios. Sin embargo, incluso en medio de nuestras debilidades y caídas, Dios sigue amándonos incondicionalmente y está siempre dispuesto a perdonarnos cuando nos arrepentimos sinceramente.

Es importante recordar también que Dios puede sacar bien incluso del mal que nosotros cometemos. Aunque no podemos entender completamente los caminos de Dios, confiamos en Su providencia y en Su capacidad para transformar incluso las situaciones más difíciles en oportunidades de gracia y crecimiento espiritual.

En cuanto al mundo actual, es cierto que vivimos en una época marcada por la secularización y el alejamiento de los valores religiosos. Muchas personas parecen estar más interesadas en las cosas materiales y en el placer inmediato que en buscar a Dios y seguir Sus mandamientos. Sin embargo, esto no significa que Dios nos haya abandonado o que haya perdido interés en nosotros.

Por el contrario, Dios sigue presente en nuestras vidas de muchas maneras, incluso cuando no somos conscientes de ello. Nos habla a través de las Escrituras, de la naturaleza que nos rodea, de la conciencia moral que Él mismo ha puesto en nuestros corazones, y sobre todo, nos revela Su amor infinito a través de Jesucristo, quien vino al mundo para salvarnos y mostrarnos el camino hacia la vida eterna.

Es posible que parte del alejamiento de Dios en el mundo de hoy se deba a la falta de testimonio de los propios creyentes. A menudo, nosotros, como cristianos, no vivimos de acuerdo con los valores del Evangelio y no somos buenos testigos de la fe que profesamos. En lugar de amar a nuestros prójimos como Jesús nos enseñó, a veces caemos en el egoísmo, la indiferencia y el juicio hacia los demás. Esto puede alejar a las personas de Dios en lugar de atraerlas hacia Él.

Por lo tanto, como creyentes, es importante que busquemos vivir nuestra fe de manera auténtica y coherente, mostrando el amor y la misericordia de Dios en nuestras acciones y palabras. Debemos ser luz en medio de la oscuridad, anunciando el Evangelio con valentía y amor, y mostrando a todos que la verdadera felicidad y plenitud solo se encuentran en una relación personal con Jesucristo.

En resumen, aunque es cierto que el mundo parece alejarse cada vez más de Dios en muchos aspectos, podemos confiar en que Él sigue presente y activo en nuestras vidas y en el mundo en general. A través de Su amor y misericordia infinitos, Él sigue llamando a todos los hombres y mujeres a volver a Él y a encontrar la verdadera paz y felicidad que solo Él puede dar. Como dice en la Carta de San Pablo a los Romanos, "Ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Romanos 8, 38-39).

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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