En Irán son condenadas a cinco años de prisión personas que se convierten a la fe cristiana por abandonar el Islam.



Comenzamos esta crónica semanal sobre persecución a los cristianos en Irán, donde las autoridades de la ciudad de Karaj condenaron a tres cristianos conversos a tres años de prisión, acusados de "propaganda" contra el Estado por abandonar el islam. Según los informes de la ONG activista Article18, los tres conversos son Milad Goudarzi, Ameen Khaki y Alireza Nourmohammadi, informa Asia News.

Los cargos de acusación por lo que fueron condenados incluyen "difusión de propaganda falsa" contra el Estado y "actividades educativas desviadas, que contradicen el islam", es decir, profesar una fe distinta a la musulmana.

Según la legislación iraní, la evangelización, la labor misionera y la conversión al cristianismo pueden constituir delitos punibles con hasta 10 años de cárcel. La distribución de literatura cristiana en persa es ilegal. Oficialmente, no existe el delito de apostasía en el Código Penal (fue abolido en 1994) y la última ejecución por este delito fue en 1990. Sin embargo, los jueces pueden condenar a un acusado por abandonar el islam basando su sentencia en fetuas (edictos religiosos de expertos en derecho islámico).

Cerca de allí, en Pakistán, una familia cristiana fue agredida por defender sus derechos. Una veintena de personas golpearon a hombres, mujeres y niños, e incluso se ensañaron con una niña en silla de ruedas. Les arrancaron la ropa a las mujeres y los presionaron para que retiraran una denuncia que habían presentado ante la policía, informa Asia News.

Todo comenzó cuando Sonia, una niña cristiana, regresó a la escuela después de tener fiebre. En cuanto entró, sus compañeros comenzaron a insultarla diciendo que había vuelto "la hija de los carroñeros" y que la echarían de la escuela. La niña se dirigió a su maestra, una musulmana, quien se desentendió diciéndole que era su problema. Y como si eso fuera poco, la castigó con un bastón por no venir al colegio durante dos días. Los golpes fueron tan violentos que le fracturaron un dedo. Ante las protestas de la tía de la niña, la maestra volvió a reaccionar con violencia. Pocas horas después agredieron a toda la familia en su propia casa.

El padre de Sonia, Shakeel Masih, relató a AsiaNews que, mientras los golpeaban, los llamaban "asquerosos cristianos". Agregó que había presentado una denuncia en la policía con el nombre de algunos de los atacantes, pero hasta el momento ninguno de ellos fue detenido.

En Myanmar, soldados del ejército ocuparon y profanaron dos iglesias. Según confirman a la Agencia Fides fuentes eclesiales de la diócesis de Hakha, los militares tomaron los edificios religiosos y convirtieron en cuartel los dos templos.

El párroco católico de la Iglesia de San Juan, el padre John Aung, expulsado de la parroquia, se expresa con absoluta indignación a la agencia de noticias: “Es execrable. Los militares han requisado la iglesia para su uso. Abrieron el tabernáculo, se llevaron las hostias consagradas y las tiraron al suelo pisoteándolas. Han reventado todos los armarios cerrados con llave”.

Shane Aung Maung, uno de los fieles cristianos bautistas de la aldea, denunció que “los soldados destruyeron nuestras biblias, el mobiliario sagrado, los generadores eléctricos y el amplificador de sonido. Beben alcohol dentro del edificio de la iglesia. Matan el ganado. Y cocinan la carne en la iglesia. El Tatmadaw (el ejército regular birmano) está desestabilizando el país, atacando personas y propiedades de las iglesias cristianas, matando a civiles desarmados y pacíficos e incendiando aldeas y casas. Estamos realmente desconcertados”.

El sacerdote católico local, el padre David Hmun, explica que la comunidad está conmocionada. “Es realmente impensable. Los militares de Myanmar ya no son un ejército del pueblo, sino un grupo terrorista militante violento contra civiles inocentes”.

La ocupación de las iglesias por parte del ejército sucede cuando los combates entre los grupos de la resistencia militar y civil (Chinland Defence Force, CDF) se intensificaron en el área predominantemente cristiana del estado de Chin.

El Institute of Chin Affairs, una organización sin ánimo de lucro creada por líderes étnicos chin, actualmente radicada en India, ha condenado la violencia de las tropas durante la ocupación de las iglesias. “La ocupación de las iglesias y los destrozos perpetrados dentro son una violación de la Convención de Ginebra.

Y en Haití, el padre André Sylvestre, un sacerdote de 70 años, fue agredido cuando salía de un banco. Herido por un grupo de delincuentes, murió en el quirófano. El padre Sylvestre era muy apreciado en su parroquia de Nuestra Señora de la Misericordia en Robillard, también dirigía un orfanato y se ocupaba de las personas sin hogar, publicó Fides.

Los sacerdotes han sido considerados intocables durante mucho tiempo por su trabajo en favor de los pobres, pero en los últimos meses, la violencia también ha afectado a los miembros de las Iglesias. Cap Haitien, la segunda ciudad más grande de Haití, era considerada la más segura del país hasta ahora.

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