¿Cómo orar?: consideraciones prácticas para hacerlo un hábito


¿Cómo orar?: consideraciones prácticas para hacerlo un hábito

(Parte 1)

Por Juan M. Rodea


"Oren en todo momento."

1 Tes. 5,17 DHH

"Oren constantemente."

1 Tes. 5,17 BJL  

Es fácil asumir una indicación continua o por lo menos constante como algo de vital importancia para un proceso, sea la construcción de un edificio, la producción en serie de algún bien o una actividad más cotidiana que debe ser más asidua como comer, dormir y asearse, lo que no es fácil a veces es llevarla a cabo por parte de quien quiere hacerlo y presenta algunas dificultades, de entrada sería qué es lo que se pide, y la oración no es la excepción a la regla: sacerdotes, predicadores, religiosas, acompañantes espirituales y muchas personas más nos lo recuerdan, pero pocos nos explican cómo orar. Creo que es el momento adecuado para intervenir y ayudarnos a poner en práctica una actividad que es indispensable en la vida de Fe.

¿Qué es la oración?

 


"Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría."
Santa Teresita de Lisieux

Un impulso, una mirada, un grito o varias de las anteriores, desde el misticismo de esta doctora de la Iglesia podemos reconocer esa fascinación que ella misma profundiza en sus escritos como continuidad del enamoramiento del Cantar de los cantares, algo a lo que quizás nosotros no estamos acostumbrados debido a las abismales diferencias entre nuestras circunstancias y las de esta santa, ¿habrá entonces alguna línea más apropiable para más personas?

"'La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes' (San Juan Damasceno, Expositio fidei, 68 [De fide orthodoxa 3, 24]). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde 'lo más profundo' (Sal 130, 1) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14). La humildad es la base de la oración. 'Nosotros no sabemos pedir como conviene' (Rm 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín, Sermo 56, 6, 9)."

CIC Num. 2559


Aquí podría parecer que se complica la cuestión al convenir que en la oración se busca elevar el alma hacia Dios desde el corazón humano, que no está por lo regular en las mejores condiciones como para que esto sea posible: Dios podría venir hacia el hombre e incluso tomar toda su forma y naturaleza (cfr. Fil. 2,6), pero no hay hombre ni mujer capaz de hacer lo mismo a voluntad, y habiendo comprendido esta limitación podría venir a nosotros una pregunta sobre la forma en que puede ser un hecho esta elevación: ¿cómo será esto?

¿Entonces no existe nadie capaz de haberlo logrado?


"¿Quién subirá al monte de Yahvéh?, ¿quién podrá estar en su santo recinto?"
Sal. 24,3 BJL

Por lo menos en el salmista tenemos una referencia de alguien que ya se preguntó lo mismo con anterioridad, y de una forma bastante específica puntualiza dos cosas que quisiera saber: cómo llegar a Dios y cómo permanecer en su compañía. Preguntar cómo será esto es ir más allá, algo que desde la humildad consiguió María cuando fue visitada por el ángel y atendió al saludo de este con esa simple y sencilla pregunta: "¿cómo será esto...?" (Lc. 1,34).


Algunas personas que han leído la perícopa de la Anunciación afirman que María se encontraba en actitud de oración, otras simplemente asumen que aunque estuviera haciendo otra cosa ya desde antes había hecho méritos para confirmar la preparación de la Providencia para la crucial Misión que tiene en el Plan de Salvación, el caso es que el esfuerzo que nos implica comenzar una vida de oración comienza con la claridad y sinceridad sobre el conocimiento de nuestras más intrincadas limitaciones antes que pensar de forma contraria y desacertada queriendo partir de la creencia en que tenemos todo para hacer las cosas a la perfección desde el principio, y esa práctica inicial a base de prueba y error puede llevarnos a recordar ese primer intento para utilizarlo como referencia y evaluación al igual que todo aspecto donde está implicada nuestra humanidad, aquí un ejemplo de esos intentos por abordar la cuestión:



Esta contemplación de los intentos por iniciar una vida de oración bien podría llevarnos a preguntarnos: ¿es la oración un intento de acercarnos a Dios?

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