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¿Podemos danzar en misa? ¿Es correcta o no ésta práctica?


¿PODEMOS DANZAR EN MISA? ¿ES CORRECTA O NO ÉSTA PRÁCTICA? 
Benedicto XVI responde:

"La danza no es una forma de expresión de la liturgia cristiana. Hubo círculos docético-gnósticos que intentaron introducirla en la liturgia cristiana, aproximadamente en el siglo III, para ellos la crucifixión era sólo apariencia; antes de la Pasión, Cristo habría dejado el cuerpo, que realmente, nunca había hecho propio, de tal manera que el baile podía ocupar el lugar de la liturgia de la cruz, puesto que, después de todo, la Cruz sólo había sido apariencia. Las danzas cultuales de las distintas religiones, tienen finalidades diversas: conjuro, magia analógica, éxtasis místico; ninguna de estas figuras corresponde a la orientación interior de la liturgia de "sacrificio de la palabra". Lo que es completamente absurdo es cuando, en un intento de hacer que la liturgia sea "atractiva", se introducen pantomimas en forma de danza. Cuando es posible, incluso se lleva a cabo con grupos de danzas profesionales y, a menudo, terminan con aplausos (Lo cual está justificado, si se tiene en cuenta, propiamente hablando, su talento artístico).



Cuando se aplaude por la obra humana dentro de la liturgia, nos encontramos ante un signo claro de que se ha perdido totalmente la esencia de la liturgia, y ha sido sustituida por una especie de entretenimiento de inspiración religiosa. Este tipo de atracción no dura mucho; en el mercado de las ofertas del tiempo libre, que siempre incorpora formas de lo religioso para incitar la curiosidad del público, es imposible hacer la competencia. Yo mismo he asistido a una celebración en la que el acto penitencial se sustituyó por una representación de danza que, como es obvio, concluyó con un gran aplauso. ¿Podríamos alejarnos más de lo que es realmente la penitencia? La liturgia podrá atraer a las personas solo si no se mira a sí misma, sino que contempla a Dios; si se le permite estar presente en ella y actuar. Entonces acontece lo que es verdaderamente extraordinario, lo que no admite competencia, y las personas sienten que aquí ocurre algo más que un aprovechamiento del tiempo libre." (J. Ratzinger, EL ESPÍRITU DE LA LITURGIA. Una introducción, Ed. Cristiandad, Cuarta edición, Madrid 2007, pp. 241- 242.)

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¿Los católicos podemos consultar adivinos o videntes?


¿LOS CATÓLICOS PODEMOS CONSULTAR ADIVINOS O VIDENTES?
Por: Miguel A. Pastorino 

Consultar a tales personas es un acto de infidelidad a Dios.

Todas las formas de adivinación, son una realidad que cuestiona a los creyentes que se declaran cristianos católicos. Porque son cada vez más los fieles que consultan a videntes y adivinos, por problemas personales, enfermedades, conflictos emocionales o por la simple curiosidad acerca del futuro. Otros se preguntan si esas prácticas son compatibles con su fe cristiana.

En el mundo postmoderno, las consultas a médiums espiritistas, astrólogos, brujos, "parapsicólogos", chamanes, clarividentes, tarotistas, curanderos, y toda clase de mancias (quiromancia, cartomancia, etc.), han dejado de ser un tabú supersticioso que convivía con la modernidad en forma discreta, para convertirse en algo cotidiano, socialmente aceptado, con una creciente presencia en los medios de comunicación.

Tanto en la TV, la Radio e internet, como en la educación, o en la familia, hoy no se distingue la evidencia científica de la superstición, la creencia religiosa de la magia, la fantasía de la realidad. Y así tenemos personas que ven documentales pretendidamente "científicos" sobre extraterrestres, espíritus que habitan casas abandonadas o personas que ven el futuro, creyendo que todo eso es verdad demostrada por la ciencia. La falta de pensamiento crítico y de una fe madura, arrastra a muchos creyentes a permanecer en creencias mágicas y a llenarse de miedos supersticiosos.

¿Libertad o destino?

La creencia en la adivinación del futuro, niega en sentido estricto, la libertad del ser humano. Aceptar que alguien puede adivinar el futuro con certeza absoluta, es afirmar que hay un destino del que no se puede escapar, y negaríamos la libertad en la que Dios nos creó. Cada persona es libre de construir su propia historia. Aunque estemos condicionados por muchas causas culturales, sociales, biológicas y psicológicas, seguimos siendo libres de decidir lo que hacemos con nuestra vida. Lo cierto es que muchos por curiosidad o ansiedad, miedo o superstición, desearían saber de antemano su futuro posible, como forma de querer controlarlo todo.

¿Superstición dentro de la Iglesia?
En este clima sociocultural en que nos movemos, los cristianos se ven desafiados en su fe, por el pensamiento mágico, que se filtra imperceptiblemente en la misma vivencia de la fe. Esta realidad se hace evidente cuando se presentan las verdades de la fe católica en modo infantil, mágico y supersticioso; o cuando se usan rosarios, agua bendita y medallas, no como sacramentales, sino como amuletos mágicos, que tienen poderes en sí mismos, sin referencia a la fe en Dios. O cuando se predica del demonio no desde la perspectiva católica, sino desde un dualismo maniqueo, donde coexisten dos fuerzas iguales y antagónicas, sumergiendo a los creyentes en el miedo y la superstición.

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que:

"La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las practicas que impone. Puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición" (2111).

Este tipo de mentalidad, predispone a una mayor credulidad en toda clase de propuestas mágicas y supersticiosas, cuando no, esotéricas y pretendidamente paranormales. La falta de formación en la propia fe y el ambiente cultural propicio al sincretismo y el relativismo religioso, les impide ver la incompatibilidad de estas creencias y prácticas con la fe cristiana.

El discernimiento: ¿Causas naturales o sobrenaturales?

La Iglesia Católica, al igual que la ciencia, sostiene un principio básico de prudencia y objetividad, que ante un hecho extraordinario, no debe darse una respuesta de orden metafísico, preternatural o sobrenatural, si puede ser explicado naturalmente. Como en el caso de los exorcismos, cuando se han agotado las posibilidades de explicaciones naturales y de asistencia científica, se puede pensar en la posibilidad -no certeza- de un orden no natural (J.M. Baamonde).

El mismo Ritual de exorcismos pide que el exorcista no realice el rito hasta haber realizado una exhaustiva investigación, descartando enfermedades psicológicas, excesiva credulidad, superstición, y toda clase de posibles situaciones confusas; sin por ello dejar de asistir espiritualmente a las personas. El Catecismo dice también: "Es importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una presencia del maligno y no de una enfermedad" (1673).

La prudencia de la Iglesia para pronunciarse ante fenómenos extraordinarios, tiene sus razones ampliamente difundidas y conocidas en los documentos magisteriales. El mismo criterio debe aplicarse a todos los demás fenómenos supuestamente extraordinarios. Aunque existan casos de exorcistas, que por su opinión personal se alejen de la doctrina de la Iglesia, hay que recordar que la fe de los católicos no se guía por opiniones particulares, sino por el Magisterio de la Iglesia.

¿Y en el caso de los adivinos y videntes?
En el caso de la adivinación, está ampliamente demostrado que la mayoría de los supuestos videntes y adivinos, son un verdadero fraude, que utilizan técnicas ampliamente conocidas y estudiadas por la psicología, para engañar y estafar a las personas que con credulidad aceptan que les están adivinando su vida y su futuro. Las conocidas profecías cumplidas de astrólogos y videntes, son simplemente la asociación de acontecimientos cotidianos con predicciones vagas del pasado, que al crédulo que confía en ellos, le confirma que le adivinaron el futuro.

También es cierto que hay algunos casos excepcionales, que no han sido explicados en su totalidad. En casos extraordinarios, en que alguien pudiera adivinar algo del futuro de una persona, no sería un destino inmodificable lo que ve, sino una predicción posible; y al cristiano le está prohibido consultar a una persona que diga tener ese "don", por las razones que el catecismo explica con claridad. Es un acto de infidelidad a Dios, de falta de confianza en él, y de idolatría, por poner fe en realidades ajenas al único Dios vivo y verdadero. Además, mediante estas prácticas ocultistas, las personas abren su vida espiritual a una posible influencia maligna. Sea por las razones que sea, la consulta a estos personajes, es una opción contraria a la fe cristiana.

El afán de conocer el futuro es un deseo de control y una negación de la fe y la confianza en la providencia de Dios. Además, el ocultismo esotérico y las diversas mancias, tienen una visión del hombre, del cosmos y de la vida, que diverge radicalmente de las concepciones judeocristianas contenidas en la Biblia.

Y si no son católicos los que preguntan, también hay que ayudarlos a no dejarse estafar, a no dejarse confundir, y especialmente a no caer en las redes del ocultismo y la superstición, que nunca llevan a buen puerto. Acercarse a la práctica del espiritismo, la adivinación, y la consulta a supuestos videntes, es abrirle una puerta al maligno y una forma segura de apartarse de la fe en Dios y por lo tanto, de vivir en el miedo, la inseguridad y la falta de esperanza.

¿Qué enseña la Biblia?
"Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor tu Dios te va a dar, no imites las abominaciones de aquellos pueblos. Que nadie entre los tuyos sacrifique en el fuego a su hijo o a su hija; que nadie practique la adivinación, la astrología, la hechicería o la magia; que nadie consulte a las almas o a los espíritus, ni evoque a los muertos. Quien hace estas cosas es detestable ante el Señor" (Deuteronomio, 18,9-14).
¿Qué enseña la doctrina de la Iglesia?
"Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto...

Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a "médiums" encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y , finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.

Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión... Llevar amuletos es también reprensible..." (Catecismo de la Iglesia Católica, 2215-2117).

El futuro no está en las estrellas, sino en nuestras manos

Mons. Jean Vernette, uno de los mayores especialistas en estos temas, lo sintetizaba de modo simple y claro: "Dios no es un director de teatro que ha fijado hasta el más mínimo detalle de todos nuestros pasos. No nos ha fabricado un destino, trazado de antemano. Nos ha dado la libertad. Así que no va a renegar de su obra, quitándonos con una mano lo que nos ha dado con la otra.

Sin embargo, ¿no es Él todopoderoso? Sí, pero todopoderoso por amor. No al modo de un potentado que impone un itinerario prefijado. Sino al modo de un padre que propone una ruta porque es la felicidad auténtica y la de la plena realización de uno mismo. Y no la impone nunca. Pues Dios y el hombre colaboran el uno con el otro.

La vida de cada persona es la confluencia de dos libertades, la de Dios y la del ser humano, que obran juntas para construir un destino único. Nadie tiene la llave de nuestro futuro. Nadie tiene su control. El destino está enteramente en nuestras manos. Manos que, dicen los creyentes, unidas a las de Dios, construyen hoy con plena libertad el presente, el mañana y el porvenir".

Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos:


http://es.catholic.net/op/articulos/58169/cat/19/los-catolicos-podemos-consultar-adivinos-o-videntes.html


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¿Podemos hablar con los muertos?



¿PODEMOS HABLAR CON LOS MUERTOS?
Por: P. Clemente González
Quien quiere hablar con un difunto acaba por escucharse a sí mismo y lo convierte en una psicodependencia

Cada día aumentan los grupos que pretenden comunicarse con el más allá y hablar con los muertos. El espiritismo reviste nuevas caras, no porque de fondo haya variado mucho de lo que era en otras épocas, sino por haber adoptado formas nuevas y peligrosas:

1. Se practica a modo de juego, con ouijas, películas y documentales, así como manuales de brujería y espiritismo que pueden ser adquiridos fácilmente, incluso por niños y adolescentes, casi en cualquier tienda de juguetes, de artículos para regalo o centros de video-renta.

2. Los adelantos en la tecnología ponen al alcance medios para iniciarse en el "conocimiento" de fenómenos místicos y para reproducir de manera sencilla, condiciones que pueden parecer sobrenaturales, como son grabadoras, trucos, magias y el poderoso medio, al alcance de muchos, que son los programas de computadora e internet.

Cuando nació el espiritismo moderno, a mediados del siglo XIX, se sentían los golpes en las paredes. Luego se pasó a los golpes en las mesas. A partir de los años cincuenta, empiezan las grabaciones de voces en cintas magnetofónicas. Ahora tenemos los ordenadores. A medida que cambia la tecnología, cambia el espiritismo. ¿No es justamente esto una demostración de que es una iniciativa del hombre?

Debemos distinguir entre los distintos tipos de causas de un fenómeno: cuando procede de Dios, pertenece al grupo de las causassobrenaturales (todo aquello que de alguna manera trasciende o rebasa lo puramente natural); si procede del demonio o los ángeles, pretenece al grupo de lo preternatural (aquello que excede y trasciende las fuerzas de alguna naturaleza creada, pero no rebasa la fuerza de la naturaleza creada); y si procede de la imaginación o de alguno de los agentes que constituye el mundo físico exterior de la persona, pertenece entonces al grupo de lonatural (todo lo que le conviene a cualquier ser de acuerdo a su naturaleza). Así, lo que espreternatural para el hombre, es natural para ángeles y demonios.

Médiums y científicos principalmente utilizan, con cierta metodología, tres medios para este tipo de comunicaciones: el poltergeist, el espiritismo y las psicofonías.

Poltergeist o psicokinesis espontánea recurrente: Son los llamados "espíritus ruidosos", que se manifiestan con ruidos misteriosos, olores desagradables, muebles que se desplazan solos, fríos súbitos, voces inexplicables, objetos que aparecen y desaparecen y levitación incontrolada de personas y objetos.

Espiritismo: Se invoca a los espíritus por medio de sesiones, la ouija, el agua, objetos personales y fotografías del difunto, con el fin de establecer algún tipo de comunicación. Las manifestaciones son parecidas a las de la actividad poltergeist, incluyendo apariciones de espectros, voces, mensajes escritos, golpes y llamadas misteriosas.

Psicofonías: Es la grabación de las supuestas voces de los muertos. Estas grabaciones se llevan a cabo en iglesias, casas antiguas y lugares donde ha ocurrido alguna muerte trágica.

Sobre estos temas, el Catecismo de la Iglesia Católica en su número 2116, exponiendo la doctrina católica sobre el primer mandamiento, señala que: "Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir (cf. Dt 18,10;Jr 29,8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a médiums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios."

Por otro lado, normalmente quien quiere hablar con un difunto acaba por escucharse a sí mismo y lo que asombra de estos mensajes es a veces el hecho de que, por lo general, el difunto diga cosas que sólo conocíamos nosotros en lugar de descubrir por medio de él verdades nuevas. Aquí nos damos cuenta de que son experiencias removidas que afloran desde el subconsciente.

Se han postulado muchas teorías para explicar estos fenómenos y parece ser que, entre los que perciben estas manifestaciones, se encuentran personas con historia clínica previa de trauma y stress, neurosis, histeria, copropraxia (deleitarse en el uso del lenguaje obsceno e inapropiado), y ecolalia (repetición de palabras carente de sentido); los desajustes sexuales también son notorios, encontrando altos índices de personas homosexuales y niñas en el paso de la niñez a la adolescencia.

En la mayoría de los casos, las investigaciones llevan a resultados de tipo dudoso, ya que nada es totalmente comprobable, y los efectos que han podido ser medidos y registrados, como es el caso de las psicofonías, pueden deberse a causas naturales, -donde la imaginación se centra en un intenso deseo y lo proyecta mediante la voluntad- y preternaturales.

Para salir al paso de los abusos y aclarar dudas, los obispos de la región de Emilia-Romagna publicaron en el año 2000 una nota pastoral con el título «La Iglesia y el más allá». El documento fue presentado a los medios de comunicación por el cardenal Giacomo Biffi, el coordinador de la edición, monseñor Adriano Caprioli, y el secretario de la Conferencia Episcopal Regional, monseñor Claudio Stagni.

"Es la primera vez que, en un documento de la Iglesia, se definen las formas de evocación de los difuntos como fenómenos relacionados con el subconsciente. Es un hecho importante. Sobre todo porque estas formas hoy están teniendo éxito entre los padres que han perdido a un hijo en circunstancias dramáticas. Poco a poco, se han formado una serie de grupos que usan la comunicación con el más allá como un atajo para responder al dolor". (Armando Pavese)

Los obispos no demonizan el progreso tecnológico pero ante estas circunstancias, bien vale la pena preguntarse si el demonio, como espíritu puro que es y teniendo gobierno sobre las cosas materiales, no tendrá intervención en ellas actuando indirectamente, por permisión de Dios, sobre la voluntad humana, impresionando la imaginación y los sentidos y encontrando terreno fértil en aquellas personas interesadas en los fenómenos paranormales.

Armando Pavese, experto del GRIS (Grupo de Investigación sobre Sectas) y miembro de la Sociedad Italiana de Psicología de la Religión, desde hace treinta años se dedica al estudio del espiritismo y afirma que una persona "que participa en reuniones espiritistas o escucha voces registradas, se carga psicológicamente. Obtiene un beneficio incluso físico. Pero ¿luego? Pasa un poco de tiempo y todo se desvanece. Tiene necesidad de volver continuamente al médium. Se convierte en una psicodependencia, una forma de droga que debe ser alimentada continuamente. La oración y el amor hacia los difuntos, en cambio, salen de nosotros mismos. No necesitan mediums. Claro, no son la respuesta fácil, a golpe de tambor. Pero la fe en la Resurrección se basa en Cristo, no en ciertas pruebas".

También la fe cristiana habla de una comunicación entre vivos y muertos, aunque no se trata de una comunicación directa, sino por mediación de Jesucristo, puesto que: "La oración es cristiana en tanto en cuanto es comunión con Cristo y se extiende por la Iglesia que es su Cuerpo." (Catecismo de la Iglesia Católica, 2565) Por tanto, esta comunicación con los difuntos, por virtud de la comunión con los santos y de todo el cuerpo místico de Cristo, se puede vivir de modo auténtico "a través de la oración y la meditación-responde Armando Pavese-. Es el único camino para ir más allá de la psique y llegar a la esfera del espíritu. El recuerdo de las experiencias hermosas y dolorosas vividas hace emerger dentro de nosotros en la oración la comunión que sólo el amor puede crear".

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¿Podemos entender la Biblia solos, o mejor consultamos a un entendido?


¿PODEMOS INTERPRETAR LA BIBLIA SOLOS O MEJOR CONSULTAMOS A UN ENTENDIDO?
Por P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá 

Qué distinto es interpretar la Biblia solo o consultando a un entendido. Si uno no sabe y no consulta a nadie, puede equivocarse al interpretar la Biblia. El libre examen de la Biblia dentro del protestantismo ha creado el mayor libertinaje interpretativo 

El otro día leí un cuento de una muchacha de muy hermosos ojos y que por tal razón era admirada y perseguida por los hombres. En esta historia de ciencia ficción se decía que sus ojos, para ella, eran ocasión de pecar; y como esta niña leía todos los días la Biblia, un día leyó esta frase: «Si tu ojo te hace pecar, sácatelo» (Mt. 5, 29), y entonces ella tomó una fatal determinación: se echó un ácido en sus ojos para que se le quemaran y así pedió la vista para siempre... 

Esto no es más que un cuento que fue imaginado por un novelista con el fin de demostrar lo que puede pasar al interpretar la Biblia al pie de la letra y sin consultar a nadie. Supongamos que el ejemplo es cierto. Si la niña hubiera preguntado a un sacerdote católico, éste le habría dicho que esa frase de la Biblia no se tiene que interpretar así, sino que se trata de una figura literaria. 

Lo que nos quiere decir Jesús aquí es que cuando hay algo que uno ama mucho y ese algo tan precioso es ocasión de pecar hay que renunciar a eso. Por ejemplo: renunciar a una amistad peligrosa, dejar un negocio sucio, etc., y eso aunque nos cueste mucho... Pero Jesús en ningún momento nos quiere decir que tengamos que mutilar nuestro cuerpo, que está creado a imagen y semejanza de Dios. 

Qué distinto es interpretar la Biblia solo o consultando a un entendido. Si uno no sabe y no consulta a nadie, puede equivocarse al interpretar la Biblia. Y si el que no sabe le enseña otro es como un ciego que guía a otro ciego. Los dos van al abismo (Mt. 15,14). 

Queridos hermanos, este hecho es una simple fantasía de un escritor. Pero todos hemos conocido en nuestro tiempo fanáticos seguidores de sectas protestantes que han llegado a un suicidio colectivo con la Biblia en la mano... 

Es muy importante tener criterios claros para interpretar bien la Biblia. En esta carta les voy a explicar con qué distinta mentalidad los católicos y los protestantes leen la Biblia. Es un tema algo difícil, pero es un punto en el que se diferencian fundamentalmente los católicos de los protestantes. En nuestra explicación no queremos ofender a nadie. Toda persona merece nuestro respeto y es digna de que la amemos, como Cristo nos ama a nosotros. Pero sí que queremos buscar la verdad, ya que los errores merecen siempre nuestro repudio. «La verdad nos hará libres». 

Entendemos como «mentalidad bíblica» el criterio, o el modo de pensar, con que normalmente se interpreta la Biblia. Primeramente expliquemos la mentalidad bíblica de los católicos y luego la mentalidad de los protestantes, para finalmente dar algunas pautas para hacer juntos una lectura bíblica. 

1. Mentalidad bíblica católica
Es una mentalidad histórico-crítica. 

El católico, con un profundo sentido de fe y de oración, ha valorizado en todo tiempo el estudio serio de la Biblia. Este estudio aprovecha los aportes de varias generaciones, y da un serio fundamento a nuestra espiritualidad bíblica. Quiere decir que no es nada fácil comenzar a estudiar la Biblia. Ello implica un mundo de conocimientos. La Iglesia Católica está consciente de que leer la Biblia, sin una adecuada preparación, es tentar a Dios. Hay que prepararse para leerla. Si no, puede suceder cualquier cosa. Así lo enseña la historia. Una persona que sabe poca historia y poca geografía y no tiene costumbre de ubicar lo que lee en su contexto propio, puede, con la Biblia en la mano, decir grandes barbaridades. 

Un estudio serio de la Biblia exige 

1. Conocer del mejor modo posible el texto sagrado, en su lengua original o en sus traducciones, y mantenerse razonablemente fiel al texto. 

2. Conocer el origen, la formación y la transmisión de los libros sagrados; sus muy variados estilos literarios y el contexto histórico en que se escribieron. 

3. Exige también conocer los condicionamientos culturales propios de la época en los que se encarnan y se transmiten la Palabra de Dios. Sin duda muchos elementos culturales de aquella época son relativos, cambiables y mejorables. 

4. Exige ver la diferencia radical, aunque complementaria entre el Antiguo y el Nuevo Testamento ya que hay una gran evolución y cambios doctrinales entre el A.T. y el N.T. 

5. Exige ver toda la Biblia como camino hacia la plenitud en Cristo. Es lo que se llama el Cristocentrismo bíblico. Hay una infinidad de problemas que exigen al estudioso de la Biblia ser humilde y alegre, convencido de que el estudio de la Biblia es difícil, y a la vez, fascinante e inagotable 

¿Qué significa tener mentalidad eclesial? 

Quiere decir que el católico recibe e interpreta la Biblia dentro de la comunidad del Pueblo de Dios, dentro de la Tradición divino-apostólica, viva e histórica que es la Iglesia. Y eso no es por capricho o devocionismo tonto, sino porque así lo exige la naturaleza de la Biblia. Porque la Biblia no es un libro extraño caído repentinamente de cielo. El libro sagrado nació y se formó lentamente dentro de una larga tradición, dentro de la comunidad del Pueblo de Dios en el Antiguo Testamento y dentro de la comunidad de la Iglesia primitiva. De hecho la Iglesia podría vivir sin Biblia escrita, aunque no sin su mensaje divino, sin su Palabra, sin su Evangelio y sin Cristo presente en la comunidad. Es decir, antes que existiera la Biblia escrita, ya había una Tradición viva del mensaje divino en la predicación, en la catequesis, en la liturgia y en la vida de los primeros cristianos. 

Es por eso que no podemos prescindir de la Tradición, del modo como vivieron, interpretaron y defendieron la Biblia nuestros mayores en la fe. Somos sus herederos. 

Hay más todavía, la expresión y la garantía de la interpretación auténtica de la Biblia, dentro de la Iglesia, concierne de modo particular al Magisterio oficial de la Iglesia (al Papa y a los obispos, que son los legítimos sucesores de los Apóstoles) (Mt. 16,19; Mt. 18,18). 

Sentir con toda esta Tradición viva es, pues, sentir con la Iglesia, es tener mentalidad eclesial. No se trata de un tema fácil, pero tampoco, por ser difícil, se va a dejar a un lado esta tradición eclesial. 

Esto tampoco nos impide la iniciativa personal en el estudio y reflexión de la Biblia. Al contrario, más bien nos incentiva, nos da amplitud y seguridad en nuestra lectura bíblica. La mentalidad eclesial católica rechaza, por tanto, la interpretación de la Biblia, a solas o en grupo, en forma independiente y absoluta al margen de la Iglesia. 

Advertimos que esta mentalidad eclesial, a veces, se torna dificultosa especialmente cuando se trata de inculturar el Evangelio en pueblos que han vivido ajenos a la tradición y cultura cristiana. Esta inculturación del Evangelio exige la originalidad del mensaje bíblico aterrizado a su propia cultura, libre de condicionamientos y de ataduras culturales extrañas. Nunca la Biblia puede ser un pretexto para destruir una cultura. 

La mentalidad bíblica protestante 

El protestantismo nació en Alemania cuando Martín Lutero, sacerdote católico alemán, se separó de la Iglesia Católica en 1517. Hoy tan sólo en Europa y América hay más de 600 diversas Iglesias protestantes con enormes diferencias de doctrinas y de régimen. 

¿De dónde nace el divisionismo protestante?
Del famoso: ¡Sólo la Biblia!, y de la interpretación personal de la Biblia.
La raíz de tantas divisiones en las Iglesias protestantes está en la mentalidad con que el protestante lee e interpreta la Biblia. El protestante, en general, tiene este criterio para leer la Biblia: ¡Sólo la Biblia!, y su interpretación es personal. 

El protestante, hablando en general, cree que la sola Biblia contiene y manifiesta por sí misma toda la revelación de Dios. No necesita de la Tradición viva de la Iglesia. La Biblia, por ser Palabra de Dios, es inteligible por sí misma. La iluminación que el Espíritu Santo pone en el corazón de cada uno -dice- basta para interpretar correctamente la Palabra de Dios. Y así, por principio y en general, el protestante prescinde de la Tradición de la Iglesia, de la historia de la Biblia y de su complejidad humana. 

Esto es un grave error desde la perspectiva bíblica católica. Pero eso no quita que este amor por la Biblia haya producido entre los protestantes grandes biblistas de fama internacional, y ha impulsado a muchos dentro del protestantismo a «vivir el Evangelio» y «a seguir a Cristo», de mil formas auténticamente cristianas, y con inmensa libertad de espíritu, muy en la línea de San Pablo y de San Francisco de Asís. 

¿Es suficiente la sola Biblia? 

La exagerada concepción de la sola Biblia ha llevado al protestantismo a difundir la Biblia como sea, por millones, en ediciones sin ninguna explicación orientadora, dejando la interpretación a gusto del lector. Con igual criterio, se ha traducido la Biblia precipitadamente a otras culturas o lenguas aborígenes e insuficientemente conocidas, originando innumerables nuevas y diversas Iglesias autóctonas, sincretistas e indefinibles. (Se dice que en África han surgido ya más de 2.000 nuevas y diversas Iglesias protestantes, autóctonas, y que algo muy parecido está sucediendo en Asia). 

El libre examen de la Biblia dentro del protestantismo ha creado el mayor libertinaje interpretativo. Muchos han entendido la inspiración bíblica en forma verbal y literal, cayendo en un fundamentalismo bíblico totalmente desfasado. Otros han juzgado la Biblia como un libro meramente humano. Han pululado predicadores del Evangelio independientes, sin ninguna filiación eclesial. Se ha caído en el «biblismo» y en el «bibliocentrismo» (absolutización de la Biblia), y hasta en «bibliolatrías» (culto idolátrico a la Biblia). 

En el siglo pasado proliferaron, especialmente en Estados Unidos, Iglesias escatológicas, sobrevalorando casi exclusivamente el libro del Apocalipsis, fijando fechas para el fin del mundo, señalando con el dedo al Anticristo, proclamando exactamente cuántos y quiénes se van a salvar y excluyendo al resto del mundo, cristianos o no, como paganos y abominables... 

En fin, con la Biblia en la mano se ha llegado a actitudes realmente fanáticas, totalmente antiecuménicas, esclavizantes e irracionales. Por eso un poeta dijo con desprecio y con burla acerca de los que interpretan la Biblia a su gusto: «Inventan sus propias doctrinas, las apoyan en la Biblia y las tienen por divinas». 

Queridos hermanos, como verdaderos católicos debemos esperar que pronto llegue el tiempo que leamos juntos con los hermanos protestantes la Biblia con espíritu de unión, de amor, de paz y de fraternidad universal. 

Meditemos la oración de Jesús por el Nuevo Pueblo Santo: 

«Padre, ha llegado la hora.
No ruego solamente por ellos, sino también
por todos aquellos que por su palabra
creerán en mí.
Que todos sean uno
como tú, Padre, estás en mí, y yo en ti.
Sean también uno en nosotros;
así el mundo creerá
que tú me has enviado»
(Jn. 17,7 y 20,22). 

Que seamos capaces de leer la Biblia con una mentalidad liberadora: Cristo, Dios-Hombre, es de todos, El es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida (Jn. 14, 6). La historia humana es esencialmente una historia de amor y de salvación en Cristo (Col. 1, 13-20; Ef. 1, 3-14). 

Resumiendo: Valoramos en su justa medida el amor que los evangélicos sienten por la Biblia. Ojalá que los católicos tengamos también un gran aprecio por el libro santo y sea nuestro libro de cabecera. Pero para nosotros la Biblia y la Tradición tienen que ir de la mano y no se pueden separar. Y la garantía de la Tradición nos la da el Magisterio de la Iglesia, representado por el Papa. 

Gracias a este Magisterio, la Iglesia Católica puede decir: Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Y también «Creo en la Iglesia Una, Santa, católica y apostólica». 

Cuestionario 

¿Cuál es la regla de oro para la interpretación de la Biblia? ¿Se pueden sacar frases de su contexto y darles una interpretación personal? ¿Qué significa interpretar la Biblia dentro de la Tradición Católica? ¿Cuál es la postura protestante? ¿En qué se basan? ¿Qué acontece al interpretar la Biblia en forma personal y sin tomar en cuenta la Tradición? ¿Qué se espera, al respecto, del Ecumenismo? 

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