Criado en el ateísmo y refugiado en Italia: esta es la historia del obispo migrante


El punto de inflexión para Arjan fue conocer a unos compañeros de la Casa de María, una comunidad de oración. Gracias a su amistad, el joven albanés descubre el rostro de Dios y llega a conocer a Nuestra Señora Reina de la Paz de Medjugorje

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Hoy es un joven arzobispo de la diócesis de Tirana-Durazzo, una Iglesia que crece tanto en fieles como en vocaciones. Pero la historia del obispo albanés Arjan Dodaj, de 46 años, presagia algo muy distinto.

Fue educado en el ateísmo, a vivir lejos de Dios, en un país, Albania, rehén de una dictadura comunista anticatólica. Arjan vivió una adolescencia complicada que le llevó a tomar una decisión drástica, pero común a muchos de sus compañeros. A los 16 años, en 1993, decidió abandonar Albania y embarcarse como refugiado hacia la costa italiana. Embarcó en una de las barcazas con otros cuarenta compatriotas a bordo y cruzó el mar Adriático, arriesgándose a un viaje incómodo y peligroso. La crisis económica de su país no le ofrecía otra alternativa. Así que era mejor arriesgar su vida que quedarse en Albania.

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«En aquella época estábamos saliendo del telón de acero en el que se encontraba nuestro país y surgía el pluralismo, y con él la posibilidad de la democracia, así que muchos albaneses intentaron encontrar un futuro mejor en Occidente. Personalmente, intenté escapar varias veces, sobre todo a Italia», dijo monseñor Dodaj en una entrevista con la fundación CARF.

Cuando llegó a Italia, en la costa de Apulia, fue trasladado a un centro de acogida y luego a Cuneo, en el norte de Italia. Junto con algunos compatriotas se las arregló con pequeños trabajos: como soldador (incluso diez horas al día), luego como jardinero, albañil, para reunir dinero y sobrevivir, mientras esperaba un futuro mejor.

El punto de inflexión para Arjan fue conocer a unos compañeros de la Casa de María, una comunidad de oración. Gracias a su amistad, el joven albanés descubre el rostro de Dios y llega a conocer a Nuestra Señora Reina de la Paz de Medjugorje, de la que se hace devoto. En su interior, siente que algo está cambiando. Y reflexiona.

Incluso recuerda su alejamiento de la fe en el pasado con una divertida anécdota: cuando era niño, vio a su abuela que «todas las tardes se asomaba a la ventana y miraba el granero que había delante de la casa sosteniendo una cadena con huesos de aceituna. Sólo más tarde me di cuenta de que se trataba de un rosario sin signos religiosos, y aprendí que en lugar del establo, antes del comunismo, estaba la iglesia del pueblo».

Hay un abismo entre el Arjan ateo y el nuevo Dodaj. La presencia de Dios comienza a ser cada vez más importante en sus días, y decide cultivarla ingresando en la Fraternidad de los Hijos de la Cruz en Roma. Es el momento de su encuentro definitivo con el Señor, que le llevará a la ordenación sacerdotal en 2003 de manos de Juan Pablo II.

El joven sacerdote ejerce como párroco y capellán de la comunidad albanesa de Roma. Luego fue llamado por el obispo de su diócesis natal, en Tirana (Albania), de la que se convirtió en titular en 2021.

Así comenzó su desafío evangelizador para atraer a la Iglesia a muchos jóvenes que, como él, crecieron en familias alejadas de la fe. Para Arjan Dodaj, ahora hay más terreno abonado que en el pasado. Las nuevas generaciones, dice, «tienen una sana curiosidad por la fe» y, a diferencia de sus padres, «pueden ejercerla en libertad». Si encuentran una propuesta que «habla a su corazón, están dispuestos a seguirla, sin prejuicios ni superestructuras». En la Iglesia de Albania, las conversiones del islam al cristianismo son cada vez más numerosas.

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El compromiso del arzobispo Dodaj no se detiene en la evangelización, sino que se extiende también al frente de la acogida, como presidente de Cáritas albanesa. La organización ayuda a miles de refugiados que llegan de Siria e Irak, y el padre Arjan, como le llaman sus fieles, nunca ha rehuido abrir puertas y oportunidades de esperanza a esas personas desesperadas. Un poco como le ocurrió a él cuando Italia le abrió la posibilidad de construir una nueva vida.

Autor de la nota: Gelsomino del Guercio

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Fuente: https://www.eldebate.com/

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