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¿Por qué se celebra la Divina Misericordia el domingo posterior al Domingo de Resurrección?


Verás, la Divina Misericordia es un concepto central en la enseñanza de Jesús. Él nos enseñó sobre la inmensidad del amor y la misericordia de Dios hacia nosotros, sus hijos. Si nos sumergimos en la Palabra de Dios, encontraremos numerosas referencias que hablan de la misericordia de Dios hacia sus hijos. Por ejemplo, en el Salmo 103, versículo 8, leemos: "El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y abundante en amor". Esta es solo una de las muchas instancias en las que se nos revela el corazón amoroso y misericordioso de nuestro Padre celestial.

Pero, ¿por qué se celebra específicamente el domingo después del Domingo de Resurrección? Bueno, esto tiene mucho que ver con el mensaje que Jesús mismo transmitió a Santa Faustina Kowalska, una monja polaca del siglo XX, a quien él mismo designó como "Apóstol de la Misericordia".

Jesús se le apareció a Santa Faustina en varias ocasiones, revelándole su deseo de que el segundo domingo de Pascua fuera dedicado a la celebración de su Divina Misericordia. Este deseo de Jesús se encuentra registrado en su diario, conocido como "La Divina Misericordia en mi alma", donde Santa Faustina escribió sobre sus experiencias místicas y las enseñanzas que recibió del Señor.

El motivo de elegir este domingo en particular tiene un significado profundo. El Domingo de Resurrección marca la culminación de la celebración más grande de nuestra fe: la resurrección de Jesús, que nos trae la esperanza de la vida eterna y la promesa de la redención. Es el día en que la luz vence a la oscuridad y la vida triunfa sobre la muerte. Y justo después de celebrar esta gran fiesta, nos sumergimos en la celebración de la Divina Misericordia para recordar y profundizar en el amor y la misericordia insondables de Dios revelados a través de la resurrección de Jesús.

La elección del segundo domingo de Pascua también está relacionada con una aparición específica de Jesús a Santa Faustina, conocida como la "Aparición de la Misericordia". En esta aparición, Jesús le pidió a Santa Faustina que pintara un cuadro según la visión que estaba viendo: la imagen de Jesús con rayos rojo y blanco emanando de su corazón, acompañada por la inscripción "Jesús, en ti confío". Esta imagen se ha convertido en un símbolo icónico de la Divina Misericordia y es ampliamente venerada por los católicos en todo el mundo.

La importancia de esta celebración no solo radica en recordar el amor y la misericordia de Dios, sino también en el llamado a vivir y compartir esa misericordia con los demás. Jesús le dijo a Santa Faustina: "Quiero que toda alma tenga acceso a Mi misericordia. El que no la acepte, será culpable de un pecado de ingratitud hacia Mí". Esto nos recuerda que no solo somos beneficiarios de la misericordia de Dios, sino también llamados a ser instrumentos de esa misericordia en el mundo.

Al celebrar la Divina Misericordia, renovamos nuestro compromiso de confiar en la infinita misericordia de Dios y de ser canales de esa misericordia para quienes nos rodean. Es una oportunidad para reflexionar sobre nuestras propias vidas, reconocer nuestras faltas y pecados, y acudir con confianza al corazón amoroso de Dios en busca de perdón y sanación.

Además, la celebración de la Divina Misericordia nos brinda la oportunidad de experimentar la gracia sacramental del perdón a través del sacramento de la reconciliación, que es un medio poderoso para experimentar la misericordia de Dios de manera tangible en nuestras vidas.

En resumen, celebramos la Divina Misericordia el domingo después del Domingo de Resurrección para recordar y profundizar en el amor y la misericordia de Dios revelados a través de la resurrección de Jesús, y para renovar nuestro compromiso de confiar en esa misericordia y de ser instrumentos de ella en el mundo. Es una celebración llena de esperanza y de la certeza de que, a pesar de nuestras debilidades y pecados, siempre podemos acudir al corazón amoroso de Dios en busca de perdón y sanación. ¡Qué hermoso regalo nos ha dado nuestro Señor en esta celebración de la Divina Misericordia!

Autor: Padre Ignacio Andrade

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