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Me divorcié y ahora tengo otra familia ¿Por qué no me dejan comulgar ni me dan la absolución?


Primero que todo, quiero agradecerte por compartir tu situación conmigo. Entiendo que esta es una preocupación importante y quiero abordarla con toda la delicadeza y comprensión que mereces. La situación que describiste es ciertamente compleja y es fundamental que comprendamos los principios de nuestra fe para encontrar una respuesta adecuada y misericordiosa.

La enseñanza de la Iglesia Católica sobre el matrimonio y el divorcio se basa en las palabras de Jesús, quien dijo: "El que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio" (Marcos 10, 11-12). Estas palabras nos revelan la sacralidad del matrimonio como un vínculo indisoluble que refleja la unión entre Cristo y su Iglesia. En la tradición católica, el matrimonio es un sacramento, un signo visible y efectivo de la gracia de Dios.

Cuando una persona se divorcia y contrae un nuevo matrimonio civil sin haber obtenido una anulación del primer matrimonio en la Iglesia, la Iglesia Católica considera que está en una situación irregular. Esto se debe a que, desde la perspectiva de la Iglesia, el primer matrimonio sigue siendo válido a menos que se demuestre lo contrario mediante un proceso de anulación matrimonial. Por lo tanto, un segundo matrimonio civil después de un divorcio se considera una situación de adulterio, ya que implica una relación sexual fuera del sacramento del matrimonio válido.

En cuanto a la Comunión y la absolución, la Iglesia sigue las enseñanzas de Jesús y la tradición apostólica. San Pablo advierte sobre recibir la Eucaristía de manera indigna, lo que significa que debemos estar en un estado de gracia, es decir, sin pecados mortales no confesados. Si alguien está viviendo en una situación irregular, como un segundo matrimonio sin una anulación del primer matrimonio, se considera que está en un estado de pecado grave, lo que impide recibir la Eucaristía dignamente.

La absolución en el sacramento de la reconciliación (confesión) también está relacionada con el arrepentimiento y el propósito de enmienda. Si una persona está en una situación de pecado grave, como un matrimonio civil después del divorcio sin anulación, la absolución no puede ser otorgada a menos que haya un sincero arrepentimiento y un compromiso de rectificar la situación. Esto implica cesar las relaciones sexuales en el segundo matrimonio civil o buscar una anulación del primer matrimonio en la Iglesia para poder regularizar la situación.

Entiendo que esto puede parecer difícil y doloroso, pero es importante recordar que las enseñanzas de la Iglesia están fundamentadas en la verdad revelada por Dios y en la comprensión profunda de la naturaleza del matrimonio. La Iglesia no busca excluir o condenar, sino guiar a sus fieles hacia la verdad y el camino de la gracia.

En este momento, te animo a considerar buscar orientación pastoral de un sacerdote de confianza o un consejero espiritual. Ellos pueden ayudarte a explorar las opciones disponibles, incluida la posibilidad de iniciar el proceso de anulación del primer matrimonio si aún no lo has hecho. La anulación matrimonial es un proceso que permite a la Iglesia investigar si el primer matrimonio fue válido desde el principio. Si se determina que no fue válido, se puede obtener una anulación y, con ello, regularizar tu situación ante la Iglesia.

Recuerda que la misericordia de Dios es infinita y que Él nos ama con un amor incondicional. A medida que buscas encontrar el camino adecuado, ora sinceramente y confía en la guía del Espíritu Santo. La oración puede ser un poderoso recurso para encontrar consuelo, sabiduría y discernimiento en medio de las dificultades.

Además, te animo a considerar participar activamente en la vida de tu comunidad parroquial. La comunidad cristiana puede ser un lugar de apoyo, amor y oración. La participación en la Misa dominical, la adoración eucarística y otros aspectos de la vida parroquial pueden fortalecer tu relación con Dios y ayudarte a encontrar consuelo y dirección espiritual.

Finalmente, recuerda que Dios siempre nos ofrece su gracia para enfrentar los desafíos de la vida. Pide su guía y fortaleza en tus oraciones y confía en su amor infinito. La Iglesia está aquí para ayudarte en tu camino espiritual, ofreciendo orientación y apoyo a lo largo de tu jornada.

Que Dios te bendiga abundantemente y te conceda la paz y la serenidad en medio de tus preocupaciones. Que encuentres consuelo en su amor y que tu fe se fortalezca a medida que caminas en la verdad y la esperanza de Cristo.

Con afecto y oraciones,

Padre Ignacio Andrade

Sacerdote Católico

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