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El Papa condena los bombardeos israelíes contra el Hospital de la Iglesia Anglicana y una Parroquia Ortodoxa en Palestina.


“Hermanos, deténganse, deténganse”. El Papa volvió a dirigirse, al término de la oración mariana del Angelus, a la situación vivida entre Israel y Hamás en Palestina. “Una vez más, mi pensamiento se dirige a lo que está sucediendo en Israel y Palestina. Estoy muy preocupado y con mucho dolor”, insistió el Papa, con rictus serio, ante una multitud que abarrotaba la plaza de San Pedro.

“Rezo y estoy cerca de todos los que sufren, a los heridos, rehenes y víctimas y sus familias”, señaló al término del rezo del Angelus. “Pienso en la grave situación en Gaza, y me duele que también el hospital anglicano y la parroquia greco-ortodoxa hayan sido bombardeados en días pasados”.

En este sentido, añadió, “renuevo mi llamamiento para abrir espacios y para que se pueda llevar la ayuda humanitaria, y sean liberados los rehenes”.

“La guerra, todas las guerras del mundo, pienso en la atormentada Ucrania, es siempre una derrota y una destrucción de la fraternidad humana”, finalizó el Papa, quien volvió a convocar a la jornada de oración del próximo 27 de octubre, y felicitó a todos los misioneros del mundo en el día del Domund

¿Dios o el César? La (no siempre) falsa dicotomía entre Iglesia y Estado -muy en boga en nuestro país-, fue el eje de la reflexión del Papa en el Angelus. Una pregunta ("¿Es lícito pagar impuesto al César o no?"), que para Francisco "es un engaño: si Jesús legitima el impuesto, se pone de parte de un poder político mal respaldado por el pueblo, mientras que si dice de no pagarlo puede ser acusado de rebelión contra el imperio".

Como en otras ocasiones, "Él escapa de esta  trampa. Pide que le muestren una moneda, que lleva impresa la imagen del César, y les dice: «Pues dad al  César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios»". ¿Qué significa esto?

Unas palabras que, en opinión del Papa Francisco, "se han convertido en algo de uso común, pero a veces se han utilizado de manera  equivocada – o al menos reductiva – para hablar de las relaciones entre Iglesia y Estado, entre cristianos y política; a menudo se entienden como si Jesús quisiera separar a “César” y a “Dios”, es decir, la realidad  terrenal de la espiritual".

A veces, añadió Francisco, "también nosotros pensamos así: una cosa es la fe con sus prácticas y otra cosa, la vida de todos los días". Pero "no. Esto es una “esquizofrenia”, como si la fe no tuviera nada que ver con la  vida concreta, con los desafíos de la sociedad, con la justicia social, con la política y etcétera".

Colocar a 'Dios' y al 'César' en su importancia

Más aún: "en realidad, Jesús quiere ayudarnos a colocar al “César” y a “Dios” cada uno en su importancia. Al  César - es decir, a la política, a las instituciones civiles, a los procesos sociales y económicos – pertenece el  cuidado del orden terrenal, de la polis; y nosotros, que en esta realidad estamos inmersos, debemos restituir a  la sociedad lo que nos ofrece a través de nuestra contribución de ciudadanos responsables, prestando atención  a lo que se nos confía, promoviendo el derecho y la justicia en el mundo del trabajo, pagando honestamente  los impuestos, comprometiéndonos por el bien común y etcétera".

Pero, "al mismo tiempo, Jesús afirma la realidad fundamental: que a Dios pertenece el hombre, todo hombre y todo ser humano". Esto significa que "nosotros no pertenecemos a ninguna realidad terrenal, a ningún “César” de este mundo. Somos del Señor y no debemos ser esclavos de ningún poder mundano".

¿Tú qué imagen llevas dentro de ti? ¿De quién eres  imagen en tu vida? ¿Nos acordamos de pertenecer al Señor, o nos dejamos modelar por las lógicas del mundo y hacemos del trabajo, de la política, del dinero, nuestros ídolos a adorar?

Moneda de dos caras

La imagen del pasaje evangélico resulta sumamente esclarecedora: "En la moneda, está la imagen del emperador,  pero Jesús nos recuerda que en nuestra vida está impresa la imagen de Dios, que nada ni nadie puede oscurecer".  

"Comprendamos entonces que Jesús nos está devolviendo a cada uno de nosotros a la propia identidad:  en la moneda de este mundo está la imagen de César, pero, ¿tú qué imagen llevas dentro de ti? ¿De quién eres  imagen en tu vida? ¿Nos acordamos de pertenecer al Señor, o nos dejamos modelar por las lógicas del mundo y hacemos del trabajo, de la política, del dinero, nuestros ídolos a adorar?", finalizó.

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