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¿Tus planes no se realizan? ¿Sientes que Dios se olvidó de ti? Lee esto.



Su hijo era toda su esperanza, pero la muerte vino a buscarlo de madrugada. Ahora ella, viuda y sin hijo, quedaba sin derecho a nada. Así era la ley en esos tiempos por allá en la ciudad de Naín (Lucas 7, 11-17). Con el corazón quebrado, se aferró fuerte al brazo de una amiga que la consolaba, mientras el cortejo fúnebre se iba a acercando al lugar de la sepultura.

¿Quién hacía tanto alboroto en medio de un sepelio? Un hombre desconocido se acercó con un montón de gente y la miró de un modo tan profundo que sintió que su corazón ya no sangraba. Jesús se compadeció de su dolor, entonces hizo lo que mejor sabía hacer, cambiar las lágrimas en gozo puro. Para ello dio una orden contundente al muchacho muerto, quien para alegría de los presentes y testimonio de multitudes, se puso de pie y le dijo unas palabras de ternura a su madre.

La gente del cortejo quedó perpleja: la tradición era llorar a gritos, no actuar de otra manera. Sin embargo, sus ropas luctuosas y oscuras se tiñeron de esperanza. Jesús le dijo a todos esa tarde que ningún plan se frustra en Su presencia.

“¿Le importaré a alguien?”

Te levantas temprano, enciendes el lavarropas, preparas las viandas para los niños, le das de comer al conejo y te sientas a coser un botón de tu uniforme de trabajo. Tienes inmensos planes para tu vida, quieres que tus hijos tengan todo lo que a ti te ha faltado, que no sufran. Tus planes no incluían una niña pequeña con dislexia y un seguro social que no alcanza, un hijo mayor experto en darte dolores de cabeza, un jefe anunciando el recorte de horas extras, los fines de semana con la soledad dominando tu almohada, la hipoteca en el buzón, y tu ex esposo en el Caribe con la secretaria. Dentro de ti te preguntas “¿le importaré a alguien?”. Claro que sí y, para que tengas ese sentimiento vivo en tu interior, te comparto estos tres consejos:

Cambia tus planes. Toma la Biblia, y lee conmigo Jeremías 29, 11. Te traigo muy buenas noticias: “Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo”. Quizás por toda tu situación has dejado de buscar aliento en Sus palabras, quizás ya ni siquiera oras ni te haces tiempo para renovar tu fe. Definitivamente es hora de hacer cambios de planes, dejar los tuyos a un lado, y tomar los de Dios. Él te desea tiempos de bocadillos. Dios quiere tu bienestar y darte un futuro lleno de esperanza. Además, si miras bien, en el documento Él ha puesto su firma. No creas que es como los políticos de turno, es un Dios de palabra. Cuando vives con los planes de Dios, descubres que el gozo es una constante en tu vida.

Explora dentro de ti, tu necesidad de Dios. Busca cerca de tu casa un lugar donde reunirte y celebrar la gracia de Dios. Desarrolla tu fe y espera un regalo tan grande de amor verdadero que los vecinos quedarán sorprendidos. Cuando pides a Dios, recibes; al buscarlo, lo hallas. La dislexia, la soledad, los bajos ingresos y el resto de las complicaciones van a ir desapareciendo a medida que desarrolles fortaleza espiritual para sobrellevar todas las calamidades.

Promueve el Reino en tu casa. Enseña a los niños a depender de Él. Ora junto a ellos, enséñales que Dios escucha que sus necesidades tienen un lugar en la agenda de Dios, que Él se detiene en medio de la multitud y se vuelve para oír sus corazones doloridos. Lee con ellos la Biblia. Que sonrías al encontrar consuelo en sus palabras, es lo que mueve a Dios a darte vida abundante para seguir adelante.

Te has saturado de desgracias, has estado insatisfecha… Reconoce que necesitas algo diferente. El poder de Dios sacude los féretros, asombra multitudes, pero en medio de esas multitudes, Él te mira, te cuida y te espera. ¿Hay algo más maravilloso?

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