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¿Sabes cuál es la manzana podrida que puede matar tu matrimonio?



Montserrat está por casarse.  Ana, su madre, tiene sentimientos encontrados. Montse es la luz de sus ojos, y ella debe aceptar su partida.  Con la mejor de las intenciones, le da algunos consejos, entre ellos, le dice que “a los hombres, ni todo el amor, ni todo el dinero“.

Además, le sugiere que “no se deje“, y que “se dé siempre su lugar“. Ana no sabe que está plantando una semilla que causará mucho dolor a su hija, a su futuro yerno, y a sus nietos, la semilla de la soberbia.

Yo te doy, pero tú también dame

En el mundo de hoy, exigimos justicia en los intercambios.  Compro un libro, y espero que esté en excelente estado y sea legible. Esto tiene lógica, lo que no la tiene (en absoluto) es que traslademos a las relaciones humanas esta exigencia cerrada y esclavizante.

En esta perspectiva, al dar un paso, exigiremos que el otro avance también. Pero, ¿quién creemos que somos para asumir si el otro puede o no puede dar el paso exactamente igual que nosotros?

Este es el germen de la soberbia, el gran pecado de Adán y Eva, por el que fueron expulsados del paraíso, y ¡ten cuidado!, es también la manzana podrida que puede acabar con tu matrimonio.

“Seréis como dioses”

Piensa conmigo, ¿qué características tiene un dios? Es un personaje al que se rinde culto, al que se le dan cuentas. Es el poseedor del destino del hombre.

Tú y  yo en esta tierra somos solo habitantes, pero a veces, nos creemos medida de las cosas, como decía el griego Protágoras de Abdera.

Así, Montserrat asumió como un mandato el consejo de su madre: “ni todo el amor ni todo el dinero”, y en vez de entregarse amorosamente al hombre que había jurado amar en las buenas y en las malas, se convirtió en juez de la cantidad de amor y generosidad que daría a su esposo, “dependiendo” de cómo se comportara él.

¡Cuidado con que abusen de ti!

Conforme fue avanzando en su vida marital, esta joven esposa aprendió a medir, pesar y equilibrar -con sus criterios- el amor a su marido.  Eso generó en su esposo una actitud revanchista que estaba a punto de hacer naufragar su matrimonio.

Los amigos de ambos, cuando los veían frustrados, les aconsejaban en el mismo sentido: “no te dejes”, “pónlo en su lugar”. Y eso terminó de amargar la convivencia entre los esposos.

Llegó un consejo prudente, al fin

El esposo y la esposa estaban devastados, pero solos. En su carrera egoísta por no avanzar mas de lo que juzgaban que el otro avanzaba, estaban destruyendo la armonía de su vida en común.

Entonces, llegó un buen consejo, que abrió una grieta en este muro de revanchismos entre los dos.  Los jóvenes esposos cenaban con unos amigos, y se sorprendieron por el trato suave, tierno y cálido que ambos mantenían. Cuando estuvieron solas, Montserrat le preguntó a su amiga cuál era su secreto, y ella se lo contó:

“Busco amarlo y hacerlo feliz, y él hace lo mismo.  Tratamos de hacernos el uno al otro la vida agradable y ligera, olvidándonos de nuestras prioridades y objetivos para abrazar los de nuestro cónyuge. Así hemos logrado una relación maravillosa.”, le comentó ella. A Montse le pareció tan sencillo, que se puso a llorar, ¿cómo había podido equivocarse tanto?

El amor real

El amor -lo sabes- no es simplemente pasarla bien. Es saber que cuentas con alguien, a pesar de que le hiciste una mala cara, olvidó tus encargos, la comida no le quedó tan rica, etcétera.

El amor es saber que ese alguien te soporta, te ama, te perdona y te espera cada tarde y cada noche. A pesar de que lo has lastimado, y a pesar de que te ha lastimado.

El amor esponsal, el amor puro, el amor bueno para serlo, debe ser incondicional. Si no, es conveniencia, manipulación o algo más.

De otra manera, ¿cómo conseguiré que me amen si estoy llena de defectos, me equivoco constantemente y además, con el tiempo me hago menos atractiva? Entonces las parejas serían descartables, pero a veces, enmarañados en el medir y pesar de la actuación del otro, nos comportamos sin sentido.

El secreto: ser amable

Salir de esa trampa fue difícil para esta chica, pero aceptó un consejo mas de su amiga, ella le dijo que buscara ser siempre amable. Es decir, digna de amor.

En el trato que ella diera a su esposo, amante, cariñoso, tierno, servicial y desinteresado, mostraría cómo deseaba ser amada. Y no era seguro que recibiera lo mismo de su esposo, pero -le garantizaba su amiga- entregarse como había prometido le daría mucha mas paz y sentido de vida que vivir reclamando y contabilizando.

A partir de entonces, Montse se dedicó a reconstruir su relación desde el amor y el respeto.  No fue fácil, pero logró salir poco a poco de su papel soberbio y mirar a su esposo como era, abriéndose a descubrir la belleza de sus imperfecciones mutuas.

A continuación, te compartimos una serie mas de consejos que podrán ayudarte a evitar esta manzana podrida en tu relación de pareja.

Ora mucho

El profeta Jeremías oraba a Dios pidiéndole que le quitara el corazón de piedra y le diera uno de carne.  Si deseas cambiar en este sentido, la oración será la fuerza poderosa que te ayude a renovar tu relación

Procura escuchar de verdad

Escucha a tu pareja, no los consejos de nadie. Si él te pide cercanía, atención, cariño, deja de lado tus impresiones y juicios, y busca satisfacer las necesidades de tu cónyuge.

Haz un acto de amor cada día

Véncete cada día. Un acto amoroso a la vez que sorprenda y haga sentir tu amor a tu esposo.

Son consejos sencillos, pero estoy segura que te ayudarán a renovar tu relación y devolverán la paz a tu corazón.

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