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¿Qué tan narcisista eres?



¿Piensas en los demás frecuentemente?, ¿solo importas tú y tus necesidades?, ¿cuál es la forma en la que alcanzas tus objetivos? Responder a estas preguntas desde nuestra realidad es muy importante, por una razón, tal vez no hemos comprendido el mensaje evangelizador, probablemente antepongo mis necesidades y mi forma de ser antes que pensar en el bien común y eso nos lleva a vivir de una manera egoísta.

En este sentido, si no logramos desprendernos un poco de nosotros mismos y dejar de vivir sin darnos a los demás, veo una verdadera incongruencia con el evangelio en nuestras vidas. ¿Damos?, ¿ayudamos?, ¿nos solidarizamos con acciones? Tal vez la respuesta sea: a veces. Esto nos lleva a comprender que seguimos en la búsqueda, pero que debemos darnos un poco más a los demás para vivir el mensaje evangelizador, ese que nos invita a dejarlo todo para encontrar la verdadera felicidad y plenitud.

“Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, pues era muy rico”. Lucas 18, 22-23

Es bien sabido por todos nosotros que el joven rico se fue muy triste de ahí, porque pudo y no quiso dar el paso que el maestro le invitaba a dar para conocer el verdadero amor. Ahora la cuestión es: ¿podremos dejar una buena parte de nosotros?, ¿seguimos siendo narcisistas y no lo queremos reconocer?

Buscar el reconocimiento solo de Dios

El trastorno de personalidad narcisista, es un desorden mental en el cual las personas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás.

Las redes sociales me lo recuerdan y una buena parte de la población solo piensa en sus necesidades, en la manera en que puede destacar y la forma en que llama la atención. Pertenecemos a una sociedad narcisista, nos cueste o no reconocerlo, buscamos sobresalir de los demás con objetos, actitudes y acciones, donde lo que importa es nuestro bienestar y si me sobra, entonces apoyo, comparto y doy.

No pretendo hacer una crítica, solo expreso lo que veo, basta mirar un poco internet para darnos cuenta dónde está el corazón de muchas personas. Cuando el mensaje evangelizador llega a nuestras vidas, nos plantea esta y otras cuestiones; vivir sin pretensiones, tratar de compartir lo que tengo y no lo que me sobra, dar y darme a los demás como respuesta ante la enseñanza de Jesucristo.

Creo que todavía debemos esforzarnos por comprender sus palabras y así encontrar el verdadero tesoro que está en dejar en manos de Dios lo que somos y lo que tenemos, cuestiones que no serán fáciles de responder ante personalidades mezquinas, necesitadas de atención o narcisistas con un deseo sin medida de reconocimiento.

“Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. Mateo 6,6

El mensaje evangelizador nos invita a vivir de manera sencilla, humilde y sin buscar el reconocimiento de nadie, solo de Dios. ¿Estamos dispuestos?

Autor: Rafael Salomón. 

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