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Garabandal es «un mensaje profético para toda la Iglesia», afirma el padre Álvaro Cárdenas



El sacerdote Álvaro Cárdenas recuerda en este artículo la presencia viva en la Iglesia de hoy de los hechos de Garabandal.

Garabandal, un mensaje profético para la Iglesia, ignorado por muchos y confirmado por los hechos

por Álvaro Cárdenas.

El martes 18 de octubre asistí en Madrid a una mesa redonda sobre los acontecimientos y mensajes de nuestra Madre del Cielo en Garabandal. Aunque como todo fiel cristiano me someto al juicio último de la Iglesia, juicio definitivo que desgraciadamente no ha sido hecho aún por ella, no dudo en creer que tales acontecimientos y mensajes son de nuestra Madre del cielo.

¡Garabandal está vivo!

Antes de participar en este evento pensé que no asistiría mucha gente, siendo así que el lugar estaba situado a casi 30 minutos de Madrid, completamente a desmano y no era posible acceder a él más que en coche. Al llegar quedé enormemente sorprendido por el número de participantes. El salón dispuesto para el evento estaba a rebosar, todas las sillas preparadas se hallaban ocupadas, los laterales llenos y gente sentada en el suelo. Yo mismo tuve que escuchar a los ponentes de pie por no encontrar un lugar para sentarme.

Pensé: ¡Garabandal está vivo! A pesar de la losa de silencio con la que durante estos 61 años algunos eclesiásticos de la Iglesia han tratado de enterrar y de olvidar los hechos que sucedieron y el mensaje profético del cielo unido a ellos, Garabandal no ha muerto. Sigue despertando un extraordinario y creciente interés.

La película Garabandal, sólo Dios lo sabe nos conmocionó a todos presentándonos, fiel a la historia y sin recursos cinematográficos que nos distrajeran, los hechos y mensajes que la Virgen protagonizó entre 1961 y 1965.

Aumento continuo de peregrinaciones a Garabandal

Cada vez son más los peregrinos que visitan esta aldea de la montaña cántabra para dialogar con los testigos de las apariciones, conocer de primera mano los hechos que sucedieron y recibir sus mensajes, rezar el rosario en los pinos y participar en la misa y adoración parroquial que con gran prudencia y acierto pastoral celebra su párroco.

Con mucha frecuencia recibo invitaciones de grupos de fieles de toda condición para que les acompañe en su peregrinación a Garabandal. Desgraciadamente, en la mayoría de las veces mis responsabilidades parroquiales me impiden acompañarles. Pero siempre que lo hago mi experiencia, como en Medjugorje, ha sido la misma: la inmensa mayoría de los peregrinos se sienten profundamente conmovidos interiormente por su mensaje, los alejados experimentan una fuerte llamada a la conversión, y se confiesan sinceramente, emprendiendo un camino de fe o confirmando el camino ya emprendido. Muchos de estos convertidos vienen de la indiferencia religiosa, de una desconexión afectiva y sacramental de la Iglesia y de caminos alternativos como la Nueva Era. Una de las cosas que la Roma pidió a la los peregrinos que iban a Medjugorje, antes de reconocer el comienzo de las apariciones y de convertir en Santuario su Parroquia Santiago Apóstol, fue que estuvieran acompañados por sacerdotes. Lamentablemente, muchas veces estos buscadores de Dios que peregrinan también a Garabandal tienen que hacer el camino sin sacerdotes que los acompañen.

Una mesa redonda para presentar de nuevo la ternura, solicitud y preocupación de una Madre por sus hijos

La mesa redonda sobre Garabandal ha querido poner de nuevo en la palestra de nuestros corazones la ternura, la solicitud y la preocupación de una Madre respecto a sus queridísimos hijos llamándoles a ser buenos, a dejar de ofender a Dios, a rezar mucho, advirtiéndoles al mismo tiempo de la poca importancia que cada vez se le da a la Eucaristía y del extravío de muchos cardenales obispos y sacerdotes, que arrastran con ellos a innumerables fieles.

Extraña polémica en tiempos de sinodalidad y de escucha

Un simple encuentro de cristianos que se reúnen para testimoniar esto y hacerse altavoz del cielo para recordar este sencillo mensaje, tan en continuidad con el de Fátima en la llamada a la conversión, a la oración, a la penitencia, y a poner en el centro de la vida de la Iglesia a la Eucaristía, y en las consecuencias de paz y de salvación de escuchar y cumplir sus demandas o de destrucción, sufrimiento y purificación de no ser atendidas, como advierte tantas veces el Señor en su Palabra, ha provocado una inusual e innecesaria polémica.

¿Por qué tanta preocupación por unos fieles que en su legítima libertad cristiana se reúnen para hablar de una «presunta» intervención del cielo en la tierra? ¿Por qué tanta prevención ante el recuerdo de unos hechos históricos que se conocieron en el mundo entero y que conmovieron durante cuatro años no sólo a la sociedad española, católica entonces en su mayoría, sino del mundo entero, a pesar de que en ese tiempo no estaba conectado el mundo como lo está hoy?

Es extraño que en estos tiempos de sinodalidad, cuando el Papa Francisco está pidiendo por activa y por pasiva que la Iglesia escuche a todos, y muy especialmente a sus hijos, y nos está invitando a todos a no tener miedo de expresarnos, se coarte el derecho de los fieles a poder expresarse con naturalidad en la Iglesia o se les pongan trabas para hacerlo.

Una filial y humilde petición de unos hijos a su Madre

La extrañeza se hace mayor al saber que lo que estos hijos piden con filial amor, respeto y sumisión, no es ningún privilegio, ni cambios en la fe ni en la enseñanza moral de la Iglesia -como pide el Sínodo de Alemania-, que no pretenden imponer sus opiniones ni exigencias, sino que lo único que demandan a su Madre es que ésta los escuche maternalmente, comprometiéndose a responder a una justa petición que como hijos le hacen: que estudie con rigor los acontecimientos que sucedieron en San Sebastián de Garabandal.

No es justo desautorizar sin un riguroso estudio previo un acontecimiento tan extraordinario como lo fueron los hechos acaecidos en Garabandal.

Tres razones que muestran la necesidad de un estudio riguroso y veraz

Y si la Iglesia lleva 60 años ignorando su responsabilidad, esperando a que algún obispo algún día la asuma, ¿no puede el Pueblo de Dios desear y filialmente suplicar que alguien con autoridad en la Iglesia inicie ese estudio?

Y esto por tres razones:

1) Porque si los acontecimientos acaecidos en Garabandal son de la Virgen, ¡hacer esperar 60 años o más tiempo a una urgente demanda profética de la Virgen no puede no tener consecuencias desoladoras para la Iglesia que peregrina en España, en primer lugar, y para la Iglesia universal!, ya que sus mensajes no se limitaban a España sino que estaban dirigidos a sus hijos del mundo entero.

Es difícil no encontrar una relación estrechísima entre la terrible y dramática secularización progresiva de España y el rechazo por parte de la Iglesia española a acoger el urgente y dramático mensaje que la Virgen nos dirigió.

¡Qué dolor sería para nuestra Madre del cielo que la nación con la que ha mostrado más predilección, hasta el punto de haber sido llamada «tierra de María«, y que más se ha distinguido en su historia por hacerla conocer y amar, por defender sus dogmas marianos, particularmente el de su Inmaculada Concepción, y por extender la devoción al Rosario, le cerrase sus puertas!

¡Qué dolor para el cielo si la nación que más se ha significado en la defensa de la fe durante siglos y que ha realizado la obra más épica de evangelización y de civilización de todos los tiempos, hubiera privado a la Iglesia con su gravísima omisión del remedio de urgencia que el mismo cielo la ofrecía para conducirla a su salvación!

2) Porque si aquellos acontecimientos eran un engaño diabólico, a tenor de los fenómenos extraordinarios que ocurrieron, y los mensajes que supuestamente dirigió la Virgen a la Iglesia y al mundo son perniciosos para sus hijos, es gravísimo que la Iglesia haya estado 60 años desprotegiendo a sus hijos sin solicitarles, después de un estudio riguroso, que no escuchen tales mensajes y que rechacen unas apariciones que pueden poner en peligro su salvación eterna.

3) Porque si los acontecimientos acaecidos en Garabandal han sido puramente humanos (descartando trastornos de personalidad o enfermedades clínicas psiquiátricas de las niñas, que según todos los testimonios de entonces y de ahora eran niñas absolutamente normales), que alguien con autoridad en la Iglesia explique coherentemente los hechos extraordinarios que sucedieron y la multitud de conversiones que allí sucedieron y suceden hasta el día de hoy.

Aprobación por vía de los hechos del mensaje de Garabandal y por consiguiente de la sobrenaturalidad de las apariciones

Desgraciadamente el tiempo ha dado la razón a Garabandal. Lo que aquellas niñas recibieron, incapaces de entender y por tanto de inventar, y que los obispos desde entonces y hasta hoy no han tenido la voluntad de estudiar seriamente y de reconocer, el tiempo lo ha confirmado como verdadero.

Lo que entonces, en una España nacional católica, con un respeto enorme hacia la Iglesia y hacia sus ministros era difícil de creer y de admitir, hoy no necesitamos ningún acto de fe para aceptarlo.

La crisis del sacerdocio, la sangría de miles y miles de sacerdotes y religiosos secularizados en el mundo entero durante los años del postconcilio, la caída en picado de las vocaciones sacerdotales y religiosas con la consiguiente reducción de su acción pastoral en la Iglesia y en el mundo, abandonando enormes ámbitos en los que estaban presentes por falta de vocaciones, la secularización interna de la Iglesia con la pérdida de la fe, los incontables escándalos morales de los eclesiásticos, tanto de abuso de poder como sexuales que han hecho tambalear la fe de muchos y ha generado un clima de desafecto y de odio a la Iglesia, el abandono de la fe y de la moral cristiana en grandes sectores de la Iglesia, los incontables abusos litúrgicos, particularmente en la recepción y trato con la Eucaristía de muchos sacerdotes y comunidades católicas, y la irrelevancia de la Iglesia en nuestras sociedades antes católicas, son sólo algunos de los hechos que confirman la veracidad de los hechos y mensajes de Garabandal.

Un simple dato concreto: poco antes de las apariciones en Garabandal el número de seminaristas que había en España era de 22.000, el año pasado, en su descenso año tras año, era de 1.028.

«Cuando la Iglesia lo reconozca será demasiado tarde»… pero mejor tarde que nunca

Después de escuchar declaraciones de obispos afirmando que no se ha demostrado sobrenaturalidad en los hechos de Garabandal, quizá a muchos sorprendan las palabras que dirigió San Pablo VI al padre Xavier Escalada, SJ, hablando sobre Garabandal: «Es la historia más hermosa de la humanidad desde el nacimiento de Cristo. Es como la segunda vida de la Santísima Virgen en la tierra, y no hay palabras para agradecerlo».

O las que pronunció San Juan Pablo II en una ocasión: «Que el mensaje de la Madre de Dios [en Garabandal] sea acogido en los corazones antes de que sea demasiado tarde».

Estas dos afirmaciones papales, por mucho que hayan sido dichas en un contexto privado, deberían bastar para que aquellos hechos y su mensaje se consideraran y se estudiaran con el rigor que merecen.

Respecto al reconocimiento oficial de Garabandal por parte de la Iglesia se han vuelto proféticas las palabras del santo capuchino estigmatizado, San Pío de Pietrelcina: «La Iglesia lo reconocerá, pero cuando lo haga será demasiado tarde».

Aunque los males que pudieron evitarse ya no se podrán evitar, puede ponerse un dique a los males que nos aguardan, y confiando en la gran Misericordia del cielo esperar que el Señor, como hizo con Israel, viendo nuestra humillación, nuestro arrepentimiento y nuestra confianza sólo en su Misericordia y no en nuestras estrategias humanas y planes pastorales -como los que a menudo la Iglesia ha diseñado en estos 60 años- cumpla sus promesas de restauración, de reagrupación de las ovejas de Israel dispersas, y de bendición para con su Pueblo:

«Conozco muy bien los planes que tengo proyectados para vosotros: planes de prosperidad y no de desgracia, para aseguraros un porvenir y una esperanza. Entonces, cuando me invoquéis y vengáis a suplicarme, yo os escucharé; cuando me busquéis, me encontraréis, porque me buscaréis de todo corazón, y yo me dejaré encontrar por vosotros. Yo cambiaré vuestra suerte y os reuniré de todas las naciones y los lugares adonde os expulsé. Yo cambiaré vuestra suerte, os reuniré de todas las naciones y lugares adonde os expulsé y os haré volver al lugar del que os deporté» (Jr 29, 11-14).

«Yo os resarciré por los años en que lo devoraron todo la langosta y el pulgón, el roedor y la oruga, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis abundantemente hasta saciaros, y alabaréis el nombre del Señor, vuestro Dios, que ha hecho maravillas con vosotros. ¡Mi pueblo jamás quedará confundido!» (Jo 2, 25-26).

Garabandal sigue siendo hoy una esperanza para la Iglesia que peregrina en España y para la del mundo entero.

Aunque la Iglesia siga sin reconocerla, los fieles del mundo entero, movidos de su sensus fidei que no puede fallar, continuarán peregrinado cada vez más a Garabandal, como lleva haciéndolo desde que comenzaron las apariciones y como lo está haciendo en la actualidad. Pero cuanto más se tarde en estudiar y en reconocer, más gracias que son vitales para la Iglesia se perderán, más sufrimiento innecesario se provocará y más tardará su deseada renovación.

Mejor tarde que nunca.

1 comentario:

  1. Papa Francisco. Hable, estudie y recomiende a todos los cristianos, a ir a Garabandal, a encontrar a LA MADRE. Dele, Papa Francisco. TV

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