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Jesucristo el primer apologeta, defensor de la verdad y de la fe


NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

PRIMER APOLOGISTA
Por Agustín Hipona

Nuestro Señor Jesucristo fue el primer apologista, pues nada enseñaba sin presentar las pruebas de su verdad, sus motivos de credibilidad.

En los Evangelios lo vemos debatiendo con los fariseos mostrándoles la verdad.

Mateo 12,9-14
Pasó de allí y se fue a la sinagoga de ellos.
Había allí un hombre que tenía una mano seca. Y le preguntaron si era lícito curar en sábado, para poder acusarle.
El les dijo: «¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta cae en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca?
Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en sábado.»
Entonces dice al hombre: «Extiende tu mano.» El la extendió, y quedó restablecida, sana como la otra.
Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para ver cómo eliminarle.

Mateo 19,3-9
Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?»
El respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.»
Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?»
Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así.
Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer - no por fornicación - y se case con otra, comete adulterio.»


(Mt 16, 1 - 4) (Mateo 22, 15 - 22; 34 - 46) (Marcos 10, 2–9) (Lucas 10, 25–37) (Jn 8,3-11)

Debate hasta con el mismo Diablo citando las Escrituras

Mateo 4,1-11
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre.
Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»
Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»
Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.»
Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.»
Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.»
Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.»
Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.


Pero Jesús también utiliza la Apologética con sus propios discípulos.

En efecto, si al leer los Evangelios nos vamos fijando en ello, descubrimos cómo Nuestro Señor Jesucristo presentaba, y en superabundancia, las pruebas necesarias para que fueran aceptadas sus doctrinas.

Así, como prueba de que Él es el Mesías, y por lo tanto de su autoridad para enseñar, unas veces da el cumplimiento en Él de las profecías Mesiánicas:

Mateo 26,54-56
Mas, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?»
En aquel momento dijo Jesús a la gente: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis.
Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas.» Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron.

Lucas 4,21
Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.»


Otras veces los milagros que hacía daban prueba de que Él era el mesías:

Juan 5,36
Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.


Para probar que tiene el poder de perdonar los pecados, cura al paralítico.

Mateo 9,2-8
En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡ Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados.»
Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Este está blasfemando.»
Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir:
"Levántate y anda"?
Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice entonces al paralítico -: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".»
El se levantó y se fue a su casa.
Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.


Para su Presencia Real en la Sagrada Eucaristía da como prueba de su poder divino, su próxima ascensión a los cielos:

Juan 6,61-62
Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?
¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...


Y no pocas veces las pruebas anteceden a la Doctrina. El primero presenta las pruebas y deja que sus Apóstoles, sus discípulos, razonando deduzcan de ellas la doctrina que quiere establecer.

Un ejemplo entre otros de esto y por cierto preciosísimo, lo tenemos en aquella ocasión en que San Juan Bautista, queriendo orillar a Nuestro Señor Jesucristo a que de una vez se proclamara como el Mesías esperado, manda a dos de sus discípulos a preguntarle:

“¿Eres tú el Mesías que ha de venir, o debemos esperar a otro?”

Pregunta a la que Nuestro Señor Jesucristo no dio contestación directa, sino que haciendo muchos milagros ante ellos probó que era el Mesías esperado diciéndoles después:

Mateo 11,4-6
Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»


Dando así primero las pruebas y dejando que San Juan deduzca de ellas la doctrina.

Y todos los Apóstoles siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo presentan racionalmente la Religión Cristiana y quieren que los fieles la profesen por CONVICCIÓN, así el Apóstol San Pedro los exhorta:

I Pedro 3,15
Al contrario, dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza.


La excelencia de la Apologética consiste, pues, en llevarnos a ser Católicos por CONVICCIÓN, a profesar TRIUNFALMENTE nuestra Religión, por estar plenamente convencidos de que el Catolicismo es la Religión Verdadera, de que es la RELIGION DE DIOS.


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1 comentario:

  1. Muy interesante muchss gracias.Pero podría ser en fondo blanco ,el fondo negro con las letras blancas lastiman la vista, gracias.

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